Apenas comenzaron las
campañas por las gubernaturas en tres estados que se jugarán en junio, y se atisba
lo que será la elección presidencial en 2018. Las viejas prácticas electorales
de compra de voluntades, con un cínico uso y abuso de dinero fuera de los
controles de las autoridades electorales, son acompañadas por la sumisión del
Instituto Nacional Electoral ante el Gobierno federal. No sólo el árbitro
electoral se ha mostrado omiso, sino ha llegado al caso de admitir como legales
acciones que alteran el principio básico de que una elección debe ser justa y
equilibrada, porque de otra manera la competencia se vulnera. Los ejemplos
empiezan a aparecer de manera amenazante para quienes esperarían que las
elecciones produzcan el acuerdo institucional que permita la gobernabilidad,
porque lo que se está sembrando es una bomba que va a explotar.
Lo más grave es el reciente
fallo del INE donde se negó a sancionar al Gobierno federal y al del Estado de
México, por continuar los programas sociales durante la campaña para
gobernador. “Los programas sociales no se suspenden, ni se tienen que suspender
durante las campañas electorales”, dijo Lorenzo Córdova, consejero presidente
del INE. “Sería absurdo pretender que la normatividad y, más aún, que la
autoridad electoral, determine la suspensión de los programas en un País con
las desigualdades que tenemos”. No es aceptable la postura de Córdova, porque
su papel como líder de los árbitros es crear condiciones para que la contienda
sea pareja y no lo contrario.
Desde que Joseph Schumpeter
desarrolló su obra sobre elecciones y democracia hace más de 70 años, la idea sobre
la equidad de los procesos electorales ha dominado la discusión pública,
particularmente en aquellas naciones con sistemas políticos débiles y resabios
autoritarios. Esto es que la voluntad del individuo no es independiente en el
campo de la política, y la forma como se decide en las urnas suele estar
determinado por la propaganda y fabricada por quienes más recursos tienen para
manipular el voto. Por décadas, la forma como el PRI utilizó dinero no
contabilizado como un método para ganar votos, ha sido motivo de denuncias
periodísticas, primero, y más adelante buscado acotarse –en su caso y el de
otros partidos-, por los órganos electorales.
Durante años, la maquinaria
electoral mexiquense utilizó dinero en efectivo para su operación política y de
medios. Isidro Pastor, que fue presidente del PRI en el Estado de México –y
ahora busca la gubernatura como candidato independiente-, tenía en su casa una
alacena escondida detrás de un gran librero de su casa en donde, en lugar de
alimentos, tenía billetes de todas denominaciones para lo que se necesitara
para mantener la operación política y la cooptación. En la campaña de Eruviel
Ávila hace seis años, el dinero de los convenios de publicidad llegóó a varios
medios organizado en fajillas de 50 mil pesos que tenían el sello del banco, de
1995. Es decir, ese dinero fue sacado del sistema financiero una década antes,
y guardado para ser utilizado políticamente años después. ¿Cómo rastrear esos
recursos? O ¿cómo seguir su ruta política?
Las quejas sobre la desigualdad
en el proceso electoral mexiquense no han tenido mucho eco en el INE, y su
pasividad o negligencia va a tener consecuencias. En algunas comunidades
mexiquenses algunas familias han comentado de manera aislada que en el pasado
el PRI llegó a ofrecerles 500 pesos por su voto, pero que en esta elección ha
cambiado de manera significativa. Lo que dicen es que les han dado dos mil 500
pesos por cada credencial electoral, lo que ha llevado a algunos casos donde
familias con hijos con deficiencias mentales, sacan de cualquier forma su
credencial de electoral para poder recibir lo que ofrece el PRI. En un caso
recibió un jefe de familia 10 mil pesos por cuatro credenciales, cuyo voto
tendrá que ser probado mediante una selfie que se saquen con su boleta dentro de
la urna.
Los márgenes que se han
venido ampliando para este tipo de acciones ilegales están desbordando. En
Chiapas, donde la elección para gobernador será hasta el próximo año, este
domingo el Senador Roberto Albores Gleason, quien es el líder del PRI en ese
estado, organizó un evento para 40 mil personas en un estadio en Tuxtla
Gutiérrez, para el cual pagó 400 pesos por cada asistente. Es escandaloso.
Albores Gleason es respaldado por el presidente del PRI, Enrique Ochoa, quien
está apoyando su candidatura al gobierno, pero sobre todo por el Secretario de
Educación, Aurelio Nuño, quien es el responsable designado por el Presidente
Enrique Peña Nieto para ser su enlace y operador principal en la campaña
electoral en el Estado de México.
Si bien estas acciones rompen
con el orden legal, la actitud del INE con respecto al aval para que los
programas sociales se sigan entregando en el Estado de México durante la
campaña electoral, es un absurdo al permitir que la coacción electoral camine
sobre los rieles que les regalaron los consejeros electorales. Esta clara
ruptura a cualquier posibilidad de una elección justa puede darle espacio de
tranquilidad al Presidente Peña Nieto y al PRI en el Estado de México con
respecto al 4 de junio, el día de la votación, pero su eventual victoria no
generará gobernabilidad sino conflicto. La semilla se está sembrando este año.
Su veneno contaminará de manera irreversible la elección presidencial el
próximo año, si no se modifica lo que hoy parece un destino manifiesto.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ Estrictamente Personal/ Raymundo Riva
Palacio/ 24/04/2017 | 04:10 AM)
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