La
captura se logró finalmente el pasado 22 de febrero. Luego de casi 14 años –los
dos sexenios panistas enteros– de haberse fugado de un penal de máxima
seguridad en Jalisco, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, a quien por años se le
atribuyó la comandancia de una de las estructuras de crimen trasnacional más
lucrativas y poderosas del mundo, cayó sin disparos en un operativo que, dijo
el gobierno mexicano, fue encabezado por la Marina con “colaboración” de
Estados Unidos, después se revelaría que agentes norteamericanos también
participaron en el arresto.
A
decir del investigador Edgardo Buscaglia, el tamaño de la responsabilidad que
se le atribuyó a “El Chapo” en la estructura del crimen organizado
internacional ameritaba que, después de su detención, el Gobierno mexicano
obtuviera “decenas” de órdenes de aprehensión más en contra de la red política
y empresarial que forma parte del negocio. Y, de hecho, así lo ofreció el
Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, pocos días después del arresto,
cuando en una entrevista con el medio hispano norteamericano Fusión dijo:
“Vamos contra todo lo que aporte y eventualmente señale complicidad de
distintos, eventualmente, agentes del sector privado, agentes del ámbito
público aquí y en Estados Unidos y en cualquier parte del mundo”.
Diez
meses después, sin embargo, no ha habido capturas más relevantes ni más autos
de formal prisión ni decomisos ni indicios de desmantelamiento de la red de
poder que lo sostuvo durante los dos últimos sexenios. Ante esos resultados,
dice Buscaglia, “la detención de Guzmán Loera y su mantenimiento en el sistema
penitenciario mexicano por ahora sólo representa un canal lujoso de jubilación
a cambio de su silencio”.
Guadalajara,
22 de diciembre (SinEmbargo).– La casa de empeño cambió de nombre y ahora, en
lugar de “Prenda todo”, se llama “Fortaleza”, pero sigue abierta al público
ofreciendo “la mejor opción de préstamos” en efectivo a cambio de diversos
objetos como computadoras, pantallas de televisión, joyería de oro y plata o
juegos de video.
Y,
como en febrero pasado, cuando el Gobierno norteamericano la señaló como parte
de una red de locales para el lavado de dinero del cártel de Sinaloa, en la
pared exterior aún está escrita la lista de ofertas, como “plazos de uno a
cuatro meses en joyería”, descuentos en el interés si el objeto se retira en 15
días o beneficios en su abono al capital, entre otros.
“Si
pasando ese tiempo la persona no vuelve –explica una empleada que atiende desde
detrás del cristal polarizado y reforzado de este local ubicado en la calle
Federico Medrano 2845– el objeto se remata y es así como la empresa recupera su
inversión”.
Para
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sin embargo, “la inversión” de
esa casa de empeño y de otros negocios más es apoyar las actividades del cártel
de Sinaloa. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Para
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sin embargo, “la inversión” de
esa casa de empeño y de otros negocios más es apoyar las actividades del cártel
de Sinaloa y en específico las de uno de sus fundadores, Juan José Esparragoza,
alias “El Azul”, a quien versiones de prensa dieron por muerto este verano en
Sinaloa. Al frente de estas casas de empeño, reportó el Gobierno norteamericano
el 27 de febrero pasado, cinco días después de la detención de Joaquín “El
Chapo” Guzmán Loera, se encuentra un ciudadano colombiano-mexicano identificado
como Hugo Cuéllar Hurtado, quien aparece además como titular de una empresa
agrícola, de una cooperativa criadora de avestruces y de al menos dos casas de
empeño más en la zona metropolitana de Guadalajara.
“Se
hace pasar como hombre de negocios que participa en empresas que van desde la
cría de avestruz hasta las casas de empeño. En realidad, Cuéllar Hurtado es un
criminal de larga carrera que apoya actividades ilícitas del tráfico de drogas
y promueve el crimen organizado”, advirtió el Tesoro norteamericano.
Al
hacer pública la lista de empresas, el Departamento del Tesoro agregó en el
boletín que la captura del “Chapo” alentaba su investigación sobre las finanzas
y la del resto de sus líderes, además de “marcar el siguiente paso en este
esfuerzo por enfocarnos en Hugo Cuéllar Hurtado”.
Diez
meses después, la casa de cambio “Fortaleza” hace honor a su nombre y aún opera
con normalidad de 9:30 de la mañana a seis de la tarde, como también lo hace
“Presta Fácil”, otra de las negociaciones enlistadas por el Tesoro de EU y a la
cual –como constató este medio en un recorrido– también sólo se le cambió el nombre
a “Empeños La Mancha” por el nombre de la calle en la que está ubicada, en una
zona habitacional de Zapopan.
De
acuerdo con vecinos y empleados, en ninguna de las negociaciones ha habido
algún acto de investigación por parte de las autoridades mexicanas.
Eduardo
Zerón, director de Mensaje Institucional de la Procuraduría General de la
República (PGR) declinó responder un cuestionario de este medio. Pero un
funcionario de la misma dependencia confirmó que el Ministerio Público de la
Federación no tiene averiguación al respecto: “Es común que Estados Unidos diga
que cancela la relación comercial de alguna empresa, pero esas son las
autoridades de Estados Unidos; no tienen que ver con la autoridad mexicana. Son
investigaciones que ellos realizan”, dijo el funcionario, que agregó no poder
hacer declaraciones públicas.
Todas
las casas de empeño siguen operando, pese a la advertencia de EU. Foto:
Francisco Cañedo, SinEmbargo
De
acuerdo con lo que el Departamento del Tesoro reportó en el boletín que
calificó a Cuéllar Hurtado de “cabecilla extranjero del narcotráfico” y que fue
ampliamente difundido por los medios en febrero, el empresario ahora basado en
Jalisco ha estado involucrado en actividades de tráfico de drogas por años
tanto en México como en Colombia. “Antes trabajó para el cártel de Medellín y
enviaba cargamentos de cocaína a los Estados Unidos a través de México. A
finales de los 90, Cuéllar Hurtado empezó a vivir parcialmente en México y
eventualmente empezó a distribuir cocaína para el Cártel de Sinaloa”, reportó
el Gobierno de EU.
En
Jalisco, sin embargo, las casas de empeño no sólo no han sido investigadas,
sino que todavía el pasado 16 de mayo de 2014, casi tres meses después de la
detención del “Chapo” y de la publicación del nombre de la empresa y del
empresario como parte de la presunta red de lavado, el Gobierno municipal de
Guadalajara gestionó y calificó de procedente un dictamen de factibilidad de
uso de suelo para la casa de empeño ubicada en Federico Medrano 2845, a nombre
Cuéllar Hurtado.
La
Cooperativa Avestruz Cuemir, ubicada en Tlajomulco de Zúñiga y que también fue
señalada como parte de la red, está en el directorio de establecimientos “para
inspección federal” de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo
Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) e incluso en la Secretaría de Economía
hay una concesión para actividad minera por 50 años, en Jalisco, a favor de un
particular con el mismo nombre. La concesión, con el número 235554, fue
otorgada en enero de 2010 por la Dirección General de Regulación Minera de la
SE y establece que, hasta el 18 de enero de 2060, el titular Hugo Cuéllar
Hurtado puede explorar o explotar el proyecto mina Victoria, ubicado en el
municipio de Autlán de Navarro, en Jalisco. Un listado de resoluciones sobre
procedimientos de impacto ambiental de la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales, por separado, establece que el empresario promovió un
proyecto que “contempla actividades de exploración minera directa para
determinar áreas potenciales de cobre y fierro (…) sobre una superficie de 7.15
hectáreas” en el citado municipio jalisciense.
Los
nombres de las empresas difundidos por el Departamento del Tesoro se suman a
otra lista de negocios –gasolineras, productos de baño, zapatos, spas,
constructoras y otros– instalados en la zona metropolitana de Guadalajara y que
desde hace años han sido identificados por la misma oficina del Gobierno
norteamericano como parte de una vasta red de lavado de dinero que el Gobierno
de México no indaga.
“Con
cientos de políticos y empresarios mexicanos y latinoamericanos desde hace años
a la fecha en el bolsillo del ‘Chapo’ Guzmán y de su red criminal Sinaloa, hoy
liderada en parte por Ismael ‘El Mayo’ Zambada, no vemos que la detención de El
Chapo Guzmán haya derivado en investigaciones y en decomisos de la red
criminal”, dice en entrevista Edgardo Buscaglia, experto en crimen organizado y
en la documentación de los contextos legales y económicos que lo permiten.
Actual
investigador de la Universidad de Columbia y también autor de títulos
relacionados con las debilidades institucionales que alientan la corrupción,
Buscaglia documentó desde el sexenio anterior, también, la permisividad federal
hacia el cártel de Sinaloa en comparación con los ataques a otros grupos
delincuenciales. Por eso, consultado sobre sus expectativas a pocos días del
arresto del “Chapo”, dijo esperar que la detención contribuyera a abrir decenas
de líneas de investigación sobre sus recursos patrimoniales y sobre el círculo
político que lo protegió por dos sexenios. O, de lo contrario, dijo también
entonces a SinEmbargo, la detención sería inútil.
Diez
meses después, sin embargo, el ministerio público federal no tiene decenas de
investigaciones sino apenas un auto de formal prisión adicional a los recibidos
por Guzmán –contra un hombre que le habría facilitado una pista aérea en Baja
California Sur– y una detención adicional de relativo nivel, la de Juan José Esparragoza
Jiménez, hijo de “El Azul”, en agosto pasado.
Guzmán,
por su parte, ha recibido autos de formal prisión por delincuencia organizada y
delitos contra la salud en diferentes modalidades pero, de acuerdo con la
información disponible en el Consejo de la Judicatura Federal, ninguno de los
cargos es por homicidio o por secuestro o por las masacres o por alguno de los
miles de hechos de violencia que tuvieron lugar en México mientras estuvo
suelto y que el Gobierno atribuía al narcotráfico del que formaba parte.
“Sólo
se puede concluir que el actual gobierno federal mexicano forma parte activa y
no sólo omisa de un pacto político de impunidad que va del ámbito federal al
municipal”, advierte Buscaglia.
“Esta
es la única explicación, mientras no veamos ‘maxiprocesos’ judiciales contra
cientos de políticos-empresarios mafiosos que estuvieron por años formando
parte de la red criminal Sinaloa; este tipo de maxiprocesos contra políticos
mafiosos ocurrió en Colombia e Italia, y como resultado se logró controlar y
desmantelar redes criminales tan poderosas como las mexicanas”, agrega el
experto.
Sin
ese desmantelamiento, finaliza Buscaglia, “la detención de Guzmán Loera y su
mantenimiento en el sistema penitenciario mexicano por ahora sólo representa un
canal lujoso de jubilación a cambio de su silencio”.
JUSTICIA DESDE EU
Pese
a la detención del líder del cártel de Sinaloa, la organización criminal sigue
operando sin problemas. Foto: Notimex
Joaquín
Guzmán Loera, que según el Departamento de Justicia norteamericano cumple 60
este 2014, se habría convertido en el jefe del narcotráfico más poderoso de
México y en uno de los más buscados por Estados Unidos luego de su fuga del
penal mexicano de máxima seguridad de Puente Grande, en enero de 2001.
Según
la ficha criminal que le abrió el gobierno del vecino país, la organización
trafica por tierra, mar y aire multitoneladas de cocaína entre Colombia y
Estados Unidos, tiene bases de operación entre Sinaloa, Sonora y Chihuahua y
células de distribución hasta Arizona, California, Texas, Chicago y Nueva York,
entre otros mercados.
El
22 de febrero pasado, sin embargo, el presunto jefe de esta multimillonaria
operación fue ubicado en un edificio de suites sin lujos en Mazatlan,Sinaloa,
y, según la versión oficial, por agentes de la Marina Mexicana que no
requirieron un solo disparo.
Fue
producto de la “coordinación entre dependencias mexicanas” de seguridad, dijo
el Procurador Jesús Murillo Karam horas después del arresto, ya en el hangar de
la Policía Federal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM)
y cuando agregó que también había habido “colaboración” de Estados Unidos,
desde donde se recibió información de los movimientos del Chapo “con una
colaboración muy plena”.
Reportes
que aparecieron después, sin embargo, indicaron que la participación de agentes
norteamericanos en el arresto –de la DEA, US Marshals y del Departamento de
Estado– podría haber sido no sólo de “colaboración” o de ubicación, sino de
participación directa e, incluso, publicó The Wall Street Journal, con armas y
probablemente portando uniformes de Marinos mexicanos.
“Las
operaciones de los agentes federales norteamericanos en México son llevadas a
cabo por un pequeño grupo que es enviado para una misión específica y corta. El
objetivo es ayudar a México a encontrar y capturar objetivos de alto rango en
los cárteles. Una operación produjo gran éxito: La captura del jefe
narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, conocido como El Chapo a principios de
este año. No está claro si los agentes federales norteamericanos estaban
disfrazados como militares mexicanos el día en el que fue arrestado”, reportó
The Journal el pasado 21 de noviembre, citando fuentes “cercanas” a esos
“frecuentes” operativos.
Un
comparativo entre las capturas de alto nivel en la estructura del cartel de
Sinaloa muestra también que ha sido Estados Unidos –que ya anunció su intención
de extraditar al Chapo– desde donde se ha obtenido la mayor cantidad de
información sobre este grupo.
Fue
en Chicago, por ejemplo, desde abril de 2013, donde Vicente Zambada Niebla,
hijo de “El Mayo”, firmó un acuerdo de culpabilidad –en el que, entre otros
cargos, aceptó haber coordinado la importación a México de toneladas de cocaína
“sabiendo” que llegarían a Estados Unidos– y que lo obliga a cooperar de manera
“completa y veraz” con el Gobierno norteamericano. “Enfrenta una sentencia
máxima de cadena perpetua, un mínimo de 10 años y una multa máxima de 4
millones. Si el gobierno determina al momento de la sentencia que Zambada
Niebla ha continuado proveyendo cooperación completa y veraz, como requiere
este acuerdo de culpabilidad, el Gobierno se moverá por debajo de la exigencia
federal de prisión perpetua”, reportó la DEA el pasado 10 de abril.
Fue
también el Gobierno de Estados Unidos el que arrestó a otro hijo de “El Mayo”,
Serafín Zambada Ortiz, en noviembre de 2013, cuando intentó ingresar a Estados
Unidos a través de una garita de Nogales, Sonora. Y fue también el Gobierno de
Estados Unidos el que solicitó la detención de José Aréchiga Gamboa, alias “El
Chino Antrax”, un presunto jefe de seguridad de “El Mayo” y de su familia
arrestado el 30 de Diciembre de 2013 en el aeropuerto Schiphol, de Amsterdam,
luego de un vuelo que inició en la Ciudad de México, extraditándolo en julio
pasado.
“Mantenemos
una cercana asociación con el Gobierno de México en materia de seguridad y
Estado de Derecho”, dijo en mayo Roberta S. Jacobson, asistente del Secretario
de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, ante el Congreso de ese país,
cuando también quiso destacar la detención de El Chapo como un “emblema” de esa
colaboración.
EL CÁRTEL SIGUE INTACTO
Después
de la detención de El Chapo, periodistas locales recibieron hostigamientos y
ataques. Foto: Noroeste
En
México, la detención del “Chapo” parece
tan irrelevante para la instauración del Estado de Derecho que aun la sola
cobertura del hecho –el arresto– fue motivo de una serie de ataques y
hostigamientos contra los periodistas locales que reportaron la historia.
Un
caso fue el del periódico El Noroeste, que desde el día 23 de febrero, un día
después del arresto y cuando trató de dar seguimiento a una nota difundida por
Proceso que reportaba la participación de policías de Mazatlán en la protección
del capo, llamó a la Policía Municipal y, minutos después, recibió amenazas
para que no publicaran más sobre el tema.
“Minutos
después de consultar al Secretario de Seguridad Pública Municipal, quien
rechazó opinar sobre el asunto, se recibió la primera llamada amenazante, y
cinco minutos después la otra, en las que se advertía a los periodistas no
publicar información relacionada con el tema, de lo contrario sufrirían las
consecuencias”, denunció El Noroeste en un editorial del 3 de marzo.
Un
mes después, su director general, Adrián López Ortiz, fue baleado en ambas
piernas por hombres que lo interceptaron en un crucero de Culiacán.
“Es
parte de esa impunidad. Hay que recordar que agarraste a ‘El Chapo’, pero no
que desmantelaste al cartel”, dice ahora Adrián López en entrevista telefónica.
Y
el crimen que presiona a la prensa, agrega, viene de toda una estructura protegida
por un clima de impunidad en el que cualquiera puede ser fuente de peligro.
“De
pronto el segundo o tercero de a bordo siente que le afectará una información,
entonces la presión es, digamos, de la organización criminal completa. No es
que el jefe te llame, sino que estás siempre publicando pensando si afectarás o
no a alguien”, dice el directivo periodístico.
LA HISTORIA SIN “EL CHAPO”
Identificación
de Joaquín Guzmán Loera en la PGR. Foto: Notimex
En
Juárez, Chihuahua, la ciudad considerada “joya de la corona” por su
infraestructura de cruce y conexión hacia el norte, este y oeste de Estados
Unidos y que almacena “toneladas” de cocaína, la estructura del cártel de
Sinaloa fue identificada por el Gobierno norteamericano desde abril de 2012.
Dos años después, sin embargo, y pese a que el conflicto por el control de esa
ciudad podría ser la causa de los más de 10 mil homicidios que hubo sólo entre
2008 y 2011, las autoridades mexicanas no reportan estar dando seguimiento a
todos los señalados como probables responsables.
La
estructura de esta organización en Juárez, según la acusación presentada el 11
de abril ante la Corte federal para el Oeste de Texas, está compuesta por “El
Chapo”, “El Mayo” y “otros 22 individuos” (10 de ellos ex policías)
responsables de los crímenes de homicidio, secuestro, lavado de dinero y
tráfico de drogas en esa ciudad. En la descripción de roles de cada uno de los
acusados se observa que la estructura general se divide a su vez en otras dos:
una que se dedica al almacenamiento y tráfico de las drogas, y que es vigilada
por “El Mayo”, y otra más se dedica a la protección armada del negocio a través
de “los escuadrones de la muerte”, que es la que habría estado bajo control del
“Chapo”.
Para
cuando la lista de acusados fue presentada en El Paso en 2012, en Juárez los
indicadores de violencia habían descendido de ocho o 10 diarios a dos en
promedio, y versiones en el Congreso de Estados Unidos aseguraban ya que el
cartel de Sinaloa había ganado al de los Carrillo desde 2010 la guerra por
Juárez gracias a las armas de alto poder introducidas a la ciudad con el
polémico programa federal “rápido y furioso”.
A
la fecha, la mayoría de los presuntos criminales que Estados Unidos vincula con
el brazo armado del “Chapo” en Juárez –como Mario Núñez Meza “Mayito”, Antonio
Torres Marrufo, o Gabino Salas Valenciano– han sido detenidos o, como en el
caso de éste último, asesinados.
La
estructura atribuida a “El Mayo”, en cambio, y que sería la que supervisa el
negocio del almacenaje y distribución de la droga, continúa casi intacta. Se
trata de la célula –dice la acusación del Gobierno norteamericano– encabezada
por un ex comandante de la entonces Policía judicial del Estado que al menos
desde 2000 y hasta 2004 –en el gobierno de Patricio Martínez– fungió como jefe
policiaco en la ciudad, pero también como encargado de pagar el impuesto del
Cártel de Sinaloa al de Juárez para mover drogas a través de “la plaza”. A este
hoy ex jefe policiaco también se le atribuye la vigilancia de las bodegas que
hay en Juárez y la recolección del dinero de las ganancias.
La
acusación también advierte que la organización preserva su viabilidad a través
de “secuestros, tortura y asesinato de aquellos que considere enemigos,
desleales o que les pierdan o roben mercancía”. También, que mantuvo un régimen
de violencia y amenazas contra sus rivales, contra potenciales informantes,
testigos, investigadores y contra los medios de comunicación de esa ciudad.
Desde
que el FBI publicó la lista de involucrados en la estructura del cártel de
Sinaloa, El Diario de Juárez –que publicó los nombres de los señalados– recordó
también que la célula de almacenaje y distribución atribuida a “El Mayo” estaba
intacta desde al menos febrero de 2004, cuando el grupo que tenía a su servicio
había dejado el Departamento de Órdenes de Aprehensión de la Zona Norte de la
Procuraduría General de Justicia del Estado, mientras otro grupo, éste
vinculado al cartel de los Carrillo, había sido en cambio arrestado en esos
mismos días por el Gobierno federal acusado de asesinar y enterrar a 12
personas en el patio de una casa en el fraccionamiento “Las Acequias”.
“En
lo del tráfico de drogas, yo ni me meto en eso, porque no es un asunto que me
competa a mí. Lo que hacemos es procurar lo que nos compete a nosotros”, dijo
en entrevista con SinEmbargo Jorge González Nicolás, Fiscal del Estado de
Chihuahua.
“¿Qué
pasó entre 2008 y 2010? Pues algo muy sencillo que tenían toda la capacidad de
maniobra sin que nadie (en el Gobierno) los molestara. Ahí yo no sé por qué, no
quiero meterme, no sé si por falta de capacidad, por falta de ganas, porque
trabajaban para ellos”, agregó el funcionario, entrevistado en específico para
conocer el seguimiento que el Ministerio Público del Estado habría dado a la
información difundida por EU.
En
esa misma entrevista, el funcionario insistió en que su trabajo ha sido detener
y castigar a responsables de delitos de orden común (secuestros y extorsiones,
sobre todo) y reducirles “la capacidad de fuego” –reporta un decomiso de siete
mil armas en cuatro años– así como imponer de manera tácita una política en la
que, en lo posible, los homicidas ya no piensen que pueden dejar los cuerpos en
las calles.
“Hoy
no los matan en las calles cerrándoles los carros, y de carro a carro, sino que
los esperan a que salgan de su casa allá por una colonia afuera y ahí les dan
un tiro. Es menos aparatoso (el crimen) porque ellos no tienen la impunidad de
la que gozaban antes”, dijo González Nicolás.
Pero
de que el narcotráfico y la delincuencia organizada siguen presentes en la
ciudad, agregó cuando se le insistió sobre los enlistados por el Gobierno
norteamericano, obviamente que siguen.
“¡Pues
claro que están aquí! Seríamos ingenuos en pensar que se van a ir de Ciudad
Juárez, de Chihuahua o del país, porque ‘ay no ya nos vamos, nos vamos a
dedicar a otra cosa, a ser monaguillos, a trabajar en la maquila, a ganar 600
pesos a la semana”, dijo González, en su oficina en la Fiscalía en la ciudad de
Chihuahua.
“¡No!
Al cártel como tal, necesitaríamos quitar a EU de donde está (para eliminarlo).
Si nos pudiéramos mover a Malasia, o estuviéramos enfrente de Finlandia, en
lugar de frente a Estados Unidos, pues probablemente; pero mientras no, no. Y
Chihuahua es frontera”, agregó González.
Y
así, pese a que diversos análisis y funcionarios se esfuerzan en atribuir la
“paz” de Juárez a una supuesta coordinación de esfuerzos entre Gobierno y
sociedad civil, otros indicadores apuntan a que el cese al fuego se sostiene
sobre un fenómeno de impunidad que las autoridades no tratan siquiera de
ocultar.
En
ese sentido, el mismo Fiscal estatal informó desde 2011 a El Diario de Juárez
que en esa frontera hay casi siete mil expedientes de homicidio cometidos en el
periodo de la disputa del control del narcotráfico y que nadie está
investigando, dijo el funcionario entonces, debido a que fueron cometidos con
armas de grueso calibre –como nueve milímetros o 7.62×39– cuya investigación
corresponde al Ministerio Público Federal.
El
delegado de la Procuraduría General de la República en Chihuahua, César
Peniche, por su parte, informó entonces al mismo periódico local que si bien le
toca investigar la delincuencia organizada, la ley de esta materia no incluía
el homicidio en su catálogo de delitos, por lo que tampoco podía tratar de
resolver los casos.
“Lo
que nos preocupa a la prensa es que sea una paz narca”, dice desde Sinaloa Adrián
López, cuando se le pregunta por indicios de algún impacto de la detención del
Chapo sobre el crimen o la justicia en aquella región.
“Lo
que nos preocupa es que en realidad lo tengan controlado, la estructura del
cártel, del crimen organizado; obviamente el cártel de Sinaloa no se entiende
sin la protección institucional. Y creo que ese pacto sigue, pese a la
detención del Chapo”, agregó López.
El
periodista menciona también que, si bien las autoridades atribuyen “al Estado
de Derecho” la relativa calma en la que se ha mantenido Sinaloa pese al
arresto, la realidad es que la “tensa calma” cuesta más de dos homicidios
diarios que se cometen en la entidad en total impunidad.
“Nosotros
lo que creemos es que cuando la mafia más callada está es cuando al negocio
mejor le va, porque obviamente a ellos les conviene; no hay que olvidar que el
crimen es para el negocio, que la violencia es para cuidar al negocio, y no al
revés”, agrega.
El
22 de febrero, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, fue detenido en Mazatlán,
Sinaloa. Foto: Cuartoscuro
La
falta de impacto de esta detención en el funcionamiento del negocio del cártel
de Sinaloa fue advertido por la Oficina del Procurador del Estado de California
–estado al que la organización introduce la mayor parte de la heroína y cocaína
que se consume– en un reporte titulado “California y la lucha en contra del
crimen organizado trasnacional”, para el cual el arresto sugiere sólo que la
política de protección de la que gozó “El Chapo” en el pasado llegó a su
término, mas no que el negocio haya terminado.
“Mientras
no sea claro de inmediato qué impacto tendrá el arresto en las operaciones del
cartel de Sinaloa, algunos expertos predicen que, en el corto plazo, el cartel
continuará sus negocios como siempre, con los compañeros de Guzmán, Ismael ‘El
Mayo’ Zambada y Juan José Esparragoza, ‘El Azul’ probablemente tomando su
lugar”, dice el documento, de marzo pasado.
La
oficina de asuntos públicos de la DEA en Washington declinó una entrevista
sobre el impacto de la detención, pero de acuerdo con Steven Dudley, director
de la fundación basada en Washington para el análisis del crimen organizado en
América, Insight Crime, la agencia antidrogas no suele presentar –por ejemplo,
cuando va al Congreso a defender sus presupuestos–, reportes en los que se
conecten de manera clara logros como las detenciones de capos con resultados
específicos, como la reducción del consumo, porque saben que “no pueden ganar”.
“Creo
que están tratando de cambiar las expectativas –dice Dudley vía telefónica
desde la capital norteamericana. Y parte de eso es la valoración de Obama de no
usar esa terminología de guerra contra las drogas (…) Porque quieren cambiar,
porque saben que no pueden ganar”.
El
resumen de la evaluación de la Amenaza nacional de las drogas presentado por la
sección de inteligencia estratégica de la DEA en noviembre pasado le da la
razón al investigador: “El abuso de heroína (cuyo 45 por ciento procede de
México) y su disponibilidad es probable que aumente en el corto plazo,
particularmente mientras más personas que abusan de las drogas de prescripción
controlada cambian a la heroína como una alternativa más disponible y barata”,
dice el documento.
“Los
comercios internos de cocaína (la mayoría colombiana traficada a través de
México) continuarán estables en el futuro cercano (…) y la producción doméstica
de mariguana es probable que aumente, especialmente en los estados que permiten
los plantíos personales. Además de esta producción –concluye la DEA–, la
mariguana producida en México continuará siendo traficada a los Estados Unidos
en grandes cantidades”.
(SIN
EMBARGO.MX/ Sandra Rodríguez Nieto diciembre 22, 2014 - 00:00h)
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