CIUDAD
DE MÉXICO (Proceso).- El 13.5% del territorio mexicano ha sido concesionado a
empresas mineras y vastas extensiones del Golfo de México se encuentran en manos
de compañías que buscan extraer hidrocarburos. Además, 12 corporaciones operan
la mayoría de los gasoductos que atraviesan el país y para 2029 el sector
privado producirá la mayor parte de la electricidad en México.
Al
percatarse de que la multiplicación de los megaproyectos se realiza sin tomar
en cuenta las afectaciones a las tierras y a sus habitantes, la organización
Geocomunes, que se dedica a la cartografía crítica, reunió información sobre
los sectores minero, energético y de electricidad en México, y la plasmó en
tres mapas temáticos.
De
acuerdo con Mónica Piceno, integrante de la organización, los mapas del
proyecto “Infraestructura para el despojo” exhiben cómo los nuevos actores e
intereses privados acaparan zonas y recursos a costa de los territorios, del
ambiente y las comunidades, y pretende aportar herramientas a los sectores
afectados para oponerse a la privatización de sus territorios.
En
el mapa sobre la extracción minera se aprecian manchas amarillas sobre 13.5%
del territorio mexicano. Representan las 25 mil 506 áreas concesionadas al
capital privado, que actualmente desarrollan en ellas mil 327 proyectos, la
mayoría en la fase de exploración.
El
saqueo del oro en México. Mapa: Geocomunes
El
oro es el metal más codiciado por las empresas mineras en México, pero sólo
Goldcorp, de capital canadiense; Grupo Peñoles, propiedad de Alberto Bailleres,
y Minería Frisco, de Carlos Slim, concentran la mitad del metal precioso
extraído en el país. En 70% de los casos estas empresas extraen el oro en minas
a cielo abierto, pese a los riesgos ambientales que implica ese método.
Según
Geocomunes, extraer un gramo de oro implica mover un promedio de cuatro
toneladas de roca y requiere 380 litros de agua, 43.6 kilovatios de
electricidad –equivalente al consumo semanal de una familia– y 850 gramos de
cianuro de sodio, un químico altamente tóxico.
Considera
que los altos costos ambientales y sociales de la extracción de oro no se
justifican, dado que en 2016, 60% de la demanda mundial de oro se destinó a la
joyería, 30% a los bancos centrales para constituir reservas y sólo 10% se
utilizó en los sectores industrial, médico y tecnológico.
En
2015 las empresas exportaron 14 mil 579 millones de dólares en minerales del
subsuelo mexicano, mientras que las cuotas que pagan por las concesiones
mineras son de 6.77 pesos por hectárea durante los primeros 10 años y 148 pesos
por hectárea después de este lapso.
Además,
las autoridades mexicanas dan un trato preferencial a las mineras. La
Secretaría de Economía, que regula el sector, cierra los ojos ante los abusos
denunciados por cientos de comunidades desde hace varios años, mientras el
Servicio de Administración Tributaria cobró impuestos adicionales a sólo una de
10 empresas obligadas en 2015 (Proceso 2121).
Al
ser considerada de “interés público”, la actividad minera tiene prioridad sobre
algunas normas ambientales y 2.7 millones de hectáreas de territorio
concesionado a empresas mineras se encuentran en zonas clasificadas como Áreas
Naturales Protegidas, sobre todo en Guanajuato, Michoacán, Baja California y
Chiapas.
La
red de gasoductos en México. Mapa: Geocomunes
TERRITORIOS DAÑADOS
Según
Geocomunes, la reforma energética implantada por Enrique Peña Nieto “ha
acelerado la construcción de una nueva red de gasoductos a escala nacional,
controlada principalmente por empresas privadas”.
En
otro mapa del proyecto se ve el territorio mexicano atravesado por trazos de
colores, que ubican los gasoductos construidos desde el año 2000 y la mayoría
de los cuales conectan la red gasífera mexicana con la de Estados Unidos. Parte
del gas importado se destina aquí a la generación de energía eléctrica, un
sector también abierto a la iniciativa privada.
Sólo
12 empresas se reparten la mayor parte de los gasoductos. IEnova, filial
mexicana del gigante estadunidense Sempra Energy, mueve la mayor cantidad de
gas en el país: 7 mil 784 millones de pies cúbicos, que transitan cada día en
sus 2 mil 744 kilómetros de gasoductos.
Presiden
esa firma Carlos Ruiz Sacristán, cuya carrera política creció al amparo de
Carlos Salinas de Gortari y culminó en el sexenio de Ernesto Zedillo, quien lo
nombró secretario de Comunicaciones y Transportes en 1994. En el sector privado
formó parte del consejo de administración de OHL, la empresa española
involucrada en varios escándalos de corrupción en el gobierno de Peña Nieto.
El
extractivismo en México. Mapa: Geocomunes
Geocomunes
también cartografió las parcelas de territorio y mar territorial que el
gobierno licitó o pretende licitar al capital privado en cuatro rondas para la
exploración y explotación de hidrocarburos.
En
el mapa, gran parte de los territorios de estados con costas en el Golfo de
México –desde Tabasco hasta Tamaulipas– aparecen tachadas, así como vastas
áreas de agua. Según Geocomunes, las licitaciones de las cuatro rondas
afectarán 274 municipios, la mayoría en Tamaulipas y Veracruz, además de 3 mil
89 núcleos agrarios.
En
la región de la Huasteca-Totonacapan, en el norte de Veracruz, operan más de 2
mil pozos de fracturación hidráulica. Y a raíz de la reforma energética dicha
zona, que forma parte de la cuenca Tampico-Misantla, tiene 17 áreas por licitar
en la explotación de hidrocarburos no convencionales.
Óscar
Espino, oriundo de esa región e integrante de la Coordinadora Regional de
Acción Solidaria en Defensa del Territorio Huasteca-Totonacapan, asevera que la
operación de los pozos provocó tensiones en el tejido social y lamenta que el
gobierno mexicano fomentara la explotación de hidrocarburos en la zona sin
consultar a las comunidades locales.
“Cuando
la Comisión Nacional de Hidrocarburos informó que operaban 2 mil 223 pozos de
fracturación hidráulica en Veracruz, investigamos y descubrimos que ni una sola
comunidad había sido consultada, que nadie sabía acerca de los químicos que
utilizaba para la extracción ni los impactos ambientales de la misma”, deplora.
Añade:
“En Papantla no sabemos cuánto gas se ventila de los pozos y el quemador se
encuentra a 200 metros del kínder”.
De
acuerdo con Espino, antes que una zona de licitación “somos territorios
náhuatl, téenek y totonaca”. De igual manera, lamenta que varios pobladores de
la región se vistieran “de zanahorias” –en referencia al uniforme que utilizan
los trabajadores petroleros– en lugar de resistir contra la explotación de los hidrocarburos no convencionales.
CFE PIERDE EL MONOPOLIO
La
Comisión Federal de Electricidad (CFE) también perdió el monopolio que tenía
sobre la producción de energía eléctrica, porque el gobierno prevé que las dos
terceras partes de ella sea producida por actores privados en 2029 (contra
47.8% en 2014).
Según
Geocomunes, las consecuencias sociales serán negativas: “Aumentará la cesión de
territorio y recursos a empresas privadas, incrementando también el número de
actores, intereses y seguridad privada con los que las comunidades se
enfrentarán para evitar ser despojadas”.
Actualmente
la iniciativa privada –en particular las trasnacionales Gas Natural Fenosa,
Grupo México e Iberdrola– opera 48 centrales de ciclo combinado, contra apenas
15 por parte de la CFE.
La
organización rechaza el argumento según el cual la privatización del sistema
eléctrico mexicano era necesario, porque las fuerzas del Estado son incapaces
de responder a la demanda creciente de energía. El “excedente eléctrico” se
destina en gran parte a los sectores industriales, “encabezados por el capital
trasnacional”, apunta.
Ejemplo
de ello, sostiene, es la modalidad de “autoabastecimiento”, a través de la cual
un grupo de empresas se asocia para construir un proyecto eléctrico y se adueña
de la energía producida, que puede enviar a sus propias fábricas y centros de
actividad.
“Esta
modalidad ha sido ampliamente aprovechada por oligopolios”, denuncia tras
enlistar a los principales socios de las centrales de autogeneración eléctrica,
entre ellos las cementeras Holcim y Cemex, la siderúrgica Ternium, las mineras
Grupo México, Grupo Ferrero Minero e Industrias Peñoles, así como las
embotelladoras Femsa y Pepsico.
Este reportaje se publicó en la edición
2129 de la revista Proceso del 20 de agosto de 2017.
(PROCESO/
MATHIEU TOURLIERE/ 23 AGOSTO, 2017 REPORTAJE ESPECIAL)
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