Milán, Italia.- Un día después de que monseñor Nunzio Scarano fuera arrestado en Roma junto con un ex agente de los Servicios Secretos y un intermediario financiero, acusados de fraude y corrupción al interior del Instituto para las Obras de la Religión (IOR), la Guardia de Finanza ha comenzado a dar a conocer algunas pistas para entender cómo este alto prelado del Vaticano conseguía lavar dinero para hacerse de una riqueza inigualable.
Nunzio Scarano posee casas, autos, pero sobre todo participaciones
societarias, que le han dado acceso durante años a diversas cuentas
corrientes del IOR y otros bancos.
Este sacerdote que primero fue banquero en Bank of America, Banca de Italia y el Deutsche Bank, mueve centenares de millones de euros a través de operaciones inmobiliarias y financieras, y maneja los fondos de la beneficiencia haciéndolos aparecer después en sus cuentas personales.
Ahora que se encuentra “fuera de balance”, es cuando los analistas de la Guardia de Finanza han comenzado a destejer la madeja para descubrir las formas de Scarano para lavar dinero.
De acuerdo con las investigaciones que dirige la Procuraduría de Roma, tomando en cuenta a otros sacerdotes y civiles indagados, que almenos desde 2010 han sido monitoreados a través de sus llamadas telefónicas, las autoridades han podido entender poco a poco las tácticas de Scarano para manejar el dinero del IOR para beneficio de él mismo y sus amigos.
Así, gracias a las intervenciones telefónicas, hoy los agentes que investigan su caso están seguros de la estrecha relación entre Scarano y el vicepresidente del IOR, Massimo Tulli; así como los frecuentes contactos que el prelado lleva con el director Paolo Cipriano, investigado en otro capítulo sobre el manejo de la Banca Vaticana.
Es con ellos dos que Scarano frecuentemente discute sobre las transferencias de dinero.
“Te los hago llegar del Vaticano”, es la frase que, según los investigadores, usa siempre Scarano cuando se trata de hacer entrar dinero desde Suiza. Parte de ese dinero habría sido para los amigos y armadores napolitanos Paolo, Maurizio y Cesare D’Amico (quienes también están siendo investigados), pues fue por ellos que Scarano habría ordenado trasladar 20 millones de euros desde Suiza.
Una conversación para las autoridades particularmente significativa es la del 12 de mayo de 2012 entre Scarano y Giovanni Carenzio, el ex suboficial y ex agente del Servicio Secreto involucrado también en las últimas investigaciones, donde el prelado describe al IOR como “el único instrumento seguro y rápido para efectuar operaciones fianancieras y bancarias en elusión (que no en violación), de la normativa de antilavado y fiscal”.
De acuerdo con las actas judiciales a las que Excélsior tuvo acceso, en aquella ocasión Carenzio acepta de haber obtenido un apoyo económico, pero no está seguro de contar con “esa” cifra de inmediato, por lo que pide a Scarano si le puede anticipar el dinero.
Scarano responde que le hará un depósito de 20 o 30 mil euros.
“Esta noche me mandas las coordenadas, la clabe, etcétera, serán alrededor de 20 o 30 mil euros, algo así porque tiene que ver con mi firma...”, le dice Scarano, a lo que Carenzio le pregunta de dónde le llegarán.
“Te los hago llegar del Vaticano, porque es el único modo rápido que tengo. Hago la firma del director general, que me trae a esta persona que muy gentilmente se presta y basta…”.
De beneficencias y donaciones
De acuerdo con los investigadores, desde que Scarano tomó los votos del sacerdocio en 1986, cada mes recibe un bono de 20 mil euros por parte de su amigo Cesare D’Amico con la razón de “beneficencia”, que después terminan en sus cuentas personales, lo que las autoridades consideran transferencias anómalas.
Ahora se trata de descubrir cómo Scarano se ha hecho de los 456 mil euros que tiene en su cuenta bancaria de Unicredit y además de cómo ha podido
reunir un patrimonio inmobiliario con valor de un millón 155 mil euros, sólo en el periodo que va de noviembre de 2009 a marzo de 2010.
Las sospechas de los ministerios públicos se concentran particularmente en dos operaciones, cada una de 600 mil euros, que fueron registradas en la cuenta de Unicredit y otro depósito abierto en una filial de la Banca Mps.
En diciembre de 2009, el monseñor decide hacer depósitos en 17 bancos distintos que van de dos mil a 20 mil euros. Todos los depósitos tienen como beneficiarios a amigos y parientes con la misma causa: “donación”.
Según una testigo interrogada en la investigación que se le lleva a cabo a Scarano en la ciudad de Salerno, de donde es originario, los cheques fueron llenados con la leyenda que el dinero provenía del IOR.
Otras pistas vienen desde 2006 cuando Scarano adquirió algunas cocheras en Salerno pagando con cheques de diez mil euros, provenientes siempre de la cuenta de Unicredit, pero con respaldo del IOR, de donde hasta ahora la información ha sido inaccesible.
A través de las intervenciones telefónicas, los investigadores descubrieron que Scarano era sumamente cuidadoso al hablar de dinero y que cuando quería hablar de millones se refería a los “libros de Treccani”.
El 15 de julio de 2012, día en que fueron transferidos los 20 millones de euros desde Suiza hacia Italia, Scarano hablaba de 20 o 25 “libros”.
Scarano y otras dos personas fueron arrestados el viernes por la policía italiana por presuntamente intentar introducir al país 20 millones de euros en efectivo en un jet privado.
Este sacerdote que primero fue banquero en Bank of America, Banca de Italia y el Deutsche Bank, mueve centenares de millones de euros a través de operaciones inmobiliarias y financieras, y maneja los fondos de la beneficiencia haciéndolos aparecer después en sus cuentas personales.
Ahora que se encuentra “fuera de balance”, es cuando los analistas de la Guardia de Finanza han comenzado a destejer la madeja para descubrir las formas de Scarano para lavar dinero.
De acuerdo con las investigaciones que dirige la Procuraduría de Roma, tomando en cuenta a otros sacerdotes y civiles indagados, que almenos desde 2010 han sido monitoreados a través de sus llamadas telefónicas, las autoridades han podido entender poco a poco las tácticas de Scarano para manejar el dinero del IOR para beneficio de él mismo y sus amigos.
Así, gracias a las intervenciones telefónicas, hoy los agentes que investigan su caso están seguros de la estrecha relación entre Scarano y el vicepresidente del IOR, Massimo Tulli; así como los frecuentes contactos que el prelado lleva con el director Paolo Cipriano, investigado en otro capítulo sobre el manejo de la Banca Vaticana.
Es con ellos dos que Scarano frecuentemente discute sobre las transferencias de dinero.
“Te los hago llegar del Vaticano”, es la frase que, según los investigadores, usa siempre Scarano cuando se trata de hacer entrar dinero desde Suiza. Parte de ese dinero habría sido para los amigos y armadores napolitanos Paolo, Maurizio y Cesare D’Amico (quienes también están siendo investigados), pues fue por ellos que Scarano habría ordenado trasladar 20 millones de euros desde Suiza.
Una conversación para las autoridades particularmente significativa es la del 12 de mayo de 2012 entre Scarano y Giovanni Carenzio, el ex suboficial y ex agente del Servicio Secreto involucrado también en las últimas investigaciones, donde el prelado describe al IOR como “el único instrumento seguro y rápido para efectuar operaciones fianancieras y bancarias en elusión (que no en violación), de la normativa de antilavado y fiscal”.
De acuerdo con las actas judiciales a las que Excélsior tuvo acceso, en aquella ocasión Carenzio acepta de haber obtenido un apoyo económico, pero no está seguro de contar con “esa” cifra de inmediato, por lo que pide a Scarano si le puede anticipar el dinero.
Scarano responde que le hará un depósito de 20 o 30 mil euros.
“Esta noche me mandas las coordenadas, la clabe, etcétera, serán alrededor de 20 o 30 mil euros, algo así porque tiene que ver con mi firma...”, le dice Scarano, a lo que Carenzio le pregunta de dónde le llegarán.
“Te los hago llegar del Vaticano, porque es el único modo rápido que tengo. Hago la firma del director general, que me trae a esta persona que muy gentilmente se presta y basta…”.
De beneficencias y donaciones
De acuerdo con los investigadores, desde que Scarano tomó los votos del sacerdocio en 1986, cada mes recibe un bono de 20 mil euros por parte de su amigo Cesare D’Amico con la razón de “beneficencia”, que después terminan en sus cuentas personales, lo que las autoridades consideran transferencias anómalas.
Ahora se trata de descubrir cómo Scarano se ha hecho de los 456 mil euros que tiene en su cuenta bancaria de Unicredit y además de cómo ha podido
reunir un patrimonio inmobiliario con valor de un millón 155 mil euros, sólo en el periodo que va de noviembre de 2009 a marzo de 2010.
Las sospechas de los ministerios públicos se concentran particularmente en dos operaciones, cada una de 600 mil euros, que fueron registradas en la cuenta de Unicredit y otro depósito abierto en una filial de la Banca Mps.
En diciembre de 2009, el monseñor decide hacer depósitos en 17 bancos distintos que van de dos mil a 20 mil euros. Todos los depósitos tienen como beneficiarios a amigos y parientes con la misma causa: “donación”.
Según una testigo interrogada en la investigación que se le lleva a cabo a Scarano en la ciudad de Salerno, de donde es originario, los cheques fueron llenados con la leyenda que el dinero provenía del IOR.
Otras pistas vienen desde 2006 cuando Scarano adquirió algunas cocheras en Salerno pagando con cheques de diez mil euros, provenientes siempre de la cuenta de Unicredit, pero con respaldo del IOR, de donde hasta ahora la información ha sido inaccesible.
A través de las intervenciones telefónicas, los investigadores descubrieron que Scarano era sumamente cuidadoso al hablar de dinero y que cuando quería hablar de millones se refería a los “libros de Treccani”.
El 15 de julio de 2012, día en que fueron transferidos los 20 millones de euros desde Suiza hacia Italia, Scarano hablaba de 20 o 25 “libros”.
Scarano y otras dos personas fueron arrestados el viernes por la policía italiana por presuntamente intentar introducir al país 20 millones de euros en efectivo en un jet privado.
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