Genaro
García Castro entró por la puerta de atrás pero se adueñó de la casa.
El 3 de enero de 2011, apenas instalándose el Gobierno del “cambio”, se
presentó, ante el azoro de muchos, como nuevo secretario ejecutivo del
Sistema Estatal de Seguridad, el máximo cargo. Lo ostentaba Herman
Leuffer, un hombre que había pasado sin mácula por la Secretaría de
Seguridad Pública de Culiacán y que había llegado al Consejo Estatal de
Seguridad Pública pasando por los filtros legales de Ley. Genaro no. De
hecho, las 72 horas que tenía la nueva administración no hubieran
siquiera bastado para el lanzamiento de la convocatoria, como lo exige
el reglamento de la Ley Estatal de Seguridad. Mario López Valdez le
había pedido que ocupara esa responsabilidad y en las prisas de quienes
saben que están cometiendo una maldad, perdieron las formas. El propio
Consejo se dijo sorprendido que hubiera llegado alguien a sustituir a
Leuffer como si la Ley no existiera.
El Consejo Estatal de Seguridad, desde su creación, fue dotado de una fuerte composición política y ciudadana, donde están representados los poderes, las fuerzas armadas, los municipios y, se supone, los organismos sociales. Pero estas cualidades fueron ignoradas por el gobernador y por el propio García Castro. Una semana después, luego de “cubrir” el requisito de formar parte de una terna, tratando de enderezar el entuerto, este “cuate” del gobernador fue ungido en el cargo.
La cercanía de Genaro García con el gobernador está documentada desde que fue su secretario de seguridad en la alcaldía de Ahome (2002-2004), donde enfrentó, hasta ese momento, el peor escándalo de la policía municipal, cuando en una operación de las policías estatales, se acusó a 32 agentes preventivos de estar protegiendo a narcomenudistas. La plaza era de los hermanos Beltrán Leyva.
Todos los agentes fueron detenidos y encarcelados, pero luego obtuvieron su libertad por falta de pruebas. Genaro fue protegido por Malova pero dejó el cargo y desapareció. Se sabría después que el escándalo fue urdido por Juan Millán Lizárraga para eliminar a Malova de sus pretensiones sucesorias, pues el alfil del gobernador era y fue Jesús Aguilar Padilla.
Genaro García volvió a ser secretario de seguridad en Ahome en el trienio de Esteban Valenzuela García (2008-2010), pero dejó el cargo antes de terminar la administración por amenazas de muerte. Eran los tiempos de la guerra entre los hermanos Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán Loera, y la zona norte, como casi toda la entidad, se había convertido en un infierno.
Mucha confianza le debe tener el gobernador pues, dos años después de esa entrada alevosa al Consejo de Seguridad, lo convirtió en secretario de Seguridad Pública, primero como encargado de despacho luego de que el anterior, Francisco Córdova Celaya, fue enviado a Mazatlán como secretario de Turismo. Pero no solo eso, Genaro, al mismo tiempo, sigue en su cargo de secretario Ejecutivo del Consejo. La única explicación a este hecho, aparentemente anómalo, pues está cobrando dos sueldos en el Gobierno, es que en otras entidades, como en Sonora, también una sola persona ocupa los dos puestos.
Así, el principal responsable de la seguridad en el estado, después del gobernador, es Genaro García Castro; de las labores preventivas contra los delitos y de aquellas relacionadas con la protección civil. Así que, en la asignatura que se le ponga, sale reprobado. Ahí siguen todavía las secuelas del huracán Manuel, un fenómeno que arrasó no solo con casas y patrimonios, sino con la imagen de los gobiernos —de todos los niveles— debido a su ineptitud en materia de protección civil.
Ciertamente el delito de más impacto en Sinaloa, el homicidio doloso, ha venido a la baja en los tres años más recientes, pero esto no significa que sea causa de las labores de inteligencia y prevención del Gobierno, sino de la dinámica misma de la guerra entre los cárteles de la droga y en sus propios ajustes de cuentas, donde los gobiernos locales prefieren no meterse; ahí está la estadística sobre crímenes resueltos que no miente.
Genaro García llegó a los cargos que ostenta como un “cuate” privilegiado del gobernador, no por sus méritos profesionales, que no se observan por ningún lado. Pisoteando la ley desde el primer día, sigue allí a pesar de haber reprobado el examen de control de confianza, un requisito indispensable establecido por el Sistema Nacional de Seguridad para quienes aspiran a estos cargos y que en el “Gobierno del cambio” han ignorado cínicamente. Ahí están Gerardo Vargas y el propio procurador, Marco Antonio Higuera, quienes ni siquiera acudieron nunca a realizarse el examen, quién sabe por qué.
Bola y cadena
Y SI SE QUIEREN MÁS VARAS para medir el trabajo de Genaro García, cuéntense uno por uno los delitos culposos —que tienen que ver con la falta de prevención—, con un promedio de 632 anuales; las violaciones denunciadas, siempre en incremento; los feminicidios siempre a la alza, los secuestros, cuyo número se duplicó respecto al sexenio anterior (33 en promedio anual), y el total de delitos registrados, con un promedio de 35 mil al año, por encima también de otros periodos.
Sentido contrario
MANUEL HOO RAMÍREZ, el hombre que detuvieron junto a Joaquín Guzmán Loera, en Mazatlán, declaró que el capo ya tenía tres años viviendo en Culiacán, moviéndose en las casas que la Armada de México reventó, todas conectadas con el drenaje pluvial. Quien sabe si sea mera coincidencia, pero son los mismos tres años que Malova lleva en el poder.
Humo negro
NAVACHISTE ES AHORA uno más de los signos de una política cultural desalmada.
(RIODOCE/ Columna Altares y Sótanos de/
El Consejo Estatal de Seguridad, desde su creación, fue dotado de una fuerte composición política y ciudadana, donde están representados los poderes, las fuerzas armadas, los municipios y, se supone, los organismos sociales. Pero estas cualidades fueron ignoradas por el gobernador y por el propio García Castro. Una semana después, luego de “cubrir” el requisito de formar parte de una terna, tratando de enderezar el entuerto, este “cuate” del gobernador fue ungido en el cargo.
La cercanía de Genaro García con el gobernador está documentada desde que fue su secretario de seguridad en la alcaldía de Ahome (2002-2004), donde enfrentó, hasta ese momento, el peor escándalo de la policía municipal, cuando en una operación de las policías estatales, se acusó a 32 agentes preventivos de estar protegiendo a narcomenudistas. La plaza era de los hermanos Beltrán Leyva.
Todos los agentes fueron detenidos y encarcelados, pero luego obtuvieron su libertad por falta de pruebas. Genaro fue protegido por Malova pero dejó el cargo y desapareció. Se sabría después que el escándalo fue urdido por Juan Millán Lizárraga para eliminar a Malova de sus pretensiones sucesorias, pues el alfil del gobernador era y fue Jesús Aguilar Padilla.
Genaro García volvió a ser secretario de seguridad en Ahome en el trienio de Esteban Valenzuela García (2008-2010), pero dejó el cargo antes de terminar la administración por amenazas de muerte. Eran los tiempos de la guerra entre los hermanos Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán Loera, y la zona norte, como casi toda la entidad, se había convertido en un infierno.
Mucha confianza le debe tener el gobernador pues, dos años después de esa entrada alevosa al Consejo de Seguridad, lo convirtió en secretario de Seguridad Pública, primero como encargado de despacho luego de que el anterior, Francisco Córdova Celaya, fue enviado a Mazatlán como secretario de Turismo. Pero no solo eso, Genaro, al mismo tiempo, sigue en su cargo de secretario Ejecutivo del Consejo. La única explicación a este hecho, aparentemente anómalo, pues está cobrando dos sueldos en el Gobierno, es que en otras entidades, como en Sonora, también una sola persona ocupa los dos puestos.
Así, el principal responsable de la seguridad en el estado, después del gobernador, es Genaro García Castro; de las labores preventivas contra los delitos y de aquellas relacionadas con la protección civil. Así que, en la asignatura que se le ponga, sale reprobado. Ahí siguen todavía las secuelas del huracán Manuel, un fenómeno que arrasó no solo con casas y patrimonios, sino con la imagen de los gobiernos —de todos los niveles— debido a su ineptitud en materia de protección civil.
Ciertamente el delito de más impacto en Sinaloa, el homicidio doloso, ha venido a la baja en los tres años más recientes, pero esto no significa que sea causa de las labores de inteligencia y prevención del Gobierno, sino de la dinámica misma de la guerra entre los cárteles de la droga y en sus propios ajustes de cuentas, donde los gobiernos locales prefieren no meterse; ahí está la estadística sobre crímenes resueltos que no miente.
Genaro García llegó a los cargos que ostenta como un “cuate” privilegiado del gobernador, no por sus méritos profesionales, que no se observan por ningún lado. Pisoteando la ley desde el primer día, sigue allí a pesar de haber reprobado el examen de control de confianza, un requisito indispensable establecido por el Sistema Nacional de Seguridad para quienes aspiran a estos cargos y que en el “Gobierno del cambio” han ignorado cínicamente. Ahí están Gerardo Vargas y el propio procurador, Marco Antonio Higuera, quienes ni siquiera acudieron nunca a realizarse el examen, quién sabe por qué.
Bola y cadena
Y SI SE QUIEREN MÁS VARAS para medir el trabajo de Genaro García, cuéntense uno por uno los delitos culposos —que tienen que ver con la falta de prevención—, con un promedio de 632 anuales; las violaciones denunciadas, siempre en incremento; los feminicidios siempre a la alza, los secuestros, cuyo número se duplicó respecto al sexenio anterior (33 en promedio anual), y el total de delitos registrados, con un promedio de 35 mil al año, por encima también de otros periodos.
Sentido contrario
MANUEL HOO RAMÍREZ, el hombre que detuvieron junto a Joaquín Guzmán Loera, en Mazatlán, declaró que el capo ya tenía tres años viviendo en Culiacán, moviéndose en las casas que la Armada de México reventó, todas conectadas con el drenaje pluvial. Quien sabe si sea mera coincidencia, pero son los mismos tres años que Malova lleva en el poder.
Humo negro
NAVACHISTE ES AHORA uno más de los signos de una política cultural desalmada.
(RIODOCE/ Columna Altares y Sótanos de/
No hay comentarios:
Publicar un comentario