Pocos hablan de él porque no
tiene el protagonismo de las cartas fuertes del presidente Enrique Peña Nieto
en el gabinete, pero las encuestas que miden sistemáticamente a los aspirantes
a las candidaturas presidenciales para 2018, siempre han tenido oscilando en
los dos primeros lugares de los priistas mejor posicionados para la
competencia, al gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, quien
intercambia el sitio con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong. Ávila se encuentra dentro del equipo del canciller Luis Videgaray, que
está confrontado con Osorio Chong, y se ha comprometido a entregar en junio a
Peña Nieto, la gubernatura para su primo, Alfredo del Mazo. Si los resultados
en la elección mexiquense son positivos para él, su valor en el mercado de las
candidaturas adquirirá una nueva dimensión.
La elección, anticipan los
estrategas, será la más difícil que haya tenido el PRI, que en ese estado tiene
a su gran bastión electoral. Ávila, no obstante, está confiado en que Del Mazo
ganará, y la única duda que tiene es por cuántos puntos porcentuales. La
matemática electoral mexiquense ayuda a tener una idea de lo que se necesita:
poco más de 11 millones de electores en el padrón, con una participación
estimada para la próxima elección de 5.5 millones, de los cuales, en función
del histórico de resultados, el PRI debería sumar 2.4 millones de votos, con lo
que en una elección de tres –con Morena y el PAN de adversarios-, como dice uno
de los analistas de Ávila, no habrá problema para conseguirlos.
Las cuentas, sin embargo,
tienen otra lectura si se ven desde uno de los campos opositores. Por ejemplo
el de Morena, cuya matemática electoral difiere. Según los cálculos que
realizan los estrategas de la candidata Delfina Gómez, que son los mismos de
Andrés Manuel López Obrador, el PRI sí puede alcanzar hasta 2.6 millones de
votos, pero si son capaces de elevar la participación hasta el 55%, podrían
llegar a tener, estiman, entre 2.8 y 3 millones de votos. De dónde saldrían,
también lo tienen establecido.
El 59% del padrón mexiquense
se concentra en tres zonas, la del valle de Toluca (7%), el nororiente
–incluido Ecatepec- (40%), y el norponiente, conocido también como el “corredor
azul” (30%). Los estrategas de Morena estiman que la votación por Gómez llegue
a un millón y medio de votos en el nororiente, y que en el “corredor azul”,
donde la competencia que vislumbran será contra Josefina Vázquez Mota, la
candidata del PAN, obtengan 700 mil votos más. En el valle de Toluca, donde Del
Mazo será el contendiente fuerte, y en el sur del estado, las regiones
calientes de Tejupilco o Luvianos, por ejemplo, esperan conseguir poco más de
medio millón de votos.
Las encuestas de Morena
muestran que Gómez ha ido ascendiendo firmemente en las preferencias
electorales, mientras que se observa que Vázquez Mota ha ido perdiendo vapor y
Del Mazo, después de un envión hace casi un mes, ha tenido un comportamiento
inestable. Los estrategas de Ávila no ven dubitativo al electorado de Del Mazo,
y confían en el voto duro del PRI, aunque como se demostró de manera muy
dramática en Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas, la militancia histórica
tricolor votó contra los candidatos priistas. Pero también, a diferencia de
esas tres entidades donde se perdieron las gubernaturas el año pasado, los
gobernadores estaban mal evaluados por los ciudadanos, a diferencia de Ávila,
que se mantiene por encima del 50% de aprobación, aunque el presidente Peña
Nieto sufre un asombroso nivel de desaprobación, para ser su estado, a donde siempre
va y le inyecta carretadas de dinero, que lo tiene con un rechazo de dos de
cada tres mexiquenses.
La apuesta de Ávila y del
gobierno federal para que no se diera una alianza en el estado de México les
dio resultado, pero no se sabe si el PRD, que se está desgajando a nivel
nacional, terminará de desfondarse en la entidad o decidirán hacer un voto útil
a favor de Gómez. Los estrategas de la candidata han venido trabajando con los
líderes perredistas en el estado, algunos de ellos, como Héctor Bautista, líder
de Alternativa Democrática Nacional, con vinculaciones públicas con el PRI
mexiquense, y con algunos de sus candidatos en las zonas donde son fuertes, en
el oriente y el sur del estado.
Electoralmente, Morena es una
amenaza real para el PRI, cuando menos en estos momentos, lo que no es una
sorpresa para nadie. Ávila no es un operador político inexperto sino todo lo
contrario. Además tiene recursos económicos, un despliegue territorial de sus
cuadros y el respaldo de Peña Nieto. Entiende que no puede haber 2018 para él
si no vence en 2017, y que aunque sus posibilidades como candidato a la
Presidencia dependen de varios factores, entre los que se incluye el reacomodo
que pueda hacer Peña Nieto de sus cartas y los resultados que los secretarios le
entreguen durante los próximos meses, combinado con los números de la elección
mexiquense, si logra hacer que funcione la maquinaria electoral priista y los
niveles de participación se mantienen como desde 1999, entre 42 y 47%, verá
aumentado su cartel frente al del gabinete.
La responsabilidad que tiene
Ávila es que no puede fallarle a Peña Nieto porque sería el preámbulo para lo
que algunos experimentados priistas vislumbran, ante tal posibilidad: el fin
del partido. Puede ser. Hay experiencias en Europa de partidos hegemónicos que
no superaron las derrotas. Ese puede ser el infierno para Ávila pero, al mismo
tiempo, su escalera al paraíso, si los resultados y las estrellas se le
alinean.
(EJECENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio | Jueves 16 de marzo, 2017)
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