Manuel Velasco, el habilidoso
Gobernador de Chiapas, está resultando mucho más audaz y temerario de lo que se
podían haber imaginado sus pares e interlocutores. El próximo año, según la
información en los más altos niveles del Gobierno federal, quiere pedir
licencia para comenzar su carrera hacia la Presidencia en 2018, y empezó a
allegarse recursos. Por instrucciones de su cercano Jesús Sesma, coordinador de
la fracción del Partido Verde en San Lázaro, los 20 millones que se le
asignaron a cada uno de los 42 legisladores para que realizaran trabajos en sus
distritos, tuvieron que ser enviados a Tuxtla Gutiérrez. No gustó entre muchos
diputados esa orden, pero Velasco no parece estar preocupado por las reacciones
negativas intramuros.
La decisión de buscar la
candidatura presidencial generó un conflicto, aún soterrado, con Jorge Emilio
González, el senador con licencia que heredó la bancada en esa cámara a Carlos
Puente, quien ocupa actualmente la vocería del Partido Verde y la defensa del
subsecretario de Gobernación defenestrado, en peligro incluso de ir a la cárcel
por presuntos delitos electorales, Arturo Escobar. González, a quien
popularmente se le conoce como el “Niño Verde”, fue uno de los primeros
promotores de Velasco, quien llegó al Senado en 2006 con el apoyo también del
actual líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones.
Velasco, el Gobernador que
más recursos inyecta en medios y redes sociales para su promoción, decidió
jugar sin el respaldo de los caciques del partido, como González, y acelerando
sus movimientos en la coyuntura de la caída de Escobar. No sólo causó un
conflicto en el interior del Partido Verde, sino también con la dirigencia del
PRI. Funcionarios federales aseguraron que Beltrones se opone a las adelantadas
aspiraciones presidencialistas de Velasco, quien ya lo traicionó en fechas
recientes, cuando acordaron que la candidatura a la Alcaldía de Tuxtla
Gutiérrez sería para su protegido, Willy Ochoa, y el Gobernador optó por su
protegido, Fernando Castellanos.
La Gubernatura de Chiapas no
se definirá sino hasta mediados de 2018, por lo que la parrilla de candidatos
estará hasta la primavera de ese año. La campaña presidencial es previa, y los
tiempos que maneja Velasco, de acuerdo con los funcionarios federales, es pedir
licencia al cargo el próximo año para construir una candidatura que, según
personas que lo han escuchado, pueda presentarse incluso como una opción
aliancista con el PRI, a partir de la estrecha relación que tiene y ha cuidado
con el presidente Enrique Peña Nieto. Para la mayoría, este camino luce
descabellado y sin ninguna base, pero no para él. Funcionarios federales
dijeron que el primer paso del Gobernador no sería con el apoyo del Partido
Verde, sino con dos partidos locales, Chiapas Unido y Mover a Chiapas,
estrechamente vinculados a él y a los verdes en el estado.
Chiapas Unido nació durante
el sexenio de Juan Sabines, quien respaldó a Velasco para llegar a la
Gubernatura, bajo el nombre de Orgullo por Chiapas. Durante el primer año del
sexenio de Velasco y hasta julio de 2013, cuando cambió su nombre por Chiapas
Unido, la presidenta del partido fue Isabel Aguilera, esposa del entonces
gobernador Sabines. A su relevo llegó Emanuel de Jesús Córdova, quien fue
respaldado en su primer acto proselitista por el actual Alcalde de Tuxtla
Gutiérrez, Castellanos, en ese entonces dirigente estatal del Partido Verde, y
también por el entonces secretario general de Gobierno, Eduardo Ramírez
Aguilar, quien ahora es el dirigente del partido en el estado. En su unción
este año, Velasco movilizó –eufemismo político de acarreo– a 60 mil personas de
todo el estado para que lo vitorearan.
Mover a Chiapas, imitación
del eslogan del presidente Enrique Peña Nieto, Mover a México, fue fundado por
un amigo personal del gobernador –también Ramírez Aguilar lo es–, Enoc
Hernández Cruz, quien era director del Instituto de Capacitación y Vinculación
Tecnológica estatal, y a la vez presidente de la Fundación Manuel Velasco
Suárez, nombrada como el respetado abuelo del Gobernador.
Los vínculos de esos dos
partidos con el Gobernador son abiertos y la prensa chiapaneca los ha detallado
profusamente. Su decisión de buscar la candidatura presidencial lastimó a los
viejos liderazgos del Partido Verde, que lo tenía como su primer gobernador en
la historia y que estaba construyendo un bastión que pensaban sería para
fortalecer los intereses de la jerarquía partidista. Velasco, en efecto, sí
generó la fuerza anhelada, pero para él.
En las últimas elecciones
locales, el Partido Verde ganó 57 de las 122 alcaldías –42 con Nueva Alianza–,
mientras que Chiapas Unido ganó 10 más y ayudó al PRI a vencer en otras 26, al
tiempo que Mover a Chiapas consiguió nueve. Velasco puede reclamar cuando menos
el control en 78 alcaldías. También llevó al Verde a ganar los 12 distritos
electorales, y de los poco más de 2 millones y medio que obtuvo el partido en
la elección federal en junio, más del 25% los aportó Chiapas.
El “Niño Verde” y los
caciques en la estructura del partido, han ido perdiendo poder y ascendencia.
Lo que no esperaban sin embargo, según funcionarios federales, es que Velasco
caminara por una ruta distinta a la de ellos, que envueltos hoy en escándalos y
descrédito, carecen de márgenes reales para negociar. Velasco les quitó el
poder que les prestaba Chiapas, y los recursos para la franquicia política.
También les está arrebatando el futuro, que es lo que los tiene listos para esa
batalla que no quieren perder.
(ZÓCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL”
DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 08 DE DICIEMBRE 2015)
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