A tres años de la muerte de Enrique Mendívil, el móvil sigue vivo: el narco quiere gobernar
El asesinato de Enrique el Gallo Mendívil Flores, ocurrido
veinte días antes de que Mario López Valdez ganara el 4 de julio de 2010
la gubernatura de Sinaloa postulado por una alianza opositora al
Partido Revolucionario Institucional, pudo haber sido una acción de la
narcopolítica, según revelan las escasas investigaciones a tres años de
distancia de la muerte del ex líder ganadero estatal.
Mendívil Flores, operador político del entonces candidato priista a
la gubernatura, Jesús Vizcarra Calderón, y aspirante a una regiduría en
la planilla de pretensos a la alcaldía de Culiacán que encabezaba Héctor
Melesio Cuen Ojeda, fue asesinado el 14 de junio de 2010, en pleno
proceso electoral, mientras conducía su camioneta Toyota con placas
VKP-1840, por la avenida Álvaro Obregón, cerca del parque Culiacán 87.
A diferencia del abandono en que dejó el caso la Procuraduría General
de Justicia del Estado, fue la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (hoy SEIDO) la que tomó en sus
manos el expediente dos semanas después de ese crimen de alto impacto,
anexando una serie de elementos de contexto y declaraciones de personas
vinculadas a la víctima.
En las indagatorias se asienta que Enrique Mendívil había recibido
advertencias en dos ocasiones para que retirara su apoyo y el del sector
ganadero a Jesús Vizcarra Calderón, pero en ambas amenazas reiteró su
lealtad al candidato del PRI a la gubernatura. La primera habría
ocurrido a inicios de marzo y la segunda a principios de junio, ambas en
2010, tratándose de llamadas telefónicas que lo emplazaban “a que se
bajara del equipo de campaña de Vizcarra”.
Pero anteriormente, el primero de diciembre de 2008, libró el ataque
de un grupo armado dirigido en su contra, en la colonia Guadalupe, de
Culiacán, muriendo ahí su chofer Ignacio León Pérez. Desde entonces
Mendívil se movilizaba en vehículos blindados.
Otra versión obtenida por la Procuraduría General de la República
indica que Enrique Mendívil fue portador de varias amenazas dirigidas a
Jesús Vizcarra Calderón, la primera para que declinara a la postulación
del PRI para gobernador y las otras instándolo a que disminuyera el
nivel de intensidad del proselitismo ya como candidato.
La investigación, ordenada por quien en esos momentos ocupaba la
Presidencia de la República, Felipe Calderón Hinojosa, inició a raíz de
la solicitud que hicieron senadores, diputados federales y funcionarios
estatales y municipales de Sinaloa, cuyos nombres mantuvo bajo reserva
la fiscalía federal.
En septiembre de 2012 el archivo sobre el caso Mendívil Flores fue
cerrado por la SIEDO sin establecerse por órdenes de quién y por cuáles
motivos lo asesinaron dos sujetos que desde una motocicleta le
dispararon con armas AK-47 y R-15, esta última habilitada con un
dispositivo especial para proyectiles calibre .40 que perforaron el
blindaje de la camioneta.
Piezas que embonan
En las fichas elaboradas por los servicios de espionaje del Gobierno
de Sinaloa durante el gobierno de Juan Millán Lizárraga se había
incluido el nombre de Enrique Mendívil Flores, señalado por tener
relaciones con el narcotráfico. Junto a otros personajes de la política,
como son los casos de Óscar Félix Ochoa y Sergio Torres Félix,
actualmente candidatos a diputado por el distrito 14 y a presidente
municipal de Culiacán, en ese orden, tenían un expediente negro cada
uno.
Del Gallo Mendívil se mencionaba en las fichas elaboradas por
el Gobierno estatal la riqueza súbita traducida en propiedades, casas,
vehículos de lujo, cuentas bancarias y gran poder político que acumuló
con base al dinero.
Mediante una investigación periodística de Ríodoce se
estableció que, en una sola operación constatada en el Registro Público
de la Propiedad, en marzo de 1988 compró un terreno de 23 hectáreas en
El Tamarindo, sindicatura de Culiacancito, con un costo de 23 millones
de pesos. “Se le vincula con grupos de narcotraficantes de la
sindicatura de Eldorado”, dice la cédula de inteligencia local.
De Óscar Félix, la información clasificada por el Gobierno del Estado
destaca que “ha sido vinculado al narcotraficante Javier Torres” y
anexa un comentario: “Es cuñado de Javier Félix Torres, alias el JT”.
En lo que corresponde a Sergio Torres Félix, en las mismas fichas también se le adjudica un parentesco con Javier Torres, el JT.
Sobre la autoría de estas fichas, Joel Hernández Niño, quien fuera
director de Gobierno en la administración de Jesús Aguilar Padilla,
culpó a su antecesor en el cargo, Luis Pérez Hernández, de haberlas
elaborado.
Pérez Hernández, jefe del área de espionaje durante el sexenio de
Juan Millán Lizárraga, acabó siendo uno de los principales operadores
políticos en la campaña electoral que llevó a Mario López Valdez al
Gobierno de Sinaloa.
A este personaje ligado en todo momento con la
intriga palaciega se le responsabiliza de los atentados con artefactos
explosivos de fabricación casera lanzados en Culiacán contra la sede del
Partido Acción Nacional, el 12 de junio de 2010, y una semana después,
el 18 de junio, en las oficinas del Partido de la Revolución
Democrática.
Estos atentados, de los cuales el PAN y PRD responsabilizaron al PRI y
a su candidato Jesús Vizcarra Calderón, habrían sido planeados por
Pérez Hernández y Juan Manuel Zarco Bernal, contratando a terceros para
que los materializaran con el objetivo de culpar a los priistas y
enrarecer el ambiente electoral, según las indagatorias.
Luis Pérez Hernández fue asesinado el 25 de enero de 2011, a poco más
de tres semanas de iniciado el gobierno de López Valdez y Zarco Bernal
desapareció de la escena pública luego de haber pretendido una
subsecretaría de Seguridad Pública en el “gobierno del cambio”.
Justicia desentendida
Al día siguiente de que mataron a Jesús Mendívil Flores, la
Procuraduría General de Justicia del Estado filtró la hipótesis del
“ajuste de cuentas” como línea principal de investigación. El entonces
subprocurador general, Rolando Bon López, hizo la declaración al señalar
que ello derivaba de la forma de actuar de los sicarios y las armas
utilizadas.
De inmediato tuvo que salir a corregirlo quien se desempeñaba como
procurador general, Alfredo Higuera Bernal, para negar la existencia de
evidencias que ligaran al ex dirigente ganadero con el crimen
organizado.
En el trienio transcurrido desde que asesinaron a Enrique Mendívil la
justicia ha estado de siesta. El estado de la investigación es casi el
mismo en la PGJE que guardó el expediente prácticamente con los
peritajes efectuados en la escena del crimen y desde ese punto no se ha
movido un ápice.
Las mismas declaraciones de origen aportadas por testigos y
familiares de la víctima conforman el expediente que luego, al
presumirse delincuencia organizada, fue puesto en manos de la PGR.
Posteriormente, el gobierno de Malova dejó ahí la investigación con el sello de “caso pendiente”.
En relación a la violenta muerte del ex líder ganadero y operador
vizcarrista, a finales de junio de 2010, Manuel Clouthier Carrillo dio
una conferencia de prensa como diputado federal panista, en la que dijo
que Mendívil Flores era vínculo de Ismael el Mayo Zambada con el gobierno de Jesús Aguilar.
Al calor de aquella acusación que señalaba a Jesús Vizcarra de ser compadre del Mayo
Zambada, Clouthier se refirió a Mendívil Flores como “alguien que
sabemos le hablaba ‘golpeado’ al gobernador Jesús Aguilar, igual que
Vizcarra… Esto dibuja quiénes son o quiénes eran los que mandaban y
quién era el empleado ahí”, agregó.
“Primero, en la época de Antonio Toledo Corro con Inés Calderón, era
precisamente el vínculo entre Inés Calderón y el gobierno toledista, y
hoy sabíamos también, que era entre otros, el vínculo del Mayo Zambada con el gobierno de Jesús Aguilar Padilla”.
Al cuestionársele a Clouthier con qué elementos de prueba contaba, respondió: “Esto es conocido. ‘Todo mundo’ lo sabía”.
Es lo que finalmente quedó ante la incapacidad mostrada por los
órganos federal y estatal de procuración de justicia para esclarecer el
crimen: la conjetura de que fue un asunto planeado y resuelto por la
narcopolítica en Sinaloa.
VOTÓ EL TERROR
Campañistas de Jesús Vizcarra Calderón todavía se ponen nerviosos y
ocultan la identidad cuando recuerdan que entre mayo y junio de 2010 se
tendió sobre ellos un cerco de miedo para que ablandaran el proselitismo
a favor del candidato del PRI a gobernador.
Antes de que mataran a Jesús Mendívil Flores, recuerdan, a partir de
la primera semana de junio, cuando Vizcarra empezó a despuntar en las
encuestas, a los dirigentes municipales del PRI, a los comités de base y
a síndicos se les hicieron llamadas para notificarles que Vizcarra no
era el que debía ganar la elección.
“A muchos de nosotros se nos atravesaron camionetas con gente armada
que nos decía que andábamos muy engallados, que Vizcarra no era el
bueno, que le bajáramos o nos atuviéramos a las consecuencias”, afirman.
“A inicios de julio, unos días antes de la votación, los activistas
políticos de Vizcarra en Eldorado, Quilá y Costa Rica estaban
paralizados por el terror. Llamaban y nos decían de amenazas y nosotros
optamos por sacarlos de la campaña, para protegerlos. Era la locura pues
les tocaban sus puertas en las madrugadas y les gritaban: o te pones
quieto o te ponemos”.
En un momento de la campaña —dice uno de los operadores amenazados—
el mismo Vizcarra ordenó que nadie se pusiera en riesgo por realizar
proselitismo a su favor. “Ya se animaron contra el Gallo Mendívil, como quiera se atreven a atrasar a otros”, les expresó.
Al ser localizados y entrevistados para conocer la experiencia que
vivieron en la intromisión que tuvo el crimen organizado en la elección
local de 2010, aceptan que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI y Jesús
Aguilar Padilla, gobernador en aquel tiempo, tuvieron conocimiento de
esta situación pero se declararon incapaces para enfrentar el problema.
Reacios a revelar más detalles, se plantan en el mismo miedo de hace
tres años. “La elección fue hace tres años, pero el terror, que fue el
que votó en 4 de julio de 2010, sigue aquí. Con otros nombres y otros
intereses, pero el peligro no se ha ido”, advierten.
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