Alrededor de 30 manifestantes
contuvieron por horas a más de 100 policías, quienes perdieron el control,
dejaron sus escudos y se volvieron partícipes de una batalla campal donde
intercambiaron empujones, golpes y hasta pedradas, con saldo de cinco lesionados
de cada bando. Gobernador del Estado reconoce el error de los cuerpos
policíacos y, para expertos, el operativo fue lamentable. La represión de los
movimientos sociales en Baja California no cesa
Una joven grita desesperada
pidiendo a sus compañeros que dejen de arrojar piedras a policías. Mientras, la
gran barrera de uniformados se rompe por decisión individual y un grupo de
agentes corre hacia sus contrarios para detenerlos al interior del rancho Mena,
ubicado en el Ejido El Choropo del Valle de Mexicali. Desde ese momento el
lugar fue tierra sin Ley.
Sin operaciones especiales,
ni protocolos policíacos, además de aprehensiones con uso excesivo de la fuerza
-hombres derribados siendo golpeados por hasta seis agentes-, policías se
“engancharon” ante los embates de manifestantes y terminaron barriéndolos, al
grado de romper el cerco perimetral de una vivienda y arrojar rocas hacia los
ciudadanos y la prensa.
La represión gubernamental en
el mismo contexto del surgimiento de los movimientos sociales hace un año,
cuando la sociedad se unió para detener la privatización del agua, la
construcción de un acueducto para uso de Constellation Brands, la cervecera que
va por el agua del Valle de Mexicali.
La inconformidad social
permanece, también la represión gubernamental. Después del zafarrancho del
martes 16 de enero, tanto funcionarios del Gobierno del Estado como integrantes
del movimiento Mexicali Resiste, emprenderán acciones legales. A la vez que la
Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) abrió un expediente con el número
185/2018, para determinar si existió abuso policíaco en el operativo.
Apenas hace unas semanas, la
Policía Municipal fue “regañada” por la misma institución, debido a la agresión
ocurrida contra el mismo grupo en febrero de 2017.
La lucha por el agua ha
llegado a un nivel más alto.
LA BATALLA CAMPAL
Eran las siete de la
mañana del martes 16 de enero cuando las
alarmas se encendieron en el “Campamento Mena” -llamado así por el apellido de
su propietario- en el Ejido El Choropo, a nueve kilómetros de Mexicali.
El campamento lo mantiene la
resistencia mexicalense en protesta por la construcción de un acueducto. Los
jóvenes asignados a la guardia avisaron a sus compañeros sobre el arribo de un
grupo de por lo menos 60 policías, quienes bloquearon el único acceso la
comunidad rural.
Esperaban ser desalojados con
el uso de la fuerza pública, para que la empresa Cadena -propiedad de un
político priista- iniciara trabajos para conectar la tubería de 20 pulgadas que
dotará de agua a la planta Constellation Brands, a partir de la red urbana.
Ese punto -crucial para las
intenciones de la trasnacional- fue bloqueado por integrantes de la Resistencia
Civil, conformada por agrupaciones nacidas entre las protestas masivas de enero
de 2017, ante los aumentos en el precio de los combustibles y la Ley de Agua,
que tenía intenciones privatizadoras del vital líquido, según los líderes de
las protestas.
Mientras funcionarios se
preparaban para conmemorar el 66 Aniversario de Baja California en un evento
protocolario, grupos antimotines se posicionaron frente al rancho y los
manifestantes salieron a bloquear con sus cuerpos el ingreso de las
maquinarias.
Policías intervinieron, y
utilizando sus escudos, empujaron al pequeño grupo de inconformes de vuelta a
la propiedad. En una medida desesperada llenaron cubetas de tierra y la
arrojaron hacia los uniformados, para posteriormente mojarlos con una manguera,
en medio de gritos.
La barrera parecía
inquebrantable hasta que una piedra de gran tamaño cruzó por encima de los
escudos e impactó contra la excavadora. Esa acción fue replicada por el resto
que, desde su trinchera, tomaron cualquier objeto contuso a la mano y lo
arrojaron hacia la maquinaria. Poco a poco los cristales de la cabina
sucumbieron a los impactos y terminaron por dejar en una situación vulnerable a
su operador, quien optó por retirarse. Los agentes habían perdido la primera
batalla.
En la segunda reyerta resultó
lesionado un reportero de Canal 66, Roberto López, alcanzado por una roca que
impactó contra su cabeza. Similar suerte corrió un policía ministerial que
levantó el escudo para protegerse de la tierra que arrojaban, lo que fue
aprovechado por un joven que golpeó su espinilla con un tubo; el agente fue
retirado de la escena a causa de una fractura.
Durante la retirada de
policías, inconformes se unieron para cantar el Himno Nacional. Sus voces eran
pocas, pero firmes en su creencia.
LA TENSA CALMA VOLVIÓ A EL CHOROPO
Pasaron las horas y
comenzaron las charlas entre policías y manifestantes. Intercambios amistosos
de opinión y hasta bromas, algunos uniformados incluso referían estar de
acuerdo con la lucha, pero reconocieron que sus intereses estaban del otro
lado.
Les ofrecieron agua y
compartieron pañuelos para que limpiaran sus rostros enlodados; no parecía que
horas después se enfrentarían con tanta ira.
El tercer intento llegó
alrededor de las once de la mañana,
anunciado por el ruidoso andar de la excavadora. “Todos listos”, gritaban
inconformes mientras la “tira” de uniformados se reincorporaba.
Empleados de la constructora
pretendían sorprender a los manifestantes instalando una barrera metálica en el
vidrio frontal de la excavadora, además de reforzar los laterales con escudos
antimotines de policías, pero no fue suficiente, pues “La Resistencia”
aprovechó el cese al fuego para abastecerse de cascajo, por lo que ante el
nuevo intento de tomar el terreno la lluvia de piedras fue abrumadora. La
aguerrida respuesta se replegó a trabajadores y policías, cuando los cristales
laterales se agrietaron.
La calma incierta volvió a la
comunidad habitada principalmente por campesinos. El reloj alcanzó el mediodía
y volvieron a abastecerse de rocas, tierra, palos, botellas y toda arma
potencial, para continuar con la lucha.
Un manifestante cruzó entre
varios uniformados y, según la declaración de policías, dio un puñetazo a un
agente e intentó correr, fue detenido por varios policías quienes trataron de
subirlo a la patrulla. Seis uniformados lo envolvieron, pero mujeres enfurecidas
corrieron desde el campamento y enfrentaron a los captores, logrando
recuperarlo centímetros antes de ingresarlo a la patrulla. Sin embargo, en
medio de la confusión, policías detuvieron a otro joven llamado Daniel Véjar, a
quién nadie pudo salvar.
La pausa fue aprovechada por
policías y manifestantes para comer. Cajas con pollo y guarniciones de lechuga
y frijoles fueron enviadas por parte de representantes de la empresa
Constellation Brands para policías, mientras que los segundos prepararon tortas.
Pasadas las tres de la tarde
se rompió la calma cuando el abogado de la trasnacional, Sergio Vega, llegó al
inmueble y pidió hablar con algún jurista del movimiento, Armando Salinas lo
encaró.
Vega mostró un documento con
medidas de protección para su representado firmados por el Ministerio Público,
con los que justificaba el uso de la fuerza pública. Además, evidenció al
propietario del terreno, Salvador Mena García, a quien, según el defensor, le
pagaron 6 mil 500 dólares por el pedazo de terreno que vendió para la
construcción del acueducto.
La esposa respondió que al
representante del ejido y de la cervecera lo habían obligado a hacerlo y que en
ningún momento les pagaron.
Salinas reclamó que esa zona
era federal y tendría que ser bajo un mandato de un Ministerio Público federal,
no de autoridades locales. El intento de respuesta del abogado defensor fue
silenciado por la muchedumbre que exigía su retirada.
Foto: Eduardo Villa.- Un
manifestante se paró frente a la excavadora para impedir su avance
Luego de jalones y empujones
comenzó la cuarta batalla. Manifestantes mojaron el piso de terracería para que
policías resbalaran con el lodo y volvieron los baños de tierra y rocas. Sin
embargo, esta vez policías rompieron filas y se desató en enfrentamiento.
Las rocas cambiaron de
dirección y se focalizaron en los escudos para replegarlos, pero los oficiales
continuaron, se dispersaron y comenzaron a agredir manifestantes.
Desde el exterior, policías
estatales arrojaron ladrillos, golpeando jóvenes y personas de la tercera edad,
entre ellas Tania Gallaga, una de las líderes de la agrupación que fue agredida
por un oficial que intencionalmente le arrojó una piedra a escasos cinco metros
de distancia. La sangre escurría por la piel de policías y manifestantes.
El desorden se contagió en el
campo de batalla donde policías equipados con cascos, escudos, botas tácticas,
guantes y caretas, respondían a sus contrarios cuya defensa se limitaba a una
roca y un teléfono con conexión a internet y poca batería.
León Fierro, otro de los
líderes, corrió a su vehículo, lo puso en marcha y lo dirigió hacia los
uniformados amagando con embestirlos, pero se detuvo al ser rodeado por los
mismos. Preventivos golpearon con sus puños los cristales del automóvil Nissan
Sentra 2002 de color blanco, intentando arrestarlo, pero dio reversa y empujó a
varios agentes. Momentos después reculó y abandonó la unidad sin lesionar a
nadie.
“Solo quería bloquear la
entrada”, dijo en una entrevista posterior, afirmando que pudo arrollar a los
oficiales, pero no era su intención.
En medio de la confusión, la
reportera Aline Corpus, de Reforma, fue golpeada en el abdomen por un policía
que lanzó una roca. La compañera, quien no participaba en la protesta, logró
ver al uniformado, pero este se perdió entre los oficiales.
Tomados del cuello o
arrastrados por las calles, lograron sacar del patio a varios manifestantes,
para después golpearlos salvajemente luego de ser sometidos, ante los ojos de
jefes policíacos. Efectivos cesaron las acciones cuando uno de sus jefes gritó
“Nada más 30, hay prensa, hay prensa”.
La pelea se prolongó por
varios minutos hasta que preventivos se reagruparon al exterior del inmueble.
Tras conversar entre ellos contraatacaron sin contemplaciones; ingresaron al
predio, algunos de ellos sin escudos, y comenzaron a golpear con sus puños y
piedras a quien estuviera enfrente.
Todos corrían hacia
diferentes puntos, algunos arrojando rocas y otros destruyeron un cerco
perimetral para poder ingresar al terreno por diversos frentes y sorprender a
los combatientes.
Jorge Benítez, uno de los
activistas más aguerridos, fue el objetivo principal. Seis policías corrieron
tras él para someterlo a punta de golpes y jaloneos; lo trasladaron a la
patrulla cargando entre varios oficiales, ya sin camiseta y con varias heridas
en el rostro.
Esa última batalla campal fue
la peor, pues policías no pretendían detener, sino lastimar a sus adversarios.
Finalmente, los propios manifestantes decidieron no arriesgar más la integridad
de nadie y permitieron el ingreso de la maquinaria en medio de gritos y
amenazas, vigiladas en todo momento por los cuerpos de seguridad; cedieron por
el bien de todos.
NO ESTÁ DENTRO DE LAS FUNCIONES (POLICÍACAS) AGARRARSE
A PEDRADAS: CASTILLA
El abogado Arnoldo Castilla
consideró que no había necesidad de llevar al uso de la fuerza y señaló que “no
está dentro de sus funciones (policíacas) agarrarse a pedradas”, luego que
varios agentes respondieran la agresión de manifestantes.
Para el jurista se violaron
todos los protocolos de acción policial y el operativo se volvió un pleito de
barrio, donde la autoridad se bajó al nivel de los ciudadanos para enfrentarse
en una batalla, cuando su obligación es salvaguardar la integridad de las
personas.
Reconoció que integrantes de
“Mexicali Resiste” cometieron actos reprobables, al arrojar piedras a policías,
ya que no se puede hacer valer un derecho por medio de la violencia, pero
consideró que faltaron mecanismos de acción por parte de policías y los mandos,
para evitar que la situación se saliera de control.
Referente a la posibilidad de
la detención, Castilla García aseveró que policías debieron hacer efectiva la
flagrancia y actuar conforme a derecho, respetando los derechos de los
ciudadanos, lo cual infortunadamente no ocurrió, pues hubo golpes y agresiones
fuera del protocolo.
El ex catedrático de la
Universidad Autónoma de Baja California (UABC), dijo que no era necesario el
uso de la fuerza pública, máxime cuando se puede solucionar un problema
mediante el diálogo.
Agregó que existe falta de
información en el tema de la falta de agua y que deberían hacerse estudios
serios sobre el tema, además de mesas de trabajo que permitan la expresión
ciudadana. Y que el gobernador necesita revisar el trabajo de sus asesores, pues
el desalojo mediante el uso de la fuerza sólo atraerá más violencia.
“Desde hace tiempo cuando se
planteó este problema debió abrirse al diálogo con buen ánimo de las dos partes,
la sociedad bajacaliforniana no es ciega sorda o retrasada mental, nos damos
cuenta y falta voluntad de ambas partes de dar solución al conflicto”.
CONSTELLATION Y ALCALDE RESPALDAN; “KIKO” RECONOCE
MALAS ACCIONES
Tanto la empresa Constellation
Brands, como el alcalde de Mexicali, Gustavo Sánchez Vásquez, respaldaron las
acciones de los policías municipales y estatales durante el operativo que duró
casi diez horas.
Sin embargo, el gobernador
Francisco Vega de Lamadrid no fue tan complaciente con sus elementos. Reconoció
que existieron actos reprobables, tanto de manifestantes como de policías, por
lo que se está documentando cada hecho para actuar conforme corresponda.
Sánchez Vásquez dijo
desconocer sobre las agresiones policíacas y se limitó a declarar que solo
atendieron múltiples reportes de emergencia, por lo que llegaron a salvaguardar
a los ciudadanos. Además, reconoció la labor que diariamente realizan los
policías a su mando.
Por su parte, Constellation
Brands emitió un comunicado de prensa donde señaló directamente a Filiberto
Sánchez y a Rigoberto Campos como responsables de los desmanes ocasionados.
Reconocieron y valoraron la
intervención de las autoridades y acusaron a los arriba mencionados como
responsables de agredir la inversión nacional y extranjera “que vienen a
generar un impacto positivo en la comunidad”.
Vega de Lamadrid afirmó que
las acciones fueron muy violentas y reconoció que la intervención de las
corporaciones policíacas no fue correcta en algunos puntos.
“No es correcto que hayan
atacado vehículos, a ciudadanos, tampoco que hayan apedreado, no es correcto,
es lamentable que tengamos personas con heridas de gravedad, incluyendo a su
compañero periodista; no es correcto a nadie arrojarle orines y excremento
humano”.
De igual forma, explicó
que integrantes de esa agrupación tienen
órdenes de aprehensión que serán cumplimentadas y negó que tenga negocio o esté
trabajando para beneficio de la planta cervecera.
El mismo martes de la
represión policíaca, la maquinaria de la constructora Cadena fue activada para
realizar el trabajo del acueducto. Los manifestantes siguen ahí, luchando por
el agua.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA/ EDUARDO VILLA LUGO/ LUNES, 22 ENERO, 2018
12:00 PM)
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