El libre mercado no siempre
se traduce en democracia. En los últimos
dos años, los inversionistas de economías emergentes han privilegiado sus apuestas a favor de
países con regímenes autoritarios sobre aquellos con instituciones
relativamente democráticas
Los gobiernos autocráticos privilegian
el pago de sus compromisos financieros internacionales sobre el bienestar
general de la población, porque un default crediticio amenazaría seriamente su
permanencia en el poder
En los últimos dos años, los bonos
soberanos de países considerados como regímenes autocráticos han ofrecido
mejores rendimientos que sus similares de países con instituciones
relativamente democráticas
15% Es el rendimiento anualizado
promedio de los bonos soberanos de países catalogados como regímenes
autocráticos, según Bloomberg
8.6% Es el rendimiento anualizado
promedio de los bonos soberanos de países emergentes catalogados como regímenes
democráticos, según Bloomberg
770% Es el rendimiento que han generado
los títulos de deuda de Venezuela desde 1998, cuando Hugo Chávez asumió la
presidencia
2% Se apreció la lira turca contra el
dólar el día en que el presidente Erdogan ganó un referéndum constitucional que
ampliaba sus poderes constitucionales
2,500 Millones de dólares pagó el
gobierno de Nicolás Maduro a tenedores de deuda venezolana, el pasado 12 de
abril
“La democracia está
sobrevalorada”. La frase de Frank
Underwood, el personaje central de la serie de Netflix, House of Cards, se ha
convertido en un mantra para los inversionistas globales de mercados
emergentes.
En los últimos dos años, los
bonos soberanos de países considerados como regímenes autocráticos han ofrecido
mejores rendimientos que sus similares de países con instituciones
relativamente democráticas.
De acuerdo a datos compilados
por la agencia Bloomberg, los bonos de deuda de naciones autocráticas han
generado, en promedio, un rendimiento anualizado de 15 por ciento. En
cambio, los títulos soberanos de economías
emergentes con sistemas democráticos presentaron un rendimiento anualizado
promedio de 8.6 por ciento.
La clasificación política
está basada en una categorización que realiza anualmente la organización no
gubernamental Freedom House, que distingue entre países libres, países
parcialmente libres y países que no son libres.
¿DICTADURAS FUNCIONALES?
La muestra patente de esta
tendencia yace en el referéndum de este mes que amplió los poderes
constitucionales del presidente de Turquía,
Recep Tayyip Erdogan. Los medios globales calificaron el evento como un
claro retroceso democrático.
Sin embargo, el día del
plebiscito, la lira turca se apreció 2 por ciento frente al dólar. Dani Rodrik,
economista turco y profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad de
Harvard, argumenta que Erdogan es un
oportunista político que podrá brindar estabilidad al país. Rodrik es uno de
los críticos de larga data del régimen actual, quien desde el 2010 auguró “la
muerte de la democracia turca” en un artículo de opinión publicado en el diario
The Wall Street Journal.
Los regímenes autoritarios,
usualmente asociados con restricciones a las libertades fundamentales y abusos de derechos humanos, han mantenido
intactos sus compromisos financieros.
Venezuela es un caso extremo.
Las protestas masivas de la oposición, la inflación galopante, las perspectivas
de recesión de doble dígito, la escasez de productos de básica necesidad y la
crisis humanitaria se conjugan con un Estado al borde del colapso que paga
religiosamente a sus tenedores de deuda soberana en el exterior.
El 12 de abril, el gobierno
de Nicolás Maduro realizó un pago de 2.5 mil millones de dólares por el
vencimiento de sus títulos de deuda. No es casualidad que los activos de renta
fija que generaron el mayor rendimiento el año pasado hayan sido los bonos
soberanos de Venezuela (55 por ciento).
En relación a 1998, cuando
Hugo Chávez asumió la presidencia, los activos de renta fija de Venezuela
presentan un retorno a la inversión de 770 por ciento, superior al 462 por
ciento que en promedio registran otros bonos de mercados emergentes.
El año pasado, los bonos
soberanos de 10 de 15 economías emergentes que son catalogadas por Freedom
House como países no libres tuvieron un rendimiento superior al 10 por ciento.
Para el resto de las economías emergentes, esta proporción se redujo a un
tercio. De hecho, los activos de renta fija del país democrático con el mejor
rendimiento, Ghana, apenas alcanzan un 24 por ciento, menos de la mitad del
promedio venezolano.
Victor Fu, director de
estrategia de inversión emergente de Stifel Nicolaus, dijo a la agencia
Bloomberg que este auge autocrático obedece en gran medida a un nuevo episodio
de menor aversión al riesgo que se inauguró a finales del año pasado.
Dado que los bonos soberanos
de países con regímenes autoritarios tienden a contar con peores calificaciones
de deuda que sus contrapartes democráticos, la recompensa potencial al riesgo
es mayor.
Fu argumenta que los gobiernos autocráticos privilegian el
pago de sus compromisos financieros internacionales sobre el bienestar general
de la población porque un default crediticio amenazaría seriamente su
permanencia en el poder.
DILEMA MEXICANO
México no es reconocido por
Freedom House como un país completamente libre. Sin embargo, ninguna
organización de la sociedad civil o científico político de alto perfil lo
cataloga como un país con excesos autoritarios peores a los de Turquía,
Venezuela, Rusia o Arabia Saudita.
En ese sentido, bajo la
premisa de que México es un país con instituciones relativamente democráticas,
la nación pone de relieve un dilema común para los países emergentes: ¿cómo
liberar la economía y el sistema político de manera ordenada?
Luis Rubio, presidente del
Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), ha insistido ampliamente en
esta pregunta. Su análisis sugiere que México pudo liberalizar una parte
significativa de su economía, pero el sistema político se mantuvo relativamente
cerrado.
Esto ha supuesto desventajas
significativas para el país. En su último reporte de perspectivas de inversión,
Blackrock, la firma de administración de activos más grande del mundo,
recomendó aumentar la ponderación de activos de mercados emergentes en el
portafolio de sus clientes, con la excepción de un país,México.
La firma refirió un deterioro
del balance de riesgos, marcado no sólo por las tensiones diplomáticas con
Estados Unidos, sino por tensiones políticas internas.
Meses antes, Credit Suisse
había emitido un reporte en el que se aseguraba que el ascenso de Andrés Manuel
López Obrador en las encuestas de preferencias electorales significaba una
preocupación para muchos de sus clientes.
Analistas coinciden en que esta coyuntura electoral significa una de las
mayores amenazas al modelo económico mexicano actual.
Estos vaivenes democráticos,
replicados en cierto grado en Argentina y Brasil (ambos considerados países
libres por Freedom House), contrastan con la confianza que los inversionistas
globales siguen depositando en regímenes autoritarios. Disonancia cognoscitiva
en su máxima expresión.
(REPORTE INDIGO/ RODRIGO CARBAJAL/ Lunes
24 de abril de 2017)
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