Ni siquiera en una película
cómica se había visto lo que sucedió en el momento más extraordinario, por lo
ridículo, de lo que va de las campañas presidenciales. Un precandidato, Ricardo
Anaya, confronta al conductor de una camioneta que lo seguía desde hacía días.
Decide hacer una selfie grabación para ir narrando lo acontecido. Susurrando,
no lo fuera a escuchar quien venía en el otro auto, y con la voz un poco
quebrada, Anaya describía lo que pasaba y lo que haría: confrontarlo. Se
identificó como José Juan Gaeta, agente del Cisen, apodado “El Botas”, adscrito
a la delegación de Veracruz. Tan inconcebible era el episodio, que parecía un
montaje de Anaya. Todo olía a chapuza hasta que el Secretario de Gobernación, Alfonso
Navarrete Prida, decidió engañar a la Nación.
“No se trata de un caso ni de
espionaje, ni de espionaje a opositores, ni de medidas de carácter
clandestino”, explicó el Secretario para minimizar el episodio. “Todo lo
contrario. que la persona que va se identifica plenamente, va a bordo de un
vehículo oficial, está realizando funciones que es el seguimiento y darle
continuidad a las campañas”, dijo Navarrete Prida.
“Esto tiene fundamento en el
Artículo 19 de la Ley de Seguridad Nacional, que señala, entre otras, la
obligación del Cisen de preservar los procesos democráticos fundados en el
correcto desarrollo del país”.
El Secretario torció la Ley
de Seguridad Nacional. Ningún párrafo habla de “preservar los procesos
democráticos”. En el inciso uno del Artículo 19 se señala que el Cisen tiene
como atribución “operar tareas de inteligencia como parte del sistema de
seguridad nacional que contribuyan a preservar la integridad, estabilidad y
permanencia del Estado Mexicano, a dar sustento a la gobernabilidad y
fortalecer el Estado de Derecho”. El 2 le permite “procesar la información que
generen sus operaciones, determinar su tendencia, valor, significado e
interpretación específica y formular las conclusiones que se deriven de las
evaluaciones correspondientes, con el propósito de salvaguardar la seguridad
del país”. El 5 “proponer medidas de prevención, disuasión, contención y
desactivación de riesgos y amenazas que pretendan vulnerar el territorio, la
soberanía, las instituciones nacionales, la gobernabilidad democrática o el
Estado de Derecho”.
¿En dónde el seguimiento a
Anaya entra en uno de los cajones que se refieren a la estabilidad y la
gobernabilidad? ¿En dónde un candidato se convirtió en objetivo estratégico del
Cisen ante el temor que atente contra el Estado Mexicano? No conforme,
Navarrete Prida dijo que el Cisen tiene el “deber jurídico de monitorear en
forma permanente todos los aspectos vinculados con los procesos de
trascendencia nacional, sin que ello pueda ser considerado espionaje o actividad
clandestina violatoria de derechos humanos alguno”. Tampoco es cierto lo que
dijo, en función del contexto donde se refería a Anaya y a la campaña
presidencial.
No hay ley alguna que le
permita al Cisen seguir, darle seguimiento o monitorear las actividades de un
candidato presidencial. Lo que le permite la ley es, mediante un trabajo de
inteligencia, vigilar que no haya ninguna amenaza para el candidato, protegerlo
de cualquier intento por afectarlo o atentar contra él, porque un incidente de
esa naturaleza probablemente generaría inestabilidad y un problema de
gobernabilidad, factores de riesgo que sí contempla la Ley de Seguridad
Nacional. Pero este trabajo no se hace con “El Botas”, que, solo, seguía a
Anaya para, como es práctica vieja en el Cisen, reportar qué hizo, por dónde
estuvo y con quién se reunió. Eso es un trabajo de espionaje, mal hecho -o
deliberadamente ineficaz- dirigido contra el candidato, no para brindarle
protección.
Navarrete Prida buscó
defender lo indefendible. En su mensaje a medios justificó el espionaje a Anaya
al informar que desde hace años existen grupos de coordinación del Cisen con
los diferentes niveles de gobierno, donde se analizan regularmente lo que se
llama la Agenda de Riesgos, que estudian para actuar en forma preventiva. Es
cierto, ¿pero qué dice la Agenda de Riesgos del Cisen?: “Es un producto de
inteligencia y un instrumento prospectivo que identifica riesgos y amenazas a
la Seguridad Nacional, la probabilidad de su ocurrencia, las vulnerabilidades
del Estado frente a fenómenos diversos y las posibles manifestaciones de los
mismos. Asimismo, permite orientar las labores de inteligencia, así como las
acciones, los mecanismos de coordinación y las políticas en materia de
Seguridad Nacional encaminadas a dar continuidad al proyecto de Nación en el
corto, mediano y largo plazo”.
“El seguimiento de las
actividades públicas de los precandidatos y candidatos, así como el contexto y
contenido de sus actos y actividades proselitistas, forman parte del análisis
cotidiano que históricamente realiza el Centro”, añadió el Secretario. ¿Para
qué? En su presentación, el Cisen dice qué es: “un órgano de inteligencia civil
al servicio del Estados Mexicano cuyo propósito es generar inteligencia
estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad,
estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, dar sustento a la gobernabilidad
y fortalecer el Estado de Derecho. (Su) papel consiste en alertar y proponer
medidas de prevención, disuasión, contención y neutralización de riesgos y
amenazas que pretendan vulnerar el territorio, la soberanía, al orden
constitucional, las libertades e instituciones democráticas de la población
mexicana, así como el desarrollo económico, social y político del país”.
Es decir, lo que ha dicho el
Secretario de Gobernación, son cuentos que buscan engañar a la nación con
retórica y conceptos tramposamente adaptados a su propósito político.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 16/02/2018 | 04:04 AM)
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