“Poco hicieron para detener a los delincuentes”, cuentan pobladores.
Jilotzingo.- Dos patrullas quemadas después, Lupita sigue secuestrada. Este
martes, unos 20 metros antes de la entrada al jardín de niños Celestin
Freinet, la mujer de no más de 30 años y estatura pequeña fue
secuestrada cuando iba a dejar a la más pequeña de sus hijas.
El
resto de las madres empezó a gritar y dar aviso a los policías
municipales, todos cuentan que poco hicieron para detener a los
delincuentes, pues en lugar de perseguirlos en carro, decidieron hacerlo
a pie.
La gente se puso frenética, gritos, rumores, el secuestro
de dos niñas, de una, la madre. Pocos sabían bien lo que ocurría. Entre
el caos, lo único cierto para la gente es que los policías no habían
hecho nada para evitar un delito. Por ello, quemaron dos patrullas,
bloquearon el paso y retuvieron a siete agentes por más de seis horas,
hasta que permitieron que los trasladaran al Ministerio Público para
deslindar responsabilidades.
Veinticuatro horas después, al pie de
la carretera Naucalpan-Ixtlahuaca, en el Estado de México, quedaron dos
patrullas quemadas, estragos de la molestia de la gente en San Luis
Ayucan por lo ocurrido un día antes.
Con una cartulina
fluorescente en las manos y parados a un costado de los autos quemados
sobre la carretera estaba la familia de Lupita, piden una ayuda
económica, la que sea, todo suma al momento de hacer cuentas para
intentar juntar el medio millón de pesos que le piden por el rescate.
Ahora
prefieren ser discretos, luego de lo ocurrido, los secuestradores se
pusieron en contacto con ellos para exigirles que “le bajaran”, porque
la vida de Lupita estaba en riesgo. Fue la última llamada.
Mientras
esperan que se vuelvan a poner en contacto con ellos, la familia
intenta juntar el dinero, pero saben que en cuanto reciban una llamada
de los plagiarios tendrán que pedir una prueba de vida, pues ahora,
aunque lo desean, no saben si Lupita vive.
Algunos se acercan a la
familia para decirles que así poco van a conseguir, que mejor se toquen
las campanas del pueblo para pedir la ayuda, pero ellos no hacen caso y
siguen pidiendo, incluso, los dejan subirse al transporte público para
que los pasajeros cooperen.
La gente trata de hacer su vida
normal, hay quienes pasan por entre los carros quemados y ni se inmutan,
otros se quedan viéndolos y se ponen a cuchichear lo ocurrido, los
autos también los intentan esquivar, porque están justo en la esquina de
la calle principal, la que da a la iglesia.
Entre los cerros del
municipio de Jilotzingo, Estado de México, San Luis Ayucan no tiene más
de 3 mil 200 habitantes y aunque parece una localidad tranquila, los
pobladores opinan lo contrario, aseguran que la inseguridad ha
incrementado en el último año.
En entrevista casi nadie quiere
decir nada, tienen miedo a alguna represalia, porque son un pueblo chico
y todos se conocen. El miedo hizo que de los 250 menores que asisten al
jardín de niños Celestin Freinet, solo llegaran 50.
A 15 minutos
de San Luis Ayucan, sobre la carretera, está la cabecera de Jilotzingo y
aunque se buscó al presidente municipal, no se logró hablar con él,
según el personal de las oficinas, se encontraba en el MP viendo la
situación de los policías detenidos.
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