“Lo que los Gobiernos hacen,
sus partidos lo resienten”, con esa frase de Luis Donaldo Colosio Murrieta,
Manlio Fabio Beltrones Rivera se desmarcó de la derrota en que se sumió su
partido el PRI el domingo 5 de junio.
De paso, se deslindó del
Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, a quien con la misma frase
culpa de la caída electoral tricolor. Seamos sensatos, la renuncia de Beltrones
no pudo ser una decisión unilateral.
En el México presidencialista
en el que vivimos hoy día fue Peña quien le dio “la oportunidad” de dirigir el
PRI, le allanó el camino y terminó siendo candidato único a la dirigencia
nacional, y en correspondencia, la salida de Manlio Fabio debió fundarse en el
mismo sentido.
Tres hechos han afectado a la
Presidencia de la República y al PRI en el mes de junio. Primero,
efectivamente, la derrota en siete estados de la República Mexicana, cuando
Beltrones calculaba ganar unas nueve de doce gubernaturas y solo alcanzó cinco.
La no aprobación por parte
clarísima de la bancada priista y de la verde ecologista, de la iniciativa
ciudadana conocida como Ley 3de3 que obliga a los funcionarios a hacer públicas
sus declaraciones patrimoniales, fiscales y de intereses.
Los conflictos sangrientos en
Oaxaca por la reforma educativa. De los dos primeros, Beltrones Rivera puede tener
responsabilidad directa.
En términos electorales, fue
su dirigencia la que seleccionó a los candidatos a gobernadores en los estados
en proceso; defendió por omisión en algunos casos, a su vez a los gobernadores
priistas –y ex gobernadores– señalados de actos de corrupción.
La suma de las dos, la apatía
de los mexicanos, y los pocos avances en el bolsillo que registran los
ciudadanos después de las “reformas transformadoras” que el propio Beltrones
ayudó a aprobar, resumen los conceptos en el cobro de la factura política que
llevaron a ese partido a la derrota.
El tema de la rendición de
cuentas terminó por ahorcar al PRI.
A la demanda ciudadana
arropada de entrada por el Instituto Mexicano para la Competitividad y la
Confederación Patronal de la República Mexicana, que sumaron más de 600 mil
firmas, y la creciente necesidad de acabar con la corrupción y la impunidad en
la clase política mexicana, el PRI no se sumó.
Enquistados en la oposición
“ganadora” en los dos sexenios panistas, el grupo de Manlio Fabio Beltrones y
Emilio Gamboa fueron el artífice para aprobar las reformas estructurales de
Peña al inicio del sexenio.
Ahí fue su mejor momento. El
único triunfo del Presidente lo urdieron ellos y fueron recompensados.
Gamboa despachando en la
Cámara de Senadores, Manlio ungido presidente del Partido, y se dio fuerza al
tercer grupo tricolor, después del encabezado por Miguel Ángel Osorio Chong
desde Gobernación y el de Luis Videgaray Caso, desde la Secretaría de Hacienda
(después cooptados por el de Aurelio Nuño, también cercano, aun hoy
vilipendiado por los conflictos de los maestros que no supo contener en
Oaxaca).
Con el mismo ahínco que
pusieron al inicio del sexenio para aprobar el paquete de reformas de Peña,
especialmente Gamboa, se aferró a que no pasara en la Cámara de Senadores
primero y en la de diputados después, la Ley de Responsabilidades
Administrativas que incluía la transparencia en la rendición de cuentas.
Ya ese tema había sido parte
aguas en la derrota priista, y al salir en la soberbia política de la mano del
Verde (léase Pablo Escudero) para no aprobar la transparencia en la rendición
de cuentas, y cuantimás pretender entrar en un juego infantil, sumando la
rendición de cuentas de la iniciativa privada, el tiro les salió por la culata.
Ciertamente de las derrotas
políticas y electorales a la vista de la ciudadanía el responsable es el
Gobierno.
Dos casos, el fracaso
electoral del 5 de junio y la no aprobación de la iniciativa 3de3, le fueron
endilgadas al Presidente, cuya popularidad previo a estos sucesos políticos ya
iba en picada.
Es lógico que la cuerda se
reviente por lo más delgado. No fueron los Gobernadores tachados de corruptos,
ni los Secretarios de Estado, sino los líderes legislativos y partidistas los
que cayeron primero.
Con la renuncia de Beltrones,
el congelamiento de Gamboa se avizora, lo mismo el cambio en las direcciones
estatales del PRI.
Para sofocar los conflictos
sangrientos del fin de semana en Oaxaca, donde ya se inscriben otros
movimientos sociales y la agria crítica de los activistas sociales de otros
sectores, la renuncia de Manlio, y un probable veto de la Ley de
Responsabilidades Administrativas del Sistema Nacional Anticorrupción por parte
del Presidente, o una enmienda a la misma desde el Gobierno Federal, confirmarán
que la renuncia de Beltrones no fue un pre destape del sonorense para el 2018,
sino la máxima premisa del presidencialismo cumplida:
El Presidente lo puso, el
Presidente lo quitó. Manlio Fabio podrá dejar hacer sentir que lo suyo es salir
airoso para contender por la candidatura priista a la Presidencia de la
República en el 2018, pero la realidad es que tal nominación saldrá, al estilo
priista, del dedazo presidencial, y con la derrota electoral, y la exhibición
de opacidad en la rendición de cuentas por parte de los legisladores del PRI,
eso se antoja posible, pero no probable.
Lo que suceda en los próximos
días con las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción y con la designación del
nuevo líder nacional de los priistas, se definirá el futuro de Manlio Fabio y
el cierre del Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Podrá seguir apostándole a
pesar de sus pesares a la opacidad, con el costo político que ello conlleva, o
podrá tomar el control del partido en uno de los suyos de mayor confianza, y
encaminar a su partido a la derrota del 2018, o puede vetar la ley y abrir el
PRI, para “transparentar” por lo menos en la opinión pública el Gobierno y el
Partido.
Si sucede lo primero, en
efecto, Beltrones podrá intentar rebelarse al sistema presidencial e ir tras la
candidatura presidencial, pero si ocurre lo segundo, el Presidente, para bien o
para mal, estará tomando las riendas del partido y dejando a ese grupo de
poder, en la ignominia política y fuera de la jugada.
Las siguientes horas, las
decisiones que se tomen y los nombramientos y enroques que se den, serán
cruciales para la vida política del Gobierno Federal, del PRI y del propio
Manlio Fabio Beltrones.
Al momento, ésa es la única
certeza que se tiene. (Adela Navarro Bello)
*Colaboración de la codirectora de ZETA
para SinEmbargo.mx, publicada el 22 de junio de 2016.
(SEMANARIO ZETA/ FOTO:
CUARTOSCURO.COM/ Zoom Político/ Adela Navarro Bello / Lunes, 27 junio, 2016
12:00 PM)
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