Los
logros deportivos del Bayern Múnich se ven empañados por una sombra: su
presidente, Uli Hoeness, se encuentra en la mira de la justicia alemana
por el presunto delito de evasión fiscal. La debacle personal le llega
al directivo por conductas del pasado. Aunque incurrió en éstas como un
hombre privado, le pasan la factura y afectan al hombre público. Con
todo, los especialistas consideran que la solidez del conjunto bávaro le
permitirá salir avante en este escándalo.
BERLÍN
(Proceso).- El Bayern Múnich es uno de los mejores equipos de futbol del
mundo. Apenas el sábado 11 se coronó campeón de la liga alemana por
vigésima tercera ocasión en su historia. Y el sábado 25 protagonizará,
junto con otro poderoso equipo de la Bundesliga, el Borussia Dortmund,
la final de la Champions League en el estadio de Wembley. De estos dos
clubes provienen 13 de los 21 jugadores integrantes de la selección
alemana.
Pero en medio de este júbilo, el club bávaro –sinónimo de
tradición y éxito dentro y fuera del país– enfrenta un escándalo que no
sólo daña su imagen, sino también la de la Bundesliga. Su presidente,
Uli Hoeness, enfrenta acusaciones de evasión fiscal y está en la mira de
la justicia de su país.
El escándalo ya saturó los titulares de
diarios y revistas alemanes y, es tema de discusión en los numerosos
programas de debate de la televisión. Se trata de un duro golpe para un
equipo que, según el ranking de la Unión de Federaciones de Futbol
Europeas, fue el mejor del mundo en la temporada 2012-2013.
En la
actualidad el FC Bayern München es una empresa con estados financieros
sanos, cuyo equipo se modernizó gracias al impulso que ha tenido la
formación de sus fuerzas básicas. Detrás de esa ardua labor se encuentra
la mano del presidente del club.
Antes de tomar el timón del
club, Hoeness fue un jugador de la escuadra muniquesa cuya carrera se
truncó por una lesión en la rodilla que lo forzó al retiro cuando tenía
27 años. Durante el breve tiempo que jugó fue campeón con el Bayern en
tres ocasiones en la Champions League, cuatro veces campeón de la
Bundesliga, y con la selección alemana campeón en el Mundial de 1974.
“Es
probable que el 1 de junio, luego del partido final de la copa, deje el
cargo como presidente del consejo de administración y permanezca sólo
en la presidencia del club. Pero es dudoso que la separación de ambos
cargos sea posible o compatible durante mucho tiempo”, explica a Proceso
Hans Leyendecker, periodista y jefe del Departamento de Investigaciones
del prestigiado diario bávaro Süddeutsche Zeitung.
Evasión
El
20 de abril último explotó el escándalo cuando el semanario Focus
reveló que en enero pasado el presidente del Bayern interpuso ante el
fisco alemán una autodemanda por una cuenta bancaria en Suiza no
declarada. Al mismo tiempo, la fiscalía de Múnich confirmó que ya
investigaba a Hoeness por presunto fraude fiscal en el que estarían
involucrados millones de euros.
La autodemanda es un recurso legal
en la administración tributaria alemana que permite a un evasor de
impuestos reducir considerablemente la pena por su delito, así como el
monto de los pagos adicionales que le imponga la ley.
Parte del
escándalo en el caso estriba en el desmoronamiento de la imagen ejemplar
y de alta calidad moral que tenía Hoeness ante la opinión pública
alemana. Encarnaba el ideal de empresario exitoso pero recto y aparecía
como un hombre con autoridad moral para fustigar los excesos del
capitalismo salvaje.
Sin embargo, los detalles del caso revelan a
un hombre que, consciente de su delito, intentó remediarlo sacando el
máximo provecho para sí mismo. También dejan al descubierto una faceta
desconocida: la de un hombre que sufre ludopatía.
Incluso la
canciller federal, Angela Merkel, expresó, por medio de su vocero, la
decepción que le causó conocer los negocios irregulares de Hoeness.
La
autodemanda fue la opción que el exfutbolista buscó para saldar sus
deudas con el fisco alemán. Antes hubiera preferido ampararse en un
acuerdo fiscal que negociaban los gobiernos de Suiza y Alemania. El
mecanismo era simple: El evasor regulariza su situación con un solo pago
y, lo más importante, de manera anónima. No obstante ese acuerdo fue
anulado por la oposición en el Bundesrat o Cámara Alta, justamente
porque se trata de un recurso en el que si bien se paga la deuda
pendiente, el delincuente fiscal queda impune.
El tema desató
encendidos debates. La oposición argumentó que mediante la firma del
acuerdo con Suiza el gobierno de Merkel pretendía proteger a los
defraudadores. También se dijo que la administración bávara es demasiado
laxa con los evasores. Incluso hay quien aseguró que tanto el ministro
presidente de Bavieria, Horst Seehofer, como su ministro de Finanzas,
Markus Söder, sabían del asunto Hoeness.
Tahúr
En
una sorpresiva y muy amplia entrevista con el semanario Die Zeit, el
propio Hoeness reveló los detalles de los actos que lo tienen con un pie
en la cárcel.
Afirmó que hace 30 años abrió la cuenta bancaria
número 4028BEA en el banco suizo Vontobel. También refirió que lo hizo
porque en esa época tenía un departamento en Suiza y durante muchos años
la utilizó como una cuenta normal.
Reveló que desde antes de 2000
comenzó a experimentar que la adrenalina corría por su sangre cuando
especulaba en la bolsa. Agregó que, acerca de este tema, solía tener
largas charlas con su entrañable amigo y entonces presidente de Adidas,
Robert Louis-Dreyfus.
Fue entonces cuando todo comenzó, dijo
Hoeness a Die Zeit. Al principio sólo especulaba con cantidades
inferiores a 50 mil dólares. Pero a medida que la “afición” creció
también lo hicieron las pérdidas. En ese momento, recordó, su amigo
Deyfrus le ofreció un préstamo, así como convertirse en su socio.
“Entonces
se depositaron los millones a la cuenta. Pero siempre estuvo claro que
era una cuenta para apostar, para nada más”, dijo. Primero fueron 5
millones de marcos, para recuperarse de las pérdidas, y luego 15
millones más para seguir con las apuestas.
Así, de 2002 a 2006 y
según sus propias palabras, el presidente del Bayern jugó día y noche
especulando en la bolsa con sumas que para él mismo son hoy en día
inentendibles. “Eran cifras extremas, pero era la pura adrenalina”,
confesó. Su cómplice en el juego, Dreyfus, le pidió que no se preocupara
por el dinero, pues él tenía más que suficiente. Al inicio de esta
etapa hubo ganancias muy jugosas.
En este punto se encuentra el
presunto delito por el que Hoeness se encuentra en la mira de la
justicia alemana. El exfutbolista habría depositado en la cuenta suiza
todas las ganancias de sus especulaciones –que se estiman en millones de
euros durante los aproximadamente 10 años que duraron– así como los
intereses de ese capital, que también fue de millones de euros y que no
reportó al fisco alemán.
El día a día de este hombre fue descrito
por él mismo: “Hablaba día y noche con el banco (…) Tenía conmigo un
bíper con el que podía controlar el curso de la bolsa. A veces lo hacía
incluso en el estadio. Cuando el juego iba algo aburrido, a escondidas
hurgaba en mi bíper”.
En 2006 terminó la bonanza y las pérdidas
comenzaron a llegar. En 2008 estalló la gran crisis con la quiebra de
Lehman Brothers y entonces el ritmo del juego bajó. “Además, ya no
buscaba la adrenalina como antes. Me hice viejo. Seguí jugando, pero
mucho menos. Ya no necesitaba hacer negocios cada dos días”, explicó.
En
este cambio radical de su conducta se escuda Hoeness para argumentar
que no padece ninguna enfermedad: “No me considero enfermo. Cuando
menos, no más hasta hoy. Y si me tengo que presentar en un juzgado no
apareceré como un hombre enfermo”.
Entrevistado después de que el
Bayern logró su pase a la gran final de la Champions League, Hoeness
tiene la apariencia de un hombre atormentado por sus actos.
“Me
arrepiento infinitamente. Cometí una gran tontería, un enorme error que
ahora me gustaría corregir… No tienen idea de cómo me siento. Es una
situación que apenas puedo soportar. Duermo muy mal y toda la noche
sudo… Y entonces me culpo, y me culpo y luego me vuelvo a culpar. Y
pienso sobre ello una y otra vez, y llega la desesperación”, confiesa.
Hasta
ahora el caso Hoeness está en suspenso. Lo que la fiscalía de Múnich
debe determinar es si el recurso de autodemanda promovido por el
presidente del Bayern se planteó de manera correcta y si se presentó
cuando el propio Hoeness desconocía si las autoridades fiscales lo
investigaban o no. De no ser así, el empresario bávaro tendrá que
enfrentar a la justicia alemana sin ningún atenuante.
“El caso
afecta naturalmente a la Bundesliga porque el club es muy importante.
Por otra parte es difícil imaginarse al Bayern sin Hoeness. Pero de ahí
no pasará. El prestigio y credibilidad de la liga es superior. Y el
equipo seguirá siendo odiado por unos y adorado por otros”, estima
Leyendecker, periodista que ha seguido de cerca el caso.
Con él
coincide Daniel Martínez, también periodista especializado en la
Bundesliga: “Es un golpe muy duro para la imagen del Bayern, pero el
club en lo deportivo y administrativo tiene una buena estructura,
proporcionada justamente por Hoeness. No obstante, tendría que renunciar
ya a sus puestos porque si bien es claro que el delito lo cometió el
hombre privado, la opinión pública no puede separar al Hoeness privado
del público y este último es sinónimo de FC Bayern München”.
El
cálculo que hacen analistas e investigadores, entre ellos Leyendecker,
es que el presidente del Bayern será inculpado y condenado. El propio
Hoeness lo sabe. De ahí que en medio de la alegría y euforia que vivió
el club el sábado 11 al coronarse campeón de la Bundesliga, sólo hubo
alguien que por más que lo intentaba no podía verse feliz ni en paz: su
presidente.
/24 de mayo de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario