Después de una calma pasajera, observada
desde que el Cártel de Sinaloa consiguió el dominio en varios municipios del
llamado Triángulo Dorado del Narcotráfico, la región se ve sumida en una nueva
ola de violencia. Pero ahora son células de la misma organización las que, en
disputa por el territorio en plena temporada de cosecha de mariguana y amapola,
ejecutan a sus rivales y mantienen sometida, inmovilizada y callada a la mayor
parte de la población de la zona.
GUACHOCHI, Chih. (Proceso).-
Hasta hace dos meses, en este y otros municipios colindantes del Triángulo
Dorado del Narcotráfico –que abarca localidades de Chihuahua, Sinaloa y
Durango– había una relativa calma: los jóvenes sicarios que defienden la plaza
para el Cártel de Sinaloa se veían tranquilos. En camionetas y equipados con
armas de uso exclusivo del Ejército y radios de comunicación, cumplían su
trabajo de resguardar la zona para impedir el ingreso de elementos del Cártel
de Juárez por si este grupo rival intentaba recuperar los terrenos perdidos.
Ante la temporada de cosecha de mariguana y amapola, esa “calma” se perdió.
Sin embargo, en esta ocasión
no fue el Cártel de Juárez el que acabó con la tranquilidad, sino Los Salgueiro
y Los Chávez Matamoros, dos células del Cártel de Sinaloa que se batieron a
balazos pretendiendo controlar los dos corredores de trasiego de la droga
cultivada en esta región hacia Estados Unidos.
La detención de Joaquín
Guzmán Loera, El Chapo, quien dirigió el Cártel de Sinaloa al lado de Ismael
Zambada El Mayo, no causó estragos en el área; las células locales, aún en
plena disputa, siguen autollamándose Los Chapitos.
En Batopilas, municipio
colindante con Guachochi por el sur, hasta hace un mes no había
confrontaciones. Después fue evidente que los ánimos se alteraron entre los
integrantes de la organización. Son cerca de cien hombres identificados como
gente de El Chapo, que trabajan para Los Salgueiro, quienes están en alerta
permanente. De ahí se desplazan hacia otros municipios como refuerzo.
Como sucede en otros
municipios de Chihuahua, en Batopilas algunos miembros de la policía municipal
auxilian al grupo delictivo. En su mayoría son jóvenes que no pasan de los 25
años y que están dispuestos a morir. Para darse valor, su consumo de drogas es
cada vez mayor.
De la sierra de Durango,
Chihuahua y Sinaloa, bajan la mariguana y la amapola que van a Estados Unidos.
Por los municipios chihuahuenses la droga cruza hacia el norte por dos rutas:
una pasa por Janos, la otra por Ojinaga.
(Fragmento del reportaje que se publica
en la revista Proceso 1981, ya en circulación)
(PROCESO / Patricia Dávila y Patricia
Mayorga/ 18 de octubre de 2014)
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