FOTOS: Enrique Botello
La autoridad ha detectado alrededor de
200 de estos establecimientos, el 30% de los cuales se han instalado en zonas
residenciales sin permiso. “Dentro de estas zonas habitacionales no se respetó
el buen vivir, por eso los vecinos se quejan”, dice a ZETA Rebeca Mungaray
Lagarda, titular de la Dirección de Alcoholes y Espectáculos Públicos
Residentes de la ciudad de
Ensenada durante años han sufrido por tener “vecinos incómodos”. Lo mismo en colonias populares que en zonas
residenciales, han padecido del ruido a deshoras, la falta de estacionamiento,
y hasta pleitos ajenos al compartir la calle con salones de fiesta que
pareciera que brotaron al vapor.
Se estima que de
aproximadamente 200 salones de fiesta detectados por la autoridad –aunque
podrían ser más–, el 30 por ciento se ubica en zonas residenciales, muchos de
ellos no deberían de operar.
No solamente eso, sino que la
mayoría de estos establecimientos nunca han pagado derechos para su
funcionamiento, ni cuentan con el permiso correspondiente al ser aperturados.
Al inicio del actual gobierno
municipal encabezado por Marco Antonio Novelo Osuna, según los registros
oficiales, solamente existían en el puerto 43 salones. Pero en realidad eran
muchos más.
“Nuestro primer indicador fue
cuando la gente venía a contratar un evento, lo hacían ya con toda naturalidad,
venían a tramitar un evento y el salón no estaba registrado. Así fue como los
fuimos detectando”, narra Rebeca Mungaray Lagarda, titular de la Dirección de
Alcoholes y Espectáculos Públicos.
Ya en la revisión de campo
por toda la ciudad, la lista va en más de 200 salones, la mayoría irregulares.
A pesar de que no estaban
formalmente registrados, el Ayuntamiento sí les exigía el trámite para realizar
el evento.
Se presume que esta práctica
se arraigó sobre todo en los dos últimos trienios, los de Enrique Pelayo Torres
y Gilberto Hirata Chico.
Aunque hay salones que
llevaban hasta 20 años operando ilegalmente.
Ahora la administración
municipal está “invitando” a sus propietarios a que se regularicen, apoyándose
incluso en dependencias como Sindicatura, Desarrollo Urbano y Catastro, pues
muchos de ellos están dentro de complejos del INFONAVIT, “donde en condiciones
normales no se les permitiría ponerse ahí, son lugares pequeños y obviamente
son salones muy concurridos porque nadie cuenta con patios ahorita, y se puso
de moda hacer salones chiquitos, para 50 personas”, detalla Mungaray.
“Dentro de estas zonas
habitacionales no se respetó el buen vivir, por eso los vecinos se quejan, no
cuentan con los estacionamientos correctos, por ejemplo”, explica la
funcionaria.
Le están pidiendo a Catastro
que haga inspecciones para volver a elaborar un dictamen, establecer la
factibilidad por el uso de suelo, que es lo vital pues la Dirección de
Alcoholes y Eventos Públicos apenas se enfoca en las reglas básicas para
operar.
Dice la funcionaria que este
tema será uno de los grandes retos en la administración de Novelo, un tema
delicado porque ya empezaron a cancelar algunos eventos y tendrán que clausurar
unos salones de fiestas.
Los propietarios ya empezaron
a protestar y manifestarse en contra de las autoridades municipales.
“Estamos en esa parte de un súper análisis,
porque son gente que tiene muchos años operando y de alguna manera se les
permitió hacerlo como si estuvieran legalmente establecidos. Hay muchos lugares
que no cumplen los requisitos ni están en las zonas adecuadas. La gente quiere quedarse,
ahorita estamos en esa parte delicada que ya tenemos que tomar la decisión de
cuáles se van a clausurar”.
FOTO: Juan Carlos Dominguez
Hay una lista de 20
establecimientos ya listos para clausurarse pero la funcionaria por lo pronto
evadió mencionar el nombre de los mismos, “ahorita tengo Alzheimer, no me
acuerdo”, bromea.
El tema es candente y prevén
una gran manifestación, por eso la reserva, explica.
Los salones están en todas
partes. Lo mismo en colonias como la Popular 89, Maneadero, Hidalgo y todos los
complejos denominados Villas, que en Chapultepec, Zona Centro, Valle Dorado,
Villa Colonial, o Valle de Guadalupe. Abundan los salones “piñateros”, es
decir, los acondicionados para fiestas infantiles.
Son áreas pequeñas, ubicados
incluso dentro de casas particulares, con un horario de operación de 12 del día
a 8 de la noche, los más codiciados por su fácil operación.
Pero deben estar ubicados en
una zona comercial, o si es en una zona habitacional que el salón esté dentro
de alguna placita comercial o cercano a áreas verdes.
De los que se clausurarán
muchos son de esta categoría.
MILLONES PERDIDOS
Como en otros rubros, el
gobierno municipal de Ensenada ha dejado de captar millones de pesos por
concepto de permisos para salones de fiestas.
El permiso es similar al que
se gestiona para la venta de alcohol, se paga una sola vez y se entrega un
tarjetón. También significa un valor patrimonial.
“Es lo que le va dar valor a
su marca, su nombre, son bienes que se heredan, lo que le dan plusvalía como negocio
más que como terreno”, explica la autoridad.
Para determinar el permiso
correspondiente los salones se dividen en dos categorías, los “cerrados” y
“abiertos”. Y a su vez, si es en zona comercial o zona habitacional. Los costos
del permiso varían de acuerdo al cupo.
Dentro de los salones
cerrados en zona comercial el costo del permiso va de 61 mil pesos para un
local con cupo para 100 personas, hasta 122 mil pesos para salón de 800
personas para arriba.
Con un horario limitado hasta
las 2 de la mañana. En las zonas habitacionales, el rango del costo del permiso
va de los 30 mil pesos a los 101 mil pesos, con una autorización de operación
hasta las 12 de la noche.
La funcionaria considera que
no es caro pues es un solo pago e incluye los dictámenes de seguridad,
protección civil y bomberos. Después cada año se revalida con un costo promedio
de 5 mil pesos, “es bastante accesible, para lo que ganan”.
La proliferación de eventos
en ranchos y vinícolas del Valle de Guadalupe ha obligado la recategorización de
“a cielo abierto”, donde se celebran conciertos, bodas y demás eventos con gran
afluencia, pero quienes nunca han pagado impuestos ni cuenta con permisos.
Se busca que por fin en esta
administración municipal ya se regulen. Propietarios de salones, grandes y
chicos, como es común en el empresariado ensenadense, se lamentan que los
quieran meter en cintura alegando que el negocio no deja.
“Pero yo me cuestiono, cómo es que invirtieron
tanto dinero o cómo le apostaron a algo sin permisos. Ahora se quejan de que
van a perder sus inversiones, su patrimonio”.
Mungaray Lagarda compara a
los propietarios de salones de fiestas con los comerciantes ambulantes o semi
fijos de la Calle Primera, que alegan no tener suficientes ingresos, cuando el
tránsito de turismo es bueno y las ganancias son en dólares, lo que garantiza
ingresos que ya quisieran personas dedicadas a otros rubros.
“Es un debate porque
obviamente nuestro presidente está muy preocupado por la economía, en no cerrar
negocios, tenemos que hacer un súper análisis, por eso involucramos a
Sindicatura, que se vea que no es nada personal, ni conocemos a las personas.
Que se vea que es parte del Reglamento y del buen vivir”.
—Ante tantos salones sin permiso para
operar hubo omisión obviamente, pero ¿se presume hubo corrupción o tráfico de
influencias?, cuestiona ZETA.
“Pues mire, no estuve en esa
administración y no voy a entrar en detalles”.
A LA MEXICANA
Fuentes internas del XXII
Ayuntamiento confiaron a este medio que durante dos administraciones municipales
–otra vez las de Pelayo e Hirata– los salones de fiestas fueron “operados” por
Samuel Albestraian Cárdenas, coordinador de Salones y Video Juegos dentro de la
Dirección de Comercio, Alcoholes y Espectáculos Públicos.
Albestrain Cárdenas es padre
de Samuel Albestrain Pérez, secretario de Desarrollo Social en el gobierno de
Hirata, y actual regidor, quien preside nada menos que de la Comisión de
Comercio y Espectáculos Públicos.
Paradójicamente el ahora
regidor Albestrain ha presentado ante el Cabildo el punto de acuerdo para crear
el “Reglamento para Salones de Fiestas y Eventos Sociales en Ensenada”, para
regular a estos establecimientos en cuanto a horarios, funcionamiento, tipo de
construcción, establecer requisitos, procedimientos para revalidar el permiso
cada año, así como las obligaciones, prohibiciones, infracciones, sanciones y
cancelaciones.
“La finalidad es el orden,
tranquilidad y paz que todos los ciudadanos merecen, garantizando que las
actividades de esparcimiento social, con o sin consumo de alcohol, se realicen
sin detrimento del orden público y que no se permita la instalación de aquellos
que perjudiquen la tranquilidad y seguridad de los residentes de zonas
habitacionales”, argumentó el edil.
Dice que con la –ahora sí–
reglamentación se beneficiarán tanto los propietarios de salones, como los
asistentes y los habitantes de las zonas aledañas, al tener más clara la
operación de salones sociales regulados, clasificados, y con los debidos
exámenes y dictámenes de apertura y funcionamiento que determinen los horarios
permitidos y condiciones en materia de ecología y control urbano.
O como resume la titular de
Comercio, Alcoholes y Espectáculos Públicos:
“Tenemos que romper la
cultura de pedir perdón antes que permiso. Aquí se pide permiso y luego se
opera”.
(SEMANARIO ZETA/ Edición Impresa / Juan
Carlos Domínguez/Lunes, 24 Abril, 2017 12:00 PM)
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