¡No debió morir!...
Son cientos,
miles, la cantidad no importa. Hombro con hombro, tomados de las manos, van
detrás de una lona que grita “JUSTICIA ABC” sostenida con firmeza. Un globo
blanco, un cartel con un pequeño rostro, una exigencia de justicia; y avanzan
con el latir de los tambores que asemejan el latir de un corazón afligido pero
con coraje.
Astrid
Arellano / Dossier Politico
Hermosillo, Sonora,
México (DP).- Astrid Arellano, una estudiante de la Universidad de Sonora, con
miras de altura, amiga de Dossier Político y de la verdad,, joven ejemplar,
dedicada a la familia, estudio y comprometida con México, comparte en carne
propia la marcha de los hambrientos de justicia, de las más de 10 mil almas que
elevan su plegaria a Dios porque ese lamento eterno encuentre un eco en la
conciencia de quienes olvidaron el camino a la Eternidad.
Son cientos, miles,
la cantidad no importa. Hombro con hombro, tomados de las manos, van detrás de
una lona que grita “JUSTICIA ABC” sostenida con firmeza. Un globo blanco, un
cartel con un pequeño rostro, una exigencia de justicia; y avanzan con el latir
de los tambores que asemejan el latir de un corazón afligido pero con coraje.
Vienen bajando por
la calle Mecánicos. Son miles ahora, y continúan para abarrotar el boulevard
Vildósola, marchan paso a paso bajo el atardecer, con la misma fuerza que hace
4 años. Marchan los padres aún con el dolor imborrable, pero con la ferviente
esperanza que arropa sus almas y que se refleja en sus rostros.
Dejaron atrás el
lugar del horror, de la tragedia, de la más profunda de las tristezas… aquél
que se ha convertido en un altar a la inocencia perdida, ultrajada por la
avaricia y la corrupción de quienes ven a la vida como la mercancía más
redituable.
Niños, jóvenes y
adultos a la par al grito de “¡JUSTICIA!”, cumpliendo con su obligación cívica
de marchar el 5 de junio, pues a México le duelen sus hijos, y todavía marcha
por ellos.
La calle se inunda
de aplausos y de deseos que se alzan al cielo con cientos de globos que tratan
de alcanzar a los 49 ángeles, mientras retumban en los oídos y en el alma las
campanas adoloridas de la iglesia San José. “Uno, dos, tres, cuatro, cinco…
cuarenta y nueve, cuarenta y nueve, cuarenta y nueve…” cuenta un grupo de
jóvenes alados como ángeles, con voces que erizan la piel.
Los niños hicieron
suya esta marcha; ellos pudieron más que los mayores y aguantaron los
kilómetros recorridos con el ímpetu de quien más lucha.
Caminando tras sus
padres o empujados en una carriola con los ojos expectantes, atentos, bien
abiertos. Quizás no comprendan ahora la magnitud de la tragedia, pero tal vez
en unos años el grito de justicia sea suyo y de los que vienen, quizás también
ellos vean la anhelada justicia cuando los demás ya no estemos, y entonces,
habremos ganado.
Los vecinos salen de
sus casas, los vendedores salen de sus negocios; se amontonan todos en las
esquinas a ver el desfile blanco, los que pueden, se apuran y se unen al
contingente. “¡Detrás de las fotos de los niños!”, grita un miembro del
Movimiento 5 de Junio.
5 de junio, ni
perdón ni olvido.
Se llegó la hora del
arribo a la plaza Emiliana de Zubeldía, lugar del que los 49 bebés, sus
familias, y nosotros los ciudadanos nos hemos apropiado para lanzar nuestros clamores.
Maribel Ferrales y
Héctor Acosta reciben al mar de gente con su grito ardiente, con su canción de
dolor. En fila suben a las escalinatas del Museo y Biblioteca de la Universidad
de Sonora las 49 imágenes de sus sonrisas, de sus ojitos pícaros, de sus delicados
cabellos y se acomodan allí, cargadas por otros 49 pequeños que no flaquearon
durante la cansada marcha.
Alonso López, con su
guitarra, entona las infaltables letras de Aute: “Ay, amor mío, qué
terriblemente absurdo es estar vivo sin el alma de tu cuerpo, sin tu
latido”.
En voz de Martha
Lemas, madre de Santiago de Jesús, se dio el pase de lista y empezaron a salir
uno a uno los nombres de los niños ABC, seguidos de un fuerte “¡NO DEBIÓ
MORIR!”, estallan los aplausos y se escapan las inevitables lágrimas.
Suenan canciones de
otras luchas, canciones que se asemejan en sus objetivos, que persisten a lo
largo de los años y que acompañan otros pasos. Los padres agradecen a todos por
su presencia y apoyo incondicionales, y sostienen que su lucha continuará así
se les acabe la vida, pues el Movimiento 5 de Junio ya es de todos; esos hijos,
los suyos, ya son nuestros también.
La multitud aclama
“¡NO ESTÁN SÓLOS, NO ESTÁN SÓLOS!”, y jamás lo estarán, pues como dijera
Alejandro Cabral, tenemos un compromiso desde hace 4 años. La lucha es por esos
49 niños que ya no están, por más de 70 niños que siguen aquí y que tienen
lesiones de por vida, por los niños que vienen; por todos los niños de México.
Con Manuel
Rodríguez, padre de Xiunelth Emmanuel, se leyó el Manifiesto a 4 años de luto y
lucha, y surgieron una vez más, los nombres de los culpables de este terrible
crimen:
“Marcia Matilde
Altagracia Gómez del Campo Tonella, Antonio Salido Suarez, Sandra Lucia Téllez
Nieves y Gildardo Urquidez Serrano, dueños y principales responsables de la
Guardería ABC, despreciables seres humanos, cuyo único fin era reducir costos
sin ningún respeto a la vida misma, cargarán toda su vida con el desprecio de
miles y millones de mexicanos, no crean que no pagarán por sus actos, la
justicia los alcanzará por su imperdonable crimen, la sociedad mexicana en
conjunto con el Movimiento 5 de Junio se encargará de ello”.
Juan Francisco
Molinar Horcasitas y Daniel Karam, así como el ex gobernador de Sonora Eduardo
Bours Castelo y el ex presidente municipal de Hermosillo, Ernesto Gándara
Camou, y Guillermo Padres Elías, gobernador del estado, quién en repetidas
ocasiones prometió justicia para el caso ABC, también salieron a relucir por su
evidente culpabilidad o por encubrimiento de los criminales.
“Por eso aquí,
frente a ustedes y con el corazón en la mano, reafirmamos nuestro solemne
juramento en todos los idiomas y en todas las lenguas; que resuene por todos
los países y por todos los rincones del planeta. Aunque nuestros cuerpos se
derrumben y nuestra alma decaiga, no descansaremos hasta ver juzgados y
condenados por este horrendo crimen a todos los culpables”.
“La justicia debe
ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Barón de Montesquieu.
(DOSSIER POLITICO/ Astrid Arellano / 2013-06-07)
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