De la cabecera municipal de
El Rosario a la sindicatura de Maloya hay 52 kilómetros de distancia y 400
personas que han tenido que abandonar su lugar de origen para resguardar su
vida.
Son personas de las
comisarías Pilas de Estancia y Agua Zarca, comentó el síndico de Maloya,
Ascensión Mendoza Torres, las que se desterraron.
Son siete las comisarías
adscritas a Maloya: Jalpa, Pilas de Estancia, Tecomatillo, La Tebaira, Corral
de Piedra, Agua Zarca y Buena Vista; y para llegar a la sindicatura se debe
hacer un recorrido de una hora y media, pues del entronque de Chilillos a
Matatán, la rúa está prácticamente intransitable.
Con todo y eso, el ir y venir
de esos pueblos era cotidiano, hasta que a principios de este año los
enfrentamientos recrudecieron el ambiente y algunas de las familias decidieron
abandonar su pueblo.
Por disposición oficial, en
Pilas de Estancia y Agua Zarca no fueron colocadas las casillas de votación
para los pocos electores que quedaban; funcionarios electorales decidieron
concentrarlas en Maloya para que la ciudadanía que aún permanece en esos dos
pueblos, fueran a votar.
Mendoza Torres precisó que en
Agua Zarca quedan si acaso unas dos o tres familias, y una o dos en Pilas de
Estancia.
El antecedente inmediato son
los eventos registrados los días 16 y 19 de febrero de este año, cuando fue
incendiada una vivienda con una granada de fragmentación en Maloya, y la
ejecución de tres personas que fueron sacadas de sus casas por un grupo armado,
para un supuesto interrogatorio y regresadas para darles muerte cerca de sus
domicilios. Las familias no pudieron más y decidieron dejar sus viviendas, esto
entre Corral de Piedra, Buenavista y Maloya.
A cuatro meses de distancia,
el síndico de Maloya dice que todo está en calma.
“Corral de Piedra ya está
bien, Buenavista igual”, asegura.
Es la tercera ocasión que
Ascensión Mendoza es síndico de Maloya, la primera apoyada por el entonces
alcalde Aarón Flores Estrada y la gente, dijo, que lo propuso, aun y cuando no tenía la edad oficial
para hacerlo, por lo que un familiar prestó su identidad y documentación, pero
quien ejerció el cargo fue él, y ya tiene nueve años siendo autoridad en el
pueblo.
Y en esos años nunca había
presenciado la salida de tanta gente, expuso.
“De Pilas de Estancia y Agua
Zarca son como 400 personas entre los dos pueblos, que son como unas 40
familias por cada pueblo”, estimó.
—¿Nunca había ocurrido esto
antes?
—No, nunca.
—¿Fue un momento crítico en
febrero, entonces?
—Sí, no hallamos qué hacer…
no estamos impuestos a eso, pues.
—¿No ha tenido problemas o ha
sido amenazado?
—No, ya no se usa eso, en la
sindicatura nuestra nunca se ha usado eso, ni gente armada, nos damos a
respetar, allá gente armada nunca se ha usado, allá lo que pasó fue un asunto
personal, allí no se trataba de bandas, era gente que estaba de visita.
El último ataque en este
territorio del sur de Sinaloa fue el 16 de junio, con un saldo de siete hombres
asesinados. Las víctimas iban en dos camionetas doble rodado; esto no impactó
en el ánimo de la población, dijo.
“Hay gente del Ejército,
llegan a Buenavista y tienen campamento, ahí se instalan, nos da seguridad”,
dijo.
—¿No hay necesidad entonces
de hacer un llamado para que se refuerce la seguridad en esta zona?
—No hay… pero si no se
fueran, sería mejor para nosotros, que permanecieran ahí. Qué chulada. No
estorbarían.
Lo que pasa es que ahí con
nosotros hay una empresa minera, Oro Gold y hay mucho movimiento, entrada y
salida, se cree que por eso Maloya y estas rancherías no son atractivas para esa gente, indicó.
“Creemos que por eso Maloya y
esas rancherías no les ha gustado porque ahí hay mucho movimiento y no pueden
hacer cosas, la gente de aquí a eso se dedica, a trabajar en la mina, hay
señores mayores que se dedican a la ganadería y agricultura”, explicó.
Por otra parte, dijo, la
construcción de la presa Santa María también emplea a la gente, sobre todo a
los de Jalpa.
La presencia de elementos de
la Marina y del Ejército que desde el pasado sábado 16 de junio mantiene un
operativo en la sierra de El Rosario hasta Escuinapa, expuso, da certeza de que
hay seguridad.
LA APARENTE CALMA DE CACALOTÁN
La presencia militar y naval
que entró a mediados de junio a la sierra de El Rosario por Cacalotán, mantiene
a sus habitantes con una tranquilidad relativa.
Nadie quiere ofrecer su
nombre y platican con los visitantes con muchas reservas, como queriendo que
nadie los vea, pero en una cosa sí coinciden: la calma de Cacalotán es
aparente.
Más de uno ha recibido la
indicación de exponerse lo menos posible fuera de sus viviendas y de las zonas
consideradas como “más seguras”, saben que no hay tranquilidad absoluta, con
todo y la presencia de las fuerzas federales.
Saben que unos cuantos
kilómetros de distancia, en la cabecera municipal de El Rosario, está la prueba
irrefutable de que las cosas no andan bien en el municipio, que la calle “de
las viudas”, la de los desplazados, los que salieron huyendo y dejaron atrás
una estela de miedo, no es fortuita.
(RIODOCE/ REDACCION/ 3 julio, 2016)
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