La amenaza de revelar nombres de comandantes
ligados al narcomenudeo, la posibilidad de incriminar a la alcaldesa paceña
Blanca Ponce y la posible venganza que el ex suboficial de Seguridad Pública
denunció en un video, son tres líneas que las autoridades hoy investigan
Agentes responsables
de la investigación exponen que en el crimen del ex suboficial de la Dirección
de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz, Juan
Antonio Salgado Burgoin, ejecutado a tiros el mediodía del 21 de febrero en el
Fraccionamiento Misiones, son tres las hipótesis establecidas hasta hoy:
1.- Ajuste de cuentas.
2.- Crimen político.
3- Venganza.
De las tres ninguna
ha sido descartada, hasta el cierre de la edición. Dichas hipótesis fueron
formuladas a través de la recolección de datos e información en campo y
testimonios y donde en virtud de no haber detenidos, prácticamente había sido
imposible ir perfilando alguna sobre lo sucedido.
En el primer caso
–de acuerdo con investigadores de la Procuraduría General de Justicia del
Estado (PGJE)— pudo haber sobrevenido el ataque porque la víctima amenazó
públicamente con revelar el nombre de comandantes que presuntamente cobraban
dinero de las cabezas más visibles del narcomenudeo en La Paz, particularmente
de “El Pepillo”, “El Pelón” y “El Rayo”.
En este hecho “los
jefes policiacos pudieron haberse coludido con el crimen organizado y evitar
que el ex policía diera a conocer los nombres y cantidades del soborno de
manera pública, con el concebido resultado de que se abriera una investigación
federal”.
O la otra: el crimen
organizado ejecutó a Burgoin, porque desde el 2010 –y en base en expedientes—
había tenido cuando menos un ataque armado en su anterior domicilio de la calle
Cardel en la colonia El Progreso de La Paz, cuando era comandante de la
desaparecida Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo (UMAN), hoy renombrada
como Centro de Operaciones Estratégicas (COE).
La averiguación
previa 891/2010 establece que en el atentado los presuntos responsables de la
agresión fueron identificados como Simón Guillermo Hernández Peña “El Simón” y
un sujeto identificado con el apodo de “El Ramsés”.
Según el expediente,
el entonces comandante de la Uman, había recibido 70 mil pesos en efectivo, un
lote de joyas y un rifle de asalto AK-47, a cambio de proteger a los
narcomenudistas y quienes en aquel entonces operaban para el jefe de la plaza
del narcomenudeo en La Paz, Adelaido Soto Aguilar o Eduardo Salas Martínez “El
Güero Layo”.
Después del ataque
armado, el ex suboficial dejó la vivienda de El Progreso y se fue a vivir a la
colonia Diana Laura y donde radicó hasta su muerte.
En el segundo caso
el homicidio pudo venir de la siguiente manera:
1.- Del fuego amigo
o enemigo –principalmente– de la alcaldesa de La Paz, Esthela Ponce Beltrán, es
decir, de algún político del PRI, del PAN, del PRD o del PT, sobre todo de los
adversarios a la gubernatura del 2015, porque era de sobra conocido que el ex
agente, grabó y publicó en la red social de Facebook un video donde acusó de
que en caso de que algo le sucediera a él o su familia la responsable era la
presidenta municipal de La Paz.
En el video –y de
acuerdo a la grabación— el ex policía también señaló a Noé López Ramírez e Iván
Sánchez Escobar, comisario y director operativo de la policía municipal de La
Paz, así como al coordinador de Enlace Gubernamental del gobierno del estado,
José Manuel Santoyo García y “de quienes –expuso– ya estoy harto de que me
estén enviado mensajitos de amenazas y de que me anden intimidando”.
En la
videograbación, el ex suboficial dijo “sentir temor de caer en manos de un
delincuente mandado por alguno de ellos y no volver con los míos y si algo me
pasa son a las personas que nombré y los hago responsables de todo”.
Un agente de
investigación asignado al caso respondió algunas preguntas sobre todo en las
acusaciones en contra de la alcaldesa Esthela Ponce Beltrán.
— ¿Quién pudo haber
sido el más interesado en matar a alguien que públicamente responsabilizó a
cuatro personas, entre ellos a la presidenta municipal de La Paz?, cuestionó
ZETA.
“Desde luego que
dudo que la alcaldesa Esthela Ponce haya sido la más interesada, sobre todo si
tomamos en cuenta que es una precandidata natural a la gubernatura y estamos en
la antesala de la sucesión gubernamental. Sería descabellado pensar que la
orden salió de su parte porque sería tanto como terminar su carrera política
por un asunto meramente laboral. Por lo que he aprendido y vivido en la investigación
de crímenes, veo que alguien trató de desabarrancarla en su lucha por la
sucesión gubernamental o ¿a poco creen que ella haya mandado matar al ex
policía?, estando a punto de arrancar las precampañas políticas”.
—Entonces ¿es
sospechosa o está descartada?
“No estoy diciendo
que esté descartada, lo que comento es que tengo mis dudas de que pueda estar
detrás del crimen, porque mi experiencia me dice que algún político interesado
quiso hacerle el favor a la alcaldesa”.
— ¿De qué manera?
“Bueno, pues
sencillamente porque había una acusación en su contra y de otras tres personas
y es casi seguro que alguien aprovechó la circunstancia y mató al ex
suboficial, así era muy fácil incriminarla, mancharla y acabar con su carrera
política, porque “había una acusación pública” y obviamente todos los señalados
están bajo la mira y el verdadero homicida obviamente queda libre de todas
sospechas”.
— ¿Y quién pudo
haber sido?, según su experiencia.
“Bueno, la verdad es
que sería temerario, señalar a alguien sin pruebas, lo que sí te digo es que
puede ser fuego amigo o enemigo, cualquier interesado en participar en la
carrera gubernamental del color que sea, llámese PRI, PAN, PRD o PT. Habría que
voltear a ver a los precandidatos y a toda la gente que los rodea, porque
alguien hizo el favor. Lo del ex policía puede ser un crimen político, como
sucedió en su momento con el caso de José Francisco Ruiz Massieu en 1994,
aunque obviamente guardado su debida distancia. No debemos perder de vista que
viene la sucesión gubernamental y se están jugando muchos intereses y los
demonios pueden andar sueltos y no podemos determinar aún hasta en tanto no
haya algún detenido”.
Sin embargo, de
acuerdo al agente de investigación, la alcaldesa del PRI, “desde luego no queda
descartada”, porque al haber una acusación tan seria, directa y difundida en
una videograbación por la propia víctima, en su momento va a tener que ser
llamada a declarar junto con el comisario y director operativo de la policía
municipal y el coordinador de Enlace Gubernamental del gobierno del estado,
José Manuel Santoyo García.
En el tercer caso el
ex agente también pudo haber sido asesinado por una venganza, sobre todo pudo
haber provenido de alguien que en su momento fue víctima de una detención o
abuso de autoridad.
El ex suboficial
–según algunas quejas radicadas en la policía municipal de La Paz— comúnmente
instalaba filtros de revisión y extorsionaba a personas sobre todo de las
comunidades rurales como San Antonio, El Triunfo, El Centenario, Chametla y hasta
Conquista Agraria.
La última vez que el
ex agente fue amenazado –según el expediente— fue cuando venía de la población
de El Centenario hacia la ciudad de La Paz, quien en el trayecto fue
interceptado por un vehículo y de carro a carro sus tripulantes le advirtieron
que le “bajara de huevos”.
Dos denuncias
penales presentadas en la PGJE afirman que el ex suboficial responsabilizó de
esas amenazas al comisario de la Dirección de Seguridad Pública, Policía
Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz, Noé López Ramírez y el coordinador
de Enlace Gubernamental del gobierno del estado, José Manuel Santoyo García.
El crimen
Un par de horas
después de que el gobernador de Baja California Sur, Marcos Covarrubias
Villaseñor, ofreciera una conferencia de prensa en la sala de gobernadores, y
donde tocó el tema de seguridad, el ex suboficial de la Dirección de Seguridad
Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz, Juan Antonio
Salgado Burgoin, fue ejecutado a tiros en las calles de Misión de Mulegé y
Misión La Purísima en el Fraccionamiento Misioneros de La Paz.
El ex agente y su
esposa Yuridiana Bibiana Geraldo –y según el testimonio de su propia pareja—
había salido de su casa, localizada en la colonia Diana Laura, alrededor de las
11:45 de la mañana del pasado 21 de febrero.
A bordo de su
vehículo, una vagoneta de color guinda, tres puertas, línea Voyager y marca
Mercury, primeramente recogieron a su hijo de 4 años en el jardín de niños,
después pasaron a la casa de su suegra, y recogieron y subieron a la camioneta
una bicicleta, y luego fueron por su hija de 11 años de edad, la cual salió
cerca de las 12:30 de la tarde de la escuela primaria “24 de Febrero”.
El ex policía manejó
alrededor de 8 cuadras sobre la calle Justicia –en dirección a las colonias San
Carlos y Santa Fe– y posteriormente dobló hacia la derecha sobre la calle de
Misión de La Purísima, avanzando 4 cuadras más y estacionándose en la esquina
justo con la calle de Misión Mulegé.
El ex suboficial
había llevado a la esposa –según el testimonio de la pareja– a la casa de una
amiga donde entregarían la bicicleta que habían subido en la casa de su suegra,
porque la habían vendido.
Sin embargo,
repentinamente, un vehículo tipo pick up de color blanco, línea Tacoma y marca
Toyota, frenó y se colocó justo del lado del conductor y donde descendieron dos
sujetos.
El primero –según la
esposa de la víctima— “un tipo muy bien vestido, camisa Polo, tez blanca y
complexión delgada” y otro de quien no recordó sus rasgos físicos y características
y quienes pistola en mano comenzaron a disparar en contra del ex agente
policiaco.
Los sicarios –según
la sobreviviente— se bajaron sin prisa y “cuando se dio cuenta, empezaron a
disparar en contra de su esposo”, cuyo cuerpo quedó recostado del lado derecho
y todavía con signos vitales.
Al momento del
ataque, la esposa llevaba a su hijo de 4 años en las piernas y su hija de 11,
iba en la parte de atrás y la cual fue sacada del vehículo por su madre cuando
su brazo izquierdo empezó a sangrar.
Los vecinos de la
colonia salieron de sus casas y solo observaron que la camioneta pick up salió
rápidamente, doblando hacia la izquierda y en la siguiente cuadra hacia la
derecha, y la cual posteriormente –y según algunos testigos— el vehículo pick
up fue visto sobre la calle que va hacia el Rancho San Rafael y el cual se
internó sobre la terracería hasta perderse de vista.
Los disparos fueron
reportados por los vecinos y después de una minutos empezaron a llegar patrulla
de la policía municipal de La Paz.
En llanto, la esposa
del ex suboficial, recibió a los primeros agentes con gritos y acusaciones:
“¡Fueron ustedes!”, “¡Pinches perros!”, “¡Malditos!”, “¡Ustedes lo mataron!”.
Completamente
sorprendidos y con el rostro desencajado, los agentes solicitaron la presencia
de refuerzos y ambulancias porque había heridos con arma de fuego, y comenzó a
circular como reguero de pólvora el dato sobre el crimen del también conocido
como “Comandante Burgoin”.
Los paramédicos
primero levantaron al ex oficial y después a la niña que caminaba por su propio
pie con la mano doblada y quienes fueron trasladados al hospital general “Juan
María de Salvatierra”.
Ya en el hospital, y
después de la una de la tarde, el médico de guardia notificó de la muerte de
Juan Antonio Salgado Burgoin, y cuyo cuerpo fue entregado al Servicio Médico
Forense de la PGJE.
En el caso de la
hija del ex agente, fueron extraídos dos proyectiles de la parte exterior del
brazo izquierdo y la cual fue internada hasta su recuperación.
Según la necropsia,
el ex oficial recibió 11 tiros por proyectil de arma de fuego en la parte media
del cuerpo –entre la cintura y el hombro del lado izquierdo–, y los cuales
tuvieron el siguiente comportamiento:
1.- 8 entraron y salieron por la parte del tórax.
2.- 4 entraron en la parte interna del brazo derecho.
3.- 1 entró en la región pectoral del lado izquierdo.
En la escena del
crimen, los peritos de la PGJE, levantaron 10 cartuchos percutidos calibre 9
mm, y uno todavía sin percutir y el cual quedó tirado sobre la banqueta, todos
en un radio de 12 metros a partir de la camioneta del ex agente.
LAS INVESTIGACIONES
Durante las
pesquisas, la PGJE logró ubicar la camioneta utilizada por los sicarios, a raíz
del hallazgo por parte de las fuerzas armadas y cuya unidad fue encontrada como
abandonada cerca de las 12 de la noche de ese día.
Sin embargo, el
vehículo pick up no fue retirado de inmediato de las calles de Zapata entre
Baja California Sur y Baja California Norte en el poblado de Chametla, porque
bajo un discreto operativo, esperaron casi un día a ver si alguien regresaba a
recogerla, lo que no sucedió.
La camioneta blanca
línea Tacoma, marca Toyota, modelo 2011, placas de circulación CE-83-381 y
número de serie 3TMLUAEN8BM072061, había sido reportada como robada desde el 8
de abril del 2013 por su propietario Manuel López Cabrera, lo cual quedó
asentado en la averiguación previa LPZ/227/AM1/2013.
Durante la
inspección se encontraron 3 tipos diferentes de huellas de calzado alrededor de
la unidad sobre el suelo de tierra y 12 huellas dactilares parciales legibles
en el interior y exterior de la unidad y en zonas de interés criminológico, por
lo que se levantaron y se procedió al revelado.
Dentro de la
camioneta fueron encontrados 2 casquillos percutidos calibre 9 mm y marca
Águila, uno sobre el piso debajo del asiento de la parte trasera y otro más
sobre la caja del pick up.
El dictamen de la
dirección de Servicios Periciales concluyó que los responsables de haber
disparado fueron 2 personas y quienes utilizaron pistolas Luger y Parabellum,
los cuales efectuaron en total 12 disparos.
Desde un principio,
la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales (SIE) encabezada por Isaís
Arias Famanía, tomó el caso, de cual –al cierre de esta edición— no tenía
resultados sobre los presuntos responsables.
El subprocurador
perdió 72 horas, valiosas y claves para detener a los asesinos del ex policía
municipal de La Paz y quienes desaparecieron del municipio. Lo que sí es que la
SIE, y dando “palos de ciego”, como reveló un familiar de la víctima a ZETA,
perdió el tiempo en perseguir a un joven originario de México, Distrito Federal
de nombre Fernando Ariel Armenta Ramírez, y quien fue detenido en un operativo
en Los Cabos, y posteriormente, liberado porque no “tuvo conexión con el
crimen”.
La Subprocuraduría
de Investigaciones Especiales pretendió incriminarlo por el simple hecho de que
la camioneta abandonada estaba afuera de un departamento que rentaba en
Chametla, y el cual estaba vacío porque salió a Los Cabos, hasta donde fue
perseguido y finalmente liberado tras ser capturado.
No obstante, la PGJE
ingresó al Sistema Automatizado de Identificación de Huellas Dactilares (Afis)
los indicios dactilares encontrados en casquillos percutidos y en el interior y
exterior de la camioneta, y estaba a la espera de resultados para identificar a
los presuntos responsables del crimen.
Los sicarios –según
un agente de investigación asignado al caso— “eran profesionales” porque de los
12 tiros disparados 11 alcanzaron su objetivo, y dos de ellos, hirieron de
rebote a la hija del ex policía.
La esposa y el otro
hijo de Burgoin no sufrieron daños, a pesar de que iban prácticamente a un
costado.
En el análisis del
ataque, uno de los agentes de investigación en el caso, dijo a ZETA que “la
táctica de los pistoleros fue precisa, mortífera y con bastante saña”, y
evidentemente –explicó— “había orden de garantizar su muerte, de ahí que haya
recibido 11 tiros en el cuerpo, y los sicarios incluso previendo que alguna
bala pudiera impactar en el niño o la esposa del ex policía por estar a un
costado, dispararon solo en el tronco medio del cuerpo”.
LA LUCHA
La fama del
suboficial de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito
Municipal de La Paz, Juan Antonio Salgado Burgoin, comenzó a correr y crecer de
manera vertiginosa sobre todo en las redes sociales, particularmente en
Facebook.
Autonombrado como
líder moral de la “Unión de Policías Municipales”, inició una fuerte lucha en
junio del 2013 –en un principio— encauzada al mejoramiento de equipamiento,
calzado y uniformes.
En base a una serie
de videos grabados por él, los policías “carecían de todo y era injusto que no
tuvieran un uniforme digno, botas y equipo como esposas, gas lacrimógeno y
hasta armamento”.
Sin embargo, las
exigencias fueron creciendo, conforme agarró simpatías el movimiento dentro de
la corporación hasta llegar a solicitar aumento salarial, porque “no es justo
que los policías ganen 3 mil 500 pesos, cuando en casi todos lados, ganan 6 mil
pesos quincenales”.
Las demandas y
comentarios que inicialmente surgieron en las redes sociales se llevaron hasta
la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de
La Paz, y posteriormente al seno del cabildo, y donde después de un estira y
afloja fue presentado formalmente un pliego petitorio de 17 puntos donde se
destaca lo siguiente:
1.- La entrega de dos uniformes por año, botas y
equipamiento.
2.- La implementación de la llamada carrera policial.
3.- La entrega de apoyos de traslado y alimentación a
policías enviados a comunidades rurales.
4.- La reinstalación del Escuadrón de Rescate y
Urgencias Médicas conocido como ERUM, y el cual fue cancelado en el gobierno de
Rosa Delia Cota Montaño.
5.- La
homologación salarial a partir del 1 de julio del 2013.
6.- El pago de un bono de riesgo.
En el seno del
cabildo, se estableció una mesa de negociación entre integrantes de la “Unión
de Policías Municipales” y autoridades encabezadas por el comisario de la
policía municipal, Noé López Ramírez y el secretario general del gobierno
municipal, Guillermo Beltrán Rochín.
Aunque algunas
demandas se cumplieron, como la homologación de salarios y donde –según el
comisario Noé López— pagarán este año más de 40 millones de pesos tan solo en
el ajuste salarial, otras –reconoció— “fueron imposible” y todavía analizaban
cómo poder concretarlas, es el caso del llamado “bono de riesgo”, en virtud de
que el dinero del Subsidio para la Seguridad en los Municipios (Subsemun) viene
etiquetado únicamente para capacitación, equipamiento y prevención del delito.
Obviamente, la
negativa generó un encontronazo entre el ex suboficial Juan Antonio Salgado
Burgoin y el comisario de la Policía Municipal de La Paz y cuyas críticas –del
oficial– posteriormente pasaron en contra de la Presidenta Municipal de La Paz,
Esthela Ponce Beltrán y luego contra el presidente de la Comisión de Seguridad
Pública en el Congreso local, Omar Zavala Agúndez.
El reclamo del ex
suboficial subió duramente de tono y “tuvo un comportamiento sistemático y
radical” –según definió el propio comisario de la policía municipal, Noé López
Ramírez— y “fuimos tolerantes y respetuosos al grado de resolver 16 de los 17
puntos, sobre todo porque ciertamente la policía era un desastre desde que
fuimos nombrados en el cargo y nos dimos cuenta de todas las carencias y
necesidades que había en la corporación”.
No obstante, las
duras críticas del ex agente empezaron a esparcirse en contra del presidente de
la Comisión de Derechos Humanos del congreso local y líder del PRI, Juan
Alberto Valdivia Alvarado, y de quien se quejó de “no intervenir, a sabiendas
de que se están violentando todos los derechos humanos de los agentes de la
policía”.
El punto más crítico
fue el 28 de enero, cuando el ex agente llegó acompañado del líder municipal
del PAN, José Luis Urías Corrales, y prácticamente encaró a diputados y al
senador del PRI, Ricardo Barroso Agramont.
El propio presidente
de la Comisión de Seguridad Pública del congreso local, Omar Zavala Agúndez –y
en una conversación grabada por el propio policía— reclamó a Burgoin de “andar
jalando con los del PAN”, pero él se desligó y explicó que “él llegó solo y nos
acompañó porque nadie nos quiere hacer caso”.
Como era de
esperarse, Juan Antonio Salgado Burgoin fue despedido el 8 de febrero pasado y
dejó de prestar sus servicios como suboficial de la Dirección de Seguridad
Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz, lo cual fue
notificado por la Dirección Jurídica y Operativa.
El propio comisario
de la policía municipal de La Paz, Noé López Ramírez, aceptó que “el ex agente
fue despedido porque ya había rebasado los límites de indisciplina, a sabiendas
que en la corporación tenemos una disciplina semimilitarizada y debe haber un
orden y respeto a los mandos”.
No obstante, el ex
suboficial volvió a la cargada dos días después y pretendió colocar un plantón
permanente “por su despido injustificado y en demanda del pago del bono de
riesgo y de un mayor incremento salarial” –según dijo–, pero fue desalojado por
sus propios compañeros policías y quien posteriormente presentó una queja en
contraloría y la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
No obstante, 13 días
después del despido fue ejecutado. El cuerpo del ex policía fue enterrado el 22
de febrero, en medio de gritos y llantos de los familiares y amigos y quienes
dijeron que no descansarían, hasta lograr justicia.
El ex policía
primero fue velado en la funeraria “San José”, localizada sobre la calle Bravo
y después salió una caravana vehicular que se detuvo por unos minutos en la
casa de la alcaldesa en Félix Ortega y Allende y posteriormente siguió hasta
llegar al panteón de “Jardín de los Recuerdos”.
Hoy por hoy, la
familia de la víctima, amigos y compañeros de la Unión de Policías Municipales,
citaron a una marcha el sábado 1 de marzo, a partir de las 10 de la mañana en
el cruce del boulevard Luis Donaldo Colosio y Paseo de Los Deportistas en la
colonia Donceles, justo frente al Ayuntamiento de La Paz, y cuya marcha
pacífica ira en dirección a la Procuraduría General de Justicia del Estado y
donde exigirán justicia pronta y expedita.
La postura de los incriminados
Nombre
|
Cargo
|
Lo que
dijo:
|
Esthela
Ponce Beltrán
|
Alcaldesa
de La Paz
|
“Yo sigo
lamentando mucho este acontecimiento, puedo el llegar a entender al ser
separado de su cargo que pudiera tener él y su familia alguna molestia, sin
embargo, nosotros hemos actuado conforme a la ley y nos interesa por eso y
muchas razones más que se esclarezca esta situación. Soy la principal
interesada en que se detenga a los responsables y se les juzgue por este
hecho tan lamentable”
|
Noé López
Ramírez
|
Comisionado
de la policía municipal de La Paz
|
“Fue un
golpe muy duro que cimbró a toda la corporación y a la ciudadanía y creo que
todavía no puedo sobreponerme de la sorpresa. Estamos abiertos a cualquier
investigación y a pesar de las diferencias, creo que la lucha de él fue justa
y tuvo logros importantes”
|
Iván
Sánchez Escobar
|
Director
operativo de la policía municipal de La Paz
|
Guardó
silencio
|
José Manuel Santoyo García
|
Coordinador
de Enlace Gubernamental del gobierno del estado
|
Guardó
silencio
|
Las diferencias con los señalados en videograbación
Nombre
|
Cargo
|
Motivo
|
Esthela
Ponce Beltrán
|
Alcaldesa
de La Paz
|
Despido
laboral
|
Noé López
Ramírez
|
Comisionado
de la policía municipal de La Paz
|
Despido
laboral
|
Iván
Sánchez Escobar
|
Director
operativo de la policía municipal de La Paz
|
Diferencias
laborales
|
José Manuel Santoyo García
|
Coordinador
de Enlace Gubernamental del gobierno del estado
|
Porque la
víctima lo exhibió en página de Facebook cuando fue descubierto sosteniendo
relaciones extramaritales con una empleada del gobierno. El policía –en ese
tiempo en funciones— subió foto del funcionario subiéndose los pantalones,
así como de su identificación oficial y de su vehículo e intentó fotografía a
la acompañante, lo que generó una fuerte discusión entre ambos hasta llegar a
las amenazas de muerte.
|
(SEMANARIO
ZETA/ Investigaciones ZETA /marzo 4, 2014 12:00 PM)
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