Brasil es el país con más asesinatos de
travestis y transexuales registrados del mundo, según cifras absolutas de la
ONG internacional TGEU (Transgender Europe). Foto EFE
Sao Paulo, 18 junio (EFE).-
En la entrada de una vivienda de Sao Paulo el retrato en blanco y negro de su
antigua propietaria recibe a sus inquilinas: todas son transexuales y travestis
que han contraído el SIDA en una vida golpeada por la prostitución y la
violencia.
Brenda Lee, el “ángel de los
transexuales”, abrió en el 84 las puertas de su casa para crear el llamado
“Palacio de las Princesas“, un albergue de cuatro plantas situado en el centro
de la capital paulista que desde hace más de tres décadas acoge a transexuales
y travestis sin hogar.
Devota de Nuestra Señora de
Aparecida, patrona de Brasil, Lee -que nació como Cícero Caetano Leonardo-
también era transexual y al igual que otras de sus compañeras murió asesinada
en 1996.
Su muerte no está en las
últimas estadísticas, que reflejan que Brasil es el país con más asesinatos de
travestis y transexuales registrados del mundo, según cifras absolutas de la
ONG internacional TGEU (Transgender Europe).
Jananína, una de las quince
inquilinas del “Palacio de las Princesas“, estuvo cerca de ser asesinada hace
más de una década en Río de Janeiro: fue violada por un grupo de hombres y uno
de ellos se comprometió con sus colegas a arrojarla a la Bahía de Guanabara,
pero se arrepintió en el último momento.
En su piel, golpeada por el
tiempo y las drogas, hay marcas de las más de veinte agresiones físicas que ha
sufrido a lo largo de su vida, sin contar el rastro que han dejado las
agresiones verbales de las que ha sido víctima.
“Esta fue con fuego. Me
lanzaron un mechero con gas, pero tuve suerte porque no me dio en la cara”,
cuenta mientras señala una bregadura oscura situada en el costado izquierdo de
su cadera.
A pesar de las cicatrices
repartidas por su cuerpo, la alegría y optimismo de Janaína consigue eclipsar
parte de sus 47 años de sufrimiento: fue abusada sexualmente a los 4 años y
víctima de tráfico humano poco antes de los 20.
Cuenta su historia sin
parpadear y lo hace intercalando frases de español, el que aprendió cuando se
prostituyó en Madrid. Fue justo antes de hacerlo en Francia y en Suiza, donde
contrajo el SIDA durante un tatuaje.
Está convencida de que vivirá
hasta los 109 años -lo repite sin cesar- y desde los 20 escribe de puño y letra
su historia. El borrador está siendo editado por un grupo de colaboradores y a
finales de año saldrá a la luz convertido en el libro ‘Diez puertas de salida y
100 consejos para salir del vicio con estilo’.
“Hablo de mi experiencia, de
la violencia que he sufrido, de la importancia de refugiarse en la educación”,
asegura Janaína, quien continuamente alterna fechas, lugares y personajes
históricos, muchas veces sin un nexo en común.
Comparte la habitación con
Poliana, una transexual con SIDA que llegó recientemente a la casa de Brenda
Lee después de recibir varias puñaladas en la espalda por parte de su marido,
quien está preso por intento de homicidio.
“La violencia parece que es
una maldición de las transexuales. Y el SIDA también”, confiesa Poliana, que
todavía tiene más de una decena de puntos de sutura en el vientre después de la
operación a la que tuvo que ser sometida tras el apuñalamiento.
En otra de las casas de
acogida de transexuales de Sao Paulo, Bruna esconde bajo una cazadora negra las
cicatrices de su brazo, pero no puede ocultar las que marcan la tez negra de su
rostro. Se la hizo su ex pareja con un pedazo de vidrio.
“Sufrimos mucho prejuicio,
violencia. Si nos matan a nosotras nadie nos va a buscar, la mayoría estamos
excluidas de la familia. Es como si fuéramos animales. Sólo servimos para
trabajar en la noche”, señala Bruna, de 29 años.
Según el Observatorio de
Personas Trans Asesinadas, publicado el pasado marzo por TGEU, el 65 % del
total de las 2.016 muertes reportadas en todo el mundo entre 2008 y 2015 eran
“trabajadoras sexuales”.
En ese periodo Brasil lidera
todas las estadísticas. Registró casi el 40 por ciento (802) de los asesinatos
reportadas en todo el mundo, seguido de México (229) y Estados Unidos (132).
La ONG relaciona el elevado
registro de muertes en Brasil con la fuerte presencia de movimientos trans, lo
que, a diferencia de otros países, ha permitido un mayor control sobre el
número de muertes violentas.
La modelo y activista Viviany
Beleboni colocó en el mapa mundial la violencia trans en Brasil durante el
desfile del orgullo gay de Sao Paulo de 2014, cuando se subió a una carroza
imitando la crucifixión de Cristo, generando una gran polémica dentro y fuera
del país.
“Somos crucificadas en el
momento en el que ponemos un pie fuera de casa. Por eso me crucifiqué en el
desfile, para mostrar los dolores de todos los travestis que son agredidos”,
afirmó Belboni en una entrevista a EFE.
(SIN EMBARGO.MX/ EFE / JUNIO 18, 2016 -
5:06 PM)
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