El considerado centro
textilero artesanal más importante de México localizado en Tlaxcala hoy sucumbe
ante la invasión china. El sarape, prenda que alguna vez representó la
identidad nacional, hoy es sustituido por su réplica hecha en el país asiático
De los centenares de familias que se
dedicaban a la producción de textiles artesanales, que daban vida a la economía
de la zona, hoy solo quedan menos de 40
“A veces solo se le da algo de difusión
a la región, la que se anuncia como un centro textilero artesanal, pero lo que
está haciendo el gobierno es hacerle publicidad a los chinos, porque la mayor
parte de los textiles que venden aquí, vienen de Asia”
Jacinto Lima
Artesano
"Toda la lana que ocupamos para
producir la tenemos que comprar de empresas internacionales, a precio de dólar,
y nosotros vendemos apenas a precio de pesos mexicanos”
Jacinto Lima
Artesano
La producción de textiles les resulta
cada vez más difícil a los artesanos de Tlaxcala. Les cuesta mucho esfuerzo y
dinero lograr la compra de su materia prima, principalmente la lana
10 jóvenes acuden a cursos de
capacitación impartidos por el Instituto Tlaxcaltense de la Cultura
20 años hace que el Gobierno federal no
aporta fondos económicos para reactivar la actividad artesanal de la zona
Lo que hasta hace unos años
fue el centro textilero artesanal más importante del país, hoy se ha convertido
en solo un mercado de productos chinos. La globalización comercial y la falta
de apoyos oficiales han hecho que en San Bernardino Contla y Santa Ana
Chiautempan, en Tlaxcala, la producción de sarapes, saltillos, gabanes,
canguros y cobertores esté casi en extinción.
De las cientos de familias
que hasta hace 10 años se dedicaban a la producción de textiles artesanales,
que daban vida a la economía de la zona, hoy solo quedan menos de 40 que siguen
aferradas en esa actividad. El resto ha optado por convertirse en
distribuidores de los productos textiles de origen chino que inundan el
mercado.
La producción artesanal
comenzó a caer desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC),
explica Jacinto Limas.
El artesano lamenta la falta
de visión del Gobierno federal para apoyar a los productores manuales de
textiles, los que no han tenido forma de encarar la competencia de grandes
empresas trasnacionales, sobre todo las chinas, que se han adueñado de ese mercado.
A San Bernardino Contla y
Santa Ana Chiautempan arriban en forma mensual cerca de 20 toneladas de
textiles chinos, los que —aprovechando la fama artesanal de la zona— se colocan
en ese mercado para suplantar a los productos de origen, llevando a la descapitalización
de las familias que siguen luchando por preservar la producción manual.
No solo las empresas chinas
han llevado al borde de la agonía a la producción textilera artesanal de esa
zona del centro del país, también una docena de firmas de origen norteamericano
contribuyen a eso mediante la instalación de maquiladoras que producen, de
manera industrial, lo que antes se elaboraba a mano.
Pero las maquiladoras de
firmas trasnacionales como Victoria Secrets, Vitos, Calvin Klein y Furor, entre
otras, no aportan mayor derrama económica a la zona, pues mantienen salarios
mínimos y condiciones precarias de trabajo a la mano de obra local, lo que hace
que Santa Ana Chiautempan y San Bernardo Contla sigan siendo localidades con un
alto índice de pobreza y marginación.
“Estamos hablando de la
modernidad y la transculturación, como los principales factores que han
comenzado a mermar la producción de textiles que dieron renombre a la zona de
Contla y Chiautempan. A lo mejor no es culpa de nadie la extinción de la
actividad artesanal, simplemente es la evolución de los mercados”, dijo el
maestro Ignacio Antonio Tapia Echavarri, regidor de fomento económico de Santa
Ana Chiautempan.
SE PIERDE LA TRADICIÓN
Ignacio Antonio Tapia
Echavarri, regidor de fomento económico de Santa Ana Chiautempan, lamenta que
las nuevas generaciones se muestren apáticas a seguir las tradiciones
artesanales de la localidad.
La causa principal de ese
desánimo, dice, es la baja rentabilidad económica que a la fecha representa la
actividad artesanal, frente al comercio de los productos de origen extranjero
que aquí mismo se comercializan.
Para tratar de revertir el
abandono de la actividad artesanal en esa zona textilera, el gobierno de
Tlaxcala, a través del Instituto e de la Cultura, ha desarrollado un programa
para niños y jóvenes entre los que intenta fomentar la producción artesanal.
Lo hace desde la creación
estética, con visión artística, lo que lleva a que los pocos que se adentran en
esa capacitación creen piezas textiles de colección, las que se alejan de la
posibilidad del consumo masivo.
Pero aun así, la respuesta de
las nuevas generaciones para incrustarse dentro la actividad artesanal de
textiles es mínima. Pese a los esfuerzos del Gobierno estatal, hoy son solo 10
los jóvenes que están acudiendo a cursos de capacitación. No les interesa ser
artesanos, porque es poco rentable la actividad, reconoce el regidor Tapia
Echavarri.
Por su parte, el Gobierno
federal desde hace más de 20 años no ha aportado fondos económicos para reactivar
la actividad artesanal de la zona. Los pocos textileros que insisten en
mantenerse en la actividad reconocen que no han recibido ningún tipo de ayuda
de la Federación.
“A veces solo se le da algo
de difusión a la región, la que se anuncia como un centro textilero artesanal,
pero lo que está haciendo el gobierno es hacerle publicidad a los chinos,
porque la mayor parte de los textiles que venden aquí, vienen de Asia”, dijo el
artesano Jacinto Limas.
Pero no solo son los textiles
chinos los que mantienen en agonía al sector artesanal de Tlaxcala, también le
están impactando los productos hilados que llegan de Aguascalientes, Estado de
México y Puebla, los que se elaboran en forma industrial, con material
sintético, y que se colocan como manufacturas originales de la región que es el
mercado por excelencia.
EL DILEMA DE LOS ARTESANOS
Los artesanos que se
mantienen en San Bernardino Contla y Santa Ana Chiautempan no cuentan con un
programa oficial que impulse el suministro de herramientas para la producción.
Ni siquiera se les apoya con créditos para la compra de materias primas que permitan
la continuidad en la producción.
“Uno mismo tiene que
averiguárselas para ver la forma de producir, no tenemos a donde voltear. Ellos (los funcionarios del gobierno federal)
están a toda madre, no necesitan nada para llevar de comer a su casa. Nosotros
si estamos jodidos, porque nadie voltea a vernos ni se preocupa por ver
nuestras necesidades para seguir trabajando. Ojalá el presidente Peña Nieto se
interesara en ver la forma de hacer frente a los productos chinos”, dijo
Jacinto Lima.
Y es que la producción de
textiles les resulta cada vez más difícil a los artesanos de Tlaxcala. Les
cuesta mucho esfuerzo y dinero lograr la compra de su materia prima,
principalmente la lana, la que ya no se produce en la zona.
“Toda la lana que ocupamos
para producir la tenemos que comprar de empresas internacionales, a precio de
dólar, y nosotros vendemos apenas a precio de pesos mexicanos”, dijo el
artesano.
El 90 por ciento de la lana
que se utiliza para elaborar los textiles tlaxcaltecas es de origen inglés y
norteamericano. Se vende solo bajo pedido con pago por adelantado y no se le
vende a cualquier artesano. Las firmas internacionales son muy exigentes en
cuanto a sus clientes artesanos, por eso no tienen todos acceso a esa materia
prima.
La producción de lana en la
región ha caído en forma considerable en los últimos años. Tlaxcala pasó en
solo cinco años de ser el primer estado productor de ese insumo a ubicarse en
el lugar número 17 de la producción nacional de lana, todo a causa de la falta
de programas oficiales para impulsar la producción de borregos, la que ha
repuntado en entidades como Hidalgo y Estados de México, donde el mercado de la
lana es acaparado por las mismas empresas de capital inglés y norteamericano.
Deben competir con sarape
chino
En promedio, cada productor
local, de los que insisten en mantener viva la tradición de los sarapes, tiene
un ingreso diario de utilidad de apenas 60 pesos.
La jornada de trabajo de cada
uno de esos artesanos va de 9 a 15 horas diarias para poder elaborar dos
sarapes o tres gabanes. Un cobertor a veces requiere de cinco jornadas. Pero lo
más difícil se presenta a la hora de vender, los comerciantes locales no
quieren expender sus productos.
“A veces tenemos que mendigar
con algunos comerciantes para que compren nuestros productos, todos los
comerciantes nos regatean. Quieren comparar nuestros precios con el precio de los productos de origen chino
que les llegan, y entonces no tenemos más opción que vender al precio que el
mercado quiere”, aseguró Jacinto Lima.
El precio de origen de un
sarape artesanal de Tlaxcala es de 400 a 800 pesos, lo que lo deja en
desventaja de venta frente a los sarapes chinos que llegan a venderse al
consumidor final hasta en 200 pesos, dejando al comerciante una utilidad de
hasta el 50 por ciento.
“Eso nadie lo ve, pero
nosotros lo sufrimos todos los días”, remarcó el artesano.
A causa del comportamiento
del mercado textilero, se estima que en los últimos 10 años, cerca de 250 mil
personas que vivían de ese sector han optado por cambiar de giro. La mayor
parte de esos tlaxcaltecas han optado por emigrar de la zona, principalmente
hacia Estados Unidos, en tanto que los que permanecen en la región, se han
incorporado como empleados de algunas maquiladoras aquí asentadas.
(REPORTE INDIGO/ J. JESÚS LEMUS - Viernes
11 de diciembre de 2015)
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