Los candados
sobrepuestos en las rejas de las casas reflejan el miedo que embarga a los
vecinos de las colonias Barrio Azul y Morelos Zaragoza, escenarios de dos
tragedias registradas en el lapso de un mes.
El miedo, dicen los
vecinos, es porque sienten que aquí las familias se encuentran vulnerables,
expuestas, en riesgo.
“Todos tenemos hijos
y pensar que estamos expuestos a que algo tan bestial le pase a cualquiera de
nosotros… no sé, eso lo cambia todo”, dice un vecino que solicitó no ser
identificado.
Él conocía a María
del Carmen Morales Infante, de 60 años; a sus hijas Rosa María y María de
Carmen Castañeda Morales, de 30 y 28 años; a los hermanos Daniel y Abril Romero
Castañeda, de 6 y 4 años, respectivamente; a la pequeña Valeria Lara Castañeda
de 4 años, y a los hermanos Rubén y Maximiliano Moreno.
El colono asegura
que la violencia en esta zona parece estacionarse.
Recuerda que apenas
el pasado lunes 4 de noviembre fue asesinada en el exterior de su casa la
señora Marbella Caldera Salas, madre de siete hijos, y Cruz Antonio Núñez, de
32 años. Los hechos ocurrieron en la calle Primera y Ejido Los Sauces, de la
colonia Barrio Azul.
Poco más de un mes
después, la madrugada del domingo y una cuadra más adelante del sitio donde fue
ejecutada la madre de familia ocurrió el multihomicidio, del que sólo
sobrevivió una pequeña de tres meses de
nacida.
“Ahora sí se
sentimos miedo. Las cosas son totalmente diferentes cuando se trata de niños,
porque entonces todos nos sentimos vulnerables, la situación de todos cambia”,
dice Arturo, quien cuenta con tres perros que vigilan al exterior de su casa.
La propiedad luce
tres candados y varias cadenas. Arturo no es el único propietario que reforzó
la seguridad de su casa.
“En esta zona han
matado a muchas personas, casi todos hemos perdido a alguien cercano por uno u
otro motivo, unos inocentes, otros sí andaban movidos, para qué negarlo, pero
cuando se trata del asesinato de un niño es como más difícil de entender”, dice
el vecino al explicar sus propios temores.
Él también es padre
de familia y a sus hijos les restringió la salida, al menos este lunes que fue
día inhábil.
“Eso que pasó con la
familia de Max es demasiado, nadie en su juicio hace algo así. Son cosas que no
se entienden”, asegura una mujer entrevistada.
La presencia de
agentes preventivos en ambas colonias es notoria luego de los reclamos de los
vecinos por falta de vigilancia policiaca. Todos coinciden en señalar que aún
les resulta increíble que los niños hayan muerto desangrados a causa de las
heridas que recibieron en el pecho.
A unas cuadras de la
vivienda donde murieron las ocho personas, integrantes de la congregación de
Los Testigos de Jehová a la que asistía la familia victimada se reunió y habló
sobre la tragedia.
“Nosotros no tenemos
miedo de la muerte, porque sabemos que vamos a resucitar y volveremos a vernos
como éramos y no recordaremos cómo morimos”, afirma una madre de familia.
“Los ocho
integrantes de la familia eran parte de la Congregación, ya tenían varios
años”, dice la entrevistada, que está segura de que la familia murió sin tener
miedo porque eran de personas de fe.
Califica el
multihomicidio como “un hecho terrible”, pero también como la oportunidad de
salvación para que los agresores se arrepientan de corazón y sean perdonados.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ Luz del Carmen Sosa | 2013-11-18 | 23:15)
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