Si la remoción súbita de
Miguel Basáñez como Embajador de México en Estados Unidos fue sorprendente y
salvaje dentro de los parámetros diplomáticos –le ordenaron empacar
inmediatamente sus cosas para salir de la residencia en el boscoso barrio de
Foxhall esta misma semana-, la designación de Paulo Carreño King como
subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, que comprende
Canadá, Cuba y Estados Unidos es igualmente inesperado. Carreño King nunca ha
estado en la diplomacia, ni es experto en las relaciones bilaterales de
gobierno. Su campo son las relaciones públicas, la comunicación política y el
manejo de crisis, que aprendió de joven en la empresa trasnacional Burson
Marsteller en 1998.
Su designación se inscribe
más en la respuesta política estratégica de lo que está pensando el Presidente
Enrique Peña Nieto en términos de la relación con Washington, que en el
desarrollo de una diplomacia en los términos tradicionales. Carreño King llegó
a la Presidencia a ocupar la dirección de Prensa Extranjera y la nueva área de
Marca País –la promoción de México en el mundo- el primero de mayo de 2015,
casi cuatro meses antes que quien lo llevó ahí y es su principal impulsor
dentro del grupo cercano a Peña Nieto, Aurelio Nuño, renunciara a la Oficina de
la Presidencia para irse como titular de la Secretaría de Educación Pública.
Nuño, cuya mano sigue pesando en Los Pinos, es uno de los que piensa con mayor
convicción que la mala imagen del Presidente tiene que ver más con los medios
de comunicación que con su gestión, que han contribuido a la polarización y a
la confrontación con grupos de interés y gobiernos.
La recomposición del equipo
de trinchera en las relaciones con América del Norte, tiene como razón de ser
fundamental la deteriorada relación con Estados Unidos prácticamente desde que
arrancó la administración, cuya crisis nunca fue reconocida por Peña Nieto ni
por su equipo más cercano hasta la reciente visita a México del vicepresidente
de Estados Unidos, Joseph Biden, a finales de febrero pasado, cuyas comentarios
melosos hacia el Presidente en los eventos públicos contrastaron con la dureza
con la que se expresó en las reuniones privadas, en particular por la forma
como se había metido el Gobierno mexicano al proceso electoral en aquella
nación peleándose con el aspirante republicano a la Casa Blanca, Donald Trump.
Carlos Sada, el actual cónsul
en Los Ángeles, sustituirá a Basáñez tan pronto como se reciba el beneplácito
del gobierno estadounidense, mientras que Carreño King asumió la Subsecretaría
este miércoles. “Las designaciones”, dijo el Presidente, “se enmarcan en una
estrategia integral que el gobierno de México desplegará para fortalecer las
relaciones, la promoción y la imagen de nuestro país en Canadá y Estados
Unidos”. El subconsciente traicionó a Peña Nieto. Sada es embajador en Estados
Unidos únicamente, no concurrente en Canadá; el cargo de Carreño King incluye a
Cuba. Pero quizás responde a la preocupación que no parece dejar en paz al
Presidente por lo maltrecho de su relación con Washington.
Fortalecimiento de relaciones
será tarea de Sada. La promoción y la imagen, será de Carreño King, cuyo
principal activo es el conocimiento del funcionamiento de los medios de
comunicación anglosajones y una cultura universal que contrasta enormemente con
el parroquialismo en Los Pinos y, en general, en el equipo más cercano de Peña
Nieto. La mejor definición de este anglicismo se encuentra en la renovación
curricular de la Universidad de Harvard en 2007, después de 30 años de
mantenerla intacta, donde el énfasis de la educación en la más famosa
institución del mundo era vencer el “parroquialismo” de Estados Unidos. El
cambio lo produjo la necesidad de que sus alumnos debían abandonar la visión
endogámica en la que estaban atrapados y familiarizarse con los valores, las
costumbres y las instituciones que diferían de las propias.
La designación de Carreño King
se inscribe en un nuevo diseño para enfrentar de manera decidida por primera
vez, mediante la comunicación política que permee en los medios de comunicación
estadounidenses y riegue Departamento de Estado y al Capitolio, con quienes
también tendrá que interactuar, la muy mala imagen de Peña Nieto y su gobierno,
que dejó pudrir la relación bilateral porque la visión rupestre y ranchera del
equipo político –en donde se centra la molestia de Washington-, y su propia
falta de universalidad, no diagnosticó que las sonrisas eran protocolarias y
que en los discursos y las acciones de los funcionarios, reflejados a través de
los medios, se encontraba el verdadero estado de ánimo del gobierno de Barack
Obama.
La estrechez de su visión
política y el desconocimiento notable de cómo funcionan los medios, llevaba a
repetir que cada ataque en los medios internacionales, era promovido por Carlos
Slim, uno de los empresarios mexicanos más afectados por la Reforma de
Telecomunicaciones. Pensar en Slim como el arquitecto del descrédito de Peña
Nieto y su gobierno consumió tiempo y nubló sus mentes. Biden les mostró la
realidad y el Presidente entendió que rehacer la relación con Estados Unidos
era urgente. Sada es la apuesta diplomática para tranquilizar a Washington, molestos
con Basáñez, pero Carreño King es la estratégica. Un experto en control de
crisis y medios es apremiante. Cambiar la percepción para modificar la realidad
es la tarea del nuevo subsecretario. Es monumental, en efecto, pero de ello
depende en buena medida el futuro de Peña Nieto.
P.D: En la columna “Basáñez,
un fiasco”, se mencionó incorrectamente el nombre del canciller en el gobierno
de Luis Echeverría. El nombre correcto es Emilio O. Rabasa. Emilio Rabasa
Gamboa, como se identificó, es su hijo, actualmente cónsul en Boston.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 08/04/2016 | 04:00 AM)
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