La urgencia por reencauzar la
campaña presidencial de José Antonio Meade tiene una razón de fondo: los
mexicanos quieren que pierda el PRI, y que entre Andrés Manuel López Obrador o Ricardo
Anaya, salga el próximo Presidente. Esta es la conclusión de un análisis
realizado por Ronald Anton, director de la consultoría ecuatoriana CPI
Latinoamérica, a partir de datos demoscópicos sobre las preferencias
electorales, que anticipan un futuro ominoso para Meade y para el Presidente
Enrique Peña Nieto, que busca, a través de el candidato, la continuidad de sus
políticas y la consolidación de sus reformas. Esto no va a ser posible, si se
analizan objetivamente las tendencias del electorado.
Anton publicó recientemente
un diagnóstico de 22 páginas titulado “Crónica de una Alternancia Anunciada”,
donde sólo ve una competencia real entre López Obrador y Anaya, “ambos
representando el cambio que pide la sociedad, frente a un PRI que se encuentra
con el Presidente peor evaluado en la Historia de México, con un partido que
trae los máximos negativos, con seria desventaja territorial, con una constante
pérdida de intención de votos en todas las campañas presidenciales y con un
candidato que no termina de gustar a los electores”. Las condiciones objetivas
que enfrentan Peña Nieto, Meade y el PRI son totalmente adversas, de acuerdo
con el análisis del consultor.
“Desde la llegada del PRI a
la Presidencia en 2012, el partido ha sufrido una debacle constante”, apuntó.
“En 2012 controlaban 21 gubernaturas, pero desde entonces, ya con Enrique Peña
Nieto como Presidente, el PRI ha perdido un total de 24.9 millones de electores
y gobierna solamente en 14 estados (15 si sumamos Chiapas gobernada por su
aliado el Partido Verde): Campeche, Coahuila, Colima, Guerrero, Hidalgo,
Jalisco, estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala,
Yucatán y Zacatecas”.
Cuando asumió Peña Nieto la
Presidencia, el PRI gobernaba arriba del 51 por ciento de los mexicanos; en la
actualidad gobierna al 43 por ciento. Esta pérdida de poder territorial, a
juicio de Anton, es otro factor a tomar en cuenta para entender la baja
probabilidad de ganar las elecciones presidenciales. El consultor lo explica a
partir de la disminución de aprobación que tiene el PRI, más allá de sus
candidatos a puestos de elección popular.
Esta disminución de poder
territorial también se ha registrado en los congresos locales, donde según el
análisis del consultor ecuatoriano, el PRI pasó de tener 463 legisladores en
2015, a 361 en 2017. “Aunque sigue siendo el partido que más diputados tiene,
ha perdido gran parte de los congresos donde contaba con mayoría”, indicó
Anton. “Desde 2015, tan solo ostenta la mayoría absoluta en los congresos de
Campeche, Guerrero, estado de México, Sonora y Yucatán, perdiendo con ello más
poder local”.
Anton no lo precisó, pero
salvo el Estado de México, ninguno de los restantes se encuentra entre las 10
entidades con mayor peso electoral en el País, y aún en esa entidad, la tierra
del Presidente Peña Nieto, en la elección para Gobernador el año pasado, el PRI
como partido obtuvo 56 mil votos menos que Morena; sólo la coalición con otros
tres partidos evitó un monumental descalabro en el estado.
En los estudios que revisó,
Anton encontró que la tasa de rechazo al PRI es de 57.4 por ciento, contra 40
por ciento de rechazo del PAN, 37.5 por ciento de Morena y 34.1 por ciento del
PRD. “De todas las elecciones que se han sucedido desde que Enrique Peña Nieto
es Presidente -explicó Anton-, en todos los estados donde los gobernadores del
PRI tenían una valoración ciudadana por debajo del 50 por ciento, los electores
cambiaron el partido que gobernaba el estado”. Tampoco ayuda la aprobación a la
gestión de Peña Nieto, donde entre 7 y 8 de cada 10 mexicanos desaprueba su
actuación presidencial. “El fuerte rechazo con el que cuenta tanto el partido
como la figura del presidente -afirma el consultor-, dificulta la revalidación
del mandato del PRI”.
Como contraste, la coalición
Por México al Frente que tiene como abanderado a Anaya, gobierna al 48.6 por
ciento de los mexicanos en 16 estados, incluida la Ciudad de México, el bastión
de la izquierda, donde el PRI se encuentra en un lejano cuarto lugar de
preferencias electorales. El PAN gobierna 12 estados, que es el mayor número
que jamás haya gobernado, entre los cuales se encuentran tres de las seis
entidades con mayor peso electoral en el país. En el Senado ocupa más del 50
por ciento de los escaños, y en el Congreso federal tiene más del 40 por ciento
de las curules. Por lo que toca a los congresos locales, los frentistas tienen
una presencia de casi dos a uno en el País. Morena no tiene esos números, pero
es un partido que apenas nació electoralmente en 2015. Sin embargo, tiene lo
que ningún otro, a López Obrador como candidato, que en dos intentonas
presidenciales anteriores, logró el apoyo del 35.29 por ciento del electorado
en 2006, y 31.57 por ciento en 2012, y que puntea ampliamente las encuestas.
Este contexto, que habla de
una complejidad política creciente en México, estimó Anton, ofrecen un
escenario de gran dificultad para que el PRI pueda ganar las elecciones
presidenciales. El escenario de victoria de López Obrador es real, afirmó el
consultor, pero la alianza en el Frente le dan a Anaya la suficiente fuerza para
contender contra él y ganarle. Meade no está en este rango. El rechazo social
al partido y la baja popularidad de Peña Nieto, lo están hundiendo. ¿Podrá
revertir esta crónica anunciada de una derrota? Todo es posible, ciertamente,
aunque parezca imposible.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 17/01/2018 | 04:00 AM)
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