lunes, 4 de marzo de 2013

SINALOA EN EL AJUSTE DE CUENTAS



Alejandro Sicairos
Al mismo tiempo que el gobernador Mario López Valdez prepara el terreno para que Jesús Antonio Aguilar Íñiguez asuma formalmente el mando único de las policías en Sinaloa, la Comisión Estatal de Derechos Humanos resuelve que los elementos de la Policía Ministerial, a cargo del controversial Chuytoño, torturaron a Yesenia Armenta Graciano para que se declarara culpable del asesinato de su esposo Jesús Alfredo Cuen Ojeda. Ambas cuestiones —una aberración para la justicia la primera y con alta sustentación legal la segunda— abonan al escepticismo social sobre un régimen local que no aprende de sus caídas ni ve venir el derrumbe político del malovismo.

Resulta irónico que López Valdez declare, al referirse a la detención de Elba Esther Gordillo, que “sea quien fuere y lo que represente, si viola la ley debe ser castigado”, pero en Sinaloa aplica una especie de “sea quien fuere y lo que represente, si viola la ley debe ser exonerado”. Deslumbrado por el nombramiento de presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) ahora pretende mostrarse afuera como el estadista que no ha sabido ser adentro.

La rara personalidad de Malova convoca a la preocupación, ya no más a la risa. El empecinamiento por convertir a Chuytoño en el policía ejemplar y oficializar lo que ya es, el jefe de todas las corporaciones de seguridad pública, le pone en bandeja de plata al gobierno de Enrique Peña Nieto un factor de oportunidad para intervenir en Sinaloa con una acción tipo “elbazo”, bajo el mismo argumento presidencial de “es la primera obligación que tengo como presidente de la República, la ley nos obliga a todos por igual y nadie puede estar por encima de ella, ese es el principio básico del estado de derecho”.

Ingenuamente, mientras lo infla la deferencia de presidir la Conago y cae en la celada de los saludos y la visita de Peña Nieto, el gobernador le está dando a la Federación motivaciones suficientes para venir a poner orden. El reciente dictamen de la Auditoría Superior de la Federación que detectó irregularidades en el manejo de recursos federales correspondientes a 2011, constituye otro pinchazo para ver si López Valdez es capaz de enmendar o prosigue en la tónica del “aquí no pasa nada”.

La desbordada corrupción en el autollamado “gobierno del cambio” que una y otra vez se evidencia en la Secretaría de Salud, la irregular compra de camionetas a Leonardo Nalo Félix, padre empresarial del gobernador y la negativa del secretario de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, a someterse a los exámenes de control de confianza, afianzan la idea de la ingobernabilidad en la cual unos cuantos pillos hacen lo que se les antoja en la punta de la pirámide y desde ahí desciende el caos y la barbarie hacia el resto del conjunto delincuencial.

Sin embargo, la razón de mayor peso para que eventualmente el gobierno de Peña Nieto entre a poner orden en Sinaloa tiene que ver con la vendetta política que ha iniciado desde Los Pinos contra aquellos que recién han traicionado al Partido Revolucionario Institucional. Al margen de que existen suficientes razones jurídicas para procesarla, si Elba Esther Gordillo está en prisión es porque negó el apoyo al actual presidente cuando andaba en campaña y le volvió a retirar ese respaldo a la reforma educativa peñanietista.

Y Malova también lleva tatuada la etiqueta de traidor al PRI. Otra similitud es que Elba Esther Gordillo, como lo hacen ahora con el gobernador de Sinaloa, era “apapachada” por el establishment a tal grado que la maestra ni siquiera percibió el final de un cacicazgo infinitamente repudiado. Ahí traen, pues, al gobernador de Sinaloa alimentando su ego en la Conago y con las palmadas de Peña Nieto que solo son, tal vez, la víspera de un golpe demoledor.

Esto es lo que no ven Malova y sus asesores. Embelesado por el canto de “jilgueros” que le endulzan el oído y luego le pasan caras facturas, resulta difícil detenerlo en la ruta que ha tomado hacia el abismo político. El gobernador no es capaz de avistar que la defensa a ciegas que hace de Chuytoño, la desobediencia al Congreso del Estado, la omisión frente a las cloacas de corrupción, la represión a movimientos sociales como el de Picachos y las observaciones sobre el mal uso de recursos que le formuló la ASF, lo están arrinconando precisamente en el lugar en que el Gobierno federal lo quiere ver.

Por supuesto que él no lo cree así, pero, ¿en algún momento lo llegó a creer Elba Esther Gordillo?

Re-verso

Aquí Malova, indiferente, y con un gobierno sordo, no oye que el presidente, le ve talla de “pez gordo”.

Antídoto del olvido

En los tiempos que Francisco Labastida Ochoa gobernaba en Sinaloa y Carlos Salinas de Gortari era presidente de México, ocurrió en Sinaloa el inolvidable “cuartelazo” del 18 de abril de 1989, cuando el Ejército desmanteló a la Policía Judicial del Estado y detuvo al jefe de la corporación, Arturo Moreno Espinoza. Algo parecido sucede 24 años después: la Ministerial está señalada de recuperar el método de la tortura como única forma de presentar resultados en procuración de justicia y Carlos Salinas de Gortari se ha colocado en un lugar privilegiado en las decisiones presidenciales. ¿Ya olvidaron?
Pistas de la anarquía

La Policía de Tránsito de Culiacán, convertida en policía recaudadora, ha dejado la ciudad en manos de los cafres que en toda la ciudad rugen sus motores anunciando la muerte de inocentes. El salvajismo en Sinaloa empieza en sus vialidades.

(RIODOCE.COM.MX/Columna Observatorio de Alejandro Sicairos/ marzo 3, 2013)

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