Reveladora
la carta que hizo circular el caborquense Francisco Monreal, empresario
farmacéutico y de otros giros, dirigida a Roberto Dagnino Acuña, el cuñado de
Guillermo Padrés a quien todos señalan como el principal cabildero de los
negocios chuecos, moches y negociaciones con empresarios a cuyas costillas hizo
una gran fortuna para él y su familia.
Monreal
ha sido señalado a su vez en diversos espacios periodísticos, y en algunas
investigaciones de la Fiscalía Especial Anticorrupción (no en balde ha
tramitado algunos amparos), como socio de Dagnino Acuña “lo que ha causado un
desprestigio que afecta mi imagen, mi nombre y a mi familia”, expone en la
carta, donde exige a Dagnino Acuña “que tengas los huevos de decir la verdad,
de que ustedes jamás me apoyaron en ningún tipo de negocio. Todas esas
calumnias de que yo fui su prestanombres o su socio tú bien sabes que es
falso”, escribió.
Admite
que en la campaña de Guillermo Padrés le brindó apoyo económico, pero que en
realidad durante todo el sexenio le fue muy mal y lo único que ganó fue el
desprestigio, aprovechado “por mis enemigos y hasta por mi ex familia política
para desprestigiarme también”.
“Me
has hecho mucho daño, Roberto, yo te digo a ti y todos yo no tengo nada de qué
avergonzarme y te pido nuevamente ten el valor de ser justo, honesto y
agradecido y decir sólo la verdad, no te pido más”, expone en otra parte de su
misiva.
En
algún lugar de San Carlos, desde donde se dice que opera Dagnino Acuña, las
carcajadas se habrán oído hasta el cerro Tetakawi, pues pedirle honestidad y
agradecimiento a quien todos saben (menos la Fiscalía, por lo visto) fue el
principal beneficiario de las más grandes trácalas del padrecismo, es
literalmente pedirle peras al olmo.
El
verdadero motivo de la carta parece ser, más bien, una llamada de atención para
Roberto Dagnino en el sentido de que si a Monreal lo alcanza el largo brazo de
la ley, no se va a tentar el corazón para ‘soltar la sopa’ en aquellos casos
que involucren al cuñado incómodo, a quien nuevamente han puesto los
reflectores encima.
De
acuerdo con una nota de TV Azteca,
fechada el 1 de noviembre de 2015, de Roberto
Dagnino se dice que fue el personaje más influyente del gobierno de
Guillermo Padrés.
Era
un burócrata que vivía de su salario, que hasta perdió un carro chueco que
había empeñado y que no pudo rescatar.
Quién
iba a pensar que se convertiría en el brazo derecho del ex gobernador y que
fuera el encargado de la construcción de las caballerizas de Padrés, mismas que
inició en el 2010.
Desfilaban
por rumbos de San Pedro batangas, vaqueros, sillas de montar de lujo y la gran
sorpresa: los quirófanos y maternidades para los partos y enfermedades de los
lujosos equinos provenientes de Texas, Colorado, Nuevo México y Arizona de
Estados Unidos, así como de Dubái y Cuba, era Roberto Dagnino Acuña
coordinador, operador y comprador.
Entre
sus propiedades se cuentan gasolineras, terrenos, hoteles, mansiones y hasta
yates. Y cómo no, si con su influencia lograba hacer negocios por la mala, como
el caso de los terrenos en el Vado del Río a nombre de International Modular,
SA de CV. en donde la socia principal es
la esposa de Roberto Dagnino, dice la nota.
Veremos
en qué para este asunto.
II
Si
de lo que se trataba era de enviar una señal de unidad frente al imperio; de
fortaleza y repudio a las políticas xenofóbicas, supremacistas, racistas y anti
mexicanas del recién electo presidente de Estados Unidos, el efecto fue
contrario y, bien vistas las cosas, lo que apareció ante la opinión pública
internacional fue un México dividido, confrontado, sin una bandera común que
aglutine a las mayorías.
Varias
organizaciones e instituciones convocaron el pasado domingo a una marcha que
pretendía acrisolar la unidad de los mexicanos frente a Trump y su amenaza
fascista. Bajo el hashtag #VibraMéxico se quiso mostrar el músculo de una
nación entera cerrando filas en defensa de su autonomía, independencia y
dignidad.
El
problema fueron los convocantes. Académicos, intelectuales, políticos de signo
variopinto, aunque más ligados a las posiciones gubernamentales levantaron esa
bandera. Pero más tardaron en levantarla que en surgir por todo el territorio
nacional la impugnación y la desacreditación.
En
redes sociales y medios de comunicación tradicionales surgió el cuestionamiento
a esa movilización, en un contexto donde el país carece de una figura que
convoque a las principales fuerzas políticas y sociales, a las mayorías
organizadas o no. ¿Unidad en torno a qué?, se preguntaron quienes de hecho,
boicotearon la convocatoria, argumentando la imposibilidad de protestar contra
Trump sin tocar al presidente Peña Nieto, a su gabinete y en general, a su
gobierno, que ciertamente ha ido de traspiés en traspiés en su relación con el
nuevo presidente de Estados Unidos.
Y
es que Enrique Peña Nieto está a años luz de aquel Lázaro Cárdenas que expropió
el petróleo y supo concitar el consenso nacional para legitimar su decisión en
todos los rincones del país. Por el contrario, hoy el presidente aparece como
el principal factor de división en una sociedad profundamente agraviada.
Si
los convocantes de Vibra México fueron tildados de gobiernistas y propeñistas,
no le fue mejor a la señora Isabel Wallace, que en algún momento se levantó
como una heroica luchadora contra el secuestro y la no violencia, pero luego
pasó a ser cabeza de la ONG favorita de Peña Nieto.
A
la señora se le ocurrió convocar a otra movilización, a la misma hora y en el
mismo lugar (el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México), pero ella
sí, despojándose de dobles discursos le puso nombre y apellido a la unidad
nacional: Enrique Peña Nieto. Llamó a cerrar filas en torno al presidente y a
no regatearle apoyos.
El
resultado: tuvo que salir custodiada por su personal de seguridad, en medio de
gritos y abucheos de gente que la persiguió hasta que logró refugiarse en un
restaurante cercano. En su explicación, dijo que había abandonado el lugar
porque cerca de ella estaba un hombre vestido de mujer, armado.
La
marcha de Vibra México en realidad fueron dos marchas en una. Los que iban con
la consigna muy concreta del repudio a Donald Trump, y varios grupos que se
integraron con cuestionamiento al gobierno mexicano y concretamente al
presidente de la República.
Pero
entre todos, no lograron reunir a más de 20 mil personas, lo que es un puñado
para una ciudad como la capital del país, donde con cierta frecuencia se
observan movilizaciones de cientos de miles.
En
el resto del país, la convocatoria también fue un fracaso. En Hermosillo, por
ejemplo, no se logró reunir a más de una treintena. El principal convocante,
Manuel Emilio Hoyos, del Observatorio Ciudadano por la Seguridad, argumentó que
el temor a ser ubicados por personal del consulado americano y que les fueran
retiradas sus visas, inhibió la participación.
También
nos puedes seguir en Twitter @Chaposoto
Visita
www.elzancudo.com.mx
(DOSSIER
POLITICO/ Arturo Soto Munguía/2017-02-13)
No hay comentarios:
Publicar un comentario