Cuando todo mundo esperaba
que Héctor Melesio se fuera de vacaciones y diera vuelta a la hoja, dio reversa
y sentó a sus diputados. Algunos probablemente ya estaban en traje de baño
tendidos en un camastro de playa, buscando olvidarse del escándalo de la obsesión
de su dirigente.
Les ordenó que la iniciativa
que habían retirado iba de nuevo pero antes, para legitimarla, se pondría a consideración de organismos de
periodistas y profesionales en unos foros ad hoc.
Aquellos, seguramente sin
chistar, tomaron sus arreos de playa, dejaron a la familia y volvieron a esta tarea penosa. Y penosa
porque solo ellos la apoyan. Ya los dirigentes de partidos y los organismos
ciudadanos les dijeron a los diputados pasistas
que no los acompañan en su cruzada contra la libertad de expresión.
No es una cuestión de
matizar, acotar, precisar la iniciativa de ley, como parece tener como fin esos
foros que se montarán y seguramente lo llenarán con universitarios
comprometidos con el “proyecto”, sino del sentido de una propuesta a todas
luces retrógrada e inoportuna. Vamos, contrario a la prevalencia de uno de los
pocos bienes públicos vigentes que dicho de paso se ha vuelto un problema de
vida o muerte.
No veo cómo el gremio de
periodistas, por más que en éste hay muchos por conveniencia y sobrevivencia,
pueda avalar algo que vaya contra su quehacer cotidiano.
Bueno, quizá me equivoque
parcialmente, los “periodistas” y “medios” pasistas están a la orden de lo que
se les indique desde la calle Ramón Corona.
Pero por los antecedentes
nugatorios, quizá, el objetivo no sea sacar la iniciativa sino mantenerse
visible en los medios de comunicación. Hay un aforismo político que reza: “Vale
más que se hable mal de ti, a que no se hable de ti ni una sílaba”. De ser, es
un recurso infame y frívolo, cuando se lucha contra la libertad de expresión.
Más todavía cuando la
violencia criminal escala y obligaría a que los dirigentes políticos asuman sus
responsabilidades públicas. Haciendo que los tres poderes hagan su trabajo y
definan estrategias de contención de este lastre que en los últimos meses ha
cobrado la vida de cientos de sinaloenses.
Y peor, que no se ve cómo
pueda retroceder, aun cuando se haya militarizado el estado. Los hechos de las
últimas semanas han escalado al punto que la carretera de cuota es escenario de
enfrentamientos armados, sin que toda la “fuerza del Estado” logre garantizar
la seguridad y el libre tránsito, afirma uno de los principales indicadores del
llamado “Estado fallido”.
Es cuando la iniciativa
aparece como frívola e inoportuna. Evidentemente hay problemas mayores que
lastiman la seguridad y la economía regional, más aún cuando existe una amenaza
latente contra el periodismo crítico y que debería llamar a conjuntar esfuerzos
para evitar que en Sinaloa se cumpla lo que lastimó recientemente al periodismo
en Chihuahua y Baja California.
En definitiva, insistir en
sacar adelante la iniciativa de ley que ahora se le llama “antidifamación”, es
un despropósito que está más allá de los acuerdos que podrían tenerse entre el
PAS y el PRI. Es un asunto de interés público en el que nuevamente las voces se
van hacer oír incluso en los propios foros pasistas.
Como al unísono, los
republicanos españoles gritaban: ¡No pasarán!
(RIODOCE/ ERNESTO HERNÁNDEZ NORZAGARAY/
24 ABRIL, 2017)
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