Las videograbaciones de dos tiroteos
ocurridos el 24 de abril en la costera Miguel Alemán se difundieron masivamente
en internet y evidenciaron la violencia exacerbada que asuela Acapulco. Ese día
la avenida dedicada al turismo sufrió lo que padecen las colonias y barrios
periféricos del puerto, que son cotidianos campos de batalla entre hordas de
niños y jóvenes sicarios a las órdenes de algún cártel local. Pese a ello, las
autoridades acapulqueñas insisten en minimizar los hechos, acusan de todo a las
redes sociales y afirman que la ciudad “no es Irak”. Pero la terca realidad los
contradice.
ACAPULCO, Gro. (Proceso).- La
calle central de la colonia Renacimiento nada tiene que ver con la costera
Miguel Alemán. Aquí el aire es seco y los árboles son tan escasos como los
turistas después de una balacera. Es el otro Acapulco, insalubre, pobre y
marginado, donde apenas se oculta el sol la gente se refugia en sus casas ante
el peligro de ser presa de sicarios o halcones.
Todos los días las colonias y
barrios de las orillas de Acapulco son campo de batalla entre hordas de niños y
jóvenes sicarios a las órdenes de alguno de los cárteles locales. La ciudad
tiene el primer lugar en el cuadro de terror de todo el país con 312
desaparecidos en 2015. Los números rojos de asesinatos se volvieron
ultravioletas desde 2012, cuando empezó a disputar el primer sitio en ese rubro
con Cuernavaca, Tijuana, Ciudad Juárez o Ecatepec. El año pasado Acapulco fue
considerada la segunda ciudad más peligrosa del mundo, con casi mil 200
asesinatos.
Los habitantes de las
colonias marginales se han acostumbrado a los tiroteos diarios y a las
ejecuciones que ya son plática cotidiana. Pero la noche del 24 de abril esa
violencia periférica bajó hasta la zona turística de la costera Miguel Alemán
creando una ola de pánico como nunca se había visto aquí.
“El lunes Acapulco parecía
como si fuera un día después de la fiesta de Navidad. No había nadie en las
calles, todos los negocios estaban cerrados. Los taxis no salieron a trabajar,
ni los bolilleros que venden el pan todas las mañanas salieron”, dice una
muchacha de la colonia Coloso, otra de las zonas más peligrosas del puerto.
Ese 25 de abril las calles
principales de Acapulco estaban desiertas. “Fueron 3 mil 800 negocios los que
cerraron ese día, nunca había visto algo así”, precisa Alejandro Martínez,
representante de la Cámara Nacional de Comercio en Acapulco.
La noche anterior había
habido un par de balaceras a lo largo de la costera. Empezó por la playa de La
Condesa, en el restaurante Tamales Licha, donde según la versión oficial un
grupo de policías federales se enfrentó con cobradores de cuotas de un cártel.
La balacera siguió en el hotel Alba Suites, donde se hospeda la Gendarmería, y
luego siguió en las oficinas de la Policía Federal en la Costera 125.
Fragmento del reportaje que se publica
en la edición 2062, ya en circulación
(PROCESO / REPORTAJE ESPECIAL/ JOSÉ GIL
OLMOS / 7 MAYO, 2016)
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