La
siguiente historia, propia del México de mediados del siglo XX, cabría
perfectamente en un cartón de Abel Quezada: Érase una vez que a un gobernador
la revolución le hizo justicia. De tiempo atrás, el mandatario era dueño de un
rancho. Cientos de hectáreas en una zona muy árida. Pero de pronto, lo que era
yermo se volvió próspero. Tanto que hasta una presa para cuatro millones de
metros cúbicos ahí se construyó. ¿Tuvo algo qué ver para tanto cambio el paso
por la política de su dueño? Pura coincidencia, qué mal pensados son ustedes.
El
único detalle es que no estamos hablando de algo ocurrido en los cincuenta o en
los sesenta del siglo XX. Y que no estamos hablando del PRI, blanco de la
ironía de Quezada. Estamos hablando de un gobernador panista. Estamos hablando
de que en julio de 2011, con apenas 22 meses en la gubernatura de Sonora, la
vida le sonrió a Guillermo Padrés Elías. En esa fecha, la Conagua (de un
gobierno federal panista también, faltaba más) otorgó permisos a su hijo y a su
sobrino para explotar 6 pozos de agua en un rancho del que son codueños los
Padrés, incluido el mandatario estatal. ¿Que qué tiene de malo? Casi nada: que
justo al lado del rancho, allá en Arizpe, Sonora, a los pobladores las
autoridades no les permiten hacer pozos para sacar agua para subsistir. Para el
señor gobernador, lo que pida. Para los campesinos, puras negativas.
La
historia no acaba ahí. Según ha revelado Fátima Monterrosa en Punto de partida,
el programa de Denise Maerker en televisión, en el rancho del gobernador Padrés
ahora no tienen qué preocuparse por si llueve o si hay sequía. Ellos ya tienen
su presa particular. Y no una cualquiera, una que no aparecía en Google Earth
en 2011, una que tiene capacidad para 4 millones de metros cúbicos y es bien
visible desde el aire. La presa acapara el agua que deja sin nada a los casi
300 pobladores de Bacanuchi.
La
Conagua, de ahora, no ha encontrado en su archivo permiso alguno para construir
esa presa, cuya cortina es de 120 metros de longitud y 80 de altura. La Semarnat
tampoco sabía nada del uso particular que el gobernador y su familia hacen del
río para su rancho, llamado El Pozo Nuevo, que pasó de ser un “rancho caído”,
como lo describió una pobladora de aquel sitio, a uno con 300 hectáreas
sembradas de nogal, sistema de riego sofisticado y electrificación.
Todo
lo anterior debería ser un escándalo nacional. Uno de esos que no le gustan a
Gustavo Madero, quien el sábado se quejó de la cobertura que hace la prensa
sobre la manera en que se conducen los barones blanquiazules.
A
Madero le debería escandalizar la ligereza e indolencia con que Padrés
responde, en el reportaje que puede ser visto aquí
(http://noticieros.televisa.com/programas-punto-de-partida/), a la reportera
Monterrosa. El gobernador dice, por ejemplo, que en su rancho resuelven el tema
del agua “batallando”. Sí, es fácil imaginar las fatigas que pasaron para
construir tamaña presa.
Si
Quezada viviera, su galería de personajes impresentables se habría enriquecido
con los panistas de hoy. Quezada murió en 1991, no le dio tiempo de ver que
encima de no aceptar en lo que se ha convertido su partido, el líder nacional
panista prefiere culpar al mensajero.
A
Madero deberían preocuparle panistas como Padrés, que nunca procuró justicia
para los niños de la guardería ABC, no la prensa.
(DOSSIER
POLITICO/ Salvador Camarena / El Financiero/ 2014-09-08)
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