Tras
dos años en la silla presidencial, Enrique Peña Nieto asegura gobernar un país
que “ya no es el de antes”, con menos pobres, más empleo y más seguro,
contrario a los números duros. Presume sus reformas, incluyendo la hacendaria
que aumentó los impuestos: -dijo- fue para depender menos del petróleo. La
violencia, peor. Que se quiera manipular a la prensa es otra cosa, advierte
investigadora
Cuando
Enrique Peña Nieto se refirió a la delincuencia y violencia en su mensaje con
motivo del Segundo Informe de Gobierno, lo hizo en tiempo pasado. Habló de un
“México en Paz”.
El
Presidente de la República aseguró inmediatamente después que luego de
implementar su “política en Seguridad Pública”, la violencia quedó en el
pasado: “Este cambio cualitativo le ha dado nueva vida a colonias y barrios que
estaban amenazados por la delincuencia”.
“Y
todavía más importante”, afirmó el mandatario: sus políticas “le han devuelto
la esperanza a jóvenes que se encontraban cercados por la violencia”. En
resumen, Peña presume un país “más seguro” en su informe.
A
días de estas palabras, ZETA documentó lo que el mismo gobierno guarda en sus
estadísticas: que en la administración del priista han ocurrido al menos 57 mil
899 asesinatos dolosos. Esto muertos serían más la mitad de la población de
Tecate en menos de 20 meses de administración.
En
todos los rubros de gobierno, Peña Nieto enumeró cualidades positivas de su
gobierno, pero muchas de ellas para el futuro. Por ejemplo, los supuestos
beneficios que vendrán de la Reforma Energética: “Este cambio significará un
antes y un después para nuestra nación”.
Desde
el patio central de Palacio Nacional, el martes 2 de septiembre, Peña discursó
durante una hora y media sobre el “estado que guarda la nación”. Sentados a la
diestra, su gabinete; a su izquierda, los gobernadores del país igualmente
aplaudidores (Incluyendo al de Baja California, Francisco Vega de Lamadrid).
Peña
se refirió al país como un “México en Paz”, un México incluyente, con educación
de calidad, un México próspero y con responsabilidad global, los cinco ejes de
su gobierno que juró cumplir. Ante eso, muchos observadores ven no más que
maquillaje presidencial.
Anabel
Hernández García, periodista y analista en México, resume: “Cuando al gobierno
le interesa utilizar las cifras a la baja, las utiliza y, cuando están a la
alza, también lo presumen como un logro. No es una congruencia, es una absoluta
manipulación de la información para tratar de ocultar que México sigue
incendiado, que México sigue estando en manos de criminales”.
SEGURIDAD: LA PRIMERA JACTANCIA
Antes
que otra cosa, en su mensaje, Peña agradeció “con respeto, particularmente al
señor presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; al señor
presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores”, Miguel Ángel Barbosa
y Silvano Aureoles, respectivamente, y ambos legisladores por el PRD”.
Pero
inmediatamente después de presumir sus francos de “izquierda” y a todos quienes
apoyaron el Pacto por México, se refirió al “México en Paz”, gracias al
Programa Nacional para la Prevención de la Violencia y la delincuencia, que
opera en 73 zonas “donde se concreta el 59 por ciento de los delitos del fuero
común”.
Entre
otras acciones que han devuelto la
“esperanza” a los jóvenes -según Enrique Peña Nieto-, enlistó la Reforma
Política que convierte a la Procuraduría General de la República en un órgano
autónomo: la Fiscalía General de la República y la creación de la Gendarmería
de la Policía Federal.
“Igualmente
se ha impulsado el Mando Único Policial”, refirió el Presidente, además de
dotar de “tecnologías y sistemas de análisis y procesamiento” en el Gabinete de
Seguridad.
Con
estos “esfuerzos”, remató, la violencia se está reduciendo, “los mexicanos
viven con mejores condiciones de seguridad, confianza y tranquilidad”.
Por
ejemplo, sin mencionar el número de homicidios, se han disminuido en un 12.5
por ciento en comparación a 2012, según el INEGI. Y según las procuradurías
estatales –sostuvo-, en los primeros siete meses de 2014, se registraron 27.8%
menos homicidios en comparación del año pasado.
Además,
el Ejecutivo aseguró que el robo a casa habitación ha disminuido en un 13%;
robo en carreteras, 53%; secuestro, 7%; así como un 20% menos en extorsión.
“PEOR QUE NUNCA”
Ante
las frases elaboradas y triunfalistas, la escritora Anabel Hernández
contradice: “Es una absoluta manipulación de la información para tratar de
ocultar que México sigue incendiado, que México sigue estando en manos de
criminales, porque esta información no conviene en el clima de reformas y del
nuevo México que quiere pintar Enrique Peña Nieto”.
En
su Segundo Informe, el mandatario ni siquiera tocó dos temas que han marcado
los últimos meses de su gestión: la detención de Joaquín Guzmán Loera “El
Chapo” y la situación en Michoacán, donde varios políticos (incluido el hijo
del ex gobernador) han sido exhibidos en reuniones con presuntos integrantes
del Cártel de Los Caballeros Templarios.
Para
Hernández, “estos temas que va borrando el gobierno de Enrique Peña Nieto del
informe, denotan más cosas de las que aparentemente se ven. Simplemente quería
eliminar el problema, ya no es nuestro problema, ya ni siquiera existe el tema,
me parece muy preocupante porque no podemos borrar de un informe la existencia
del narcotráfico”.
En
Michoacán, Hernández analiza lo mismo a partir del silencio del gobierno:
“Evidentemente Peña Nieto no tenía nada que explicar de manera decorosa, ni
decir ‘me equivoqué’. Una cosa es la realidad, el país de verdad, y otra cosa
es que el país que Peña Nieto nos quiere hacer ver, que él ni siquiera ve”.
La
investigadora, quien ha estado en las últimas semanas en Michoacán, asegura que
ahí la violencia no ha cesado, al contrario, ha documentado “una violencia
mucho peor que antes… ahora que hay una ‘estrategia’ y un Comisionado, un
representante directo del Presidente, hoy las cosas están peor que nunca”.
PEÑA NIETO Y “EL CHAPO”
Sobre
la omisión de la detención de “El Chapo” Guzmán y la lucha contra los cárteles
de la droga, Anabel Hernández explica: “Esta omisión tiene que ver con la
situación actual entre el gobierno y el propio Cártel de Sinaloa, mas me queda
claro que el gobierno, aunque en su momento presumió y alardeó sobre esta
captura de ‘El Chapo’ Guzmán, hoy no quisiere más problemas con el Cártel de
Sinaloa”.
“Una
prueba muy palpable -prosigue la escritora- es que a mediados de junio de 2014,
‘El Chapo’, quien se supone está recluido en la cárcel de máxima seguridad,
quien se supone que está en el área de tratamientos especiales, totalmente
aislado, pudo organizar a más de mil presos
junto con ‘La Barbie’ (el narcotraficante Édgar Valdez Villarreal), en
una huelga de hambre masiva en el penal.
“Si
tú puedes organizar a más de las dos terceras partes del penal para una huelga
de hambre, los puedes convencer de cualquier cosa. Estamos hablando que este narcotraficante
que se supone está ‘neutralizado’ en la cárcel, pudo organizar a más de las dos
terceras partes del penal”.
En
conclusión, Hernández considera que el Presidente no alcanza a la realidad,
donde “la paz y la violencia sigue estando en manos y en la decisión de los
cárteles de la droga, no del gobierno de México, que les está permitiendo hacer
lo que quieran”.
LAS REFORMAS, BUENAS PARA EL DESPUÉS
De
principio a fin en su discurso, Enrique Peña Nieto enarboló las once “grandes
reformas” impulsadas desde su poder: algunas de ellas para promover la
economía, por ejemplo, la laboral, financiera, hacendaria, de
telecomunicaciones y energética.
Mencionó,
pues, un país que se ha transformado, cifras aventuradas, números sin
comparación pero en dirección positiva, millones de pesos invertidos en
educación e infraestructura.
En
la Reforma Hacendaria, donde se aumentaron las tasas de impuestos, el
Presidente de la República admitió que una de las intenciones fue “que el
Estado mexicano tenga mayor capacidad financiera para cumplir sus obligaciones
sociales, y que las finanzas públicas dependan menos de los ingresos
petroleros”.
Es
decir, que los aumentos de impuestos
compensarán el boquete financiero que dejará la apertura al capital privado y
extranjero en el sector energético.
En
contraste con el aumento de impuestos -los cuales se comprometía a no volverlos
a incrementar-, su gobierno “ha contenido el gasto de operación del Gobierno
Federal; es decir, el gasto de la burocracia, con un aumento real de solo 1.8
por ciento”.
Sin
embargo, Peña no mencionó que para al gasto corriente se destinan más de 2
billones 344 mil 335 millones de pesos, y ese 1.8% representa un aumento de
aproximadamente 23 mil millones de pesos más para mantener su “burocracia”.
En
cuanto a la Reforma Educativa, aseguró, ya “transformó la educación en México”,
pues “facilita y acelera la
profesionalización de los maestros”, dándoles, dijo, mejores condiciones de
trabajo. “Es una reforma en la labor de los maestros”. Ese mismo día, en Baja
California y en todo el país, se convocó a marchas de maestros en contra de las
políticas del Gobierno de la República.
Sin
mencionar metas ni números de la Reforma Energética, la presumió como “un antes
y un después” en el país, y advirtió que ya se contemplaron las zonas que se
licitarán para que inversionistas privados exploten petróleo y energéticos.
Pobre…
menos pobres, dijo
En
su discurso del 2 de septiembre, el Presidente habló sobre un México incluyente
en el que se ha combatido la pobreza. Específicamente con la Cruzada Nacional
contra el Hambre, que según ha beneficiados a mil 12 municipios y 3.1 millones
de personas.
“Gracias
a sus acciones, 3.1 millones de mexicanos ya se alimentan mejor, también
reciben apoyos para mejorar su vivienda, o incluso para establecer su propio
huerto familiar” presumió.
Enlistó
también, la Tarjeta sin Hambre, las tiendas Diconsa y Liconsa, y el programa
Oportunidades, el cual -afirmó- a pesar de tener “17 años de vida, han sido
reconocidos internacionalmente, pero sus limitaciones son cada día más
evidentes”.
Por
ello, anunció que se invierten más de 73 mil millones de pesos en
Oportunidades, el cual será trasformado en Prospera.
Sin
embargo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL) ha estimado que al menos el 73% de la población vive entre la pobreza
y la pobreza extrema, comparado con seis años atrás, cuando oscilaba en el 56%.
En
todos los rubros abordados en el Segundo Informe de Gobierno de Enrique Peña
Nieto, más cifras y anuncios alegres: 7 mil 500 millones de pesos en inversión
en apoyos a 20 mil escuelas, miles de ellas de tiempo completo; 21 mil millones
de pesos en “programas que promueven la igualdad”; el Seguro de Vida para Jefas
de Familia (por cierto, que en caso de muerte entrega aproximadamente 500 pesos
mensuales a los menores para que “continúen en sus estudios”).
Más
alarde: 1.8 millones en mastografías, 60 mil tabletas electrónicas a
estudiantes, incremento en espacios en la educación media superior, incrementos
de exportaciones, carreteras y más obras; por ejemplo, la ampliación del Metro
en el DF y la creación de un nuevo aeropuerto con seis pistas. Es más, Peña
Nieto hasta se colgó una medalla de las 2 mil 281 que deportistas mexicanos han
ganado en diversas competencias.
En
cuanto a obra en Baja California, mencionó la Presa “Las Auras” en Tecate, que
inauguró en marzo de 2014, pero que inició el gobierno del ex Presidente Felipe
Calderón.
Según
Peña, así lo dijo textual: “Éste ya no es el país de antes”.
INFORME DE GOBIERNO, UN MONÓLOGO QUE
DEBERÍAMOS TRANSFORMAR EN DIÁLOGO
Francisco
Rivas Rodríguez* Especial para ZETA
La
mañana de la presentación del Segundo
Informe de Gobierno, escuché un par de comentarios que referían a este
evento como un gran ejercicio de rendición de cuentas, haciendo hincapié en la importancia de que la
autoridad federal explicara a los ciudadanos las acciones que ha llevado a
cabo; lo que me llevó a reflexionar, ¿qué es realmente la rendición de cuentas?
Rendir
cuentas significa explicar detalladamente cómo y para qué se hicieron tales o
cuales acciones. Una autoridad rinde cuentas cuando explica qué decisiones
tomó, cuándo y cómo las tomó, para qué las tomó, cómo impactan esas decisiones
en el proyecto de gobierno; con qué indicadores se midieron los resultados y
cuándo se verán cristalizados los objetivos que se propusieron.
La
rendición de cuentas se logra a través de la transparencia y acceso a la
información, estos dos conceptos son
diferentes y complementarios. Es por ello que describir información, publicar
en qué y cuánto gastó el Estado por sí mismo, no es un ejercicio de rendición
de cuentas.
El
Informe de Gobierno tal como se lleva a cabo, no es rendición de cuentas, sino
un largo comercial de comunicación social que describe las acciones
gubernamentales llevadas a cabo.
En
el esquema actual, la autoridad federal no dialoga, no explica, simplemente
presenta un recuento superficial de la numeralia del Estado en materia de
kilómetros de carreteras construidos, de personas atendidas por programas
sociales, egresos anuales y un largo etcétera gastado; que no responden los
cuestionamientos de la opinión pública y del público en general.
El
formato actual carece de espacio para
cuestionamientos o preguntas de los ciudadanos sobre la problemática nacional o
del alcance de las acciones de gobierno.
Tomemos
como ejemplo el tema de seguridad. La narrativa que la autoridad federal ha
construido en esta materia da cuenta de porcentajes de disminución de la
incidencia delictiva y del fortalecimiento del estado de derecho. Se presumen
con tono triunfalista porcentajes de disminuciones de homicidios, robos,
secuestros y extorsión, tomando como sustento la información del Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y dejando a un
lado dos aspectos fundamentales: por una parte, las organizaciones civiles y
expertos en esta materia hemos manifestado las debilidades de las bases del
SESNSP; y por otra, en ningún momento se habló del alarmante nivel que persiste
de incidencia delictiva.
Las
bases de datos del SESNSP se construye con el número de denuncias,
averiguaciones previas o carpetas de investigación de cada una de las
procuradurías de Justicia de los estados, y se registran y publican según
ciertos lineamientos nacionales emitidos desde 2011.
La debilidad de estas bases se debe a
profundas asimetrías en la manera en que las procuradurías clasifican,
registran y publican la información de los delitos; en las graves deficiencias
locales en la captura, el equipamiento y la capacitación de los encargados de
los procesos, y en la necesidad de nuevos lineamientos con miras a enfrentar
los retos del Nuevo Sistema de Justicia Penal.
Estas
cifras de incidencia delictiva solo se refieren a las averiguaciones previas
del fuero común y dejan de lado tanto las averiguaciones previas federales
concentradas por la PGR y a los registros policiales. Son, por lo tanto, una
imagen parcial del comportamiento de la incidencia delictiva.
Bajo
este esquema es imposible afirmar de manera contundente que la comisión de delitos está disminuyendo.
El
2013 concluyó como el peor año de la historia de México en cuanto a denuncias
de secuestro, en el fuero común se registraron mil 698, y en el fuero federal, mil 167. El Ejecutivo
federal fue claro al hablar de una disminución de 7% en los casos registrados
en las procuradurías locales de este delito comparado con el año anterior, sin
explicar a qué se debió el crecimiento desmedido de su incidencia en 2013; y, a
la fecha, aún estos niveles son inaceptables. Si bien, optó por la estrategia
de instituir la Coordinación Nacional Antisecuestro para combatir este delito,
eso no ha evitado que nuestro país tenga la tasa más alta a nivel mundial en
secuestros o el último lugar en seguridad que ocupamos en la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El
Ejecutivo federal se limitó a describir la función y características
principales de la Gendarmería Nacional como 7ma. División de la Policía
Federal, que trabajará con inteligencia y se desplazará por el territorio,
donde sea necesario, para proteger los ciclos productivos.
No
dio una explicación concluyente de la relevancia de crear esta nueva división,
jamás un diálogo abierto para exponer ideas. Simplemente una descripción que
nos lleva a más dudas, ¿acaso las otras divisiones de Policía Federal no
cumplen con estos objetivos? ¿No trabajan con inteligencia, no se desplazan en
el territorio y no protegen los ciclos productivos cuando es necesario? Las
organizaciones sociales por más de un año hemos expresado dudas de la necesidad
de esta institución, del costo que significa para la nación, y si esta
inversión debería fortalecer los cuerpos federales o al eslabón más débil de la
cadena de seguridad: las policías municipales. En el aire, estas preguntas, y
la duda de si esta división era la mejor inversión.
En
este ejercicio de “rendición de cuentas” olvidaron hacer mención a los casos de
Michoacán y Tamaulipas, donde se precisó de la intervención federal para
restablecer orden por la falta de capacidad de la autoridad local. En numerosas
ocasiones diversas organizaciones civiles hemos manifestado la necesidad de que
el Ejecutivo federal explique a detalle los planes para estas dos entidades. En
Michoacán hemos podido ver cómo la autoridad federal ha violado
sistemáticamente la ley, creando las policías rurales con personas que no
cumplen con el perfil o con los requisitos legales para ingresar a cualquier
cuerpo de policía o tomando decisiones que claramente vulneran la soberanía
local.
Por
lo que a Tamaulipas se refiere, hemos
sido testigos de cómo se mantiene
un problema de desintegración del tejido social que debería forzar la reflexión
sobre la efectividad de una estrategia basada en el aumento de la presencia
policial, en vez de un programa que busque resolver de fondo la problemática
social que ha llevado al aumento de la participación de jóvenes menores de 30
años, de escasos recursos y bajo nivel educativo, a la comisión de delitos,
especialmente el de secuestro.
Debemos
fortalecer los sistemas de transparencia y rendición de cuentas; transparencia
debe significar acceder fácilmente a información clara y sustantiva. La
rendición de cuentas debería establecer un diálogo constante y abierto, con
base en una métrica clara que permita entender la relevancia, la eficacia y la
eficiencia de las decisiones de las autoridades. Rendir cuentas debe significar
poder identificar y reconocer el buen desempeño de nuestros servidores públicos
y las responsabilidades de quienes afectan la imagen y el patrimonio de la
nación con malas decisiones.
¿Vale
la pena continuar con este ejercicio de rendición de cuentas? ¿Valen la pena
informes de gobierno federales y estatales que se presentan como un ejercicio
cosméticamente atractivo y logísticamente cuestionable? No lo creo.
Debemos transitar hacia informes de
gobierno que sean verdaderos momentos de diálogo y rendición de cuentas, en los
que se discutan aspectos relevantes para el Estado y la sociedad.
También
es cierto que los ciudadanos hemos ido ganando espacios en la vida pública, y
en las últimas décadas hemos logrado
incidir en la toma de decisiones de la autoridad. Sin embargo, urge ir un paso
más allá para que nuestros ejercicios de observación y cuestionamiento nos
lleven a una mejora sustancial en la transparencia y rendición de cuentas. Solo
así, estableciendo un diálogo conjunto autoridades y ciudadanos, lograremos
erradicar los grandes problemas que aquejan a nuestro país.
*
El doctor Francisco Rivas Rodríguez es el Director del Observatorio Nacional
Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad; especialista en seguridad
pública. Es licenciado en Economía, en Psicología por la Universidad Autónoma
de Baja California, Maestro en Psicología y Doctor en Estudio del Desarrollo
Global por la UABC.
(SEMANARIO
ZETA/ Isaí Lara Bermúdez/ 08 de Septiembre del 2014 a las 12:00:01)
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