Hoy viernes inicia el proceso electoral 2018, el más
grande y costoso en la historia del país, y todos los partidos políticos llegan
entre conflictos internos y fracturas a estas elecciones donde se elegirán más
de 3 mil cargos, entre ellos el nuevo presidente de México
Este 2018 podrán reelegirse diputados
locales y alcaldes, quienes deberán tener el visto bueno de sus partidos para
buscar la reelección
Ivonne Ortega, ex gobernadora de
Yucatán, anunció su intención de buscar la candidatura presidencial del PRI y
propuso que los ciudadanos elijan al candidato del tricolor
A la incertidumbre sobre quién será el
candidato presidencial del tricolor se suman los escándalos de corrupción que
han tocado al Gobierno federal, a gobernadores y ex gobernadores
Algunos sectores del PRI han mencionado
al gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, como posible relevo de Enrique
Ochoa para dirigir al tricolor en el proceso electoral del 2018
El conflicto interno en el albiazul
llegó a su clímax cuando, luego de revelarse el incremento del patrimonio de
Ricardo Anaya y su familia, éste declaró la guerra al PRI
El mayor problema para el Sol Azteca es
que con la numerosa salida de sus militantes no sólo pierde a políticos en
cargos públicos, sino a estructuras que se llevarán sus votos
Desde el propio Verde se ha dicho que es
posible unirse al frente opositor que conformaron el PAN, PRD y Movimiento
Ciudadano
La relación entre el PRI y el PVEM se ha
deteriorado a nivel federal y local, y en el Congreso la colaboración no fluye
como antes del 2015
La gran crisis que enfrenta el partido
es la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX que no se otorgó a
Ricardo Monreal, uno de los políticos más cercanos a AMLO
Si Ricardo Monreal decide abandonar
Morena, con él se irían todos los grupos que lo acompañan en su partido
En el partido Nueva Alianza, los
maestros mantienen una división en sus apoyos, unos siguen instrucciones de respaldar
al candidato con el que vayan aliados y otros permanecen leales a Elba Esther
Gordillo
Hasta julio pasado, MC se había
pronunciado contra las alianzas electorales, pero repentinamente decidió unirse
al frente opositor en lo electoral y en lo legislativo
En el PES, un tema que promete sacar
chispas en sus filas es el apoyo que han prometido a Cuauhtémoc Blanco, alcalde
de Cuernavaca, quien ahora busca ser gobernador de Morelos
Hoy arranca el proceso
electoral del 2018 y, como nunca antes, todos los partidos llegan a él
sumergidos en sendas crisis internas.
La del 2018 será la elección
más grande en la historia del país. Serán 3 mil 416 cargos públicos los que
estarán en disputa el próximo 1 de julio.
El tamaño y la importancia
del proceso electoral han puesto en jaque a los grupos de poder dentro de los
partidos políticos, que buscan colocar a sus cuadros en las boletas
electorales.
Casi ninguno se salva. La
mayoría de los nueve partidos nacionales enfrentan no solo problemas internos,
sino que cuentan con poca credibilidad entre la ciudadanía.
Los miles de millones de
pesos que recibirán para los comicios del año entrante no hacen más que ahondar
la controversia sobre el precio de la democracia en México y el uso que los
partidos le dan al dinero público.
Las pugnas al interior de los
partidos también tendrán un ingrediente extra: en varios estados, este año ya
podrán reelegirse diputados locales y alcaldes, quienes deberán tener el visto
bueno de sus partidos para buscar la reelección.
Esto encarecerá el acceso a
las posiciones de poder, lo que provocará fracturas en los partidos a nivel
local en los estados donde habrá reelección.
La autoridad electoral
tampoco llega en las mejores condiciones. Cuestionado por varios sectores de la
sociedad y por los propios partidos políticos, el Instituto Nacional Electoral
(INE) da hoy el banderazo al proceso electoral del 2018.
Desde hoy y durante 297 días
que durará este proceso, el INE tendrá la batuta para coordinar la elección
federal y coadyuvar a las 30 entidades que tendrán procesos locales.
Tendrá en sus manos después
el proceso de fiscalización, quizá la tarea más compleja que enfrentará el INE
y la que más ha sido cuestionada por los partidos.
La complejidad y el tamaño de
la elección serán un reto monumental para todos los involucrados; y más cuando
la democracia mexicana –y sus resultados- gozan de tan poca credibilidad entre
los ciudadanos.
EL PRI Y SUS BATALLAS
Aunque callada, dentro del PRI
se viven dos luchas: una, por el acceso al poder que buscan los grupos alejados
de la cúpula; otra, por un posible cambio en la dirigencia nacional para llevar
al partido a la elección presidencial.
En un hecho pocas veces visto
en las filas del PRI, caracterizadas por tener una férrea disciplina
partidista, desde hace unos meses se gestó un movimiento para “recuperar al
PRI”.
Encabezado por Ivonne Ortega,
exgobernadora de Yucatán, este movimiento interno tiene como principio que se
escuche a los militantes del tricolor y se les tome en cuenta en la toma de
decisiones.
La operación política de
Ortega, sin embargo, no es gratuita. Desde principios de este año, anunció su
intención de buscar la candidatura presidencial del PRI y de que sean los
ciudadanos quienes elijan al candidato del tricolor.
A ella se unieron otros
cuadros históricos del priismo, lo que provocó un alejamiento de los diferentes
grupos.
Por primera vez en muchos
años, en el PRI llegó a considerarse que la mesa estaba servida para una
escisión similar a la que ocurrió en 1988, con la salida de Cuauhtémoc
Cárdenas.
Sin embargo, el dirigente
nacional del tricolor, Enrique Ochoa, supo sortear la crisis llamando a una
Asamblea Nacional para cambiar las reglas del juego rumbo al 2018.
Aun así, en algunos sectores
del partido comienza a hablarse de un posible relevo de Ochoa al frente del
tricolor para dirigirlo en el proceso electoral del 2018.
Incluso, se ha mencionado al
gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, como un posible candidato a la
presidencia nacional del PRI por su cercanía al presidente Enrique Peña Nieto.
A pesar de que hay
incertidumbre sobre quién será el candidato presidencial del tricolor, es
previsible que una vez se sepa, los demás lo arropen y apoyen su candidatura.
A todo este complejo
escenario dentro del PRI se suman los escándalos de corrupción que han tocado
tanto al Gobierno federal como a gobernadores y exgobernadores, varios de ellos
detenidos o prófugos de la justicia.
PAN, EL RIESGO DE DIVISIÓN
El Partido Acción Nacional
llega a este proceso electoral inmerso en una de las peores crisis de su
historia.
La división interna tiene su
origen en la batalla por la candidatura presidencial, entre dos abiertos
contendientes que realizan ya operaciones políticas para conquistar a la mayor
parte de los panistas y uno más que no termina de abrir sus cartas.
Es justamente este último
contendiente, Ricardo Anaya, quien al ser también líder nacional del albiazul
ha provocado la división que podría convertirse en un cisma.
El uso de recursos del
partido para beneficio de su aspiración presidencial, así como la operación
política que ha llevado a cabo para hacerse con el control del partido, han
sido recriminados por Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, sus adversarios.
Este ambiente ha desatado una
guerra interna por la búsqueda de apoyos; la indefinición sobre el
procedimiento que se seguirá para elegir al candidato tiene en vilo a los otros
contendientes.
El conflicto llegó a su
clímax en las semanas pasadas, cuando después de que se dieron a conocer
revelaciones sobre el incremento del patrimonio de Ricardo Anaya y su familia,
éste decidió declarar la guerra al PRI.
Y no solo eso: apresuró al
PRD y a Movimiento Ciudadano a conformar el frente opositor y registrarlo ante
el INE para contender con ellos en la elección presidencial.
Una parte del PAN estuvo de
acuerdo con su dirigente y le mostró su respaldo. Otro grupo, se mostró en
contra y se rebeló contra las indicaciones de Anaya.
El conflicto en el Senado por
la presidencia de Ernesto Cordero en la Cámara alta fue el clímax de la
división entre anayistas y calderonistas y, aunque son apenas unos cuantos
senadores los que se sumaron contra Anaya, poseen capacidad de interlocución
con el PRI y el Gobierno federal, lo que les da mayor influencia en el Senado.
Al de por sí complicado
panorama al interior del PAN se suma ahora el reto de construir la plataforma
electoral del frente opositor y, peor aún, buscar a quien será el abanderado en
las próximas elecciones.
PRD, LA DESBANDADA
Si una palabra pudiera
definir lo que ha vivido el Partido de la Revolución Democrática desde el 2012,
sería: desbandada.
Desde la firma del Pacto por
México y su acercamiento con el Gobierno federal –y después con el PAN-, el PRD
ha desencantado a muchos personajes que vieron en él a un partido de izquierda
y de oposición.
Una salida numerosa de sus
militantes ocurrió después de la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, ocurrida en Iguala, Guerrero, cuyo gobierno municipal perredista
estuvo presuntamente involucrado en los hechos.
A eso se sumó el apoyo que el
PRD dio al PRI en la aprobación de la reforma fiscal y por la forma en que la
corriente Nueva Izquierda, conocida como “Los Chuchos”, se apoderó del partido,
terminaron por hacer que varios presentaran su renuncia.
Ahí, figuras como Cuauhtémoc
Cárdenas o Alejandro Encinas abandonaron el PRD.
Recientemente, con la
negativa de la cúpula perredista de apoyar a Morena en el Estado de México
–permitiendo así que el PRI ganara la elección- y con el acercamiento del PRD
al PAN para conformar el frente opositor, nuevamente se vive una desbandada en
el partido.
El escenario es tan adverso
para el perredismo que ha pegado a sus bancadas en el Congreso. En el Senado,
la bancada es de apenas 7 legisladores; en la Cámara de Diputados es de 52
congresistas.
El mayor problema para el PRD
es que con estas salidas no solo pierden a políticos en cargos públicos, sino a
estructuras que se llevarán sus votos con ellas.
Un complejo escenario para un
partido de izquierda que se aliará con la derecha en un proyecto de Nación para
los próximos años.
PVEM, ¿ADIÓS AL PRI?
En el Partido Verde
Ecologista de México hay una duda en el ambiente: ¿seguir o no siendo aliados
del PRI en el 2018?
La idea de lo que parece ser
un divorcio inevitable se ha hecho más patente en las últimas semanas, cuando
desde el propio Verde se ha dicho que es posible unirse al frente opositor que
conformaron el PAN, el PRD y MC.
La alianza del Verde con el
PRI no ha sido solo electoral, sino en lo legislativo. El PVEM ayudó a los
priistas a que fueran aprobadas las reformas estructurales del presidente Peña
Nieto, y el PRI hizo lo propio para que el Verde sacara adelante promesas de
campaña.
Sin embargo, en los últimos
meses, la relación entre ambos partidos se ha deteriorado no solo a nivel
federal, sino local. Ya en el Congreso de la Unión la colaboración no es tan
fluida como hasta antes del 2015.
Ahora, el PVEM coquetea con
separarse de su aliado tricolor. Hace unas semanas, legisladores de ese partido
plantearon la posibilidad de unirse al frente opositor.
La idea se refuerza cuando se
pone en el escenario lo que ocurre en algunos estados, como Chiapas –donde
gobierna Manuel Velasco, el único mandatario del PVEM en el país- entidad donde
el rompimiento de ambas fuerzas políticas es inminente.
El Verde se ha caracterizado
por ser un partido que sobrevive gracias a las alianzas. En el año 2000 se alió
al PAN, que llevó al triunfo a Vicente Fox; sin embargo, rompió con el albiazul
dos años después.
Desde entonces permanece
junto al PRI, situación que podría cambiar en el 2018, al ver la correlación de
fuerzas en el país.
MORENA, LA VOZ ÚNICA
En Morena todos lo saben: la
única voz que impera es la de su dirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador.
Aunque hasta hace unos meses
todo parecía marchar sobre ruedas en el partido, fueron los propios militantes
de Morena quienes pusieron obstáculos en el avance.
Fueron primero los supuestos
actos de corrupción de Eva Cadena, diputada veracruzana que fue captada en
video recibiendo dinero; después, el escándalo por el probable vínculo de
Rigoberto Salgado, delegado de Tláhuac, con grupos del narcotráfico en la
Ciudad de México.
Sin embargo, la gran crisis
que enfrenta ahora Morena es la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la
Ciudad de México, que fue otorgada de facto a Claudia Sheimbaun, delegada de
Tlalpan, y no a Ricardo Monreal, delegado de Cuauhtémoc y quien era uno de los
políticos y operadores más cercanos a López Obrador.
El conflicto interno ha
permanecido controlado, pues aunque Monreal convocó a sus allegados para tomar
una determinación sobre si irse o no del partido, hasta ahora ha afirmado que
se mantiene en las filas de Morena.
Sin embargo, no niega que se
le han acercado otros partidos y que el propio frente opositor lo ve como un
candidato viable para la elección del 2018.
Si Ricardo Monreal decide
abandonar Morena, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheimbaun se estarían
enfrentando no solo al personaje en sí, sino a toda la estructura territorial
que el zacatecano ha construido en la capital del país.
Lo que antes se veía como un
triunfo seguro e inobjetable para Morena en el 2018, en la capital del país,
ahora se ve como un peligro para la estabilidad del partido y la candidatura
presidencial de López Obrador; porque no solo se iría Monreal, sino todos los
grupos que lo acompañan en su partido.
NINGUNO SE SALVA
En los partidos minoritarios
también existen circunstancias que impactarán su actuación en las elecciones
del 2018.
En Movimiento Ciudadano la
pugna entre los grupos de su dirigente, Dante Delgado, y Enrique Alfaro,
alcalde de Guadalajara, han llevado a que el partido cambie de posición
repentinamente.
Hasta julio pasado, MC se
había pronunciado contra las alianzas electorales cuando recibió una invitación
del PAN y el PRD para unir fuerzas y construir un frente opositor.
Sin embargo, repentinamente,
MC decidió unirse al frente y acompañar a ambos partidos no solo en lo
electoral, sino en lo legislativo.
Prueba de ello fue el bloqueo
a la instalación de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados, en el que MC
participó activamente.
El cambio ocurrió tras la
insistencia de Enrique Alfaro, quien en varias ocasiones se reunió con el Jefe
de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien lo convenció de ir juntos
en la elección.
Así, Alfaro, quien tiene un
mayor control sobre la estructura del partido, se impuso a Dante Delgado, quien
controla la cúpula de ese instituto político.
Nueva Alianza también está
dividido al interior. Y más que el partido, son los maestros quienes tienen una
división en sus apoyos.
Por un lado, están quienes
forman parte de la estructura del partido –o los maestros que son llamados a
trabajar para ella- y que siguen las instrucciones institucionales de apoyar a
tal o cual candidato, con el que vayan aliados.
Del otro, están quienes
permanecieron leales a Elba Esther Gordillo, la exlideresa magisterial presa
desde el 2013, pero cuya influencia continúa siendo determinante políticamente.
Muestra de ello fue el apoyo
que su yerno y principal operador político, Fernando González, dio públicamente
a Delfina Gómez, la candidata de Morena al Estado de México.
En el Partido Encuentro
Social está todavía a discusión si irán o no en una alianza electoral con otro
partido; de no hacerlo, se prevé que su candidato presidencial sea Hugo Eric
Flores, su dirigente.
Sin embargo, un tema que
promete sacar chispas en sus filas es el apoyo que han prometido a Cuauhtémoc
Blanco, alcalde de Cuernavaca y quien busca ser gobernador de Morelos.
Al interior del PES, un
sector asegura que se trata de una apuesta que daría muchos votos al partido e
incluso podría darle el triunfo en esa entidad; la preocupación está más bien
en el después, en qué ocurrirá cuando el exfutbolista tenga que enfrentar los
problemas de gobernar una entidad tan importante como Morelos.
(REPORTE INDIGO/ IMELDA GARCÍA /VIERNES 8 DE
SEPTIEMBRE DE 2017)
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