Dice
un sabio refrán que a grandes males, grandes remedios. Y eso parecieron
entenderlo quienes habían sufrido en carne propia la persecución policíaca
desde el poder municipal con el objetivo de provocar desánimo y pánico.
Fallaron
el alcalde Otto Claussen y su testaferro Francisco Vidaurrázaga Soto, comisario
de policía, a falta de nombramiento de Director de Seguridad Pública, por
diferencias con los mandos de Hermosillo, esquina con Ernesto Munro, pues
Gianco Urías, el elegido para el puesto no pasó las pruebas del C3 en
cuestiones de confianza.
Hartos
de la represión disfrazada de faltas al Bando de Policía y Buen Gobierno o al
Reglamento de Anuncios Publicitarios, los pejelagartistas de Morena con apoyo
de los perredistas del profe Guzmán y posteriormente los panistas de Manuel
Villegas, decidieron tomar cartas en el asunto: responder golpe por golpe.
Los
de Morena y del PRD protestaron en palacio y el alcalde fue exhibido
nacionalmente. Los hechos le valieron a Claussen sendas quejas en la Comisión
Estatal de derechos Humanos y una denuncia penal por abuso de autoridad y la
comisión de delitos electorales.
Otro
tanto habían hecho los panistas. Por los hechos de simulación en semana santa
Alejandro Magaña Valenzuela, brigadista de la campaña de Javier Gándara, hizo
lo propio y empapeló ante la CEDH al Otto, el Colorado y al comandante Bogarín
del grupo Operativo, punta de lanza para la represión.
El
martes pasado el delegado Juan Pedro Montijo convocó a los candidatos y a su
gente a una marcha por la Serdán y a una protesta en la Casa de Piedra.
Durante
el desfile del 1º. de mayo, tradicionalmente escaparate de los priístas y de la
CTM y destinado para el lucimiento de los candidatos tricolores, desde el
Comité Ejecutivo Estatal autorizaron la participación de un contingente
panista.
Y
así se hizo: Manuel Villegas, el candidato a la diputación local por el XIII
distrito local y sus huestes penetraron el desfile e hicieron valer la
presencia blanquiazul. De paso aguaron la fiesta armada por el regidor Jesús
Chuy Fajardo, el fidelitovelázquez del cetemio.
LA ACCIÓN DIRECTA, INSTRUMENTO DE LUCHA
SOCIAL
Ante
la crisis del sistema político mexicano como instrumento de control social y
del ejercicio del poder y de carencia de canales de negociación de demandas y
de canalización de soluciones, es cada día más palpable su disfuncionalidad. Ha
dejado de servir y eso lo perciben importantes grupos sociales.
De
ahí que la brecha entre sociedad e instituciones se agrande con el paso del
tiempo. Y lo peor es que la clase política no parece interesada en frenar el
deterioro, sino ahondarlo a propósito.
Anteriormente,
la estructura burocrática de la administración pública, con sus oficinas y
funcionarios, servían para desahogar, con su tramitología y todo, las agendas
sociales y las demandas de los grupos de presión. Ahora, no hay ni eso. El caos
provocado por la desorganización administrativa es evidente.
La
insensibilidad de los políticos, reflejado en los conflictos de interés que
envuelven a la élite gobernante y en los escandalosos actos de corrupción por
todos conocidos, el incremento de la violencia y la inseguridad que golpean
amplias franjas sociales han dado lugar a acciones de protesta cada vez más
recurrentes.
Marchas,
plantones y movilizaciones ante la sordera gubernamental se han convertido en
algo normal en muchas partes del país. Oaxaca y Guerrero son un ejemplo de
ello. El surgimiento de autodefensas en Michoacán y de guardias comunitarias en
Guerrero es parte del fenómeno. Movimientos como los de la APPO, también
llamado la Comuna de Oaxaca, en alusión a la Comuna de París, una intentona de
toma de poder por parte de los obreros de la Ciudad Luz y que Lenin
reivindicaba en su libro “El Estado y la revolución” y las movilizaciones de la
CNTE, con motivo de la reforma educativa peñanietista, con sus dosis de
anarquismo, son variantes del hartazgo social. A los jornaleros de San Quintín
no le que quedó de otra que denunciar sus condiciones de explotación laboral.
DEL DICHO AL HECHO
Criticada
por los riesgos que entraña la acción directa, como el mencionado anarquismo o
el propiciar desorden, a la sociedad no le ha quedado de otra más que tomar el
toro por los cuernos ante la cerrazón.
Lo
ideal sería acompañar las acciones con propuestas de solución, pero eso no
siempre es posible en un país de simulaciones como el nuestro. Fidel Velázquez,
el cacique sindical por antonomasia, entendía a la acción directa como el hecho
de romper huelgas para favorecer a los patrones bajo su protección.
Se
puede estar o no de acuerdo con esta estrategia y sus tácticas, pero lo cierto
es que los panistas del puerto decidieron enrolarse en ella para para parar los
ataques desquiciantes de Otto Claussen y su camarilla.
Ante
la desarticulación del sistema político y la desatención de sus operadores,
para muchos la acción directa es la solución a males mayores.
(EL
PORTAL DE LA NOTICIA/ COLUMNA LA VIÑA DEL SEÑOR/ 03 Mayo 2015, 11:29)
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