Los tiempos han cambiado
tanto, que las formas dentro de un partido vertical, institucional y
disciplinado en sus cuadros como el PRI, se rompieron. En las dos últimas
semanas se han escuchado acusaciones de todos contra todos responsabilizándolos
de la derrota ante los ciudadanos en las elecciones para Gobernador del 5 de
junio. Dentro del gabinete, los mayores señalamientos son para el Secretario de
Gobernación, pero hacia fuera, recaen en el presidente del PRI. En el partido
señalan a todos, pero se sienten lastimados por la forma como el Presidente
Enrique Peña Nieto ha conducido el País y decidido las candidaturas. Desde hace
dos semanas se pide sangre, comenzando por la de Manlio Fabio Beltrones, líder
del PRI. Pero por ahora, cuando menos, eso no va a suceder.
La tensión en el PRI-Gobierno
es grande. En los pasillos del poder apareció la terna de los posibles relevos
de Beltrones, con los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, de
Educación, Aurelio Nuño, y al Gobernador del estado de México, Eruviel Ávila.
Aunque parece una lista ilógica -¿por qué mover al Gobernador cuando tiene que
trabajar para la elección del siglo que tendrá el estado de México el próximo
año?, o al Secretario de Educación que está en medio de una confrontación con
la disidencia magisterial-, revela el sector más contra Beltrones: el equipo
del Presidente. Es tan fuerte el malestar, que en dos momentos, la semana
antepasada y la pasada, circuló que había presentado su renuncia a Peña Nieto,
pero el resultado era diferente. Demasiada especulación y desinformación, que
habla de la confusión en que se encuentran los priistas.
Este lunes se reúne la
Comisión Política Permanente del PRI, que es el órgano de dirección colegiado
en donde participan el Presidente, el presidente y secretaria general del
partido, el secretario técnico del Consejo Político Nacional, los gobernadores,
los coordinadores de las fracciones parlamentarias, los presidentes de los
comités directivos estatales y de la ciudad de México, los dirigentes de los
sectores -agrario, campesino, popular, territorial, mujeres y jóvenes-, los
líderes de la Conferencia Nacional de Legisladores Priistas locales, y el
presidente de la Federación Nacional de Municipios. Es decir, toda la clase
dirigente de la República priista.
No habrá sacrificados de
ningún tipo, de acuerdo con funcionarios del PRI, pero hay mucha expectativa,
como dijo uno de los gobernadores convocados. Queremos saber cuál es su
diagnóstico. Lo que nos dijeron es que no habrá un temario y que la discusión
será libre”. ¿Qué tan libre? Será difícil que eso suceda. El evento es público
y será en el auditorio “Plutarco Elías Calles” del partido, por lo que quizás
lo máximo que podría haber es alguna catarsis controlada. Además, el PRI no es
un partido que se maneje bajo criterios democráticos, sino jerárquicos y
verticales. Sin embargo, los señalamientos internos al Presidente, a miembros
de su gabinete o al líder del PRI como arquitectos inopinados de la derrota del
5 de junio, habla de que esa línea férrea se rompió y se vive una revolución
interna, sin cabeza, dirección y, quizás, sin ni siquiera claridad de lo que
pasó y por qué pasó. Las descalificaciones y señalamientos de omisiones o
traiciones son diversas:
*Al Presidente y al
Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, los responsabilizan de que la reforma
fiscal de 2013, que afectó sobre todo al norte del País, propició derrotas. Al
Presidente, además, lo culpan que la iniciativa sobre matrimonios igualitarios
afectó en Aguascalientes y Tamaulipas.
*Al Secretario de Gobernación
le echan en cara jugar con el PAN en Puebla, Tamaulipas y en Veracruz, con el
propósito de descarrilar a dos aspirantes a la candidatura presidencial:
Videgaray y Beltrones.
*A Beltrones de haber operado
mal las elecciones, sobretodo en Quintana Roo, donde sus operadores políticos,
dijeron sus críticos, lastimaron la estructura local.
Todos estos señalamientos
contra las figuras del PRI-Gobierno recuerdan mucho las entrevistas que
concedió en julio del año pasado Francisco Labastida, quien perdió la elección
presidencial en 2000 ante el panista Vicente Fox, y afirmó que la culpa era de una
sola persona, el ex Presidente Ernesto Zedillo. Labastida dijo que Zedillo
había creado divisiones internas muy fuertes y desgastó las finanzas del
partido con una contienda interna que, le advirtieron, sería contraproducente.
En las entrevistas dijo que recibió un trato frío de Zedillo quien, sostuvo,
negoció la Presidencia y la entregó al PAN. En pocas palabras, traicionó al
partido que lo llevó al poder.
Las afirmaciones de Labastida
son el ADN priista. No son las causas las responsables de los tropiezos, sino
las personas. En estos días se ha repetido el mismo guión: no fueron todos,
sino unos cuantos. En 2000, por los dichos de Labastida, los votantes no
importaron porque fueron manipulados. En 2016, igual. Los líderes del
PRI-Gobierno fracasaron porque no manipularon a los votantes. Tan absurdo
análisis del 2000 como las sugerencias en 2016. ¿Qué tanto contribuyeron los
priistas con poder en la derrota del 5 de junio? No hay duda que con sus
decisiones y acciones tienen una parte importante de la responsabilidad. Pero
qué tanto fueron las causas, como la corrupción, lo que impulsó el voto
anti-PRI, podría ser una mejor forma de analizar lo que sucedió hace tres
domingos. El problema es que los priistas, ante ese tipo de causas, tuvieron un
silencio cómplice. Es decir, todos son responsables de la derrota, aunque no
quieran verlo ni admitirlo.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 20/06/2016 | 04:00 AM)
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