Sufre abogada atentado de grupo armado y
en enero la privación ilegal de la libertad de su hermano
En la historia de la
defensora de derechos humanos, Alma Barraza Gómez y su familia, se cumplió
aquel viejo dicho de que un mal nunca llega solo, sino en batallones.
Apenas el 31 de enero pasado
fue privado de su libertad su hermano, y la noche del miércoles 22 de marzo
sufrió un atentado a balazos por un grupo armado en el que murió uno de sus
escoltas, de nombre Rogelio.
—Tenemos entendido que le habían privado de la libertad a un hermano
en días pasados no sé si fue cierto ¿o qué fue lo que ocurrió? —se le pregunta.
—Sí, efectivamente, mi
hermano fue desaparecido el 31 de enero y por ello yo he estado yendo
constantemente a la ciudad de Culiacán. Y me he quedado muchas veces allá para
ver ese asunto…
A la conferencia de prensa
que sería en la funeraria Aeternus no llegó Barraza Gómez porque así lo
ordenaba el protocolo de seguridad, pero por teléfono narró que el de la noche
del miércoles fue el séptimo atentado.
En la funeraria, en medio de
un silencio mortal, el llanto de Alma Barraza Gómez, entrecortaba en el altavoz
sus respuestas a los reporteros.
“Fue un momento terrible en
mi vida, yo llegué en estado de shock emocional, estaba completamente
histérica, porque yo intenté salvarle la vida (a Rogelio), estuve
desesperadamente pidiendo una ambulancia, la presencia de alguna corporación
que nos auxiliara, que nos encontrara, no tuvimos a nadie, estuvimos solos en la
carretera, desgraciadamente, en manos de las delincuencia”.
—¿A la altura de donde
ocurrió este ataque, Alma?
—Estábamos en la Laguna de
Canachi, estábamos un poco antes de La Cruz, me alcanzó una camioneta. Me
quisieron bajar a mí, mis escoltas reaccionaron rápidamente, dispararon. Yo me
tiré al piso de mi camioneta y nomás veía que pasaban las ráfagas de las
metralletas y los disparos. Se veían muy claramente los destellos de los
disparos. Estaba aterrada, esperaba que me dispararan o me entraran las balas a
mí también. Gracias a Dios, a mis escoltas y a todas las oraciones de mi madre,
de mis amigos, estoy viva, y Joaquín, mi escolta, también está vivo;
desgraciadamente Rogelio falleció. Recibió tres proyectiles de bala.
La abogada recordó que intentó
salvarlo y condujo su vehículo a alta velocidad, al tiempo que pidió a Joaquín
que le dieran primeros auxilios al lesionado.
“Venía histérica pidiendo
auxilio, estaba en shock, gritando ‘por, favor ayúdennos, necesitamos ayuda’”.
—Pero la ayuda nunca llegó,
solo las llamadas telefónicas…
—Todo mundo me llamaba, de
todas las corporaciones, al que le mandaron la alerta fue al subprocurador
general, Martín Robles Armenta. Y a los 30 minutos mandó a C—4 a que se
comunicara con nosotros. Yo ya había llegado a la caseta de Mármol, cerca de
Mazatlán, y ya estaba la Policía Federal ahí. Estaba una ambulancia. Nos
mandaron a la Clínica de La Marina, y a Joaquín y otro escolta se les subió la
presión arterial al máximo. Los tuvieron que poner un rato a estabilizarlos, a
mí me metieron también a revisión, estaba muy alterada.
—Alma, dice que iban por
usted, los agresores alcanzaron a hablar con usted. ¿le dijeron algo o cómo fue
que la abordaron?
—Sí, ellos me dijeron
“venimos por usted, bájese”, y yo les dije ¿por qué?, me dijeron “bájese”, y yo
le dije okey, nomás deje que me quite el cinturón y agarro mi bolsa, y me
agaché para hacerme tonta y entonces uno de mis escoltas le dio la orden al otro
y le dijo ¡dispara! Empezaron ellos a disparar, mi escolta que estaba al lado
de mi cabeza, que era el lado del copiloto. Yo me acosté en ese asiento y
entonces empezó a disparar e hirió a uno de los agresores, lo hirió porque yo
miré que le pegó a corta distancia. Pero venían dos más y aquellos se bajaron
para repeler la agresión que mis escoltas les hicieron en defensa mía. Fueron
momentos de angustia, de terror. Fue horrible, era una pesadilla, era un
infierno estar ahí en medio de las balas. No sé en qué momentos los tipos se
fueron o yo creo que en esos momentos nos alcanzó todo el tráfico. Venían
muchos carros y como las dos camionetas estaban atravesadas nos iban a impactar
los carros que venían por la carretera.
Alma Barraza cuenta que la
Policía Regional, encargada de cuidarla en carretera, no se encontraba cerca
debido a que le asignaron custodiar a la primera dama en Nayarit, que estaba en
una gira de trabajo.
—Esto se viene en el contexto
de los ataques que ha habido de comuneros o los casos que usted lleva ¿o a qué
le atribuye?
—Hace diez días también
intentaron sacarme de la carretera y este se suma nada más ni nada menos al
séptimo atentado contra mi persona.
—¿De hoy en adelante cómo vas a llevar tu vida
después de los atentados?
—Mire yo creo que Alma
Barraza definitivamente es una mujer de una sola pieza. No me voy a dividir ni
me voy a partir ni me voy a doblar ni me voy a quebrar. Ya aprendí a vivir este
tipo de sucesos, como incluso me decía mi otro escolta, cuando yo estaba llorando
histérica y sintiéndome terriblemente: ‘él (Rogelo) ya no tenía posibilidades
de vivir, no se sienta así, no es su culpa, no es mía, se hizo hasta lo
imposible por salvarlo, no se podía hacer más. Él y yo sabíamos que esto nos
podía pasar, estábamos conscientes de esto y nosotros aceptamos el riesgo’.
Incluso cuando el escolta (Rogelio) me
escuchaba histérica, él me decía: ‘licenciada, fue un honor estar con usted’.
Le respondí que tenía que seguir conmigo, que resistiera. Joaquín le daba los
primeros auxilios y Rogelio decía ‘vengo sangrando’. Y así murió.
(RIODOCE/CAYETANO OSUNA/MAZATLÁN EN 27
MARZO, 2017)
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