Hace seis
años, la joven Luz Irene Rico Tejón,
hija del entonces delegado en Sonora de la PROFECO, Oscar Hugo Rico
Garibaldi, atropelló a una señora y la dejó inválida, al perder las dos
piernas. Pese a que existe orden de aprehensión en su contra y una condena de
un tribunal de alzada para que repare el daño moral, no ha sido requerida por
la justicia. La razón es que la influencia del padre en las altas esferas del
Gobierno en turno, ha pesado más que la exigencia de muchos sonorenses para que
la justicia sea pareja para todos.
Oscar Castro y Fernando Gutiérrez / Dossier Politico
Sonora presume de no
quedarse atrás en nada. Primer lugar en muchas atividades productivas y muchas
virtudes más. Pero la historia de hoy, triste, por cierto, nos llama a
"presumir" de contar también con una "Lady de Hermosillo",
lo que habla de no pocos saldos pendientes de una justicia sonorense
prostituida y al servicio de los poderosos.
La historia surge,
cuando, a sus 19 años, en noviembre del 2007, la jóven estudiante Luz Irene
Rico Tejón, a saber, hija del hasta hace unas semanas delegado de la PROFECO en
el estado y destacado militante panista, Oscar Hugo Rico Garibaldi, atropelló y
mantuvo durante semanas al filo de la muerte a
la señora María Luz Carrazco Valenzuela.
Por fortuna, la
victima vivió para contar esta historia. Una vergonzoza y triste historia que
nace de los podridos tejidos del poder político. Es el esquema de un falso
poder que nos trajo el Nuevo Sonora con el PAN como bandera.
Maria de la Luz
ventila su caso en una visita a Dossier. Lo hace postrada en silla de ruedas,
sus extremidades no la acompañan, pero como ella dice: "Perdì las piernas
cuando me atropellaron, pero gane dignidad de lucha y la capacidad de darme
cuenta lo que pesa el poder polìtico y el dinero, cuando la justicia se presta
para que la tuerzan. Lo he vivido y me da pena que vivamos un Sonora asì",
lamenta mientras un hilillo de lágimas recorre sus mejillas. Ya de impotencia, ya
de rabia, ya de tristeza.
Madre soltera de
tres hijos, ya mayores hoy día, luchona hasta el cansancio y sosten de su hogar
hasta antes de perder sus piernas, doña María desde su silla de ruedas hoy
exige justicia, a casi seis años de haber sido objeto de la imprudencia de una
joven hija de un alto funcionario federal en Sonora.
"Nunca quise casarme para no batallar y
preferí sacar adelante a mis hijos sola , mantener a mi madre y a mi abuela que
ya murió a raiz de mi caso. Mi misión en la vida eran ellos. Sin piernas,
¿ahora qué hago?, se pregunta con impotencia María Luz.
Ella fue atropellada
cuando transitaba sobre la acera de las calles Ernesto López Riesgo y Costa de
Marfil, de la colonia Altares, al sur oriente de Hermosillo. La joven Luz Elena
Rico Tejón, conducia a exceso de velocidad, no respeto el señalamiento de alto,
esquivó un vehícuo que circulaba por la libre y perdió el control. La fatalidad
escogió como víctima a María Luz y el viacrusis que vive hasta la fecha resulta
harto cruel. Sin piernas y sin el amparo de una justicia que, al menos, le haga
la vida más llevadera.
"Las piernas no
me las regresarán. Tampoco mi vida es la misma, pero cuando menos quisiera que
se castigue a la responsable y pague por lo que hizo. El dinero no me
interesaría, pero el juez ha ordenado en su sentencia que me indemicen por el
daño que me causaron a mi y a mi familia", exige doña María Luz.
El caso es que, la
victimaria, Luz Irene Rico Tejón, se
encuentra actualmente en calidad de prófuga de la justicia, luego que el
juzgado VI de primera instancia de lo penal, obsequíó una orden de
reaprehensión en su contra, por el delito de lesiones por culpa que ponen en
riesgo la vida e incumplir con la sentencia dictada el 24 de octubre del año
2012, bajo el expediente número 396/2008.
En otra sentencia
emitida por el Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito del Estado de
Sonora, se condena a la jóven Luz Irene Rico Tejón a cubrir una pensión
vitalicia de seis mil 750 pesos mensuales a su víctima, María Luz Carrazco Valenzuela,
como reparación del daño moral causado; además, se le condena a cubrir un
adeudo de 378 mil 38 pesos, por concepto de pensiones vencidas a la fecha de la
resolución judicial.
EL GOCE DE LA
JUSTICIA SELECTIVA
No obstante que existe la orden de
reaprehensión en contra de la hoy prófuga, la víctima no ha encontrado
justificación por parte de la Procuraduria de Justicia en el Estado que la
convenzan del por qué no se ha hecho efectivo el arresto de quien le desgració
la existencia, ni por qué la señorita Rico Tejón no ha encarado al juzgador
para cumplir la condena que se le ha impuesto.
Por el contrario, la
joven ha evadido la acción de la justicia y a la fecha se mantiene en calidad
de prófuga, sin que ninguna autoridad estatal indague su paradero. Ni se
intente su ubicación por los medios de colaboración con otras instituciones
policiacas del país o del mundo.
Por indagatorias
propias, y datos filtrados por elementos de la Polícia Estatal Investigadora,
María Luz ha logrado saber que la joven Rico Tejón se encuentra en México,
Distrito Federal, estudiando la carrera de arquitectura en la Universidad
Autónoma de México.
Por extraña razón,
la sentencia del tribunal de alzada contra la victimaria fue emitida el 24 de
octubre del año 2012 y la orden de aprehensión del juzgado sexto de primera
instancia en diciembre de ese mismo año, es decir, cinco años después de
sucedidos los lamentables hechos.
Baste saber que
gracias a la tenacidad de María Luz, que recorrió todos las oficinas del
aparato de justicia de Sonora exigiendo la protección de la ley, fue como se
inclinó a su favor el proceso penal contra la hoy prófuga, pero no se ha hecho
efectiva la resolución del tribunal de alzada.
Harta de ese
desprecio a la aplicación de la justicia, doña María narra que en cierta
ocasión interceptó al gobernador Guillermo Padrés Elías, y mostrando copia de
la sentencia y de la orden de reaprehensiòn, le hizo saber su caso y demandó
justicia para sí.
"El Gobernador
se sorprendió de mi situación y llamó al director jurídico (sic), Carlos
Espinoza Guerrero y le dijo: 'A ver como la haces para que este cabrón (Oscar
Hugo Rico Garibaldi, padre de la joven victimaria) pague lo que debe'.
Pense que era cierto
el interés por que se me hiciera justicia, pero a la fecha no han aprehendido a
la joven para que responda por lo que hizo. Su padre, Oscar Hugo, me ha
ofendido, me ha humillado y me ha dicho que no le harán nada a su hija porque
tiene muchas influencias. Por desgracia, me doy cuenta que tiene razón. ¿En que
clase de estado vivimos? Si los que deben de aplicar la justicia la violentan y
se ríen de las leyes, cuestiona al aire doña María Luz.
LA NEGRA
INFLUENCIA DEL DINERO
Luego de ser atropellada, María Luz cayó en un
coma por los golpes recibidos y fue atendida en un hospital privado de la
capital, cubriendo los gastos la aseguradora Mapfre Tepeyac, S.A. que tenía
contratada la victimaria con cobertura de daños civiles; sin embargo, pasada la
crisis comática y amputadas sus piernas, María Luz fue enviada a su casa sin
haber cicatrizado uno de sus muñones, lo que ocasionó que volvieran a
intervenirla para amputarle otro tramo de pierna, en esta ocasión, por arriba
de la rodilla.
La aseguradora, con
suma frialdad le hizo saber que no podría seguir atendiendo su convalecencia
porque habían agotado el monto del seguro contratado por la familia Rico y se
tendría que hacer cargo de los gastos subsiguientes a la operación. Esto vino a
desgastar anímica y económicamente a la familia y tuvieron que recurrir a la
caridad pública para costear los gastos de curación.
Contrario a ello, lo
que supone un alto grado de sospecha de algo turbio, personal de la aseguradora
se entrevistaron posterior al accidente con María Luz, y exibiéndole un formato,
le exigieron que firmara el perdón a su victimaria a cambio de cinco mil pesos
que aportaría la aseguradora.
La negativa a la
intentona de la aseguradora, le costó a doña María humillaciones de todo tipo,
pero ella no flaqueó en su lucha por exigir lo que por derecho le corresponde.
Y así transitó por cinco largos años enfrentando funcionarios de gobierno,
ministerios públicos, empleados de la aseguradora y hasta el director de la
Policía Estatal Investigadora.
Y María Luz no solo recibió insultos y maltrato moral del personal de la
aseguradora Tepeyac cada que exigía atención médica adecuada. También fue
maltratada por agentes del ministerio público que hacían caso omiso a su
exigencia de procurarle justicia.
El colmo, fue cuando
encaró al padre de la joven que la atropelló, Oscar Hugo Rico Garibaldí, siendo
aun delegado de la PROFECO en Sonora, quien -narra la víctima- le gritó que si
lo volvía a molestar "le quitaría hasta la silla de ruedas para que se
arrastrara".
Hoy en día, agobiada
y hastiada por el desdén con la que ha sido tratada, pero con la fortaleza
moral que le da su familia para seguir en su lucha, María Luz ha dicho que no
descansará hasta que la justicia se haga presente en su caso.
En la entrevista,
lanza un llamado a todas las autoridades para que su caso se resuelva
cabalmente y al gobierno exige que ponga un alto a sus perversidades y que la
justicia sea pareja para todos y no cómplice de quienes detentan el poder
público.
(DOSSIER POLITICO/ Oscar Castro y Fernando Gutiérrez /
2013-05-23)
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