"Vete
tranquila que yo me hago cargo de ellos", prometió la hermana menor de
Azucena, al pie de la tumba
MAZATLÁN.- Marianita,
de 6 años, lloró bajito, se tapó la cara con sus manos mientras sepultaban a su
mamá; su hermano Javiercito, de apenas 8 meses, se durmió en ese momento.
La niña entendió la
despedida, él algún día sabrá que su mamá fue la joven asesinada en la Plazuela
Machado, un martes de Carnaval.
"Vete tranquila
que yo me hago cargo de ellos, descansa, no tengas pendiente", prometió la
hermana menor de Azucena, al pie de la tumba.
Azucena Pacheco
Rohas, de 30 años, perdió la vida de dos disparos.
Ayer a las 11:30
horas su cuerpo salió de la funeraria a la parroquia La Sagrada Familia, en
Lomas de Mazatlán, ahí el padre Amador Campos la recibió.
"Hay mucha
tristeza, pero tengan fe, esa fe da esperanza. Algún día se encontrarán con
ella", les dijo a los familiares.
El dolor fue
desgarrador.
Nadie aguantó el
llanto, nadie entendía la muerte de Azucena, así tan de repente. En cambio
todos quieren justicia, respuestas, hechos.
"Ay Diosito
Santo, ayúdame con este dolor, no voy a poder, no puedo. El corazón me explota,
me duele de tanta tristeza. Malditos los que le hicieron esto a mi
muchachita", gritó doña Esperanza en el sepelio.
Azucena era ama de
casa, la madrugada del crimen estaba en la Plazuela Machado con amigas de la
infancia.
Ayer su esposo
Francisco, cargó al bebé durante el sepelio, lloró lo que pudo.
"Duraron dos
años de novios y se casaron en diciembre. Ella estaba feliz, tranquila, era
hermosa mi niña. Ya no hay nada qué hacer, lo que sí se puede hacer es castigar
al que hizo esto", reclamó doña Esperanza Rojas, de 56 años.
El sepelio de
Azucena fue más allá de la tristeza. El dolor se olía, penetraba el ánimo
colectivo.
Azucena era la
tercera de cuatro hermanos, en 2004 falleció el mayor, el varón, también a
disparos. Hoy a doña Esperanza sólo le quedan dos hijas. A su esposo también lo
perdió hace 25 años en un accidente vial.
Los hijos de Azucena
se despidieron de ella para siempre.
"La niña ha
llorado mucho. Ya habrá tiempo de explicarle a Javiercito cuando
pregunté", dijo una prima de Azucena.
JUSTICIA, NOMÁS
Antes de sepultar a
su Azucena, doña Esperanza reveló que ninguna autoridad se había acercado a
informar, tampoco para el pésame.
"Nadie (se ha
acercado) porque no les interesa, ni una llamada, ni una muestra de apoyo",
dijo casi llorando.
"Queremos lo
que todos piden: Justicia, nomás", agregó doña Esperanza.
(NOROESTE/ Sheila
Arias/ 06-03-2014)
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