Los problemas para la actriz
Kate del Castillo apenas comienzan. Lleva cinco días de haberse revelado que
sostuvo una relación personal y de negocios con Joaquín “El Chapo” Guzmán,
donde involucró a un actor premiado por Hollywood, Sean Penn, para hacer una
película autobiográfica del criminal. Por ello están metidos en un enjambre
legal donde no se sabe aún qué tanto son inocentes de delitos vinculados con la
delincuencia organizada, o accesorios de crímenes federales. Hay varias
investigaciones sobre ellos, por lo que Penn salió a dar la cara para decir que
él no cometió ningún delito. Del Castillo no ha querido decir nada. Hace bien.
Penn no es la única celebridad a la que acercó a Guzmán y a sus abogados. Otro
grupo de personalidades del espectáculo mexicano, están metidos en el mismo
potaje gracias a la intermediación de la actriz. ¿Qué hiciste Kate?
La pregunta que se hacen las
autoridades y que la investigación dará las respuestas, es si fueron encuentros
derivados de la curiosidad, del morbo, o de un interés profesional por
participar dentro del proyecto apologético sobre “El Chapo” –porque de eso se
trata una autobiografía, ¿o no?–. ¿Son responsables de algo? Por el momento,
nada hay en su contra, salvo que forman parte del grupo de personas que tuvo
contacto indirecto con Guzmán. Roberto Campa, subsecretario de Gobernación,
dijo el martes que todo este episodio era una comedia.
No es una banalización del
tema. Se trata de uno de los episodios más grotescos en la historia pública de
los criminales, donde un grupo de celebridades parecen –cuando menos hasta
ahora– haber sido tontos útiles de Guzmán, quien aprovechó la ambición de la
señora Del Castillo, el aventurismo probado en el pasado de Penn, y la
ingenuidad –quizás– de otro grupo de personas cercanas a la actriz a los cuales
involucró en el proyecto de la epopeya que quería transmitir el narcotraficante
más buscado del mundo sobre su persona.
La primera comunicación
documentada y videograbada entre la actriz y Andrés Granados, uno de los
abogados de Guzmán, se remonta a agosto del año pasado, cuando “El Chapo” se
sentía seguro en Tamazula, un municipio en lo alto de la Sierra de Durango,
donde vivió varios años después de su primera fuga en 2001. Granados ya era
seguido por el Cisen, que tenía interceptados sus teléfonos. La comunicación
con Del Castillo llegó como una sorpresa, y desde ese momento se comenzaron a
transcribir los mensajes con él y más adelante con Guzmán. Funcionarios
federales que han leído todos los mensajes intercambiados, dicen que llegó un
momento en que ya no se sabía quién era peor en su comportamiento, si la actriz
o el criminal, al sugerir que en su caso particular, las sospechas de un mayor
involucramiento con el criminal están empezando a aflorar en la investigación.
Esas comunicaciones
interceptadas llevaron al seguimiento de ella y de Penn desde el primer momento
que aterrizaron en Guadalajara para visitar a “El Chapo” en Cosalá el 2 de
octubre. Pero también condujeron al descubrimiento de que la señora Del
Castillo llevó a otras personas a platicar con los abogados de Guzmán,
particularmente con Granados. De acuerdo con las investigaciones, entre las
personalidades que participaron en esas reuniones se encuentra el cantante
Emmanuel Roberto Arteaga, quien fue representante de la cantante Alejandra
Guzmán, y Andrea Vega, que sirvió como enlace con los grupos gruperos Los
Tucanes de Tijuana y la banda El Limón. Presumiblemente –las autoridades no lo
han aclarado–, formarían parte del equipo de producción de la autobiografía. No
fueron los únicos. Hubo otros invitados del medio deportivo y entretenimiento
cuyo papel no está claro todavía.
Todas estas personas se
encuentran videograbadas por el Cisen, que fue documentando pacientemente la
vertiente cinematográfica de Guzmán. “Esta debilidad –reconoció una fuente con
conocimiento de la investigación–, fue una de las principales líneas de
investigación”. Por el momento, la única investigación formal es sobre la
señora Del Castillo y sus empresas Royalty Makeup y Kate del Castillo
Productions, que presuntamente recibieron dinero de este líder del cártel del
Pacífico para la película. Los investigadores encontraron varias transferencias
de dinero, aparentemente de origen ilícito, a personas cercanas a ella, y
notaron “un inusual aumento de su calidad de vida”.
Del Castillo, de todas las
celebridades involucradas con “El Chapo”, es sobre quien hay más certeza de que
se le puedan formular cargos. En todo caso, la investigación determinará si hay
sustento en lo que hasta ahora se ha encontrado para proceder judicialmente en
su contra. No deja de ser una caprichosa paradoja en su vida, o como dijo
Campa, una comedia. Del Castillo ganó mucha fama al interpretar el personaje de
Teresa Mendoza en la telenovela La Reina del Sur, inspirada en el libro del
mismo nombre de Arturo Pérez-Reverte. Mendoza es una sinaloense que huyó a
España para evitar que la asesinaran, luego de la muerte de su pareja, Raymundo
Dávila Parra, un texano infiltrado por la DEA como piloto en la flotilla aérea
de Amado Carrillo, El Señor de los Cielos. Mendoza entró en los círculos de la
delincuencia organizada, y después se convirtió en narcotraficante.
Esa interpretación llamó la
atención de “El Chapo” Guzmán, quien al leer opiniones favorables a él por
parte de la artista, le envió flores. Ahí comenzó esa relación que está dañando
su carrera y la puede llevar a la cárcel.
Todo por lo que uno podría
suponer: llevar el mundo de ficción a la realidad y pensó que todo era una
telenovela.
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE
PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 20 DE ENERO 2016)
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