Una ONG enseña a esas mujeres en un barrio pobre de Kibera a
defenderse gritando o golpeando cuatro puntos clave: ojos, garganta,
rodillas y genitales.
Nairobi.- Una vez por semana, las abuelas de Kibera salen de sus chabolas
—viviendas de escasas proporciones y pobre construcción—, se
desentienden de sus nietos y dejan sus puestos de venta callejera para
aprender defensa personal, una herramienta que ha permitido reducir las
violaciones contra ese grupo de mujeres en asentamientos marginales de
Nairobi.
Llegar a ser una shosho (abuela, en el dialecto
kikuyu) en los barrios pobres de la capital keniana es difícil no solo
por la barrera que marca la esperanza de vida, que ronda los 50 años en
esa nación africana, sino porque son presa fácil para los violadores.
Estas
mujeres, por su género y edad, están en lo más bajo del escalafón
social, de modo que los grupos de jóvenes que suelen asaltarlas no temen
represalias por parte de sus familias, explicó Lee Sinclair, fundadora
de la ONG estadunidense No Means, No Worldwide (No hay medios, no en
todo el mundo).
La voz, un arma
La
principal arma con la que cuentan estas mujeres, de entre 45 y 90 años,
no es su fuerza, sino el uso de su voz en múltiples registros (calmada,
exaltada, manipuladora o enloquecida).
El chillido de una anciana
es capaz de sofocar una agresión más de 70 por ciento de las veces, y
la defensa física siempre es el último recurso, enfatizó la coordinadora
de entrenadores Mercy Atieno.
“Sauti, sauti, ¡¡¡¡sauti!!!”, grita
una instructora durante las clases hasta quedar afónica, para hacer
entender a una treintena de mujeres que ese término suajili que
significa “voz” es lo primero que deben recordar si quieren salir
airosas de un asalto.
Únicamente cuando la voz falle, la abuela
estudiará su mejor ataque contra uno de los cuatro puntos clave de la
anatomía masculina: los ojos, la garganta, las rodillas y los genitales.
Las shosho
calculan el golpe más certero en función de su altura, y tendrán la
victoria garantizada si logran “agarrar” los testículos del agresor,
“nunca el pene, porque se hace menos daño”, opinó Atieno.
En el
papel de agresoras, aunque estén ciegas o escuálidas, propinan su mejor
gancho a los sacos de boxeo que usan las instructoras.
Al hacerlo
golpean una sociedad en la que “los hombres han sido criados para ser
fuertes y dominantes sobre la mujer”, lamentó Antony Njangiru,
coordinador de Ujamaa, una organización que colabora con No Means, No
Worldwide en Kenia.
Él y Walter Amadi dirigen un programa para
educar a jóvenes en la igualdad de género que la organización desarrolla
en las escuelas, de forma paralela a los cursos para mujeres mayores.
Resultados del programa
“Las
violaciones han sido un problema en Kibera, Dandora, Korogocho... Pero
desde que empezamos (con los cursos de concienciación) los ataques han
disminuido. Los chicos han cambiado sus actitudes hacia las mujeres”,
comentó Amadi.
Las abuelas que desde 2007 han acudido a una
iglesia chabolista a recibir entrenamiento son hoy las mujeres más
temidas por los violadores de la ciudad.
“Muchas se han entrenado
año tras año y ahora son algunas de las mujeres más capacitadas de
Nairobi. Estas abuelas son las únicas mujeres que conocemos que han
reducido a cero las tasas de violaciones en un lugar concreto”, subrayó
Sinclair, cuya ONG también desarrolla programas para prevenir la
violencia en Estados Unidos y Nepal.
En un año, las posibilidades
de autodefensa de las cerca de 300 abuelas que han pasado por las clases
han mejorado en 85 por ciento, aseguró Nickson Langat, investigador de
Ujamaa.
“Han sido capaces de parar al menos un asalto tras nuestro entrenamiento”, subrayó Langat.
De
hecho, en Korogocho, la barriada donde los instructores de Ujamaa
empezaron su labor, no hay registro de violaciones de mujeres mayores en
los últimos tres años.
Muchos violadores piensan que al tener
relaciones con ellas no contraerán el virus del sida, que se estima
infecta a una de cada cinco personas (aproximadamente 200 mil) en
Kibera, un bosque de uralita y plástico que se ha convertido en el mayor
poblado chabolista de África.
La superioridad física del agresor
dejaba siempre indefensa a la víctima, hasta que la ONG estadunidense y
otras asociaciones comenzaron a impartir cursos de defensa personal en
los barrios más peligrosos de Nairobi (Kibera, Mukuru, Korogocho o
Njenja) y otras zonas del país africano, como el asentamiento costero de
Lunga-Lunga.
Enfermera con ébola regresará a EU
Nancy
Writebol, una enfermera estadunidense con ébola, será trasladará el
martes en avión de Liberia a Atlanta para recibir atención médica,
después que el sábado ingresaron a uno de sus colegas en la unidad de
enfermedades infecciosas del Hospital de la Universidad Emory.
Las
autoridades de salud pública enfatizaron que la atención a Writebol y
al doctor Kent Brantly en EU no representa peligro. “La verdad es que
podemos frenar el ébola”, dijo el doctor Tom Frieden, director del
Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EU, al programa This Week de la cadena ABC.
“Sabemos
cómo controlarlo: con control de la infección en hospital y contenerlo
en el lugar de origen en Africa”, abundó el experto.
Funcionarios
en Liberia dijeron que un avión de evacuación médica transportará a
Writebol a Atlanta a primeras horas del martes. El ministro de
Información, Lewis Brown, declaró que la aeronave tiene previsto
despegar alrededor de la 1:00 de la mañana.
Brantley y Writebol
trabajaban en el mismo equipo de la misión médica que atendía a enfermos
de ébola en Liberia. El brote se ha propagado a Guinea y Sierra Leona,
con mil 300 personas infectadas, de las que al menos 729 han fallecido.
(MILENIO/ EFE /
No hay comentarios:
Publicar un comentario