Indeleble el recuerdo de la infamia
perpetrada desde el poder el 8 de julio de 1976 contra Julio Scherer García y
sus colaboradores de Excélsior. A cuatro décadas de aquel funesto golpe
mediante el cual el entonces presidente Luis Echeverría quiso acallar la
libertad de expresión con el apoyo de un grupo de cooperativistas de la casa
editorial, es menester recoger la voz de don Julio, su memoria, sus
indagatorias, los testimonios que buscó y encontró hasta llegar a la raíz de
aquel episodio de traición encabezado por el mandatario que gobernó con el
antifaz hipócrita de hombre democrático.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
Dueño Excélsior de los terrenos de Paseos de Taxqueña, 951,913.39 metros
cuadrados al sur de la ciudad, cobraban forma los sueños que los hombres sueñan
cuando creen que el futuro pertenece al presente. ¿Por qué no podría disponer
de su propio bosque, como algunos de los grandes periódicos en el mundo y
producir su propia materia prima, el papel? Había dinero para todo y para
todos. El vuelo del diario, aceptado por un público cada día más numeroso,
respaldaba el entusiasmo por el auge en puerta. Se discutía ya si la
cooperativa debía continuar en Reforma y Bucareli o levantar grandes
instalaciones en una zona industrial. En este caso, Excélsior conservaría sólo
su edificio en Reforma 18, historia y símbolo de la casa editorial. Sus
terrenos de la esquina exclusiva serian vendidos a precio de oro, que sobre oro
se asentaban las viejas construcciones, paisaje de un México entrañable.
El diputado Humberto Serrano,
líder agrarista que no salía de la Secretaría de la Reforma Agraria custodiada
por Augusto Gómez Villanueva, invadió Paseos de Taxqueña como quien ocupa un
solar. Centenares de campesinos se dispersaron por la enorme superficie,
acamparon en los sitios que les vinieron en gana y dieron la gran noticia a los
enemigos de la cooperativa: tiempo atrás, bajo la dirección y gerencia de don
Rodrigo de Llano y don Gilberto Figueroa, la cooperativa les había permutado
tierras de su propiedad en los estados de Hidalgo y Veracruz por los antiguos
terrenos de la Candelaria, hoy Paseos de Taxqueña. No tolerarían el abuso, a
punto la cooperativa de transformar sus lotes en fraccionamiento. Saldrían
compensados de Paseos de Taxqueña o no abandonarían el sitio privilegiado.
Fue violenta la campaña
contra el diario. Humberto Serrano alcanzó notoriedad como hombre de un día y
de muchos días. Descubrieron los noticieros de Televisa que por las venas del
líder corría sangre de Emiliano Zapata, roja como la pasión y el sacrificio. No
cedería, al menos que hubiera justicia para sus hombres. Gómez Villanueva
levantaba los hombros en señal de impotencia. No podría enfrentar a sus
hermanos de clase. Cercana la hora de las negociaciones para intentar algún
arreglo, se perdía Humberto Serrano quién sabe dónde. Nada retrata aquellas
escenas como un relato del licenciado Miguel Ángel Granados Chapa la tarde que
nos reunimos con Luis Javier Solana para despedir al escritor Federico Fasano,
de regreso al Uruguay. Decía el líder agrarista que los periodistas citadinos,
hechos al pavimento, no podríamos comprender a los campesinos, hechos al sol y
a la tierra, sin tiempo en el tiempo.
El presidente Echeverría
envenenaba el ambiente y recomendaba paciencia. Voz de resonancia universal,
candidato al Premio Nobel de la Paz, pregonaba que se cumpliría con la ley.
En el interior de Reforma 18
la inquietud crecía. De los Consejos de Administración y Vigilancia partía la
especie: intransigentes los directivos de Excélsior, ponían en peligro el
patrimonio de los trabajadores y sus familias. Ellos y sólo ellos, Scherer y
Rodríguez Toro, eran los responsables de los problemas que la cooperativa
encaraba.
Publicó Excélsior el viernes
9 de julio de 1976 que la cooperativa había descubierto turbios manejos de su
gerente general y de su director general, Hero Rodríguez Toro y Julio Scherer
García. Sin el conocimiento de los trabajadores, “habían salido de sus arcas
cerca de 14 millones de pesos, 9 irremisiblemente perdidos”. Dijo también el
editorial del periódico que se investigaría a otros cinco cooperativistas,
cómplices del gerente y el director. En una maquinación del director habían
intentado frustrar las pesquisas encaminadas a desentrañar su comportamiento y
el del gerente general. Enlistaba el periódico a los encubridores: Arturo
Sánchez Aussenac, jefe de redacción; Leopoldo Gutiérrez, secretario de
redacción; Arnulfo Uzeta, jefe de información; Ángel T. Ferreira, reportero de
la fuente política, y Jorge Villa Alcalá, director de Últimas Noticias.
Señalaba el mismo texto que gerente y director se habían hecho dueños de un
poder omnímodo que ejercían, sin piedad. Ya sin ellos, suspendidos en sus
derechos y obligaciones como socios de Excélsior, se respiraba otro aire en la
casa fraterna. Fue exaltado el 8 de julio como un “día de júbilo, día
histórico”.
Fragmento del reportaje publicado en la
edición 2071, ya en circulación
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ JULIO SCHERER GARCÍA/ 9 JULIO, 2016)
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