Agueda Barojas Ontiveros
Si
dos muertes cimbraron al alcalde de Guaymas Otto Claussen Iberri,
fueron las del indigente José Sánchez Carrasco y María Jesús Llamas
Coronado “La China”.
Esas dos muertes causaron entre el presidente municipal de Guaymas una gran indignación.
No se midió en ocultar su rabia, su solidaridad, su fuerza para pedir justicia, justicia, justicia.
Muchas horas de su tiempo el alcalde Otto Claussen las dedicó a que estas muertes no quedaran impunes.
Claro,
se trataba de muertes que salpicaban políticamente al gobierno del
Estado, con quien mantiene, desde que era diputado local, un
enfrentamiento a muerte.
Hay
que recordar que Otto Claussen fue perseguido en campaña por el Estado
dentro de una averiguación que sigue vigente y abierta en la Contraloría
General del Estado por presuntos malos manejos cuando fue director del
ISSSTTESON.
La
China y el Indigente se convirtieron para el presidente municipal la
mejor arma para golpear al gobierno del Estado. Lo consiguió. Su
objetivo se logró.
Sin
embargo, hay dos muertes que en las últimas semanas han conmocionado a
la gente de Guaymas y por las cuales el alcalde Otto Claussen no se ha
desgarrado las vestiduras de la misma manera como lo hizo con las
personas antes mencionadas.
Me
refiero a la muerte de Paola Villavicencio y una bebé que no alcanzó a
nacer por negligencia médica, la misma negligencia que mató al
indigente José Sánchez Carrasco.
Para
el alcalde Otto Claussen por lo visto, hay de muertes a muertes y no es
lo mismo que muera alguien en el IMSS a que muera en el Hospital
General de Guaymas, cuya rectoría pertenece al Estado.
No
es lo mismo que muera en las celdas de arraigo de la PEI una mujer
que se prestó para poner un “cuatro” a Omar Núñez Caravantes, entonces
dirigente del PAN y crítico de presidente municipal, a que muera una
joven madre atropellada por una menor de edad integrante de una familia
muy conocida por él, la familia Astiazarán.
La
muerte de Paola Villavicencio, quien murió atropellada en San Carlos
por una menor de edad que conducía a exceso e velocidad, generó en la
sociedad guaymense mucho dolor, pero sobre todo indignación por la
protección que la policía municipal de Guaymas y la Policía Estatal
Investigadora, le dieron.
Esa
vida que se perdió no mereció el llanto, la indignación y la rabia del
aparato de gobierno municipal. No mereció tampoco ni un solo carrusel en
las radios locales.
Por
la muerte de La China, Otto Claussen fue hasta la Ciudad de México a
denunciar el caso ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Todos
fuimos testigos de cuánto le lloró a La China, de cuánto lamentó su
muerte y cuántas veces pidió justicia para esos niños que dejó
huérfanos.
Me quedé esperando que hiciera lo mismo cuando Paola Villavicencio murió.
Pero
no solo la muerte de María Jesús Llamas Coronado le dolió al presidente
municipal de Guaymas, también le dolió que muriera José Sánchez
Carrasco, el indigente que estuvo en el congelador más de dos meses sin
que nadie se acordara de él, luego de haber cumplido el objetivo de
golpear, políticamente hablando, al Gobierno Estatal.
Con razón o sin razón, pero ambas muertes fueron utilizadas de una manera ruin para cobrar venganza política.
Si no fuera así ¿Por qué entonces no ha llorado otras muertes?
Hace
dos semanas, la madre de una menor de 15 años embarazada, denunció la
muerte de su nieta por una negligencia médica en el IMSS.
En
el IMSS simplemente no la atendieron a tiempo y la bebé murió. No
conforme con eso, su cuerpecito fue arrojado al depósito de desperdicios
orgánicos.
¿Qué
diferencia hay entre la muerte de esta bebé que no alcanzó a nacer y la
muerte de José Sánchez Carrasco? Una muy sencilla, el lugar donde
ocurrieron los hechos.
Si José Sánchez Carrasco hubiese muerto en las puertas del IMSS nadie le hubiera llorado, ni el alcalde, ni su gente.
Definitivamente hay de muertes a muertes, hay de hospitales a hospitales y hay de políticos a políticos.
Mañana
el restaurante Pancho Villa de San Carlos, lugar donde trabajaba Paola
donará todo el consumo y propina a la hija de la occisa. Si usted quiere
apoyar la causa, solo tiene que ir a consumir al restaurante. Es un
buen gesto.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Agueda Barojas Ontiveros /Domingo, 30 de Marzo de 2014 20:28)
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