XALAPA, Ver. (apro).- Pedro
Huesca Barrada, exfiscal investigador especializado del gobierno de Javier
Duarte y adscrito a la Fuerza de Tarea de la Secretaría de Marina-Armada de México,
mediante el extinto Operativo Veracruz Seguro, se convirtió –sin saberlo– en el
primer mártir en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en la
administración del priista.
El exfiscal fue “levantado”
el 15 de abril de 2013 en Ciudad Cardel, junto con su oficial secretario
Gerardo Montiel Hernández, por parte de policías estatales de la SSP y grupo de
sicarios.
Justo ahora que faltan menos
de tres meses para que se cumplan los cuatro años de su desaparición, los
cráneos de ambos exservidores públicos fueron encontrados en un cementerio
clandestino ubicado en un predio de 14 hectáreas, localizado a espaldas de la
colonia Colinas de Santa Fe, en el llamado kilómetro 13.5 de una zona urbana
que rodea al recinto portuario de Veracruz.
Todavía hasta mediados del
año pasado el sistema de recompensas de la PGR ofrecía incentivos monetarios a
quienes dieran datos concretos para dar con el paradero de Pedro Huesca y
Gerardo Montiel.
Los exámenes de ADN de los
familiares de ambas víctimas dieron “positivo” con el de dos cráneos
encontrados en una de las 105 fosas halladas hasta el momento en ese panteón
ilegal, el cual se creía que era utilizado por células delincuenciales de Los
Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero que con la exhumación
de los dos exfuncionarios de la desaparecida PGJE que fueron víctimas de
desaparición forzada, se comprueba que elementos de la SSP también utilizaban
dicho predio para “enterrar” y “desaparecer cuerpos” por su cuenta o con
contubernio con sicarios del narcotráfico.
Hace poco integrantes del
Colectivo Solecito, que aglutina a familiares de personas desaparecidas, ya
habían advertido a la prensa su molestia de que a las fosas de Santa Fe se les
llamara “narcocementerio”, porque eso significaba “deslindar” de cualquier
responsabilidad a las autoridades policiacas que pudieron estar involucradas
por omisión o complicidad.
“SÓLO DENME SUS HUESOS”
Griselda Huesca, madre del
exfiscal investigador adscrito al programa Veracruz Seguro, sólo exige una cosa:
rapidez a la Policía Científica y a la Fiscalía General del Estado (FGE) en la
identificación de restos óseos, con el fin de que le entreguen los de su hijo y
darles cristiana sepultura.
La mujer recrimina que el
martes pasado únicamente recibió una llamada de la Fiscalía, exigiendo que “ese
mismo día” “se presentara” en el puerto de Veracruz, pues le darían “avances”
en la investigación del “caso de tu hijo”.
“Quiero que me entreguen un
hueso, su cráneo, algo donde pueda llorarle y decir aquí está mi hijo”, expresa
Griselda, madre de Pedro, quien durante el primer y segundo año de su búsqueda
se cansó de hablar con los exprocuradores Amadeo Flores y Luis Ángel Bravo para
que agilizaran las investigaciones que dieran con el paradero de su hijo y
también de tocar las puertas del entonces titular de la Secretaría de Seguridad
Pública (SSP).
Lo más que pudo lograr fue
que Enoc Maldonado, exasesor de ambos exfiscales, la recibiera por tres minutos
para decirle de botepronto: Ya agarraron a uno que confesó (sic) que los habían
asesinado. No sé, creo (sic) que se los llevaron para dar un paseo, ya traían
instrucciones”. Griselda ya no quiso escuchar más, bajó gritando y llorando los
tres pisos de la entonces Procuraduría y se fue.
Mejor no le fue en el quinto
piso de la SSP, pues ahí tras horas de incertidumbre su titular Arturo Bermúdez
las recibió a ella y a su nuera Yuriria Rodríguez así: “Mis viudas… ¿cómo están
mis viuditas?”.
En la oficina también estaban
familiares de policías desaparecidos en distintas circunstancias. Con
prepotencia y fastidio, Bermúdez pidió que “ya no preguntaran” por sus seres
queridos y mejor aceptaran una pensión de la SSP, así como otras prebendas en
bienes inmuebles, incluso trabajo, con tal de que no hicieran “escándalo en los
medios”.
Al pasar los años, Yuriria
Rodríguez –viuda de Pedro Huesca– aceptó un terreno y un trabajo en la FGE,
aunque Griselda Huesca siguió en la lucha por saber el paradero de su hijo y se
adhirió al Colectivo Solecito. (“El infierno de Javier Duarte. Crónicas de un
gobierno fatídico”, página 103, de Noé Zavaleta).
Además de incomodar al CJNG,
Huesca también afectó intereses de Los Zetas y servidores públicos del entonces
gobierno de Duarte, tal como se destacó en la edición 1881 del semanario
Proceso con el reportaje “Los Zetas hacen de Córdoba su feudo y refugio”,
firmado por el periodista Jorge Carrasco, donde se devela un entramado de
funcionarios estatales, municipales, subprocuradores de justicia, y empresarios
al servicio del crimen organizado, según la investigación ministerial 947/2012
VER-FIEAFTVS-10, abierta en la Subprocuraduría Regional de Justicia Zona Centro
Veracruz y rubricada por Huesca Barradas.
Ahí se detalla cómo en la
detención de Cristopher Fuentes Letelier, El Chuletón; Gerardo Trejo Cruz, El
Trejo, e Ignacio Valdez Ramírez, El Chilango –identificados como zetas– aluden
a que en complicidad con ellos “trabajan” y “apoyan sus actividades” entre
otros María Isabel Hernández Cruz, agente del MP en Córdoba; Abraham Becerril
Hernández, subprocurador de Justicia en Córdoba; Marco Antonio Lezama Moo,
exsubprocurador en Córdoba –hoy magistrado del Tribunal Superior de Justicia a
propuesta de Javier Duarte–, y Jorge Yunis Manzanares, exsubprocurador regional
de Justicia en Coatzacoalcos y “dado de baja” de la FGE en el 2015.
SINERGIA SSP-CJNG
Griselda Huesca habla con voz
pausada aunque se agita su respiración cuando los recuerdos traen a su mente
escenas de dolor: “No me cae aún el veinte de que ya dieron con mi hijo si no
puedo ver sus restos. Yo no creo en la justicia humana, no creo en la justicia
de los hombres, hay una divina y a ésa me aferro”.
La madre de Pedro Huesca
recuerda que desde que buscó al Colectivo Solecito sólo en tres ocasiones pudo
ir a realizar trabajos de excavación en Colinas de Santa Fe, no por desidia,
despreocupación o falta de compromiso, sino por terror.
“Me ponía muy mal, me dolía
mucho la cabeza de ver tanta fosa, cada que se abría algo y siempre se
encontraban restos… y tú como madre piensas que aquí puede estar mi hijo, y así
pasó”, solloza.
Durante 45 meses la
investigación ministerial 272/13 y ampliada en la Fiscalía de Asuntos
Especiales –dirigida por el propio Enoc Maldonado– con el folio FAE/06/2013 y
que derivó en la causa penal 49/2013, en el Juzgado Primero de Primera
Instancia del Puerto de Veracruz (expedientes a los que tuvo acceso Apro)
mantuvo en “secrecía” a los detenidos por la “desaparición” de Huesca Barradas
y su oficial secretario, pero sobre todo su modus operandi, que exhibía la
sinergia para trabajar, al margen de la ley, a los presuntos integrantes del
CJNG y a elementos de la SSP.
Maldonado Caraza, por
ejemplo, no especificó a la madre de Pedro Huesca a qué “detenido” aludía en la
filtración sobre que el fiscal especializado había sido asesinado, si se
refería a Obed Pulido Murrieta El Cocho (halcón), Josué Acosta Isidoro El
Tortuga (sicario) o Alberto Lewis El Pantera (jefe de plaza en esa región),
presuntos integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y quienes
tenían la encomienda de llevarse al “licenciado Huesca”.
“Según El Pantera me comentó
que me necesitaban para un evento que consistía en levantar a un licenciado,
que esta persona se transportaba en una unidad Cheyenne, color blanca, 4
puertas, y que tenía que vigilar tanto el domicilio como los movimientos del
licenciado. El Pantera me dijo que ese licenciado se las debía al jefe del
cártel que está en Veracruz, desconociendo el nombre de dicha persona”, refiere
la declaración de El Cocho en la FAE/06/2013.
Sus aseveraciones fueron
respaldadas y acompañadas en la carpeta de investigación con conversaciones de
Whatsapp de teléfonos Xperia (Telcel) y Blackberry (Movistar), en donde Obed
Pulido también “halconeaba” movimientos de elementos de la Armada de México.
El 15 de abril del 2013, día
del “levantón” de Pedro Huesca y de Gerardo Montiel, se agregó a dicha misión,
para garantizar la efectividad del operativo, el comandante de la SSP Víctor
Sandoval, a bordo de una unidad oficial de la Policía Estatal, junto con otros
elementos de la corporación.
Dos años y medio después
Sandoval fue incriminado por el oficial Rubén Pérez Andrade –con prisión
preventiva por desaparición forzada– como responsable del destino del exagente
del MP y su oficial secretario.
“En Cardel hubo problemas con
un agente del MP. Supuestamente lo levantaron en una camioneta de la Policía
Estatal. Hubo un tiroteo en Cardel (cinco balazos), llegó una patrulla y
levantaron al MP, al parecer estuvo involucrado el comandante (Víctor)
Sandoval”, se lee en la declaración ministerial de Rubén Pérez.
Sandoval fue muy cercano al
delegado regional de la misma corporación, Marcos Conde Hernández, hoy preso en
un penal de máxima seguridad como presunto responsable de la desaparición
forzada y posterior asesinato de cinco jóvenes en Tierra Blanca: José Benítez
de la O, de 24 años; Mario Arturo Orozco Sánchez, de 27; Alfredo González Díaz,
de 25; Bernardo Benítez Arróniz, de 25, y Susana Tapia, de 16 años, crímenes
que sacudieron a la sociedad de Veracruz y traspasaron las fronteras del país.
En dicha región del Sotavento
y de la Cuenca del Papaloapan las ligas de Marcos Conde y de sus policías
cercanos con la delincuencia organizada han quedado de manifiesto en diversos
actos.
En la Fiscalía General del
Estado (FGE) se solicitaron datos para conocer el estatus de los detenidos por
la desaparición de Huesca Barradas (prisión preventiva, sentenciados o cárcel
con amparo tramitado), así como si a los policías incriminados ya se les abrió
una causa penal extra, sin embargo, el fiscal Jorge Winckler apeló a la
secrecía de la investigación, por lo que no argumentó que podía dar la
información.
Mientras tanto, Griselda
Huesca reprocha el “tortuguismo” con el que durante casi cuatro años actuó la
extinta PGJE, hoy Fiscalía, para dar con los restos de su hijo.
“No me cae el veinte, no
entiendo, ¿por qué tanto tiempo? y ¿por qué hasta ahora? Cómo me pudo suceder
esto, y si ya apareció y es una seguridad que es él, que me lo entreguen… pero
me dicen que hay trabas, que se necesita otro ADN, que los demás restos óseos
no están aún bien analizados. Ya pasaron casi cuatro años y el expediente
siempre estuvo como al principio, nadie de la PGJE se acercó a mí”, acusa
Griselda Huesca.
El cementerio clandestino de
Santa Fe en el puerto de Veracruz ha sobrepasado por mucho el impacto de los 17
narcocementerios hallados en distintas regiones durante el sexenio de Duarte de
Ochoa, este panteón ilegal fue descubierto a raíz de que madres del Colectivo
Solecito recibieron un “regalo” de la delincuencia organizada, el pasado 10 de
mayo: A través de copias de croquis y mapas dibujados a mano, en hojas de papel
bond, con decenas de cruces marcadas en dicho predio se pudo dar con la
ubicación del mismo.
A la fecha se han encontrado
un total de 105 fosas “positivas”, 47 de ellas ya procesadas por la Policía
Científica, con 111 cráneos y 6 mil 33 restos óseos hallados en un radio de
tres hectáreas de 14 por explorar, además de 740 pruebas de ADN realizadas a
familiares de personas desaparecidas, las cuales tardarán de tres a seis meses
en dar resultados.
En la Ciudad de México, en la
Subsecretaría de Gobernación y Derechos Humanos de Segob, colaboradores de
Roberto Campa y de la propia Policía Científica estiman que en dicho predio
podría haber hasta 600 osamentas de personas desaparecidas. La búsqueda real
apenas comienza.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL /NOÉ ZAVALETA/ 23 ENERO,
2017)
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