Por tanto tiempo se dijo, en todos los
tonos, a todas horas, y en todos los foros de opinión pública que Mario Luna
Romero era “vocero de la etnia yaqui”, que muchos cayeron (caímos) en el
garlito, pero ¿qué creen?, pues resulta que “dijo mi ‘amá que siempre no”, y
ahora empiezan a identificarlo como lo que es: el secretario de Vícam Pueblo.
De modo que cero y va uno.
Indudablemente faltan otras máscaras por caer. Por ejemplo,
la de Tomás Rojo Valencia, otro sedicente “vocero de la etnia yaqui” que ha
empezado a aparecer con más frecuencia en los boletines de prensa y en las
notas “informativas” que se cuelan a los medios de información, precisamente
para meterlo en el ánimo de la gente.
¿Cuál es el “hueso” oficial de Rojo
Valencia dentro del organigrama de mando de las autoridades tradicionales
yaquis.? No lo sabemos…aún. Pero sospecho que lo vamos a saber en breve.
Uno más que tenemos dentro del área de
nuestro radar es Juan Leyva Mendívil, vocero del llamado Movimiento Ciudadano
por el Agua, organismo éste del cual se desconocen sus integrantes,
simpatizantes y dirigentes. Aquí tendrán que caer varias máscaras, aunque “la
raza” no es tonta y ya debe saberlo.
Pero volviendo al tema central de esta
columna, pues lamentablemente las partes (que son más de dos y tienen variados
intereses), todavía no se ponen de acuerdo y al pueblo que no tiene nada que
ver se lo está llevando la ch….da.
El gobernador dice que mantiene
abiertas las vías de comunicación con
los representantes de los yaquis, y se avienta incluso la puntada de afirmar
que se reunió con cinco de los ocho gobernadores (¿y los otros tres por qué no
asistieron a la reunión?). Especie que desde luego, gente como Leyva Mendívil y
el ex “vocero de la etnia” (y ahora simple secretario de Vícam Pueblo) Mario
Luna Romero, se apresuran a desmentir, al igual que el nuevo “vocero de la
etnia” Tomás Rojo Valencia, al que en cualquier chico rato degradan y lo dejan
como simple monaguillo de capilla indígena.
Lo más grave es que cada día que pasa
crecen tanto los agravios como la irritación popular sobre un tema –el agua- y
el bloqueo que se deriva a consecuencia del mismo, que en cualquier chico rato
la sangre puede llegar al río ¿yaqui? Son muchas las voces de cordura que se
alzan para recomendar que el gobernador Guillermo Padrés Elías se sume al
diálogo con los yaquis, que pareciera oficioso esperar otra cosa. Pero como
dijo sabiamente “la chimoltrufia”: Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra
cosa.
Es decir, que no depende solamente de la
voluntad del gobernador de Sonora y sus contrapartes yaquis. No. El tema se ha
contaminado –nació con esta cualidad, agregaría yo- con la aparición interesada
de muchas otras partes.
Al conflicto se han sumado voceros que no lo son,
gobernadores yaquis sobre los cuales se duda, intereses económicos y políticos
de Obregón y Hermosillo, “movimientos ciudadanos” que quizás ni lo sean,
declaratorias de “Nación Yaqui” que no corresponden, políticos rastreros y
arrastrados…a la vorágine de declaraciones, y un etcétera más largo que las
esperanzas de un ejidatario.
El recientemente vuelto a ser
identificado como secretario de Vícam Pueblo por cierto, dijo erróneamente y
entre otras cosas que “sólo resta que el gobernador de Sonora acate el mandato
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación “y pare las bombas que se roban el
agua de la Nación Yaqui…”.
¿Nación Yaqui? Hasta donde me alcanza
con los $2.50 de cerebro que me queda, no hay tal “Nación Yaqui”. Este es un
concepto que existe en los Estados Unidos, alcanzado luego de una lucha social
por la reivindicación de los derechos de los indios, a quienes los blancos
exterminaron masivamente, les anularon cualquier posibilidad de vivir, los
encerraron en reservas, y les robaron enormes extensiones de terreno y todas
sus propiedades.
Incluso después de encerrarlos en reservas, muchos de ellos se
rebelaron y se les persiguió hasta aniquilarlos; y a los que se sometieron, los
envilecieron con vino y cerveza gratis para tenernos embrutecidos y seguirlos
robando.
Esa es más o menos la historia de casi todas las tribus indígenas de
Estados Unidos. Una que quizás sea compartida por los yaquis. Como diría
Vicente Fernández: “es igual…pero no es lo mismo”.
En Estados Unidos se dio el concepto de
naciones indígenas soberanas, pero no independientes. Es decir, que en tanto se
sometan de cierta manera al poder federal, tienen alguna libertad para
instituir sus formas de gobierno.
Son “naciones” indígenas solamente en la
medida que esto le permita al “hombre blanco y barbado” poder dominante, tener
cierto control sobre ellos. Por cierto, los sigue embruteciendo con alcohol y
poca ayuda social, pero mantienen su propia nacionalidad.
Mientras tanto, en México no se dio este
fenómeno y por ende, no hay tal concepto de nacionalismo indígena, cuando menos
no por acuerdos escritos y suscritos entre las partes interesadas en que lo
haya o no.
Para ser claros, el concepto de “Nación Yaqui” no existe ni en los
libros, ni en el ánimo de los mexicanos. Es una clasificación errónea,
tergiversada, tonta y populachera.
Por cierto, Memo Padrés dijo durante su
“reunión con los ocho menos tres” que “de gobierno a gobierno nos dirigimos con mucho respeto a los ocho
pueblos tradicionales.
Y agregó: “entendemos que los otros hermanos yaquis,
indígenas que están participando en el Movimiento Ciudadano del Agua y
bloqueando la carretera actualmente también son ciudadanos sonorenses y merecen
todo nuestro respeto, pero no en calidad de gobierno a gobierno”.
Así, el
propio Padrés desconoce la injerencia de
yaquis no representados por las ATOPY que él –el gobernador- reconoce
como sus pares, y de un adulterado y tendencioso MCA. Como diría don Florentino
López Tapia en su muy peculiar forma de hablar: ¡tan claro!
En lo
personal, sostengo lo dicho en anteriores colaboraciones: el tema del agua del
Río Yaqui y su eventual trasvase para las necesidades de los habitantes de
Hermosillo, es uno que compete no solamente al gobernador y los yaquis.
Hay ya
muchas partes interesadas en pugna como para que sigan los dimes y diretes. Hay
que simplificar las cosas y llamarlas por su nombre.
Debe esperarse el fallo de
una corte suprema remisa hasta ahora, la cordura de un gobernador ahora falto
de tacto político, y el sentido común de una tribu indígena tan dada a oír el
canto de las sirenas.
A este triunvirato (Gobernador-SCJN-ATOPY) deben sumarse
las voces propositivas de políticos y empresarios principalmente de Cajeme y
Hermosillo, y la opinión de todos los afectados por esta sinrazón de los
bloqueos.
No hay que olvidar que aunque populares en principio, las afectaciones a los derechos de tercero se vuelven eventualmente aborrecibles.
Los bloqueos carreteros no
serán la diferencia, especialmente cuando la gente muestra su hartazgo con esta
táctica de presión que los afecta directa y repetidamente.
Y si a esto le
sumamos que se empiezan a alzar voces de descontento por las “mochadas” de $200
y más que cobran presuntos yaquis por dejar pasar a los automovilistas,
constituyéndose de hecho en una aduana yaqui, pues…Gracias por leerme.
(CONTRAPORTDA/ COLUMNA VIDAS PÚBLICAS de Manuel Gutiérrez Fierro/ 04 de julio 2013)
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