CIUDAD DE MÉXICO, (apro).-
Una de las máscaras más importantes que utiliza el régimen autoritario mexicano
para esconder las redes de poder corrupto que en realidad mandan en el país es
el mito de la “institucionalidad” democrática. Todos los días nuestros
gobernantes insisten en que México es un país de “instituciones” y que lo único
que hacen los servidores públicos es “aplicar la ley”. El mismo partido en el
poder, el Revolucionario Institucional (PRI), se ufana desde su mismo nombre de
ser supuestamente “institucional”.
Sin embargo, en la práctica
el PRI, sus funcionarios y sus aliados de otros partidos se empeñan todos los
días en subvertir el estado de derecho y poner las instituciones
gubernamentales al servicio de los poderes fácticos e informales.
El video de Xóchitl Gálvez en
el que balconea a los invitados de la fiesta de cumpleaños de Diego Fernández
de Cevallos hace un gran servicio a la sociedad al transparentar las redes de
complicidad y contubernio que determinan hoy el destino de la nación. Felipe
Calderón, Carlos y Raúl Salinas, Luis Carlos Ugalde, Carlos Slim, Porfirio
Muñoz Ledo, José Narro, Jorge Castañeda, Carlos Navarrete, Norberto Rivera,
Carlos Marín, Roberto Gil y Ciro Gómez Leyva, todos pertenecen al mismo círculo
social y político. Los oligarcas, el PRI, el PAN, el PRD, el IFE, los
intelectuales “independientes”, los altos funcionarios universitarios, los
periodistas mercenarios y la jerarquía de la Iglesia católica, todos se codean
en la misma mesa de la corrupción estructural.
El Periscope de la delegada
en la Miguel Hidalgo solamente capta a algunos de los presentes en un momento
en que el jolgorio ya se encontraba a punto de terminar. ¿Quién más habrá
asistido a la fiesta? ¿Quiénes lograron escaparse por un túnel, por la puerta
de atrás o en el baño, una vez que se haya levantado la alarma generalizada de
que Gálvez había empezado a transmitir en vivo el encuentro?
¿Acaso habrá acudido el
actual titular del INE, Lorenzo Córdova, a tomar una copa con Salinas, Calderón
y El Jefe Diego? ¿Emilio Azcárraga y Manlio Fabio Beltrones comían juntos
bistecs en la mesa de honor? ¿El mismo Chapo Guzmán pasó a saludar muy
atentamente a los presentes? ¿Enrique Peña Nieto tuvo la atención de dar el
abrazo de rigor al responsable de la destrucción de las boletas electorales de
1988?
Ninguno de estos escenarios
sería sorprendente ni fuera de lugar. Se vale casi cualquier especulación sobre
el incómodo encuentro porque ya es vox populi que México hoy no es gobernado
por sus “instituciones” sino por las redes de poder caciquil que entrelazan y
unen a los políticos, los empresarios, los delincuentes y los altos
funcionarios de una amplia diversidad de colores y sabores.
Tanto las declaraciones de la
hija de El Chapo Guzmán como las recientes revelaciones de Aristegui Noticias
confirman la consolidación de un narcogobierno en México. En declaraciones al
periódico británico The Guardian, Rosa Isela Guzmán Ortiz denunció públicamente
que numerosos políticos mexicanos han recibido cuantiosas donaciones de parte
del narcotraficante. Y de acuerdo con Aristegui Noticias (véase
http://ow.ly/ZyneC), una parte importante del financiamiento para las tarjetas
Monex utilizadas para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012 fue
proporcionada por la empresa Grupo Comercial Cónclave, controlada por Rodolfo
David Dávila Córdoba, uno de los principales operadores del Cártel de Juárez.
Los ciudadanos hoy nos
encontramos más vigilados que nunca antes en la historia. Todos los días se
colocan nuevas cámaras de vigilancia en las calles, el gobierno documenta con
mayor detalle nuestros intercambios en las redes sociales y los órganos de
inteligencia intervienen con más insistencia en nuestros correos electrónicos y
conversaciones telefónicas. Recordemos, por ejemplo, el caso de la reciente
contratación de la empresa Hacking Team por una variedad de autoridades
mexicanas para llevar a cabo labores de espionaje (véase Proceso 2019
disponible aquí: http://ow.ly/ZykpH).
Pero quienes realmente
tendrían que estar exhibidos constantemente no son los ciudadanos sino los
poseedores de poder político, económico e institucional. Urge romper el
silencio cómplice que permite que la red de corrupción estructural siga
destruyendo al país. Gálvez ya se arrepintió de haber transmitido la fiesta en
vivo. Pero los ciudadanos de a pie podemos continuar con su labor.
Hoy cualquier mesero,
taxista, estilista, maestro, estudiante, secretaria o ciudadano armado con un
smartphone puede hacer un gran favor a la patria divulgando datos sobre las
fechorías del poder. Participemos todos en la generación de conciencia grabando
y compartiendo cualquier evidencia de corrupción, abuso o complicidad. La
plataforma Méxicoleaks (disponible aquí: https://mexicoleaks.mx/) existe
precisamente para canalizar este tipo de información, aunque también hay otras
numerosas vías para dar a conocer anónimamente información reveladora.
Hay que seguir el ejemplo de
Julian Assange y Edward Snowden, quienes han hecho un gran servicio a la
humanidad volteando la vigilancia hacia los poderosos. Todos tendríamos que
asumir nuestra responsabilidad ciudadana en el esfuerzo colectivo de
desarticular las telarañas de la mafia del poder para generar el espacio
necesario para construir una nueva república más justa y democrática.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
(PROCESO/ ANÁLISIS/ JOHN M. ACKERMAN / 24 MARZO, 2016)
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