Rafael Caro Quintero tuvo el rancho en donde se realizó el mayor decomiso de mariguana
La
propiedad El Búfalo, en Chihuahua, tenía unas mil hectáreas de
extensión. Era un rancho con alta tecnología agrícola, con riego por
aspersión, cubierto para el clima y llegaron a trabajar más de 10 mil
jornaleros (muchos de ellos llevados desde Guerrero) en condiciones de
esclavitud.
Gerardo Galarza
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de agosto.- De que se sabía se
sabía. De que se publicaba se publicaba. Pero de repente, entre febrero y
abril de 1985, el narcotráfico saltó a las primeras planas de los
periódicos nacionales. Llegó para quedarse. Desde entonces, aquí sigue.
Su primera gran estrella fue un joven de entonces 32 años, con una
fortuna calculada en 100 mil millones de pesos de aquella época. Nacido
en La Noria, municipio de Badiraguato, Sinaloa, declaró que su máximo
grado de estudios fue el primer año de primaria. Dijo que su padre se
dedicaba a sembrar y a criar animales en tierras rentadas; que provenía
de una familia pobre, pero que nunca pasó hambre. A los 16 años decidió
salir de La Noria con rumbo a Sonora, al municipio de Caborca, donde se
convirtió, dijo, en ganadero.
Una versión diferente a la de él es que a los 18 años había conocido a
alguien llamado Pedro Avilés Pérez, un públicamente desconocido, pero
importante narcotraficante mexicano, quien le enseñó los secretos de la
siembra de la mariguana, para lo que el joven Rafael Caro Quintero
utilizó algunos terrenos familiares.
Años más tarde, en noviembre de
1984, su nombre irrumpió, junto con los de Ernesto Fonseca Carrillo y
Miguel Ángel Félix Gallardo, quien llegó a ser miembro del Consejo de
Administración del Banco Somex, como propietarios del rancho El Búfalo,
entre los municipios chihuahuenses de Jiménez y Camargo, asociados con
Manuel Salcido Beltrán El Cochiloco.
El Búfalo tenía unas mil hectáreas de extensión. Era un rancho con
alta tecnología agrícola, con riego por aspersión, cubierto para el
clima y llegaron a trabajar más de 10 mil jornaleros (muchos de ellos
llevados desde Guerrero) en condiciones de esclavitud.
Un mal día de noviembre de 1984, unos 450 miembros del Ejército
apoyados por helicópteros llegaron a El Búfalo y destruyeron ocho mil
toneladas de mariguana, el más grande decomiso de droga en la historia
del país. La protección policial y la corrupción brotaron de inmediato.
Meses más tarde, Gilberto Ontiveros El Greñas, otro
narcotraficante chihuahuense, afirmaría que Rafael Aguilar Guajardo,
entonces jefe policiaco federal, recibía 20 millones de pesos mensuales
por su protección al rancho productor de mariguana.
El golpe del Ejército a los narcotraficantes fue histórico. Ellos
creían que tenían controlado al gobierno. Pagaban lo suficiente por la
protección a sus actividades. En mayo de 1984, el periodista Manuel
Buendía había sido asesinado en las afueras de su oficina en pleno
centro de la Ciudad de México. En sus columnas había denunciado el
crecimiento del narcotráfico mexicano y su connivencia con policías y
sus jefes, mediante la corrupción.
Ésa fue una de las líneas de la
investigación del asesinato del columnista. Después aparecerían
credenciales de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) identificando a
narcotraficantes como agentes policiales, firmadas por José Antonio
Zorrilla Pérez, para entonces candidato del PRI a una diputación federal
por Hidalgo, postulación a la que tuvo que renunciar; tiempo después,
Zorrilla Pérez sería acusado y sentenciado como presunto asesino
intelectual de Manuel Buendía.
Los miembros del entonces llamado Cártel de Guadalajara se sintieron
traicionados con el golpe de El Búfalo. Se sabían traicionados y fueron a
la búsqueda del presunto desleal. Lo encontraron en un infiltrado.
El 5 de febrero de 1985, en las calles de la capital de Jalisco y a
plena luz del día, un grupo ligado a los narcos (en ese entonces no se
utilizaba la palabra sicarios) y de policías estatales y municipales
secuestraron (tampoco se usaba el concepto levantón) a Enrique Kiki
Camarena, agente de la DEA, quien había logrado ganarse la confianza de
los jefes del narco y hacerles creer que era uno de ellos.
Dos días después, tortura de por medio, Kiki Camarena, un
mexicano naturalizado estadunidense, y su piloto mexicano Alfredo Avelar
Zavala fueron asesinados. Luego, meses, años después, se sabría que la
muerte de ambos provocó un severo enfrentamiento entre Caro Quintero y
Ernesto Fonseca Carrillo, quien previó que el hecho habría de traerles
graves consecuencias.
Un médico mexicano, Humberto Álvarez Machain,
sería aprehendido y extraditado a Estados Unidos acusado de haber
prolongado la vida de Camarena y la de su piloto para que pudieran
seguir siendo torturados. Y, además, Rubén Zuno Arce, hijo del político
jalisciense José Guadalupe Zuno y cuñado del ex presidente Luis
Echeverría Álvarez, también sería juzgado y condenado en aquel país por
los mismos hechos.
Enrique Kiki Camarena fue el primer agente de la DEA muerto en acción.
El 6 de marzo de 1985, un mes después del secuestro, los cuerpos de
Camarena y Avelar aparecieron en el rancho El Mareño, en Michoacán, en
los límites con Jalisco, después de un supuesto enfrentamiento, luego
desmentido, entre policías federales (que sí estuvieron en la zona) y
presuntos delincuentes. Cuauhtémoc Cárdenas, entonces gobernador de
Michoacán, hizo pública una protesta por lo que llamó una violación a la
soberanía del estado.
Impulsada por el gobierno de Estados Unidos ante la exigencia de una
DEA agraviada, se desató la cacería sobre Caro Quintero y sus socios. Y
el viernes 4 de abril de ese año fue aprehendido en la ciudad de San
José, la capital de Costa Rica, donde había huído.
Ahí se rescató
también a Sara Cosío Vidaurri Martínez, su novia, sobrina de Guillermo
Cosío Vidaurri, entonces secretario general del gobierno del Distrito
Federal, antes presidente municipal de Guadalajara, luego gobernador de
Jalisco, y también secretario general del CEN del PRI. Sobre la relación
de Caro Quintero con Sara Cosío hubo versiones diferentes: secuestro,
“novia robada” y, como ella se declaró, “enamorada”.
La aprehensión, traslado y llegada a México de Rafael Caro Quintero
fue la noticia de primera plana de periódicos, revistas, radio y
televisión mexicanas. Tenía 32 años y una fortuna de 100 mil millones
de pesos de aquel entonces, 38 casas en Jalisco, Zacatecas, Sinaloa y
Sonora; él y sus familiares eran dueños o socios de boutiques,
discotecas, agencias de automóviles nuevos y usados, hoteles, incluyendo
algunos de compañías extranjeras… y se calculada que había realizado
obras sociales por un monto de 500 millones de pesos en Badiraguato,
Sinaloa, su pueblo natal.
Desde entonces, Caro Quintero estuvo en la cárcel, hasta la madrugada
de ayer viernes 9 de agosto cuando obtuvo su libertad, 12 años antes de
lo previsto, por un error en su proceso judicial por el asesinato de Kiki Camarena.
Privilegios consulares
Enrique Camarena , agente de la DEA asesinado en 1985, no estaba consierado como parte del personal consular:
- El Artículo 55 de la Convención de Viena sobre las Relaciones Consulares señala que todas las personas que gocen de inmunidad diplomática están obligados a respetar las leyes del Estado receptor, “también están obligadas a no inmiscuirse en los asuntos internos de dicho Estado”.
- Uno de los derechos de los empleados consulares de carrera, establece que no podrán ser detenidos o puestos en prisión sino cuando se trate de un delito grave.
- Sobre la seguridad con la que se puede manejar un funcionario consular, fuentes consultadas por Excélsior indicaron que en caso de robo, daño físico e incluso asesinato se debe recurrir al consulado para que den parte a las autoridades locales. Fuera de la embajada “no pueden traer armas de fuego”.
Compraba tortas en la cárcel con 10 mil pesos
Rafael Caro Quintero, quien pasó 28 años en la cárcel —desde el 4 de
abril de 1985, cuando fue detenido en San José de Costa Rica, con
credenciales de la Dirección Federal de Seguridad— aparece desde
diciembre pasado en la lista de fugitivos de la DEA, acusado del
secuestro y homicidio del agente estadunidense Enrique Camarena, el 7 de
febrero de 1985 y por posesión de mariguana y cocaína con intención de
distribución.
Aunque a nivel federal no existe ninguna causa en contra de Caro
Quintero, toda vez que acumuló todos sus procesos en un expediente, el
mismo en el que acaba de ser absuelto, existe la posibilidad de que se
tramite un juicio de extradición en su contra, por parte de Estados
Unidos, país donde está acusado del crimen del agente Camarena.
Rafael Caro Quintero nació el 3 de octubre de 1952 en La Noria,
localidad del municipio sinaloense de Badiraguato. Desde finales de la
década de los 70 es considerado como uno de los precursores del
narcotráfico a gran escala hacia Estados Unidos. Al momento de su
captura su fortuna era estimada en 100 mil millones de pesos de la
época.
Caro Quintero, quien terminó siendo un hombre sereno en la cárcel,
que hablaba poco, tuvo un episodio de grandilocuencia, al principio de
su encierro. Cuando México estaba en plena crisis económica de finales
de los 80, durante una de las audiencias, frente a los medios de
comunicación gritó: “Si me liberan... si me dejan libre… yo pago la
deuda externa”.
También se conocen excentricidades como que en la cárcel del Distrito
Federal, donde pasó sus primeros años de reclusión, los internos se
peleaban por ir a comprarle tortas al narcotraficante.
Esto porque Caro
era muy espléndido, para comprar una torta. Caro Quintero entregaba un
billete de 10 mil pesos —el de más alta denominación en la época—, y les
dejaba el cambio a quien le hubiera hecho el mandado.
De acuerdo con documentos de la época, Caro Quintero salió de México
el 17 de marzo de 1985, 40 días después del asesinato del agente
Camarena. Su destino fue San José de Costa Rica.
El entonces capo del narcotráfico, fundador junto con Ernesto Fonseca alías Don Neto y
Miguel Félix Gallardo, del cártel de Guadalajara, viajó a territorio
tico junto con Sara Cosío, sobrina del Guillermo Cosío Vidaurri, que
entre 1989 y 1992 fue gobernador de Jalisco.
La familia Cosío denunció que Caro Quintero la había secuestrado en
Guadalajara, pero según la versión del narcotraficante, la joven se
había unido en su aventura fugitiva a él de forma voluntaria.
El 2 de abril, Sara llamó a su casa en Guadalajara, para informar a
su familia que estaba bien. El teléfono de la familia Cosío estaba
intervenido y supieron dónde se encontraba la joven. “Yo no estoy
secuestrada… yo estoy enamorada de Caro Quintero”, dijo Sara en su
declaración.
El 4 de abril de 1985 Caro Quintero, en compañía de Sara Cosío, fue
detenido en San José, desde donde fue extraditado y recluido en la
cárcel, hasta ayer que la abandonó por el fallo judicial.
El cártel que fundó Caro Quintero, hoy de casi 61 años de edad, causó
época. Durante su jefatura como grupo único de distribución de drogas
hacia Estados Unidos no tuvo a ningún otro grupo delictivo como rival.
Sin embargo, en noviembre de 1984 cuando fue descubierto un plantío de
mariguana de 8 mil toneladas en el rancho El Búfalo, en el estado de
Chihuahua, gobernado por el priista Óscar Ornelas, comenzó la debacle
de Caro Quintero, Don Neto y Félix Gallardo, que después de Rafael, fueron capturados y encarcelados.
(EXCELSIOR/ Gerardo Galarza/ 10/08/2013 05:43)
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