Investigaciones
ZETA
Los Cabos, Baja
California Sur. Tras el nombramiento del ex secretario general del
Ayuntamiento, Guillermo Marrón Rosas como comisario, la Dirección de Seguridad
Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos sigue en las
mismas. Ahora la institución está al servicio del jefe de plaza de
narcomenudistas en Los Cabos, Javier López Rivera, Javier Acosta López, o
Javier Munguía “El Javier” o “El Javy”.
Luego de la detención
de dos presuntos narcomenudistas, el jefe de plaza de Los Cabos llama a los
agentes y les exige con sus superiores, acusándolos de estar dentro de su
nómina
El 22 de junio -tras
once días de que tomara protesta el titular-, el jefe criminal dio una lección
de poder e influencia, pues según el parte informativo PT/CSL//017/2013, solo
bastó una llamada para que los narcomenudistas Lázaro Guadalupe López
Valenzuela y Abel Valdez Soto, detenidos en posesión de cocaína, fueran
liberados en una hora.
Los responsables de
la liberación son el comandante y los agentes David Hernández López y María
Magdalena García Reyes, del Sector IV, y el Agente del Ministerio Público del
Centro de Operaciones Estratégicas (COE), Erick Torres Márquez, a cargo del
subprocurador de Investigaciones Especiales de la Procuraduría General de
Justicia del Estado (PGJE), Isaí Arias Famanía.
Todo empezó cerca de
las 04:35 horas del sábado 22 de junio, cuando agentes de la Policía Municipal
hacían un recorrido a bordo de la patrulla DST-272. Entonces recibieron un
reporte de que en la parte trasera del negocio denominado Z-R, de la colonia la
Playa de San José del Cabo, se encontraba una motocicleta y una camioneta tipo
Cherokee con vidrios polarizados, a bordo, dos sujetos que “andaban vendiendo
droga”.
Los oficiales
llegaron hasta el punto denunciado. Ahí encontraron a dos personas en actitud
sospechosa estacionadas sobre la calle de terracería en vía pública. Estaban
dentro de las siguientes unidades:
1. Una camioneta
estilo vagoneta color negro línea Cherokee, marca Jeep, con placas de
circulación 924-PMY-5, conducida por Abel Valdez Soto, de 28 años, originario
de Angostura, Sinaloa.
2. Una motocicleta
de color gris marca Italika, placas de circulación BCR-29, conducida por Lázaro
Guadalupe López Valenzuela, de 20 años, nacido en Los Mochis, Sinaloa.
Los agentes
solicitaron a estas personas descender de las unidades para iniciar una
revisión corporal, en la que se encontraron:
En el caso de Lázaro
Guadalupe López Valenzuela, una manopla, mil 500 pesos en denominación de cinco
billetes de 200 pesos, y uno de 500, con los números de serie V5552838,
A9110115, N0110021, E545061, D1227396 y S7378731, así como dos teléfonos
celulares color negro, uno con tapa roja
marca BlackBerry, una cartera negra con tres documentos oficiales en su
interior, dos licencias para conducir motocicleta bajo los números de folio
SJC00004428 y SJC00004435, y una credencial de elector con el número de
registro 0290120302374.
De acuerdo al parte
informativo, cuando los agentes revisaban a Lázaro, el tripulante de la
camioneta, Abel Valdez Soto, empujó a uno de los policías, tumbándolo al
sueldo, e inmediatamente salió corriendo para perderse entre los domicilios
aledaños.
LAS AMENAZAS
En el inter que
levantaban el parte informativo, los agentes del Sector IV de la Policía
Municipal de San José del Cabo, David Hernández López y María Magdalena García
Reyes, ya con los detenidos en el interior de la patrulla, recibieron dos
llamadas telefónicas a sus números celulares.
La primera llamada
era del jefe de las células delictivas detenidas identificado, como “El Nicho”,
quien con palabras amenazantes, gritaba que si eran consignadas, “se los iba a
cargar la verga”.
Los agentes
colgaron, pero el celular sonó de nuevo. Esta vez era el líder del
narcomenudista en San José del Cabo, Javier López Rivera “El Javier”, quien,
ufanándose de ser el jefe de plaza, pedía hablar con el comandante del Sector
IV, quien supuestamente no le quería contestar el celular. “Puta culón, para
eso le pago”, reclamó, según quedó asentado en el parte oficial.
La llamada se hizo
al teléfono personal de la mujer policía, quien al contestar, fue objeto de
palabras altisonantes: “¡Pásame al comandante del sector! ¡Pásamelo al cabrón!
¡Hijo de la chingada, ¿quién se está creyendo?!”.
Sin embargo, el
agente únicamente respondía que no se encontraba en el lugar; entonces solicitó
hablar con su otro compañero, pero tampoco quiso responder, por lo que
textualmente -de acuerdo al documento- dejó la advertencia “de que se ande con
cuidado el hijo de su puta madre, porque me tiene atorado a mi trabajador y yo
soy el jefe de la plaza, y si lo consignan, se los va a cargar su chingada
madre, porque para eso pago protección, de modo que diles que lo dejen ir, si
no, me los voy a chingar”.
El líder de los
narcomenudistas colgó. Los agentes estaban contrariados porque “no supimos cómo
obtuvo información personal de nosotros y el número telefónico privado de los
suscritos, así como el número de la Subcomandancia, a donde también habló para
lanzar amenazas”.
Tras las
advertencias del delincuente, uno de los narcomenudistas detenidos, de nombre
Abel Valdez Soto, logró escaparse cuando ya estaba arriba de la patrulla.
El otro aprehendido,
Lázaro Guadalupe López Valenzuela, fue consignado al Agente del Ministerio
Público de la Mesa Dos del COE, Erick Torres Márquez. Sin embargo, fue liberado
una hora después, bajo el número de averiguación previa CSL/58/COE/2013, porque
la droga asegurada “no rebasó los límites para su consumo personal”, según la
tabla de consumo mínimo estipulada en la Ley General de Salud.
El examen de química
forense de la PGJE -bajo el número de folio 161/Q/2013-, indica que la droga
que portaba el único detenido y liberado eran 4 gramos, de los cuales un gramo
pasó a la muestra del laboratorio, otro gramo a la muestra para el juez, y el
peso neto entregado fue de 2 gramos, lo que representa cuatro veces el límite
permitido de cocaína -500 miligramos-, establecido en la Ley General de Salud
en torno al narcomenudeo y castigado por el Código Penal Federal y el Código de
Procedimientos Penales, aprobados en 2009.
LA INVESTIGACIÓN
El desplante del
jefe de la plaza de narcomenudistas, Javier López Rivera, Javier Acosta López o
Javier Munguía “El Javier” o “El Javy” da cuenta de la impunidad de la que goza
la organización criminal en el destino de playa.
Luego de la apertura
de un acta circunstanciada referente al caso, la Procuraduría General de la
República (PGR) comenzó a recabar datos, partes informativos, dictámenes y
evidencias que permitan abrir y formalizar una averiguación previa a partir de
este hecho.
Según un parte
informativo en manos de ZETA, los principales denunciantes son un grupo de
policías que saben y conocen de “los vínculos criminales entre ‘El Javier’ y
los principales mandos policiacos bajo las órdenes del comisario Guillermo
Marrón Rosas, y del alcalde José Antonio Agúndez Montaño”.
Entre los implicados
“están una decena de mandos que cobran en la narco-nómina del jefe de plaza, y
a su vez, un salario como agentes policiacos para supuestamente defender a la
sociedad”.
Uno de los agentes
de investigación de la PGR considera que “los delincuentes prácticamente están
teniendo el dominio sobre la propia Policía cabeña, y quienes están llegando al
límite de hablar y regañar a los agentes, como si se tratara de sus empleados,
lo que no puede ser tolerado por el estado, y mucho menos que ceden a las
presiones, como parece sucedió en el caso de Los Cabos”.
Es la segunda vez
que la Policía Municipal del destino de playa se ve inmersa en un
narco-escándalo.
El primer suceso
ocurrió cuando el narcomenudista Jaime Ariel Meza López “El Jimmy”, hermano del
“Pozolero” del “Teo”, antecesor de “El Nicho” y brazo derecho de “El Javier”
-según el último mapa delictivo elaborado por autoridades federales y
militares-, delató a policías corruptos, dando santo y seña de las operaciones
con casi 20 comandantes y agentes que protegían sus actividades criminales, y después de casi cuatro años,
todavía siguen formando parte de la Policía cabeña.
Los únicos seguros
eran ellos. Rodeados de un aparatoso dispositivo con decenas de efectivos de
las fuerzas armadas, federales, estatales y municipales, el secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y los titulares de la Secretaría de la
Defensa Nacional (SEDENA), Secretaría de Marina (SEMAR), Procuraduría General
de la República (PGR), Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN);
junto a los gobernadores de Sinaloa, Sonora, Baja California, Chihuahua y el
anfitrión de Baja California Sur, Marcos
Covarrubias Villaseñor, protagonizaron el 26 de junio la primera reunión de
seguridad de la zona noroeste de México, en Hotel Grand Plaza de La Paz.
En el evento a
puerta cerrada, el responsable de la seguridad del país solicitó a los
mandatarios Mario López Valdés, Guillermo Padrés, José Guadalupe Osuna Millán,
César Duarte y Marcos Covarrubias Villaseñor, aplicar la “Ley Mordaza” y no
proporcionar información a ningún medio de comunicación sobre temas de
seguridad, hasta en tanto no haya sido revisada, analizada y evaluada por la
Secretaría de Gobernación en México.
La consigna -según
trascendió- es que no se sepa lo que está ocurriendo cuando levantan, matan o
ejecutan a integrantes del crimen organizado, y menos aún, cuando son
sepultados -como ocurrió en La Paz-, mientras no concluya la investigación y se
pueda emitir una versión oficial del tema.
El Estado Mayor
Presidencial llegó un día antes a revisar el hotel donde se llevó a cabo la
reunión. Desde entonces los cuerpos de seguridad se apostaron dentro y fuera
hasta que cerca de las once de la mañana, comenzaron a llegar los organizadores
a vestir el evento.
Los invitados y
reporteros empezaron llegaron a la cita aproximadamente a las tres de la tarde.
La puerta del salón principal del hotel se cerró a las 4:30 pm, abriéndose seis
horas después, cuando el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,
salió a ofrecer una breve conferencia de prensa donde solo permitió se hicieran
cuatro preguntas de corresponsales nacionales y extranjeros.
El funcionario federal
dijo que el motivo de la reunión en Baja California Sur era analizar “las
estrategias que estamos haciendo en este nuevo modelo de seguridad implementado
por el Gobierno Federal, en total y absoluta coordinación con los gobiernos de
los estados”.
Consideró que la
coordinación estaba dando resultados, porque “no hay esfuerzos aislados”, a
pesar de los 722 ejecutados en Chihuahua, 283 en Baja California, 549 en
Sinaloa, 231 en Sonora y 19 en la entidad anfitriona, y en cuyo recuento no
estaban aún incluidos los siete de las narcofosas y 13 desaparecidos.
Sobre el caso de las
siete narcofosas, Osorio Chong, desestimó el asunto, calificándolo como “un
hecho aislado”, aunque al final reconoció que se trata de un caso difícil y
preocupante que se está investigando para esclarecer los hechos.
De acuerdo a un
informe de autoridades federales y militares en la reunión, trascendió que los
responsables de la planeación, ejecución y entierro en las fosas clandestinas
eran “El Rayo”, “El Pelón” y “El Gordo” o “El Pepillo”, presuntos jefes de
plaza del narcomenudeo en La Paz, supuestamente protegidos por las policías
Estatal Preventiva y Ministerial.
(Investigaciones ZETA)
(SEMANARIO ZETA BCS/
ZETA Investigaciones/ julio 1, 2013)
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