Alejandro Sicairos
Una versión alterada
de lo que sucede en Sinaloa hubo de llegar la semana pasada ante los alumnos
del Centro de Estudios Superiores Navales cuando el gobernador Mario López
Valdez les dio una cátedra de lo que debe ser el servicio público
“comprometido, leal y entregado”, presentando a la tierra de los once ríos como
el paradigma de la función gubernamental. Reincidente en engañar a los demás y
mentirse a sí mismo, el político que un día fue la única ilusión de miles de
ciudadanos desesperanzados se aferra a lo irreal como último tranvía hacia la
trascendencia.
Mario López Valdez
de plano no tiene lucha. Estamos ante otra evidencia de que en Sinaloa el
carnaval nunca acaba con Malova. Entre risas por las ocurrencias simpáticas del
gobernador, y llanto por el desencanto que su mandato genera, la prolongada
farsa del “gobierno del cambio” se confronta a diario con la realidad del
régimen festivo, pero no efectivo. Sí, es cierto que divierte al pueblo, pero
también es verdad que no solamente lo desatiende sino que lo engaña.
La estrategia de la
eficiencia simulada se ha convertido en el último asidero de políticos cuyo
ascenso al poder se lo deben a la mercadotecnia falaz, al carecer de los
atributos de un genuino líder social. El aparato costoso de propaganda se
empalma a un discurso adulterado que le quita toda posibilidad a la
confrontación entre realidad e invención. A eso se refiere el poeta español
León Felipe al expresar “que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los
gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos”.
El Malova que
escucharon los alumnos de la Maestría en Seguridad Nacional debió imaginar un
Sinaloa de paz, progreso, legalidad y de funcionarios incapaces de robarse un
peso. El páramo de la decencia donde todo es translúcido, nadie tortura, el
empleo abunda y la gente puede caminar por las calles sabiendo que ningún
gatillo le apunta a la sien. Ante ellos se mostró el estadista centrado,
ecuánime, prototipo del guía que las masas han soñado por siempre.
Pero un día los
maestrantes tratados como descerebrados entenderán que entre el paraíso que les
pintó López Valdez y la autenticidad dramática que padece la tierra de la
tambora existe una distancia más grande que la que hay de la Tierra a Marte. El
nuevo intento de fascinación a base de apariencia más bien fue el preludio de
las mascaradas que harán que los sinaloenses se olviden durante una semana de
sus males y decadencias para gozar el desenfreno carnestolendo.
Lo que llama la
atención es que Malova no intentaba atraer como turistas a los estudiantes del
Centro de Estudios Superiores Navales y aún así utilizó la misma exposición que
haría ante los empresarios de cruceros que no le han creído la oferta de playa,
sol y seguridad. ¿Qué pasaría si esos alumnos de posgrado vinieran un día con
la misión de instrumentar acciones de seguridad a la población y llegaran
creyendo que vienen a una gigantesca parcela del edén?
Todo tiene que ver
con la fantasía por decreto. A tal creencia de que aquí solo pasan cosas buenas
y que lo negativo es mera invención de los medios que no quieren a Sinaloa
—dogma crónico que el gobernador sostiene— le corresponden medidas leves,
pusilánimes que a su vez se transforman en señales de arranque para los
impunes, los criminales y los funcionarios pillos. En fin, que si el gobernador
se salpica con alguna cloaca, con alguna sangre, bastará con decirle que metió
la pata en un charco de miel.
El gobernador no
entiende a sus críticos. Él se da por bien situado en el ranking del populismo,
aunque se sepa mal posicionado en el terreno de la buena praxis política. Ahí
lo encontrarán siempre: bailando, chacoteando, disfrazándose, solazándose,
autoelogiándose. En dos años no se ha movido ni un ápice de su triunfalismo
trasnochado. Y ni se moverá.
Y cuando al terminar
el sexenio desperdiciado en la frivolidad acuda ante el obispo de Culiacán a
pedir perdón, entonces Jonás Guerrero le dirá: “¿De qué hijo? Si tú no hiciste
nada”.
Re-verso
Convendría a
maestrantes, en vez de cátedra boba, aprender cosas importantes, como el pasito
Malova.
Al pie del guión
Arturo Duarte García había proyectado desde
noviembre del 2012 que a finales de enero de 2013 renunciaría a la
Subsecretaría de Administración y Finanzas del Gobierno del Estado para buscar
la candidatura a la alcaldía de Ahome. La megapachanga que hizo en Los Mochis
el 26 de enero se planeó como despedida del puesto e inicio de precampaña. Pero
esta coyuntura sirvió al gobernador para simular “mano dura” contra sus
funcionarios que aspiran a cargos de elección popular y ni así sueltan la ubre.
Si en realidad quisiera poner orden Malova se quedaría sin Gabinete. Y sin Juan
Millán Pietsch. Y sin Gerardo Vargas Landeros…
Jacinto y Cenovio
El Partido Acción
Nacional se animó a denunciar a los priistas que han adelantado sus campañas
políticas. Esto puede dar lugar a que el presidente del Consejo Estatal
Electoral, Jacinto Pérez Gerardo, tenga un excelente motivo para quitar a
Sergio Torres Félix del camino y allanarle a Cenovio Ruiz Zazueta el paso hacia
la candidatura del PRI para la alcaldía de Culiacán.
(RIODOCE.COM.MX/ Alejandro Sicairos / febrero 3, 2013)
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