El alcalde prófugo de Iguala es acusado
de desaparición forzada, lesiones y omisiones. En 2012, el funcionario se había
amparado, bajo el argumento de que agentes de la PGR pretendían detenerlo. El
gobernador no renunciará y pidió se realice una consulta popular de revocación
de mandato, mientras que el Presidente Peña Nieto declaró que la investigación
terminará “tope donde tope”
Con marchas en las
principales avenidas y ciudades del país, miles de mexicanos manifestaron su
repudio ante los abominables actos violentos que en el Estado de Guerrero
costaron la vida a estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, poniendo al
descubierto la podredumbre en los distintos niveles de gobierno de esa entidad.
La desaparición de 43
normalistas, el hallazgo de fosas clandestinas con cuerpos humanos y la
tardanza en la identificación de esos restos, presumiblemente de los jóvenes
buscados, exacerbaron las emociones de toda una nación solidarizada con las
movilizaciones estudiantes, maestros, indígenas, ciudadanos comunes y las
familias de las miles de personas desaparecidas en México. “¡Vivos se los
llevaron, vivos los queremos!”, fue el grito unánime.
De hecho, desde que el 4 de
octubre de 2014 se localizaron los enterramientos humanos en las inmediaciones
de Iguala, el lamento social creció exponencialmente. La noticia se propagó en
los principales diarios del mundo, al grado que la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) y Amnistía Internacional (AI) exhortaron a las autoridades
mexicanas esclarecer los hechos. Lo mismo ha sucedido con el gobierno de los
Estados Unidos y la Organización de los Estados Americanos (OEA), entre otros.
En tanto, esto ocurre con las
tareas de búsqueda de los desaparecidos, con la esperanza de que los cadáveres
hallados no sean de los normalistas, mientras la crisis política se agudiza en
Guerrero ante la desmarcación del Gobierno Federal sobre los sucesos.
El alcalde de Iguala, José
Luis Abarca Velázquez, así como el director de la Policía local, Francisco
Salgado, están en calidad de prófugos y ya se solicitaron órdenes de
aprehensión en su contra por omisiones, lesiones y desaparición forzada.
EL MACABRO HALLAZGO
El Estado de Guerrero no es
ajeno al fenómeno de las desapariciones forzadas y a las del crimen
organizado. Tan solo en el municipio de
Iguala, antes de estos hechos, en los primeros nueve meses del año se habían localizado
unos 30 cuerpos inhumados clandestinamente en este tipo de sepulcros.
Sin embargo, el impacto que
tuvo el hallazgo de seis fosas en la colonia Pueblo Nuevo, luego de los
violentos hechos del 26 de septiembre, cuando tres normalistas que se
manifestaban fueron asesinados, otros 17 resultaron lesionados y 43
desaparecidos, fue brutal y ha despertado clamor a nivel internacional para
exigir justicia.
Cientos de estudiantes por
una parte, y autoridades municipales, estatales y federales por otra, ya
realizaban tareas de búsqueda cuando el sábado 4 de octubre se descubrieron las
tumbas anónimas. Entonces la Procuraduría General de la República anunció que
ejercería la facultad que la Ley le confiere para atraer la investigación del
caso, por lo que envió a peritos forenses de la dependencia y a expertos
argentinos en este tipo de enterramientos.
A pesar de que ese mismo día,
Tomás Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), informó
que se contaría con los resultados de los peritajes a la brevedad y que días
después el procurador general de la nación, Jesús Murillo Karam, se trasladara
hasta Guerrero para encabezar las pesquisas, aún no se tiene certeza de la
identidad de las víctimas, ni de los móviles de la masacre. Podrían tardar
entre 15 días y dos meses.
Fue el procurador estatal,
Iñaky Blanco, quien en una rueda de prensa confirmó que policías municipales
participaron en el homicidio de los normalistas de Ayotzinapa. El hoy prófugo
director policial, Francisco Salgado, ordenó la detención y un sujeto apodado
“El Chucky”, jefe de plaza del grupo criminal “Guerreros Unidos”, dispuso su
ejecución. De los 28 cadáveres localizados en las fosas, algunos están
fragmentados y otros incinerados.
Durante las investigaciones
no solo se mantiene a 26 policías locales y cuatro presuntos sicarios de la
organización delictiva dentro del penal estatal de Acapulco, sino que fueron
aseguradas 15 patrullas y 228 armas de fuego de la comandancia de Iguala. Esta
situación motivó la presencia inicial del Ejército en los patrullajes y el
posterior arribo de la Gendarmería Nacional, que se hace cargo de la seguridad
en la región.
CONMOCIÓN INTERNACIONAL
Con más energía que los
pronunciamientos realizados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH), llegaron a México noticias de las reacciones de organismos y gobiernos
de otras latitudes del mundo, exigiendo se aclaren los hechos de Ayotzinapa y
se haga justicia.
Antes de que se conociera del
descubrimiento de fosas con cadáveres, la ONU condenó de forma enérgica las agresiones
y desaparición de los 43 normalistas, calificando los sucesos como “uno de los
más terribles de los tiempos recientes”, e hizo un llamado humanitario a
quienes tuvieran en su poder a los estudiantes para que los liberaran
inmediatamente o informaran de su paradero.
Conocido el hallazgo de los
cuerpos de quienes podrían ser los desaparecidos, Amnistía Internacional exigió
a las autoridades mexicanas una investigación completa y profunda sobre la
tragedia, así como continuar con la búsqueda de los jóvenes, independientemente
de las pesquisas sobre las fosas clandestinas de Iguala.
Por su parte, Human Rights
Watch (HRW) urgió al gobierno de México no demorar en el proceso de
identificación genética de los cadáveres localizados en Pueblo Viejo para que
establezca a la brevedad cuántos de ellos pudiesen ser los estudiantes de
Ayotzinapa. De igual manera, exhortó a las autoridades a contar con un sistema
de alerta temprana para evitar futuras tragedias como la que hoy agravia a
decenas de familias.
También el Departamento de
Estado de los Estados Unidos demandó a los gobernantes de este país no solo
aclarar el caso y deslindar responsabilidades, sino que ofrezcan una respuesta
judicial y un castigo ejemplar contra todos aquellos que resulten responsables de
la masacre, “sin importar si son civiles, policías o militares”.
En tanto, la Organización de Estados Americanos, a
través de su secretario general, José Miguel Insulza, calificó como “inhumano y
absurdo” lo sucedido en Iguala, y afirmó que la desaparición y posible matanza
de los normalistas “enluta no solo a los mexicanos, sino a todos los países de
las Américas”.
Respecto a los reclamos
internacionales, el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade,
consideró que México transparenta sus investigaciones y está comprometido a que
no haya espacio a la impunidad, por lo que el caso “será resuelto conforme a
derecho”.
LOS POLÍTICOS Y EL CRIMEN ORGANIZADO
Con el alcalde perredista de
Iguala, José Luis Abarca Velázquez, en calidad de prófugo, todas las miradas
del mundo se han enfocado sobre la persona del gobernador Ángel Aguirre Rivero,
como el político y autoridad que debe responder por la desaparición y matanza
de los estudiantes. Diversos sectores han solicitado su renuncia y que sea
procesado penalmente por omisión.
A través de un mensaje,
Aguirre Rivero afirmó que no solicitará licencia al cargo, pues sus críticos no
conocen la realidad de lo que sucede en Guerrero, y propuso una consulta
nacional sobre revocación de mandato, que sea organizada por el Instituto
Nacional Electoral y determine si tiene que renunciar o no. “Hemos trabajado
hasta donde ha sido posible'”, dijo el gobernador.
Días antes de este mensaje,
Ángel Aguirre tuvo que salir al paso sobre señalamientos realizados en un video
grabado a la supuesta suegra del alcalde de Iguala, en el que se evidencia que
los miembros de la familia Pineda Villa y los “Guerreros Unidos” habían
financiado su campaña para la gubernatura. El material audiovisual, donde se
aprecia a una mujer vendada del rostro, fue calificado como apócrifo por las
autoridades federales.
Por su parte, investigaciones
realizadas por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) detallan
que José Luis Abarca Velázquez estaría vinculado con grupos del crimen
organizado que operan en la Zona Norte de Guerrero y que se identifican con el
Cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
Según el informe, el alcalde
con licencia, a través de su esposa y cuñados, “sirvió a este capo de lavador y
prestanombres, pudo levantar en pocos años una fortuna considerable”.
Presuntamente Abarca sobornó al dirigente del Partido de la Revolución Democrática
(PRD) para conseguir su postulación a la presidencia municipal de Iguala.
Investigaciones de ZETA
lograron ubicar un juicio de amparo promovido por el funcionario en fuga. El
documento data de 2012, cuando José Luis Abarca presentó la demanda de
garantías 231/2012 ante el Juzgado Quinto de Distrito en el Estado de Guerrero,
con residencia en Iguala de la Independencia. El quejoso temía que ya existiera
un mandamiento de captura en su contra, pues así se desprende del acto
reclamado a la PGR y a la SEIDO, entre otras autoridades:
“Se reclama, de todas y cada
una de las autoridades señaladas como responsables, sean en calidad de
ejecutoras y ordenadoras; se reclama, la orden de presentación, ejecución de
orden de aprehensión o arraigo, dictada en mi contra que tiene en su poder,
haciéndose notar que ignoro la naturaleza jurídica más la misma es tendente a
la privación de mi libertad personal (…)”.
En un testimonio real o
falso, Abarca hacía saber al juez que ya lo buscaban, “(…) y que se pretende ejecutar
en persona por elementos que dijeron son policías federales en coordinación con
elementos de la Policía Federal en el Estado de Guerrero, quienes manifestaron
portar orden para privarme de mi libertad, no especificando, en momento alguno,
la naturaleza de la orden, menos aun identificándose o mostrarme documento
alguno que contuviere la orden que dice portar”.
El juez federal de Iguala
resolvió que no era competente para conocer del juicio de amparo, en razón de
que las autoridades señalan que tenía su residencia en Chilpancingo o en el
Distrito Federal, y el asunto fue remitido para su conocimiento ante un juez
similar de la capital guerrerense, donde se dictó el sobreseimiento del juicio
porque todas las autoridades negaron que existieran los actos reclamados por el
quejoso.
El procurador general de la
República, Jesús Murillo Karam, enfatizó que se investiga a todos los
involucrados en el asunto para esclarecer los hechos y llegar “hasta donde
tengamos que llegar”.
INDIGNACIÓN Y SOLIDARIDAD
El miércoles 8 de octubre
marcó un precedente más en la expresión del hartazgo social en México, y en más
de 80 ciudades del territorio nacional, miles de personas salieron a las calles
en solidaridad con los estudiantes de Guerrero, y cansados de la violencia que
se vive en sus comunidades, se manifestaron pacíficamente.
En los movimientos se vio por
igual a líderes sociales mezclados con políticos, amas de casa, familias
completas, indígenas, estudiantes y maestros. Las marchas transcurrieron sin
acarreados y sin incidentes, salvo la insólita agresión en la Ciudad de México
al fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, por pertenecer al mismo
partido que el del prófugo alcalde con licencia de Iguala. El hecho no pasó a
mayores.
El rector general de la
Universidad de Guadalajara, Izcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, participó en estos
actos de apoyo y se sumó a la condena por los brutales hechos de Guerrero: “La
solidaridad plena con los estudiantes de Ayotzinapa, tengo muchos años tratando
con ellos y la verdad no tengo sino que expresar mi reconocimiento personal a…
a su espíritu de lucha”.
Por su parte, María Guadalupe
Morfín Otero, ex comisionada para el Caso de las Muertas de Juárez y ex
presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco, expuso que las
lecciones que dejan estos hechos son que “ningún partido, en la República
Mexicana, ninguno.
De izquierda, derecha,
centro, colores que sean… blanquiazules, rojos, variopintos, verdes, amarillos,
anaranjados… ninguno debe tener jamás en adelante la desfachatez de ofrecernos
candidaturas impresentables como en este caso fue la del presidente municipal
de Iguala, hoy prófugo junto con su esposa, a quien pretendía dejar de
sucesora”.
Morfín Otero complementó: “No
queremos gubernaturas impresentables tampoco, como en este caso está siendo la
del gobernador de Guerrero y como ésta es, también, en muchos sentidos la del
gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila”.
El presidente de la
Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Alberto Galarza, destacó que la
violencia en este país alcanza todos los rincones y la seguridad de todos es
constantemente amenazada. Sobre lo ocurrido en Iguala consideró:
“Hoy, está clarísimo, son 43 estudiantes que
estaban manifestándose, movilizándose, en Guerrero. Y 43 estudiantes que fueron
secuestrados por la propia Policía Municipal y entregados a los grupos de
delincuencia organizada. De ese tamaño es el problema que se está viviendo, y
claro que no podemos dejarlo pasar, yo creo que ningún ciudadano de este país”.
Municipales intentaron sofocar la manifestación
IGUALA, “CRIMEN DE ESTADO”: PACHECO
El miércoles 8 de octubre,
las manifestaciones en protesta y solidaridad con los 43 estudiantes
normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, desde el 27 de septiembre,
reunieron en 25 estados de la República Mexicana y 14 países de América y
Europa, a cientos de miles de personas.
Con el apoyo de
organizaciones civiles y a través de las redes sociales, se declaró el día como
de “movilización nacional”, a petición de familiares y amigos de los
desaparecidos, así como de estudiantes de la Escuela Normal Fronteriza de
Ayotzinapa.
Desde Guerrero, estado donde
sucedió la desaparición y masacre de estudiantes, hasta la Ciudad de México,
Guadalajara, Monterrey, Tijuana, entre otras, miles de personas marcharon y
exigieron al Gobierno Federal resolver el caso.
En la marcha del Distrito
Federal, que inició en el Ángel de la Independencia para terminar en el Zócalo,
bajo el nombre de “Ayotzinapa, Compartimos tu Dolor”, estuvieron presentes
familiares de los normalistas que frente a la Suprema Corte de Justicia y de
Palacio Nacional, gritaron sus consignas acompañados de por lo menos 20 mil
personas, según reportes de prensa.
En la misma manifestación destacó
el trato hacia Cuauhtémoc Cárdenas, líder moral del Partido de la Revolución
Democrática, que al intentar dar su posicionamiento sobre el caso, fue agredido
con objetos y corrido a punta de empujones, escupitajos y gritos de “traidor”.
En Baja California,
ciudadanos de Mexicali y Tijuana atendieron el llamado. En la capital, menos de
cien manifestantes se concentraron en los alrededores de la Casa de Gobierno,
convocados por la organización Unidos por los Desaparecidos en Baja California.
La respuesta a la
convocatoria nacional de manifestación en Tijuana, movilizó a unas 600 personas
que se concentraron en la Glorieta Cuauhtémoc, encabezada por el Frente Único
de Lucha de Baja California.
La intención de los
manifestantes por llegar a la Garita de San Ysidro se consolidó, a pesar de los
intentos de elementos de la Secretaria de Seguridad Pública Municipal (SSPM)
por frustrar la marcha.
Estudiantes, trabajadores y
padres de familia exigían al Gobierno Federal que los alumnos de la Normal
Fronteriza al norte de Guerrero sean encontrados con vida, y que las
autoridades asuman su responsabilidad con las familias y víctimas.
“¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!…
Maestros normalistas, ¡estamos con ustedes!”, eran las consignas de apoyo.
En relación a los hechos,
Marco Antonio Pacheco, líder del Movimiento Magisterial de Resistencia, señaló
que se trata de un “crimen de Estado, un problema que dejaron crecer y que se
saliera de control”.
El dirigente de los maestros
disidentes expresó que los hechos de Guerrero son parte de un salvajismo
sangriento con mella del Gobierno Federal.
Aproximadamente a las siete
de la tarde del miércoles 8, los manifestantes se enfilaron por Avenida Paseo
de los Héroes con la intención de llegar a la Garita de San Ysidro, escoltados
por elementos de la Secretaria de Seguridad Pública Municipal.
Pero a la altura de la Plaza
Pavilion, cerca de 20 patrullas con medio centenar de elementos policiales
trataron de tapar el paso, formando una valla humana que los estudiantes
trataron de burlar caminando por carriles alternos, pero las unidades se
movilizaron para bloquear todos los accesos.
Durante el proceso de cruzar
la barrera de policías, tres oficiales intentaron someter a un joven, mientras
otros impedían grabar lo ocurrido a ZETA, golpeando la mano del reportero.
Otro intento por caminar en
dirección a la Garita Internacional de San Ysidro fue frustrado por elementos
de la SSPM, tanto oficiales activos como de la Policía Comercial, donde de
nuevo hubo jaloneos y acusaciones de ciudadanos que aseguraron haber sido
agredidos.
Posteriormente, un oficial
buscó dialogar con uno de los dirigentes de las organizaciones y con Marco
Antonio Pacheco para detener la marcha, sin embargo, los manifestantes lo
impidieron. La plática se llevó a cabo entre una comitiva de policías y
Pacheco, quien fue jalado hacia atrás de la valla humana sin que dejaran
acceder a la prensa, salvo algunos reporteros que ya se encontraban en el lugar
documentando los hechos, pero que también fueron alejados por la Policía,
evitando que pudieran grabar.
Pacheco regresó a la manifestación para informar un acuerdo
entre las autoridades que les permitieron caminar por un carril hacia la
“Línea”, para no afectar a los conductores que cruzarían la frontera.
Un cordón conformado por
aproximadamente cien oficiales, algunos con equipo antimotines, otros del grupo
de Operaciones Especiales y varios agentes
del control fronterizo, evitaban
el acceso a la garita, que fue menos accidentado.
Los manifestantes llegaron al
lugar y comenzaron los discursos. Calificaron el hecho como un logro y gritaron
consignas a favor de los estudiantes de Ayotzinapa, prendieron velas y cantaron
el Himno Nacional Mexicano.
Una de las escenas de esos
momentos fue la de un joven llorando hablándole a un policía sobre la
inseguridad que se vive en el país.
Los inconformes permanecieron
un rato en el lugar, dando por terminada la marcha a las 8:30 pm.
De acuerdo a lo informado a
ZETA, oficialmente no existe un registro de agresiones ni detenidos durante la
marcha. La SSPM no dio un número exacto
de policías y patrullas movilizadas, solamente el titular de la Policía
Comercial, Antonio Oviedo, dio a conocer que 11 vehículos y 22 de sus elementos
apoyaron en las tareas de resguardo. (Ismael Ruiz)
PEÑA NIETO, EL PRESIDENTE REBASADO POR LA VIOLENCIA
El año pasado, para estas
fechas, el tema que ocupaba las primeras planas de la prensa internacional
cuando se hablaba de México eran las reformas estructurales que Enrique Peña
Nieto y su gobierno pondrían en marcha en los próximos meses.
Incluso en febrero de 2014 la
revista norteamericana Time colocó al Presidente mexicano en su portada para la
edición Latinoamérica como el responsable de estar “Salvando a México”.
Y fue apenas el 23 de
septiembre cuando el primer mandatario fue reconocido por la Appeal of
Conscience Foundation con el Premio al Estadista Mundial.
Pero el cada vez más
confirmado fusilamiento masivo ocurrido en Tlatlaya, Estado de México, la
desaparición de 48 normalistas en Iguala, Guerrero, y la masacre de otros
normalistas, unos a balazos, otros desollados, bastaron para que esa promesa de
un mejor futuro para la vorágine empresarial de Estados Unidos y Europa se
esfumara, y en vez de pintar un país rumbo al progreso sostenido, en estos días
los principales diarios del vecino país cuestionan al gobierno peñanietista que
primero ensalzaron.
En su portada del jueves 9 de
octubre, en el diario Los Ángeles Times se leía el encabezado “Alcalde fugitivo
es un símbolo de muchos males”, seguido por un reportaje que expone al mundo lo
que muchos ya señalaban:
Enrique Peña Nieto y su
gestión enfrentan una tormenta política motivada por la ausencia de autoridad,
el lento reaccionar ante la creciente violencia en estados sumamente complejos
como Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Tamaulipas, por citas algunos; y una
negligencia a la hora de ofrecer soluciones que levantan la sospecha de
colusión con el crimen organizado.
En este sangriento contexto,
ni la captura de Héctor Beltrán Leyva “El H” o de Vicente Carrillo Fuentes “El
Viceroy” bastan para distraer a la opinión pública de los hechos cometidos por
un Estado mexicano que no solo deja morir a sus jóvenes, además, no puede
evitar el señalamiento cada vez más encolerizado de la sociedad civil de la
participación activa en sucesos como la desaparición de los estudiantes de
Iguala, que a la fecha ha arrojado cadáveres mutilados y la indignación
colectiva, incluso en otros continentes, esos mismos que en tiempos no tan
pasados, aplaudían el regreso de este PRI a la Presidencia de la República.
Pero en el ínter, el Partido
Revolucionario Institucional no es el único que está perdiendo. A pesar de la
huida del secretario de Educación, Emilio Chuayffet, la nula presencia del
procurador Jesús Murillo Karam ante la nación, un Miguel Ángel Osorio Chong que
ni siquiera puede atender el otro caos estudiantil generado por el IPN
precisamente con el trasfondo de la Reforma Energética, y un Enrique Peña Nieto
que por primera vez en su administración se dirige a los mexicanos para tratar
un tema de seguridad, la factura de Iguala también se la están cobrando al PRD.
De ahí la urgencia de los
perredistas de pedir perdón por un alcalde extraído de su militancia como el
hoy desaparecido munícipe de Iguala, José Luis Abarca, y de paso por el
gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, quien ya dejó en claro que a pesar de
los pesares, no abandonará el cargo que ocupa en un país donde nadie renuncia
por vergüenza, mucho menos si se trata de dejar atrás un cargo público o una
carrera política de dudosa procedencia.
Los cuestionamientos por
parte de medios de los Estados Unidos, de Europa y por un reducido círculo de
intelectuales, críticos y periodistas en México, se basan en el análisis de la
realidad mexicana.
Un país con más de la mitad de su población
viviendo en la pobreza, con un debilitado estado de derecho, escasas
oportunidades de desarrollo, altos niveles de corrupción, complicidad entre las
corporaciones policíacas y los criminales, particularmente los
narcotraficantes; contexto que lleva a develar una terrible realidad, el Estado
mexicano ha sido rebasado por la violencia y el terror.
Lo sucedido en Iguala, como
antes en Tlatlaya, en Michoacán, en Tamaulipas o en Veracruz, por ejemplificar
con algunos estados, es producto del crecimiento del crimen organizado y el
narcotráfico, hasta alcanzar la complicidad y colaboración de instituciones de
la fuerza pública.
El Presidente Enrique Peña
Nieto se concentró en la aprobación en el Poder Legislativo, de sus once
reformas estructurales, y en el ínter, fue rebasado por el crimen organizado y
el narcotráfico, de la mano de la corrupción en las corporaciones policíacas.
El presunto fusilamiento de
sospechosos en Tlatlaya por parte de elementos del Ejército, y la matanza y
desaparición de estudiantes normalistas en Iguala a manos de policías
municipales, son dos ejemplos de lo contaminado que está el sistema de
prevención, procuración y administración de la justicia en México.
Temas en los que Peña Nieto
no ha querido entrar de frente, ni invertirle, ni tocarlos en discurso alguno. (Gabriela
Olivares Torres/Adela Navarro Bello)
(SEMANARIO ZETA/REPORTAJEZ/ INVESTIGACIONES ZETA/ 19 DE OCTUBRE 2014)
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