¿Podrían
decir, los expoliados mexicanos: Ni nos perjudica, ni nos beneficia…
sino todo lo contrario?
Dos cuestiones darían pie a
ese acertijo: 1) Los regenteadores privados de los fondos para el retiro de los
trabajadores tienen ya manos libres sobre 3 billones 200 mil millones de pesos,
y 2) Los rapaces gestores de ese capital pretenden una reforma legal para
ampliar sus beneficios. La reforma está en vías de aplazarse para el próximo
sexenio.
Del segundo punto, es válido
sugerir una explicación: Los que, compulsivamente, ha sido obligados a ahorrar
para tener una vejez digna, representan potencialmente tantos votos electorales
como millones son los titulares de las cuentas individuales de dichos fondos.
No me alboroten la bitachada, dicen algunos aspirantes a la Presidencia de
México.
AFORE Y SIEFORES NO TIENEN LLENADERA
Es que, los insaciables
operadores de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afore) y de las Sociedades
de Inversión Especializada de dichos fondos (Siefore), quieren, con la reforma,
que se aumenten las cuotas hasta en 15 por ciento sobre el salario de los
ahorradores.
Si, de por si, los
incrementos a los salarios mínimos y contractuales ya han sido devorados por la
inflación del último año ¿cargarle más pulgas al perro flaco? Perdón, por el
símil, pero es el más plástico.
Sólo para dar un dato de
referencia, para 2017 aquellos gestores privados de dinero ajeno se
embuchacaron unos 28 mil millones de pesos, únicamente por conceptos de
comisiones.
¿A quién interesaría elevar
el monto de las aportaciones al sistema de pensiones?
ENTRE LOS TRACALEROS, PRIMERO EL GOBIERNO
En conjunto, a los que
tracalean con el patrimonio líquido de la clase trabajadora mexicana. A los que
se alzan con el santo y la limosna. Con la
renta y el principal, pues, de ese negociazo socialmente inadmisible.
Pongámoslo de este tamaño:
Las Afore juegan el papel de recaudadoras. Las Siefore son la correa de
trasmisión de esos recursos a los ávidos de crédito. Lo hacen, al través del
mercado especulativo; esto es, de las bolsas de valores. El mercado accionario,
para ponernos en onda “técnicamente correcta”.
Dicho en términos
especializados: Conocido en enero el total acumulado por el Sistema de Ahorros
para el Retiro, dado líneas antes en números absolutos, una apetecible rebanada
del pastel se coloca en papeles de renta fija (72.6 por ciento). El resto (27.4
por ciento) en papeles de renta variable, etcétera.
El primer deudor sobre los
ahorros para una vejez digna de los trabajadores, es el gobierno federal, un
goloso compulsivo que ha girado papeles a mansalva hasta acumular una deuda
pública superior a los 10 billones de pesos… y contando.
Le siguen en la rebatiña
empresas nominalmente “mexicanas” y cierran el círculo virtuoso los
corporativos extranjeros.
Un elemento debe apuntase,
antes de continuar: Millones de cotizantes a los fondos de ahorro para el
retiro, sólo saben de sus cuentas individuales por el registro de sus
descuentos en las listas de raya.
Puesto que un grueso volumen
de esos fondos se juegan en el mercado especulativo, si el Índice de Precios y
Cotizaciones (IPC) desde hace al menos dos años reporta máximos históricos, el
supuesto es que los rendimientos abonen a las cuentas individuales.
Sin embargo, sólo cuando la
Bolsa Mexicana de Valores tiene movimientos
a la baja de su IPC, la autoridad pensionaria despacha boletines
hablando de minusvalía en las “inversiones” de los trabajadores, ignorantes de
en qué tipo de acciones se apostó su dinero.
Se cumple así el apotegma:
Socializar las pérdidas; privatizar las ganancias.
Trazado a grandes rasgos el
cuadro anterior, ¿qué papel juega, si es que juega alguno, la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores? Obviamente, los ahorradores para el retiro, en su gran
mayoría, desconocen su existencia y si algún servicio de asesoría puede
prestarles en caso de reclamo.
TERRORISMO SOBRE “LA CRISIS” DEL SISTEMA
La Secretaría de Hacienda, la
Comisión Nacional del Sistema de Fondos para el Retiro (Consar) y, por
supuesto, administradoras e inversoras, desde hace años, acompañadas por la
Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económicos (OCDE) y hasta del
Banco Mundial, lanzan comunicados terroristas sobredimensionando “la crisis”
del sistema de pensiones mexicano”. Bomba de tiempo, le llaman.
No tienen reparo, esas
instituciones, para advertir que, cuando las Afore paguen la primera pensión
-faltan años-, el alcance de los ahorradores, si bien les va, no pasará de 30
por ciento del último salario devengado.
En esos supuestos basan los
argumentos demandando al Congreso de la Unión la reforma del régimen de
pensiones y jubilaciones para incrementar las cuotas de aportación a los fondos
de retiro. El merengue sugiere que los empleadores absorberían ese incremento.
TERCEROS EN LA PUGNA POR EL BOTÍN
Una variación sobre el mismo
tema. Variación reiterativa, aclaramos. Si están bien informados, los
trabajadores en tesitura de jubilación encuentran una propuesta de pensión en
la llamada Ley del 73que ofrece mejores alcances respecto de los que ofrece la
Ley del 97, por la que se privatizó el viejo Sistema de Ahorro para el Retiro
(SAR) para entregar su gestión financiera a las Afore.
(Bien informados, repetimos,
porque la representación sindical en manos de centrales mayoritarias ante en el órgano técnico-consultivo de la
Consar, terminan por olvidarse de sus “representados” y actúan como lacayos del
directivo en turno.)
Este es el asunto que
reiteramos: Específicamente el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)
operó un sistema de préstamos a cuenta de la pensión. Préstamos precarios, a
decir verdad, pero libre de la usura. En la práctica, esa prestación se ha
suspendido.
Algunos bancos,
intermediarios del pago de pensiones, abrieron sus cajeros automáticos para
irrisorios préstamos a los pensionados. El prestatario se obligaba a pagar un
seguro de vida, a veces más caro que el monto del préstamo recibido.
En este sexenio, se puso a
los ojos de los pensionados, incluyendo los de la burocracia pública, un
espejismo: Préstamos de cinco mil hasta 300 mil pesos con la pensión como
garantía de pago.
Nubes de “asesores” de quién
sabe cuántas “financieras” arribaron a los centros de trabajo, a las áreas
administrativas, a las unidades médicas familiares y dependencias federales,
promoviendo sus ofertas.
Como la necesidad tiene cara
de hereje, miles de pensionados cayeron en la trampa; tardaron en leer las
letras chiquitas de los contratos para darse cuenta que, sobre los saldos
insolutos, se aplican las tasas de
interés en uso en la banca comercial.
Esas operaciones pasan por
convenios con la administración del
IMSS. Pero siempre, descontado el pago mensual al préstamo, queda algún
remanente que puede ser de entre 60 y 70 por ciento de la pensión.
Sobre ese “resto” llegaron
otras aves de rapiña con la opción de los préstamos domiciliados que consisten
-al margen de los convenios con el IMSS- en la autorización directa a los
bancos intermediarios del pago de pensiones para que se apliquen en automático los descuentos.
¡Oh! ingrata sorpresa: Sobre
el monto inicial del préstamo y la comisión de apertura de los contratos, y los
saldos insolutos, gravan tasas de interés entre 30 y 40 por ciento anual.
El resultado es que esos
incautos pensionados tienen hipotecada su vejez feliz y hay casos de viudas -a
quienes se endosa la pensión- expuestas al infarto, cuando se enteran de que el
recurso en el que confiaban para subsistir no les pertenece.
¿Cómo se corrige ese crimen
con una reforma al sistema pensionario? No está en agenda.
HASTA LA PENSIÓN ALIMENTARIA ENTRA EN EL MENÚ
Si hace falta la puntilla en
eso de las pensiones, giremos hacia el Zócalo metropolitano. Hace más de una
década, en el Distrito Federal se
instituyó la pensión alimentaria para adultos mayores.
Es cosa de tener atentas las
antenas para las “ideas frescas” en la CDMX. Las “financieras” privadas, las ya
mencionadas o nuevas competidoras, lanzaron sus fauces sobre la pensión
alimentaria. Para las empresas comerciales prestadoras del servicio de
descuento, queda claro que la tarjeta correspondiente gira, obvio, para la
compra de alimentos o medicinas.
Sobre el valor de la misma
(mil 150 pesos mensuales), sin embargo, se ofrecen ahora préstamos en efectivo,
deducibles mensualmente en bancos intermediarios. Mínimo, a una tasa de interés
del 31 por ciento anual.
¡Vaya! que los creativos
tecnócratas y las empresas subvencionadas del sistema pensionario mexicano
tienen harta preocupación por la crisis del modelo que nos llegó del Chile
pinochetista. Mortificación humanista mayor no puede haber. Es cuánto.
(DOSSIER POLITICO/ ABRAHAM GARCÍA IBARRA VOCES DEL
PERIODISTA/ 2018-02-09)
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