Para los huicholes, el híkuri es una
planta ritual que representa los lazos espirituales con la tierra y el
universo. La exposición ‘Las culturas de un cactus sagrado: el peyote’ en el
Museo del Desierto muestra una cultura milenaria que se ha visto amenazada por
la explotación turística y minera, y que ha luchado para defender su territorio
y sus costumbres
El corazón del mundo es
Wirikuta. Aquí fue donde el Venado Azul terminó su camino tras ser perseguido.
Cuentan que cada paso que dio el Venado se convirtió en un peyote. Los
huicholes retratan estas creencias en tapetes multicolores y otros objetos.
“Atravesé la cámara oscura de
la mente y vi”
José Vicente Anaya, en el
poema “Híkuri”
Herencia en colores y
chaquira. Fortunato de la Rosa es un joven Huichol que vive del arte que le
enseñó su padre.
Por: Armando Ríos
Fotos: Omar Saucedo
Edición: Nazul Aramayo
Diseño: Édgar de la Garza
Con el soplido estruendoso de
una caracola de mar empieza la magia. El olor a copal está en el aire y anuncia
el saludo a los cuatro vientos: norte, sur, este, oeste. Con las manos alzadas
viene el saludo al cielo, después a la tierra y, por último, al centro para
dejar que la energía fluya de la cabeza a los pies, abriendo paso a una
experiencia cosmológica.
Éste es el inicio de una
ceremonia que el pueblo wixárika o huichol –como mejor se conoce– lleva a cabo
antes de comer peyote.
Tonatiuh Velázquez, hijo de
David Velázquez “El Mazatl”, representó de manera simbólica el mismo ritual
milenario en la inauguración de “Las culturas de un cactus sagrado: el peyote”
que se aloja en una de las salas de exposición en el Museo del Desierto (Mude).
Pero esto es sólo un vistazo; un parpadeo de todo lo que hay detrás de las
culturas que rigen su política y su espíritu bajo el brebaje que emana de un
cactus mágico y único en el mundo.
EL LLAMADO DEL HÍKURI
Recuerdo la primera vez que
escuché hablar del peyote. ¿Qué es?, me preguntaba a los 16 años. En aquél
entonces Google no estaba en la palma de mi mano, pero unos amigos de la
Narváez me contaron que era una cactácea que se daba de los desiertos de San
Luis Potosí e incluso en partes cercanas a la sierra de Zapalinamé.
La curiosidad me llevó a
pagar un cibercafé. Encontré en internet que los pueblos indígenas que
consumían el cactus –le llamaban “híkuri”– y con la inspiración provocada por
sus efectos creaban collares, lienzos de flores o cactus, además adornaban todo
tipo de cosas con pequeñas chaquiras de colores. Incluso vi que el poeta José
Vicente Anaya escribió un libro de poemas llamado "Híkuri" inspirado
por las visiones del peyote.
Hace días me enteré que
habría esta exposición en el Museo del Desierto. Y se anunció como una de las
más provocadoras en los últimos años.
TERRITORIO WIXÁRIKA
David Velázquez, potosino y
de los principales creadores de la exposición, nos otorgó una visión más amplia
de lo que sucedía alrededor del peyote, que hoy es recolectado y consumido por
turistas en cada viaje al desierto de Real de Catorce.
Sentados en el área de
cactáceas del Mude, David platicó sobre la exposición y de algunas de las
luchas que se han emprendido por la defensa de la tierra en los pueblos
huicholes. Al parecer, los tabús en torno al cactus sagrado se han quedado muy
cortos frente a la riqueza cultural que se resguarda detrás del híkuri.
Empezamos hablando de los
wixárikas. Ésta es una de las etnias más antiguas de México, que a pesar de la
conquista de los españoles y los innovadores avances de nuestra sociedad
“agabachada”, han permanecido y defendido con coraje y sustento cultural todo
su patrimonio que se extiende desde San Luis Potosí hasta Durango, Nayarit,
parte de Jalisco y algunas zonas de Chihuahua e incluso hasta Estados Unidos y
Canadá.
Ésta no es la única etnia que
elevaría al peyote como una de las figuras más importantes para su espíritu y
como uno de los principales guías para la cosecha de maíz y otros alimentos,
también los coras, tepehuanes, comanches y huachichiles que habitaban en
Coahuila –antes de que los desplazáramos– lo utilizaban. Sin embargo, el grupo
wixárika sí destaca por haber dejado los legados artísticos más grandes y
reconocidos a nivel mundial.
Ritual wixárika. El olor a
copal anunció el saludo a los cuatro vientos, se alzaron las manos al cielo, se
señaló a la tiera y luego al centro para que fluyera la energía; así inició la
experiencia cosmológica en el Museo del Desierto.
Arte Huichol
Visiones del Híkuri
Los huicholes crean piezas
artísticas y utencilios inspirados en los colores que detona el consumo de
peyote:
COMUNIÓN CON LA PLANTA
El peyote o Lophophora
williamsii contiene más de 30 alcaloides entre los que se encuentra la
mezcalina, un poderoso alucinógeno que absorbe en un colorido trance a quienes
lo prueban. Se dice que puede llegar a ser mucho más potente que el LSD y, por
ende, mucho más inspirador.
Su sabor es muy agrio, y su
textura fibrosa.
Para elevar el espíritu a
través del peyote, regresar de un trance y transformarlo en arte, los huicholes
se enfrentan desde pequeño a todo un proceso.
Caminan a lo largo del
desierto y buscan entre todas las biznagas del semidesierto para encontrarlo
justo en sus pies.
Después viene la reunión
alrededor del “abuelo fuego” y el saludo a las cuatro estaciones. Todo esto con
sus trajes típicos, sombreros de los que caen coloridas barbas de hilaza y unos
fractales también de hilaza hechos en palos de madera, llamados Ojos de Dios.
Regularmente, es el padre de
familia quien inicia a cada uno de sus hijos desde temprana edad en viaje y,
aunque depende de cada familia, el ritual también se puede realizar antes de la
Danza del Venado o durante la Fiesta del Peyote que se organiza en mayo, a la
que acuden con ofrendas para los dioses. “Comulgan con la planta”, es como lo
define David.
David asegura que desde hace
cinco mil años para los wixárikas, el viaje que da el cactus sagrado no es un
juego; es ponerse en contacto directo con todo lo que vive en la tierra. En el
trance se aprovecha para agradecer la vida de las plantas, de los animales y de
los lazos familiares.
Fortunato de la Rosa es un
joven artista huichol originario de la comunidad de Santa Catarina, en la
Sierra de Jalisco, quien desde los nueve años comenzó a hacer uso del peyote
guiado por su padre, quien al mismo le enseñó a vivir del arte huichol.
“El peyote es una planta que
sientes y cuando lo consumes quieres que te haga reflexionar”, dice Fortunato
vestido con un traje típico de manta blanco, cubierto por un camisón de un
corte que sólo los huicholes sabrán hacerlo a la perfección.
“Yo me acuerdo que cuando
consumía el peyote, una sensación llega a tu mente, y te sientes completamente
diferente. Te sientes más ágil y ligero”, dice Fortunato recordando las
experiencias familiares con su padre. A los nueve fue su primer encuentro con
el cactus sagrado.
Dice que en las comunidades,
los tramos son largos para conseguir alimentos o materias primas, hay que
caminar mucho y no existen las carreteras.
El peyote ayuda a activar la
circulación y crea resistencia en el cuerpo.
Peyote cristata es una
variedad muy preciada de la cactácea; su color azul y su parecido a un cerebro
llaman la atención.
Experiencia cosmológica: El
Mude fue testigo de un ritual que pocas veces se realiza a personas ajenas al
pueblo huichol, pues desde hace años sólo practican estos ritos dentro de las
mismas comunidades.
Ahorita es muy difícil que todas las personas
que anden fuera de nuestras comunidades hagan ceremonias. Ahorita ya no está
permitido. Nosotros nada más lo hacemos en nuestra comunidad”.
FORTUNATO DE LA ROSA, ARTISTA
HUICHOL.
“Pero cuando consumes más,
viene otra situación que te hace sentir más cosas. Empiezas a escuchar, a oír
más cosas, a reflexionar. Es algo más espiritual”.
Con nostalgia recuerda al
lago de Chapala en Jalisco, uno de los lugares más preciados de su tierra.
Cerca de ahí, en la Isla de los Alacranes, se encuentras uno de los cinco
templos sagrados para los huicholes, el Xapawiyemeta. Un lugar donde la fe se
encuentra con el alma y donde su cosmovisión se complementa. “Todo lo que
existe y todo lo que tienes viene de ahí. Del punto donde se encuentra el
templo”, dice Fortunato.
Sin embargo, los territorios
donde nace el híkuri no han sido respetados por todos.
Actualmente, el lago de
Chapala es una de las reservas ecológicas más violentadas en el país. La pesca
y los desechos urbanos han creado marchas irreversibles para los pueblos huicholes
de esa región, y ahora corre el mismo riesgo de ser violentado por la mano del
hombre como sucedió con Wirikuta.
WIRIKUTA: EL CORAZÓN DEL MUNDO
Wirikuta es mejor conocido
por el pueblo huichol como “El corazón del mundo” y está ubicado en 140 mil hectáreas
de semidesierto en la Sierra Madre Occidental que baja por San Luis Potosí,
entre los municipios de Real de Catorce, Charcas, Villa de Guadalupe y Villa de
Ramos.
“El corazón del mundo” corrió
graves peligros en el 2009, cuando First Majestic Silver Corp –empresa minera
canadiense– amenazó con aterrizar un proyecto minero denominado “La Luz” que
perforaría gran parte del santuario huichol.
Tanto David Velázquez como
Fortunato recuerdan este proyecto como uno de los abusos más graves para la
cultura del cactus sagrado. Temieron que el Gobierno mexicano sobrepusiera los
intereses económicos por encima de las demandas de la comunidad.
Ambos participaron en el
movimiento por la defensa de la tierra de Wirikuta, que finalmente logró que se
cancelara el proyecto canadiense en 2012.
Recuerdo aquella canción.
¡Wirikuta no se vende, Wirikuta se defiende! Incluso recuerdo que en aquel
momento bandas como Caifanes, Calle 13, Enrique Bunbury, Café Tacvba, Ely
Guerra y Julieta Venegas se unieron en un grito y realizaron un festival en el
Foro Sol para destinar fondos a la lucha en defensa del territorio sagrado.
Los lugares y santuarios
huicholes tienen guardan la historia sobre la formación del universo. Alrededor
del peyote gira la magia.
El corazón del mundo es
Wirikuta, territorio huichol que abarca varios municipios de San Luis Potosí.
Aquí fue donde, según la leyenda wixárika, el Venado Azul terminó su camino
luego de ser perseguido por cazadores.
LA LEYENDA DEL VENADO AZUL
Wirikuta es el lugar donde el
Venado Azul terminó su camino.
La leyenda del Venado Azul,
una de las más conocidas y preciadas por los pueblos indígenas, cuenta que
cuando se concibió el mundo, un venado nació del mar. Ese mar se llamó Tatéi
Haramara, ahora San Blas, Nayarit.
El venado salió del mar
siguiendo al sol con una ruta hacia el oriente y detrás de él se fueron cinco
cazadores huicholes. Al lanzar el flechazo que mató al venado, el corazón del
animal se convirtió en peyote.
Cada peyote representa cada
una de las pisadas del venado que se encuentran por toda la ruta sagrada. Un
enorme campo peyotero desde Nayarit hasta el altiplano potosino.
Quizá por estas leyendas es
que tanto los coras como los huicholes han resistido. Algunos de ellos se han
cristianizado, es cierto, pero la doctrina original amenaza con permanecer tal
y como nació desde hace cinco mil años.
DE PLANTA SAGRADA A PROHIBIDA
Llegar a las comunidades
puede resultar difícil. La mayoría de ellas se caracteriza por ser cerrados
ante la vida mestiza y moderna.
David comenta que esto se
debe al uso indiscriminado que los turistas hacen de la planta sagrada.
Y por otro lado, Fortunato
dice “Ahorita es muy difícil que todas las personas que anden fuera de nuestras
comunidades hagan ceremonias. Ahorita ya no está permitido. Nosotros nada más
lo hacemos en nuestra comunidad”.
David Velázquez, huichol
El peyote tiene una ética nativa”.
DAVID VELÁZQUEZ, HUICHOL.
LA CONQUISTA DEJÓ SUS ESTRAGOS
La defensa del peyote
pertenece a una cultura que ha resistido y luchado.
En 1640, la Inquisición
prohibió el uso del peyote a indígenas, mestizos y mulatos, según los datos que
me comenta David.
Sus efectos psicotrópicos
eran tan mal vistos por la ley que decidieron tumbar el consumo.
Sin embargo, el peyote cuenta
con su propia ética, pues las comunidades han creado lazos fuertes para su
defensa, e incluso tienen a sus gobernantes elegidos mediante la democracia.
Actualmente el Código Penal
mantiene prohibido su consumo para todos los mexicanos, a excepción de algunas
comunidades indígenas. Tampoco está permitido el uso para la investigación
científica.
David dice que Canadá permite
el consumo de peyote, lo que ayuda a que la gente supere adicciones y el
alcoholismo y a buscar la estabilidad de sus comunidades. “El peyote tiene una
ética nativa”, sentencia.
Fortunato de la Rosa, artista
huichol
El peyote es una planta que sientes y cuando
lo consumes quieres que te haga reflexionar”.
FORTUNATO DE LA ROSA, ARTISTA
HUICHOL.
DESPEDIDA
La planta es endémica del
desierto chihuahuense. También brota en Coahuila, Nuevo León, parte de Texas,
San Luis Potosí y Zacatecas. En Nayarit no se da, pero se transporta hasta allá
como sucede en partes de Norteamérica.
David Velázquez asegura que
el cactus no está en peligro de extinción, pero sí está amenazado. “Nos
sorprenderíamos de que en Italia, Japón o Suecia se están reproduciendo de
maneras ambiciosas, e incluso hay lugares de Europa donde se organizan ferias
de cactáceas”
Inspiración: El peyote es una
cactácea que contiene más de 30 alcaloides que producen un poderoso efecto
alucinógeno.
Cuando consumes más, viene otra situación que
te hace sentir más cosas. Empiezas a escuchar, a oír más cosas, a reflexionar.
Es algo más espiritual”.
FORTUNATO DE LA ROSA, ARTISTA HUICHOL.
Resistencia: aunque algunos
pueblos se han cristianizado, la religión original, la vestimenta y las
costumbres han resistido el paso del tiempo.
“Las culturas de un cactus
sagrado: El peyote”, es la exposición más completa sobre el peyote que se ha
montado en México
Los santuarios huicholes
guardan la historia del origen del universo.
"EN ESTA PROPULSIÓN DE NERVIOS /
¿Qué ves, en el lugar que pisa tu
cabeza?
No más que calaveras en retoño”
José Vicente Anaya, poeta
La amenaza que sufre la
cactácea se debe al consumo indiscriminado de turistas y a la explotación
minera de las tierras sagradas para los wixárikas.
El trance inducido por el
peyote no es un juego para los huicholes, pues se trata de una comunicación con
la tierra, de un viaje espiritual que provoca reflexiones y que también sirve
para crear objetos artísticos.
“SÚBETE AL TREN DE LO
DESCONOCIDO PARA SACIAR LA VIDA y visita la Luna antes de que la traguen los
coyotes
C A M I N A y sólo confía en
el movimiento”
José Vicente Anaya, poeta
La defensa de las costumbres
del pueblo huichol ha persistido por más de cinco mil años.
Las letras de los cantos
huicholes despiden una ceremonia. El rito en el Museo del Desierto podría despedirse con una de las letras más
preciadas y representativas para Wirikuta:
Tsuariya mikayutua,
maiweti mi’ane, meiti’enietiyeika xeikia
kemi’ane mitatsuaka,
tsi ta’iyaritsiepaiti hatineikati mi’ane
’aimieme xei ’ukai ’aixi retsuarieti
’aixi yeme kana’aneni.
“El llanto no se vende,
el llanto es sagrado para aquel que lo
llora,
y una lágrima bien llorada merece
respeto por aquel que no la llora”.
(VANGUARDIA/ BUENA VIDA/ ARMANDO RÍOS/Sábado, Abril 22, 2017 - 21:12)
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