Enfermeras y sindicalizados despedidos, campesinos golpeados y aprehendidos
Casi desde que empezó y todavía con los equipos del “gobierno del cambio” que tanto cacareó en campaña, el mandato de Mario López Valdez se ha caracterizado por la represión contra todo tipo de disidencia. Enfermeras cesadas, comuneros detenidos, campesinos encarcelados y trabajadores sindicalizados despedidos, conforman esta lista del garrote ejercido por la administración estatal.
Sus llamados al diálogo, a respetar la ley, a resolver los problemas por la vía del entendimiento y la comunicación, fueron palabras. Comuneros de la Picachos fueron detenidos en dos actos de protesta, las enfermeras del Hospital de la Mujer fueron cesadas por manifestarse públicamente y exigir prestaciones, y lo mismo pasó con artistas y maestros del Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC).
Para ellos, los afectados, esto ha sido reflejo de la intolerancia de un gobierno que dijo ser alternativa frente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) —al que derrotaron en las urnas—, e instaurar una administración democrática, plural y ciudadana.
Venganza
Para Javier Basurto Cadena, maestro de danza y fundador de la Escuela Superior de Danza Contemporánea, el despido de 11 catedráticos y artistas del Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC) fue un acto de venganza por criticar a las autoridades de esta dependencia, realizar actos públicos de protesta y conformar un sindicato para defenderse y exigir las prestaciones mínimas de ley a las que tienen derecho.
Basurto es secretario de Organización del Sindicato Único de Artistas, Docentes y Trabajadores del Instituto Sinaloense de Cultura (SUADTISIC) y hasta el 17 de febrero era parte del personal de esa dependencia. Fue cesado y ahora está luchando por su reinstalación.
“No hubo indemnización, ni acta, ni carta de renuncia. Es un despido ilegal, porque no hay documento que lo acredite, nada. Todos los destituidos éramos del sindicato, tres de ellos de la mesa directiva y todos fueron muy críticos de esta administración, pero nunca dejaron de trabajar”, expresó.
—¿Pero hubo faltas administrativas, problemas por un desempeño deficiente, se acumularon las faltas a laborar?
—Nada de eso. Nada, absolutamente. En realidad el discurso de la famosa reingeniería para ahorrar costos fue un pretexto, pero lo que hicieron fue golpear al sindicato. Así lo ideó María Luisa Miranda, la anterior directora, y sus jefes de área, entre ellos Aldo Rodríguez, Carlos Morales y Gordon Campbell.
Señaló que pudieron ahorrarse dinero de otras áreas, pero el objetivo era dañar al sindicato y ahora están llevando a cabo una campaña para quitarle integrantes a través del pánico. Varios de sus miembros, de los 148 que integran el sindicato, se han retirado por temor a represalias.
Basurto tenía seis años trabajando en el ISIC. Primero se lo dijeron por teléfono, igual que a cinco empleados. Los citaron con Porfirio Herrera, titular del área jurídica y éste se negó a entregarles documento que acreditara que estaban fuera del servicio público.
En la lista estaban Rodolfo Pérez, Daniel Camero, Gabriela Franco, Georgina Gutiérrez. A ellos, junto con Basurto, les dijeron que estaban despedidos “por órdenes superiores”, ese 17 de febrero. En la lista de cesados también están Diego Rojas, Eduardo González y Roxana Iliuta, músicos de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSLA).
Nada más Basurto tenía 40 alumnos en la escuela de danza. Otros maestros de danza los suplieron porque tenían que “salvar” el semestre, pero en otros casos entraron docentes improvisados que solo cumplen con pararse frente al grupo y llenar las horas de clases.
El 18 de febrero acudieron a manifestarse públicamente a la Unidad Administrativa y fueron recibidos por Raúl Pérez Miranda, director de Gobierno, y Francisco Frías Castro, secretario de Educación Pública y Cultura (SEPyC). “No podemos hacer nada”, fue la respuesta.
Dos veces despedido
Javier Basurto ya había sido despedido. Apenas empezaba esta administración, en el 2011, cuando fue destituido. Las protestas de otros empleados y de los alumnos hicieron que los directivos del ISIC recularan, pero le pusieron una condición: de 17 mil pesos que ganaba al mes, debía aceptar un salario de 15 mil. Y aceptó.
Tiene alrededor de 30 años en la danza, es sicólogo y obtuvo ya un reconocimiento en el concurso de coreografía. Es fundador del grupo de danza Delfos, que se mantiene activo hasta la fecha. Afirma que lo único que lo sostiene en el ambiente son los alumnos y la pasión por enseñar y por la danza misma.
“He hecho muchas cosas sin que me paguen. Lo hago por esa pasión, no importa. Y por esa misma pasión me están corriendo ahora, igual que a mis compañeros artistas, docentes y grandes servidores públicos”.
Otro de estos casos es el del flautista Eduardo González, ex miembro de la OSSLA: en mayo de 2012 dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, en un concierto dedicado a los niños. En el boletín oficial del INBA, dicen de este músico:
“Eduardo Alejandro González, director huésped en esta ocasión, es uno de los músicos mexicanos más distinguidos de su generación. Después de contar con una reconocida trayectoria como flautista, se ha embarcado en una prometedora carrera como director de orquesta, dentro de una nueva generación de jóvenes directores mexicanos”.
Ahora, lo que Basurto Cadena más lamenta es que estén sembrando el miedo, desmembrando el sindicato con campañas de pánico y provocando condiciones poco favorables para que el instituto cultural se consolide como formador de nuevas generaciones de pintores, músicos y danzantes.
(RIODOCE/ Javier Valdez/
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